sábado, 11 de noviembre de 2017

DULCE ENEMIGA MÍA


Siempre me gusta Marcela Serrano, pero sus libros de relatos me encantan, Dulce enemiga mía, cuenta las vidas de 17 mujeres y 2 que no lo son......cuenta sus alegrías y sus tristezas, sus matrimonios y soledades y lo cuenta todo con un punto de conocimiento y solidaridad tan profundamente femenina que me ha conquistado por completo¡¡¡

Sinopsis  (Ed. Alfaguara)
Con Dulce enemiga mía, de Marcela Serrano, escritora de otros libros como Hasta siempre, mujercitas o El albergue de las mujeres tristes, la autora vuelve a demostrar su talento para penetrar el alma y la psicología femeninas con un grupo de veinte relatos protagonizados por mujeres frágiles, poderosas, aventureras o temerosas, amas de casa o intelectuales, jóvenes o maduras, cuyas voces e historias se graban a fuego en la memoria. Fue galardonada con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1994, distinción concedida a la mejor novela hispanoamericana escrita por mujeres, por su novela Nosotras que nos queremos tanto. También ganó el Premio Municipal de Literatura en Santiago de Chile 1994 por Para que no me olvides. Junto a Isabel Allende y Ángeles Mastretta, Marcela Serrano es una de las autoras latinoamericanas más populares de la actualidad, traducida a 18 idiomas.
Esta obra de la narrativa hispanoamericana nos cuenta como desde las calles de los Balcanes hasta Santiago de Chile pasando por La Mancha, hay hilos capaces de unir el mundo interior de las mujeres: a veces serán la fuerza de la risa, el valor de la amistad, el amor o el sexo; otras, los miedos ante un matrimonio vacío, la hipocresía, la soledad o el temor al abandono.

Dulce enemiga mía (fragmento)

La yegua

Ana María llevaba veinte años casada y seguía enamorada de su marido. Por supuesto, hoy ya no eran un par de lirios, mermada la lozanía, el vigor y la potencia. Pero ella siempre decía que deseaba envejecer junto a Víctor y veía el deterioro como una fase más, insalvable, inevitable, inexorable. Le gustaba decirle por teléfono a su amiga Bárbara estas palabras comenzadas en «in», las sentía potentes y seguras de sí mismas. Apuntaba a la ternura como reemplazo del deseo y soñaba con escenas pertinentes, ambos abrazados en la cama matrimonial viendo una película en DVD o cruzando, protector él, la calle de la mano en alguna ciudad distinta, de las muchas que aún deseaban conocer. Si se empeñaba, la vejez les traería una dulzura desconocida y reconfortante. Aun así, por supuesto, no se resignaba al paso de los años. Su apariencia había derivado en su mayor ocupación, bien sabía que Víctor era un hombre guapo y no le pasaban inadvertidas sus ocasionales tendencias a actuar como un seductor. ¿Ocasionales?, le preguntó una vez Bárbara por teléfono y ella se alarmó, luego se enojó y no llamó a su amiga por una semana. Ana María ejercitaba su cuerpo con disciplina. Practicaba la equitación en su parcela al lado de la ciudad, Baby —la yegua— era, después de su marido y sus hijos, lo más cercano a su corazón. Asistía cuatro veces a la semana al gimnasio, se privaba de la grasa y los dulces y llevaba una cuidadosa contabilidad de las calorías diarias que ingería. Además, se hacía masajes —tanto reductivos como de relajación— y nunca faltaba a la cita con el peluquero que incluía la tintura de las canas, el corte, la pedicura y la manicura. A veces se agotaba consigo misma y la embargaba la tentación de dejarse estar, entregarse por fin a vivir la edad que tenía. Después de todo, si era una opción para otras mujeres, ¿por qué no para ella? Pero prefería no hacerse trampas, consciente de que era sólo eso, una tentación, y se decía con paciencia, vamos, Ana María, no todas tienen maridos apuestos como el tuyo, eso impone obligaciones. Y luego agregaba, severa, ¿cómo resistir el asedio de las mujeres jóvenes si no peleo contra la decadencia?
Las mujeres jóvenes era la nomenclatura para todo objetivo donde se posaran los ojos de Víctor, todo foco que no fuese ella. Eran el fantasma, el miedo, el mal. ¡Cómo las aborrecía! Trataba de convencerse de que eran todas tontas, superfluas, incultas. Había llegado a formular una regla aritmética: a más culo y más busto, menor coeficiente intelectual. Así se calmaba. También pensando en los hijos y en lo hogareño que era Víctor, en cómo gozaba de la vida en común, de la casa tan bonita —y tan cara—, del asado del día domingo en el jardín, de los hijos con sus novias, de la perfecta disposición de alguna mano mágica para su buen vivir. Todo aquello parecía imposible con una mujer más joven.
Y sin embargo, la idea de ser abandonada era su peor pesadilla. El fracaso es como la peste, se decía, huele mal, aleja, hace huir a los demás. Nadie se siente cómodo al lado de un fracasado. Al principio te consuelan, luego escapan, ya lo sabía ella, lo había hecho tantas veces.
A Ana María le complacía sobremanera su vida en la cama. Volvía a enamorarse de su marido con cada orgasmo, atestiguar la lujuria en sus ojos le confirmaba ser el objeto de su amor. (Además, le parecía importante sentir la recompensa luego de tanto esfuerzo.) A veces, en muy raras ocasiones, se preguntó si era el sexo lo que de verdad le gustaba o si era Víctor comprometido en el sexo con ella. Se consolaba serenamente con que el tiempo era largo, hoy en día se podía hacer el amor eternamente, y de paso daba gracias a los científicos por haber inventado esa píldora azul, para el día en que resultase necesaria.
Y el día llegó, antes de lo pensado.

