lunes, 2 de octubre de 2017

AJUAR FUNERARIO


RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 26 de Mayo de 2014.
No me gustan los libros de cuentos o de relatos breves porque cuando aceleras... ¡chas! se acaban de golpe. Entonces, empezar el siguiente me cuesta horrores. Y, aunque me gustan los cuentos, los libros se me hacen pesados. Aún así, no puedo evitar, de cuando en cuando, caer en la tentación.
Y esta tentación venía recomendada, espero no equivocarme..., por Gloria. Y opté por no resistirme.
La primera historia ya golpea, la segunda impacta y la tercera es para cerrar el libro... respirar hondo y seguir otro día. Y así repetidamente. Hasta que una noche superé mis miedos y mis ansiedades y dejé de sufrir y empecé a disfrutar.
'Ajuar funerario' de Fernando Iwasaki son microcuentos de miedo. Aunque como dice el autor en el epílogo [¿]'... podrían ser píldoras contra el miedo. [?] No. En realidad son supositorios de terror.
Dejaos medicar.

Sinopsis (Ed. Páginas de Espuma)
Ajuar funerario es un homenaje a la literatura de terror y a la micronarrativa, porque Fernando Iwasaki ha logrado concentrar en diez o doce líneas todo el escalofrío, la náusea y el desasosiego del género. ¿Es posible que los fantasmas, las pesadillas, los ritos y las supersticiones nos puedan seguir asustando en pleno siglo XXI? Si tiene hijos, insomnios o hipotecas, mejor no lea Ajuar funerario.

Ajuar funerario (dos primeros cuentos)

DÍA DE DIFUNTOS
Cuando llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras.
—Pero mamá, tú estás muerta.
—Tú también, mi niño.
Y nos abrazamos desconsolados.

LA HABITACIÓN MALDITA
Llegué sin reserva porque para eso soy cliente habitual, pero no quisieron darme la única habitación que les quedaba. A regañadientes me entregaron la llave y se ofrecieron a buscarme una suite en otro hotel de la cadena, mas yo estaba muy cansado y subí sin hacerles caso.
La decoración no era la misma de las otras habitaciones: las paredes estaban llenas de crucifijos y los espejos apenas reflejaban mis movimientos. Recién cuando me eché en la cama reparé en la pintura del techo: un Cristo viejo y enfermo que me miraba sobrecogido. Me dormí con la inexplicable sensación de sentirme amortajado.
Un clavo de frío me despertó, y junto a la cama una mujer de niebla me dijo con infinita tristeza: «¿Por qué has sido tan imprudente? Ahora te quedas tú». Desde entonces sigo esperando que venga otro, para despertarlo con mis dedos de hielo y poder dormir de una vez.



domingo, 1 de octubre de 2017

LAS BRUJAS DE SALEM


RESEÑADO por Marie-Loup Raffestin para LIBROS,  el 24 de Mayo de 2014.

Lei “The Crucible” (Las Brujas de Salem) de Arthur Miller.
Es una obra de teatro publicada en 1953 que se inspira de eventos y personas reales : los juicios de brujas de Salem en 1692 y sus victimas. Vemos como la histeria colectiva, la paranoia y las sospechas se apoderan del pueblo, tras las acusaciones de un grupo de niñas, y como algunas... personas intentan resistir esta locura y denunciar la poca legalidad de los arrestos y de los interrogatorios.
Es un libro que puede tener doble lectura ya que Miller lo escribió para denunciar el Macarthismo.
Se ataca a lo que puede pasar cuando una parte de la sociedad está considerada diabólica, a menudo por tener opiniones diferentes, y que el poder está entre manos de unos pocos.
Es una lectura muy interesante y poderosa, la recomiendo.

Sinopsis (Ed. Penguin)
La obra tiene lugar en el año 1692 en la ciudad de Salem, Massachusetts, Estados Unidos.
Un grupo de jovencitas siembra el escándalo en esa comunidad rural, pacífica pero sofocante debido a las estrictas normas religiosas que rigen la vida cotidiana.
Dos niñas enferman después de ser vistas bailando desnudas en el bosque de noche, y al estar en un ambiente muy religioso y puritano, se sospecha que puedan estar embrujadas por alguien del pueblo.
Para comprobar si esto es así, traen de otra ciudad a un especialista en identificar brujas, y comienza una investigación. Al principio las personas más cuerdas del pueblo, creen que no pasará nada y que las acusaciones son totalmente descabelladas. Pero poco a poco el ambiente comenzará a cambiar y los vecinos comienzan a acusarse los unos a los otros. El pueblo cae presa de una histeria colectiva y lo que al principio les parecían tonterías termina en la ejecución de personas y animales.