LA BIBLIA DE LAS TINIEBLAS


Decimonovena entrega de la serie de novelas protagonizadas por el Inspector de la policía escocesa John Rebus.

El referéndum para la independencia de Escocia como fondo, un extraño accidente de coche que parece no convencer a nadie y el pasado que vuelve cuando menos se lo espera.....
Rebus en estado puro, rebajado de categoría, para incorporarse, sigue siendo el mismo gruñón concienzudo que conocemos, sigue siendo el mismo detective intuitivo de siempre, sigue siendo el mejor; aunque vuelva a ser sargento detective, como en sus principios..., espero que esto signifique que nos quedan todavía muchos relatos con John Rebus de protagonista.
Con la política como soporte, narración muy actual en la que nada es lo que parece pero todos se parecen a algo....¡¡
Muy recomendable.

Sinopsis (Ed. RBA)
«Los buenos nunca son tan buenos y los malos nunca son tan malos, pero hay un punto en que ambos se encuentran, y es entonces cuando el asunto puede ponerse interesante».Un accidente de tráfico en el culo del mundo. Implicados: la heredera de un magnate londinense y el hijo de un ministro, adalid de la secesión escocesa. Justo cuando el país se parte en dos ante el referéndum para la independencia. Algo en la escena no cuadra, y el veterano John Rebus, recién reincorporado al cuerpo de policía, empieza a investigar.
Al tiempo, la fiscalía reabre un caso feo de hace treinta años, en el que Rebus y su antigua cuadrilla, autodenominados los «Santos», tuvieron mucho que ver. Aquella vieja división de policías juraron silencio sobre «la Biblia de las Tinieblas» y ahora se han convertido en sospechosos. Nada evitará que el detective Rebus y el inspector de asuntos internos Malcolm Fox se enfrenten para descubrir quiénes son los santos y quiénes los pecadores, y lo que se oculta tras el juramento.

La biblia de las tinieblas (fragmento)

PRÓLOGO—¿Adónde vamos?
—Solo estamos dando una vuelta en coche.
—Pero dando una vuelta ¿adónde?
Rebus volvió la cabeza para ver a su acompañante. Se llamaba Peter Meikle. El hombre había pasado casi la mitad de su vida adulta cumpliendo condena en diversas cárceles y tenía la palidez y la actitud propias de los ex presidiarios. Necesitaba un afeitado y sus ojos hundidos eran como agujeritos negros y recelosos. Rebus lo había recogido a la puerta de una casa de apuestas en Clerk Street. Unas cuantas hileras de luces y empezaron a dejar atrás Commonwealth Pool en dirección a Holyrood Park.
—Hacía una buena temporada — comentó Rebus—. ¿Qué te traes entre manos ahora?
—Nada de lo que la poli tenga que preocuparse.
—¿Te parezco preocupado?
—Tiene la misma pinta que cuando me puso a la sombra en 1989.
—¿Tanto hace? —Rebus hizo alarde de menear la cabeza en un gesto de sorpresa—. Pero, a decir verdad, Peter, opusiste resistencia a la detención… y por aquel entonces tenías muy mal talante. —¿Acaso no lo tenía usted?
Al no responder Rebus, Meikle siguió mirando por la ventanilla. A estas alturas, el Saab había llegado a Queen’s Drive, las escarpaduras de Salisbury Crags camino de St. Margaret’s Loch. Algún que otro turista intentaba dar pan a los patos y los cisnes, aunque toda una tropa de acechantes gaviotas parecían estar llevándose bastante más de lo que les correspondía. Rebus puso el intermitente derecho para iniciar el sinuoso ascenso por la ladera de Arthur’s Seat. Adelantaron a corredores y paseantes mientras la ciudad se perdía de vista.

EL MONTE DE LA BRUJA


Nuestra querida amiga https://www.facebook.com/iaia.piolin, hace una reflexión magnífica sobre este libro, leedla y opinad si gustáis¡¡
"Me he estado preguntando si yo recomendaría a mis nietos que leyeran un libro como El monte de la bruja, de Emily Smith. Es una historia difícil: habla de prejuicios que controlan nuestra vida; de malos amigos capaces de decepcionarnos profundamente e incluso de hacernos daño; de acoso escolar; de maltrato a los animales; de responsabilidad y consecuencias de nuestras acciones..., definitivamente no es un libro fácil. Pretende mostrar valores que deberíamos inculcar a nuestros niños. Pero en el otro platillo de la balanza está la capacidad infinita de perdonar y de mejorar que tiene el ser humano; la amistad con mayúsculas; la valentía para enfrentarse a cualquier reto; el esfuerzo para conseguir un objetivo que parece imposible... Y, si la balanza aún no está equilibrada podemos añadir una pizca de humor en cada página, otro poco de optimismo y mucho, muchísimo, de afecto y respeto por los lectores a los que va dirigida."

Sinopsis (Libro autopublicado)
Maca y Santi sufren una calamidad en su vida cotidiana peor que el meteorito que extinguió a los dinosaurios. Tienen que abandonar sus amigos, sus juegos, su vida para trasladarse de una gran ciudad a un pueblecito perdido entre montañas; allí se encuentran con un lugar extraño donde no conocen a nadie y ante ellos se abre un futuro problemático y muy, pero que muy aburrido o eso creen ellos hasta que tropiezan con Piruja y su gato.





jueves, 9 de noviembre de 2017

EL HOMBRE DE LA MÁSCARA DE ESPEJOS


Tercera entrega de la serie de novelas protagonizadas por la Inspectora de policía Valentina Negro y el criminólogo Javier Sanjuán.

Anunciada como la última entrega de la trilogía protagonizada por Valentina Negro y Javier Sanjuan, quizás la cosa no termine aquí....¡
Creo que me gustan estos libros porque desde que los leo miro mi ciudad con otros ojos....más oscuros, menos inocentes.
No voy a contar nada sobre la novela porque cualquier dato sería spoiler, sólo decir que, salvo algunos "errores lingüísticos y geográficos" banales, he disfrutado con las investigaciones de la inspectora Negro y el criminólogo Sanjuan y que pronto La Coruña podrá incorporarse a la "ruta negra" de ciudades europeas, lo espero porque significará que las andanzas de los protagonistas no han terminado.
Recomendable para un fin de semana (o un poco más) de tormenta¡