Las Brujas de Salem (fragmento)

La sacristía de la capilla de Salem, que ahora sirve de antesala de la Corte General. Al levantarse el telón, la habitación está vacía. Solamente entra el sol por las dos altas ventanas del foro. La pieza es solemne, hasta imponente. Pesadas vigas sobresalen y tablones de diversa anchura constituyen las paredes. Hay dos puertas a la derecha, que llevan a la capilla misma, en donde se reúne el tribunal. A la izquierda, otra puerta lleva al exterior.
Hay un banco simple a la izquierda, y otro a la derecha. En el centro, una mesa más bien larga, para las reuniones, con banquillos y un sillón de considerables dimensiones arrimados a ella.
A través de la pared divisoria, a la derecha, oímos la voz de un Fiscal Acusador, el Juez Hathorne, preguntando algo; luego, una voz de mujer, la de Martha Corey, replicando.)
Voz de Hathorne: Y bien, Martha Corey, hay abundantes pruebas en nuestro poder que demuestran que os habéis entregado a la adivinación de la suerte. ¿Lo negáis?Voz de Martha: Soy inocente. Ni siquiera sé lo que es una bruja.Voz de Hathorne: ¿Cómo sabéis, entonces, que no lo sois?Voz de Martha: Si lo fuera lo sabría.Voz de Hathorne: ¿Por qué dañáis a estas niñas?Voz de Martha: ¡No los daño! ¡Es despreciable!Voz de Giles Corey (rugiendo): ¡Tengo nuevas pruebas para el tribunal!
(Las voces del pueblo se elevan, excitadas.)
Voz de Danforth: ¡Ocupad vuestros sitios!Voz de Giles: ¡Thomas Putnam roba tierras!Voz de Danforth: ¡Alguacil, llevaos a ese hombre!Voz de Giles: ¡Estáis oyendo mentiras, no más que mentiras!
(Un rugido se eleva del público.)
Voz de Hathorne: ¡Arrestadlo, Excelencia!Voz de Giles: ¡Tengo pruebas! ¿Por qué no queréis escuchar mis pruebas?
(Se abre la puerta y Giles es prácticamente transportado dentro de la sacristía por Herrick.)
Giles: ¡Quita tus manos, maldito seas! ¡Déjame!Herrick: ¡Giles, Giles!Giles: ¡Fuera de mi camino, Herrick! Traigo pruebas...Herrick: ¡Tú no puedes entrar ahí, Giles, es un tribunal!
(Entra Hale por la derecha.)
Hale: Por favor, calmaos un momento.Giles: Vos, señor Hale, entrad y pedid que yo hable.Hale: Un momento, señor, un momento.Giles: ¡Ahorcarán a mi mujer!
(Entra el Juez Hathorne de Salem. De unos sesenta y tantos años, es desagradable, insensible a los remordimientos.)
Hathorne: ¿Cómo os atrevéis a entrar rugiendo en esta Corte! ¿Os habéis vuelto loco, Corey?Giles: No sois ningún juez de Boston todavía, Hathorne. ¡No me llaméis loco!
(Entra el Comisionado del Gobernador, Danforth, y, tras él, Ezequiel Cheever y Parris. Al entrar, se hace el silencio. Danforth es un hombre serio, de unos 65 años, con cierto humor y sofisticación que, sin embargo, no interfieren con su precisa lealtad a su posición y a su causa. Se aproxima a Giles, que aguarda su ira.)
Danforth (mirando directamente a Giles): ¿Quién es este hombre?Parris: Giles Corey, señor, el litigante más...Giles (a Parris): ¡Es a mí a quien pregunta, y soy lo bastante viejo como para contestar yo mismo! (A Danforth, quien lo impresiona y a quien sonríe a pesar de su violencia): Mi nombre es Corey, señor, Giles Corey. Tengo 200 hectáreas y además tengo madera. La que estáis condenando ahora es mi mujer. (Indica la sala de la Corte.)Danforth: ¿Y cómo creéis que un alboroto tan despreciable puede ayudarla? Retiraos. Sólo vuestra edad os salva de la cárcel.Giles (comienza a alegar): Se dicen mentiras de mi mujer, señor, yo...Danforth: ¿Es que pretendéis decidir vos qué es lo que esta Corte creerá y qué es lo que desechará?