Sinopsis (Ediciones B)
La inspectora Valentina Negro lucha por superar los traumáticos recuerdos de su último caso, cuando estuvo cerca de perder la vida a manos de un asesino en serie. Pero la maldad no da tregua: pronto se ve envuelta en una nueva cadena de muertes. La ayuda del criminólogo Javier Sanjuán será clave para desentrañar una compleja trama relacionada con la desaparición de varias chicas y el rodaje de unas terroríficas películas snuff que recuerdan al cine expresionista de Fritz Lang.
El dolor, la belleza y la locura se dan la mano en las páginas de esta adictiva novela negra, que es al mismo tiempo un excelente retrato de la mente del psicópata firmado por dos expertos criminólogos. Las páginas de El hombre de la máscara de espejos son una invitación a asomarse al abismo a través de una historia trepidante que engancha y estremece desde la primera página.

El hombre de la máscara de espejos (fragmento)

[primera parte]: Las trompetas del ángel

Viernes, 22 de marzo de 2013. A Coruña, colegio de las Madres Franciscanas, en la zona de A Zapateira.

Andrea salió de su escondrijo detrás del enorme hórreo de piedra, caminó hasta la verja y movió con cuidado la puerta. Apenas miró hacia atrás, temerosa de
que alguna profesora o incluso la portera del colegio estuviese mirando en aquel justo momento. Con rapidez, casi con pánico a que su huida fuese descubierta y sin atreverse a cerrar la verja, corrió unos metros camino abajo, apretando los libros contra su abrigo azul marino. Jadeando, se dio la vuelta con excitación y constató que nadie la había visto, así que se subió la falda de tablas hasta dejar a la vista los calcetines largos y reanudó su camino hacia el Campus de Elviña. Había quedado con dos amigas, mayores que ella, que le iban a presentar a un chico que estudiaba primero de Derecho. Era víspera de Semana Santa y prefería tomarse unas cervezas y fumarse unos porros con ellas y otros chicos antes que tener que tragarse todas las misas y celebraciones tediosas que rodeaban siempre las vísperas de la crucifixión de Jesús. Andrea creía en Dios, sí, pero estaba segura de que a Él no le importaría que se saltase un par de obras de teatro insufribles y luego la misa de todos los años, con la asistencia de los padres de las más pequeñas, y la pelea por los canapés y los vinos baratos de después en el pabellón de deportes.
Siguió caminando un buen rato por la calle Castro de Elviña hasta divisar el Campus. El sol le picaba cuando salía entre las nubes y le hacía entrecerrar los ojos. Se revolvió, incómoda, dentro del abrigo de lana con cuello de terciopelo. Al fondo, el cielo perlado de nubes blancas como sábanas recién tendidas enmarcaba una hermosa vista de toda la ciudad de A Coruña, que contrastaba con el azul marino, muy oscuro, del océano en calma. Miró el reloj: llegaba tarde, sus amigas debían de estar ya en la cafetería. ¿Sería mejor esperar el autobús? La parada no estaba lejos, así que sacó el móvil y consultó los horarios de paso. No tardaría más de diez minutos… Sopesó lo que podía tardar andando y se decidió a esperar sentada en la marquesina. Andrea, sofocada por el calor, se quitó el abrigo del uniforme y lo dejó a un lado del asiento, doblado sobre los libros.

OFRENDA A LA TORMENTA


Tercera entrega de la serie de novelas protagonizadas por la Inspectora Amaia Salazar.

No hay como un fin de semana largo para "degustar" una buena novela negra "del norte", de nuestro norte¡¡¡
Tercera (¿y última?) entrega de la Trilogía del Baztán en la que todos los misterios "parecen" resolverse......
Nuevo caso de la inspectora Amaia Salazar trufado de antropología, magia y tradiciones. No puedo contar nada porque cualquier cosa que diga sería spoiler, seguro¡¡¡
Ritmo trepidantemente negro que me ha mantenido en vela todos estos días, menos mal que no había que madrugar¡¡
No es la calidad literaria la característica principal de estas novelas sino el ritmo narrativo y la intriga que domina la voluntad y hace que, aun reconociendo los fallos, una no pueda dejar de leer.