ESTUPOR Y TEMBLORES


RESEÑADO por Amelia Ruiz para LIBROS,  el 23 de Mayo de 2014.
El otro libro, que suspendo rotundamente es "Estupor y temblores" de Amelie Nothomb, al parecer autobiográfica sobre su experiencia profesional en una multinacional japonesa.
Pues a mi me pareció que ella ha hecho un esperpento de la sociedad japonesa. Su propio personaje es vergonzosamente sumiso.
He leído novelas de autores japoneses y no tienen nada que ver con estos seres robotizados que ella describe.

Sinopsis (Ed. Anagrama)Esta novela con declarada carga autobiográfica, que ha obtenido un éxito impresionante en Francia, cuenta la historia de una joven belga de 22 años, Amélie, que empieza a trabajar en Tokio en una de las mayores compañías mundiales, Yumimoto, quintaesencia de las empresas japonesas. Con «Estupor y temblores»: así es como el emperador del Sol Naciente exigía que sus súbditos se presentaran ante él. En el Japón actual, fuertemente jerarquizado (en el que cada superior es, antes que nada, el inferior de otro), Amélie, afligida por el doble hándicap de ser a la vez occidental y mujer –extraviada en un hormiguero de burócratas, subyugada además por la muy japonesa belleza de su superior directa, con la cual tiene unas relaciones de franca perversidad–, sufre una cascada de humillaciones.
Trabajos absurdos, órdenes dementes, tareas repetitivas, humillaciones grotescas, misiones ingratas, ineptas o delirantes, superiores sádicos, la joven Amélie empieza en contabilidad, luego a servir cafés, pasa a la fotocopiadora y, descendiendo los escalones de la dignidad (aunque con un despego muy zen), acaba ocupándose de los lavabos... masculinos.
«Un descenso a los infiernos en un relato desopilante» (F. Gaignault, Elle).
«Una confesión impúdica, un tratado de inspiración marxista (tendencia Groucho)» (Bernard Le Saux).
«Un festín de lucidez y humor. Un texto perfectamente calibrado y desengrasado, una suerte de elegante caricatura. Nothomb demuestra con inteligencia (temible) el absurdo delirante de nuestros sistemas económicos y descodifica, con la frialdad de un entomólogo vengativo, la esclavitud y el sadismo que engendra la jerarquía profesional» (Hugo Marsan, Le Monde).
«Una pequeña obra maestra de hilarante crueldad» (Alexis Liebaert, L’Événement).

Estupor y temblores (fragmento)
"Tienes la obligación de tener hijos, a los que tratarás como a dioses hasta los tres años, edad en la que, de repente, los expulsarás del paraíso para alistarlos al servicio militar, que durará desde los tres hasta los dieciocho años y, más tarde, desde los veinticinco años hasta el día de su muerte. Estás obligada atraer al mundo a seres que serán todavía más infelices en la medida en que en los tres primeros años de su vida les habrán inculcado la noción de felicidad. ¿Te parece horrible? No eres la única en opinar así. Tus semejantes piensan del mismo modo desde 1960. y ya ves de qué les ha servido. Muchas de ellas se rebelaron, y quizás tú también te rebeles durante el único periodo libre de tu vida, entre los dieciocho y los veinticinco años. Pero, a los veinticinco años, de repente de darás cuenta de que todavía no te has casado y te sentirás avergonzada. Cambiarás tu ropa excéntrica por un aseado vestido, medias blancas y grotescos zapatos de tacón, someterás tu espléndida y lisa cabellera a un lamentable peinado y te sentirás aliviada si alguien -marido o jefe- manifiesta algún deseo hacia ti. En el caso más que improbable de que te cases por amor, todavía serás más desgraciada, ya que verás sufrir a tu marido. Será mejor que no le ames: eso te permitirá asistir con indiferencia al naufragio de sus ideales, porque tu marido todavía los tendrá. Por ejemplo, le habrán hecho creer que sería amado por una mujer. No obstante, pronto se dará cuenta de que no le amas. ¿Cómo podrías amar a alguien si tienes un molde de yeso en lugar de corazón? Te han inculcado un espíritu demasiado calculador para poder amar. Si amas a alguien, significa que no te han educado bien. Los primeros días de matrimonio, fingirás toda clase de cosas. Hay que admitir que ninguna mujer finge con tanto talento como tú. Tu obligación es sacrificarte por los demás. No obstante, no se te ocurra pensar que tu sacrificio hará felices a aquellos por quienes te sacrificas. Eso sólo les permitirá no avergonzarse de ti. No tienes ninguna posibilidad ni de ser feliz ni de hacer feliz a nadie. Y si, extraordinariamente, tu destino se librara de estas prescripciones, sobre todo no deduzcas que has triunfado: deduce que algo has hecho mal. En realidad, muy pronto caerás en la cuenta de tu error, ya que el espejismo de tu victoria sólo puede ser provisional. Y no disfrutes del momento: deja ese error de cálculo para los occidentales. El momento no vale nada, tu vida no vale nada. Nada que dure menos de diez mil años tiene valor alguno. Si te sirve de consuelo, debes saber que nadie te considera menos inteligente que un hombre. Eres brillante, eso salta a la vista, incluso a la vista de los que tan mal te tratan. Aunque, pensándolo bien, ¿de verdad te sirve de consuelo?"



LOS ARCHIVOS DE SALEM


RESEÑADO por Calipso Breogán para LIBROS,  el 20 de Mayo de 2014.
Hoy terminé Los Archivos de Salem de Robin Cook .
Es ameno , ágil y se lee bien. ( me lo he pulido en dos días ) pero todo el tiempo parece que estas leyendo un guión de cine, tal cual, con moraleja final incluida .
Por lo demás es entretenido aunque un poco predecible. Como diría Cortat Palomitas.

Sinopsis (Ed. Debolsillo)
A finales del siglo XVII, en Salem, Nueva Inglaterra, Elizabeth Stewart es acusada de brujería y condenada a muerte. Trescientos años más tarde, Kim Stewart, una atractiva enfermera, hereda la finca de su antepasada y decide trasladarse allí en compañía de Edward, un investigador científico. Animados por el hallazgo de unos extraños hongos que aparentemente poseen propiedades terapéuticas, Edward y un grupo de científicos instalan un moderno laboratorio en la finca y proyectan convertir la especie en un fármaco cuya comercialización les rendirá una fortuna. Mientras tanto, Kim se dedica a investigar en los archivos históricos del lugar y descubre que Elizabeth utilizaba esos mismos hongos en sus preparados culinarios y que fue conducida a la hoguera por provocar estados de posesión diabólica. Inevitablemente, surgen preguntas inquietantes: ¿Acaso esos misteriosos hongos estimulan el despertar de los instintos más primarios? ¿Acaso pueden revivir repentinamente al hombre depredador que todos llevamos dentro?.

Los archivos de Salem (fragmento)

Prólogo
Sábado 6 de febrero de 1692
Espoleada por un frío penetrante, Mercy Griggs azotó con su látigo el lomo de la yegua. El animal aceleró el paso y tiró sin esfuerzo del trineo sobre la nieve compacta. Mercy se arrebujó aún más en el cuello alto de su chaquetón de piel de foca y enlazó las manos dentro del manguito, en un vano esfuerzo por protegerse del frío ártico.
Era un día claro, sin viento, y brillaba un sol pálido que, desterrado por la estación a su trayectoria sur, luchaba por iluminar el paisaje nevado, sojuzgado por el cruel invierno de Nueva Inglaterra. Incluso a mediodía los troncos de los árboles deshojados proyectaban largas sombras de color violeta que se extendían hacia el norte. Masas congeladas de humo colgaban inmóviles sobre las chimeneas de las granjas dispersas, como petrificadas contra el azul cielo polar.
Mercy había viajado durante casi media hora. Después de salir de su casa, situada al pie de la colina Leach, en el Royal Side, se había dirigido hacia el sudoeste por Ipswich Road.
Había cruzado los puentes sobre los ríos Frost Fish, Crane y Cow House, y en ese momento entraba en el barrio de Northfield de la ciudad de Salem. Desde aquel punto, el centro de la ciudad sólo distaba tres kilómetros.
Pero Mercy no iba a la ciudad. Cuando dejó atrás la granja de Jacob, vio el lugar al que se dirigía. Era la casa de Ronald Stewart, un próspero comerciante y naviero. Lo que había arrancado a Mercy de su cálido hogar en un día tan frío era la preocupación propia de un buen vecino, mezclada con cierta curiosidad. En aquel momento, la casa de los Stewart era la fuente de las habladurías más interesantes.
Detuvo la yegua frente a la casa y contempló el edificio.