Sinopsis (Ed. Destino)
Ha pasado ya un mes desde que la inspectora de la Policía Foral recuperó a su hijo y pudo detener a Berasategui. Pero a pesar de que tanto la Guardia Civil como el juez Markina dan por muerta a Rosario, Amaia siente que no está libre de peligro, un desasosiego que sólo Jonan comprende.
La muerte súbita de una niña en Elizondo resulta sospechosa: el bebé tiene unas marcas rojizas en el rostro que indican que ha habido presión digital, y además, su padre intenta llevarse el cadáver. La bisabuela de la pequeña sostiene que la tragedia es obra de Inguma, el demonio que inmoviliza a los durmientes, se bebe su aliento y les arrebata la vida durante el sueño. Pero serán los análisis forenses del doctor San Martín los que convencen a Amaia
Salazar de investigar otras muertes de bebés, que pronto revelarán un rastro inaudito en el valle.
Berasategui muere, entonces, inexplicablemente en su celda, lo que despliega una trepidante
investigación que llevará a Amaia al auténtico origen de los sucesos que han asolado el valle de Baztán.
Y mientras, desde el bosque, una impresionante tormenta llega para sepultar la verdad más demoledora.

Ofrenda a la tormenta (fragmento)

1Sobre el aparador, una lámpara iluminaba la estancia con una cálida luz rosada que adquiría otros matices de color al filtrarse a través de los delicados dibujos de hadas que decoraban la tulipa. Desde la estantería, toda una colección de animalitos de peluche observaba con ojos brillantes al intruso, que, en silencio, estudiaba el gesto quieto del bebé dormido. Escuchó atento el rumor del televisor encendido en la habitación contigua y la estentórea respiración de la mujer que dormía en el sofá, iluminada por la luz fría proveniente de la pantalla. Paseó la mirada por el dormitorio estudiando cada detalle, embelesado en el momento, como si así pudiera apropiarse y guardar para siempre aquel instante convirtiéndolo en un tesoro en el que recrearse eternamente. Con una mezcla de avidez y serenidad grabó en su mente el suave dibujo del papel pintado, las fotos enmarcadas y la bolsa de viaje que contenía los pañales y la ropita de la pequeña, y detuvo los ojos en la cuna. Una sensación cercana a la borrachera invadió su cuerpo y la náusea amenazó en la boca del estómago. La niña dormía boca arriba enfundada en un pijama aterciopelado y cubierta hasta la cintura por un edredón de florecillas que el intruso retiró para poder verla entera. El bebé suspiró en sueños, de entre sus labios rosados resbaló un hilillo de baba que dibujó un rastro húmedo en la mejilla. Las manitas gordezuelas, abiertas a los lados de la cabeza, temblaron levemente antes de quedar de nuevo inmóviles. El intruso suspiró contagiado por la niña y una oleada de ternura le embargó durante un instante, apenas un segundo, suficiente para hacerle sentir bien. Tomó el muñeco de peluche que había permanecido sentado a los pies de la cuna como un guardián silencioso  y casi percibió el cuidado con el que alguien lo había colocado allí. Era un oso polar de pelo blanco, pequeños ojos negros y prominente barriga. Un lazo rojo, incongruente, envolvía su cuello y le colgaba hasta las patas traseras. Pasó dulcemente la mano por la cabeza del muñeco apreciando su suavidad, se lo llevó al rostro y hundió la nariz en el pelo de su barriga para aspirar el dulce aroma de juguete nuevo y caro.

PALABRAS A MEDIAS


Primera novela que leo de esta autora y, tengo claro que no será la última. Me picó la curiosidad al leer la contraportada en la que, someramente, se dice:
"¿Te imaginas que tu padre, en su lecho de muerte, te confiesa que la noche del 23-F mató a un hombre?..."
Sin duda, un cebo insuperable para l@s que vivimos esa noche con angustia y expectación y la recordamos cada vez que tenemos oportunidad como "la noche que pudo cambiar nuestras vidas..." Pues bien, a través de cinco personajes de una misma familia,  Busquets desgrana una historia de sobreentendidos en la que todos saben más de lo que parece y algunos menos de lo que se imaginan. El hilo conductor es, precisamente, la noche del golpe de estado del 81, y desde ella asistimos al cambio de una familia, contado sin sentimentalismo pero con un profundo sentimiento.
Me ha gustado mucho.

Sinopsis (Ed. Grijalbo)
A partir de la confesión que les hace su padre antes de morir, Anabel, Albert y Nina recordarán qué era de sus vidas la noche del 23F de 1981. Anabel fue una de las pocas personas que no se enteró del golpe de Estado. En su piso de estudiante de Barcelona pasó toda la noche en vela esperando, ajena por completo a la política. Esa misma noche, Albert comenzó una historia de amor con alguien inesperado, que se convertiría en la persona más importante de su vida. Y Nina, la hermana pequeña y la más devota de la familia, era una estudiante de Enfermería que acababa de volver a Vic después de estar un año en un convento. Esa noche, mientras la radio retransmitía los acontecimientos, sus padres y ella recibieron una visita imprevista que modificaría sus destinos para siempre.

Palabras a medias (fragmento)

Annabel

Nos hemos quedado los tres estupefactos cuando mi padre ha pedido ver a un cura, porque siempre nos ha dicho que no ha vuelto a pisar una iglesia desde que hizo la comunión, pero todavía nos ha sorprendido más el motivo:
—He… matado… a… un hombre.
Lo ha dicho entre espasmos agónicos. Mis hermanos y yo nos hemos mirado un momento y luego Albert ha espetado:
—Te lo imaginas, papá… ¡Tú no has matado a nadie!
Pero al oírlo mi padre se ha inquietado todavía más y ha dado la impresión de que quería levantarse para ir a por el cura. Hemos tenido que impedírselo entre los tres y volver a acostarlo con delicadeza. Emite unos jadeos terribles, parece que busca aire y no lo encuentra. Pero, pese a todo, ha vuelto a hablar:
—Dejadme, que tengo que confesarme… No puedo irme así al otro mundo.
—Pero si tú no crees en Dios, papá…
—Ya lo sé, pero por si acaso…
Vaya, por si acaso. Ya decía la abuela que nadie se acuerda de santa Bárbara hasta que truena. Con un gesto, mi hermana Nina nos ha indicado que ya se encargaba ella de avisar al cura. Y se ha marchado. Yo me he inclinado sobre mi padre:
—Ya está, el cura viene enseguida… Tranquilo.
—Gracias a Dios… —ha respondido, más relajado.
Le he mirado atentamente y no me he resignado a quedarme sin saber la verdad de su insólita afirmación. Aunque sigue jadeando, se le ve más tranquilo. De repente, Albert le ha bombardeado con un aluvión de preguntas como si estuvieran sentados en el sofá de la sala:
—Veamos, papá, ¿a qué viene eso de que has matado a un hombre? ¿Cuándo? ¿Disparaste a alguien cuando ibas a cazar?

UNA ESPOSA PERFECTA


A veces una se lía, entre las recomendaciones de l@s amig@s y las consultas propias.......
Comencé esta novela pensando que la había recomendado Amelia Ruiz allá por Octubre de este año, pero al leer la última reseña de Rosi Torres me di cuenta de que no era, no era......, jajaja tengo que decir, en honor a la verdad, que en el primer tercio de "esta novela" empezó a crecer en mi la inquietud de que Amelia Ruiz y yo nos hubiésemos alejado mucho "literariamente hablando" y no, no, no ha sido así......! El alivio me ha invadido inmediatamente.
Para resumir, este librito que comienza como un Memorias de África de los años 40, sólo mantiene la atención 30-40-50??? páginas, y eso porque un@ espera que lo que se anuncia como secreto, ese matrimonio tortuoso, esa ingenua (boba) jovencita pueden dar más juego y....., realmente podrían hacerlo en manos de una escritora de verdad y no de este remedo de "Corintellado tanzana" que no tiene imaginación, ni talento, ni fundamento¡¡¡
Apuré mi cáliz hasta el final, en castigo por mi descuido y torpeza, y la cosa no mejora sino que empeora mucho-mucho-mucho, sólo me consoló un pasaje hilarante en que la protagonista acude al veterinario con un monito, mientras el cadáver de su marido reposa en el asiento trasero de su coche....eso es demasiado hasta para Corín Tellado, pero no hay duda de que original sí, es.
En fin, una pérdida de tiempo¡
No puedo recomendarla en absoluto, ni por su calidad literaria, ni por su argumento, ni por nada de nada.

Sinopsis (Ed. Planeta)
1948. Kitty Hamilton llega a Tanganica con grandes expectativas hacia su nueva vida. Una emocionante aventura al otro lado del mundo puede ser justamente lo que ella y Teo necesitan para recuperarse del escándalo que casi acaba con su matrimonio.
Ella está dispuesta a adoptar el rol de la esposa perfecta, pero sus sueños pronto se empiezan a empañar. En esta tierra salvaje y extraña, donde se enfrentan distintos poderes, el cerebro no siempre puede controlar al corazón. Las viejas heridas resurgen y se encienden nuevas pasiones, y Kitty y Teo se enfrentan a emociones que les llevan más allá de lo que nunca hubieran pensado. Una lucha entre el deber y el deseo, entre los celos y el amor, entre el compromiso y la libertad. Un canto a la necesidad de seguir los dictados del propio corazón, te lleven a donde te lleven.

Una esposa perfecta (fragmento)

UNO
Impaciente, Kitty cambiaba de postura en su asiento. Daba la impresión de que el viaje se había eternizado, aunque por fin se acercaba ya el final y pronto se reuniría con su marido. Iban a volver a empezar juntos, a reiniciar su matrimonio. A partir de ese momento, a salvo de un pasado que quedaba atrás, todo sería nuevo, inmaculado, indemne. No podía resistir las ganas de que el avión aterrizase... y de que comenzara su vida en África.
Como distracción, se alisó la chaqueta y se cepilló las migas de la camisa de lino de color crema. Apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y cerró los ojos. Los sentía resecos e irritados; apenas había dormido en veinticuatro horas. En algún lugar entre Roma y Bengasi, la tripulación había preparado unas camas para los nueve pasajeros, pero a Kitty le había costado relajarse aunque se encontraba bastante cómoda. Le molestaba la vibración de las hélices, que se filtraba a través del metal del fuselaje, desnudo de aislamiento, y a esto se le sumaba la incomodidad propia de acostarse para dormir en medio de un grupo de hombres que, antes del inicio de aquel viaje, eran completos desconocidos. Tenía la sensación de haberse quedado apenas traspuesta cuando la tripulación regresó para plegar los camastros y servir el desayuno.
Abrió los ojos y volvió la cabeza hacia el pasajero que tenía a su lado. Paddy no mostraba signo alguno de cansancio. Se sentaba erguido, mientras leía una novela de bolsillo bien manoseada y con las esquinas de las páginas dobladas. Levantó la vista como si hubiera sentido la mirada de ella. —No falta mucho. Apuesto a que se muere de ganas de ver a ese marido suyo.
Kitty asintió.
—Seis semanas parecen una eternidad.
—Es amor verdadero, entonces — sonrió con descaro.
Ella le correspondió. Paddy no mostraba las contenidas formas de los británicos; era incapaz de imaginárselo de pie como siempre hacía Theo, aguardando a que una señora tomase asiento antes de hacer él lo mismo. En ese sentido, aquel irlandés era como los australianos, y tal vez fuera ese el motivo de que Kitty se sintiese tan cómoda con él. También estaba el hecho de que era bajito y regordete, con un porte que le recordaba a una mascota cariñosa. Resultaba imposible imaginar que pudiera suponer una amenaza de ninguna clase.