EL RUIDO DE LAS COSAS AL CAER


RESEÑADO por Rosi Torres Marino para LIBROS,  el 19 de Mayo de 2014.

"El ruido de las cosas al caer" de Juan Gabriel Vásquez.
Terminé la novela con la misma sensación que la empecé y es la sensación de que me falta algo. De que no termina de arrastrarte la historia, de que no se quedará contigo mucho tiempo después de leerla. Pero también es verdad que me ha gustado, que me parece que escribe muy bien el autor y que explica muy bien, sin tener que llegar a ser demasiado explícito, las huellas imborrables que dejan tras de sí el narcotráfico y la violencia.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Tan pronto conoce a Ricardo Laverde, el joven Antonio Yammara comprende que en el pasado de su nuevo amigo hay un secreto, o quizá varios. Su atracción por la misteriosa vida de Laverde, nacida al hilo de sus encuentros en un billar, se transforma en verdadera obsesión el día en que éste es asesinado. Convencido de que resolver el enigma de Laverde le señalará un camino en su encrucijada vital, Yammara emprende una investigación que se remonta a los primeros años setenta, cuando una generación de jóvenes idealistas fue testigo del nacimiento de un negocio que acabaría por llevar a Colombia —y al mundo— al borde del abismo. Años después, la exótica fuga de un hipopótamo, último vestigio del imposible zoológico con el que Pablo Escobar exhibía su poder, es la chispa que lleva a Yammara a contar su historia y la de Ricardo Laverde, tratando de averiguar cómo el negocio del narcotráfico marcó la vida privada de quienes nacieron con él. El ruido de las cosas al caer es la historia de una amistad frustrada. Pero es también una doble historia de amor en tiempos poco propicios, y también una radiografía de una generación atrapada en el miedo, y también una investigación llena de suspense en el pasado de un hombre y el de un país. Descubre el booktrailer:
http://www.alfaguara.com/es/video/trailer-de-el-ruido-de-las-cosas-al-caer/

El ruido de las cosas al caer (fragmento)
"El día de su muerte, a comienzos de 1996, Ricardo Laverde había pasado la mañana caminando por las aceras estrechas de La Candelaria, en el centro de Bogotá, entre casas viejas con tejas de barro cocido y placas de mármol que reseñan para nadie momentos históricos, y a eso de la una llegó a los billares de la calle 14, dispuesto a jugar un par de chicos con los clientes habituales.
No parecía nervioso ni perturbado cuando empezó a jugar: usó el mismo taco y la misma mesa de siempre, la que había más cerca de la pared del fondo, debajo del televisor encendido pero mudo. Completó tres chicos, aunque no recuerdo cuántos ganó y cuántos perdió, porque esa tarde no jugué con él, sino en la mesa de al lado. Pero recuerdo bien, en cambio, el momento en que Laverde pagó las apuestas, se despidió de los billaristas y se dirigió a la puerta esquinera. Iba pasando entre las primeras mesas, que suelen estar vacías porque el neón hace sombras raras sobre el marfil de las bolas en ese punto del local, cuando trastabilló como si hubiera tropezado con algo. Se dio la vuelta y volvió a donde estábamos nosotros; esperó con paciencia a que yo terminara la serie de seis o siete carambolas que había comenzado, e incluso aplaudió brevemente una a tres bandas; y después, mientras me veía marcar en el tablero los tantos que había conseguido, se me acercó y me preguntó si no sabía dónde le podían prestar un aparato de algún tipo para oír una grabación que acababa de recibir.
Muchas veces me he preguntado después qué habría pasado si Ricardo Laverde no se hubiera dirigido a mí, sino a otro de los billaristas. Pero es una pregunta sin sentido, como tantas que nos hacemos sobre el pasado. Laverde tenía buenas razones para preferirme a mí. Nada puede cambiar ese hecho, así como nada cambia lo que sucedió después.
Lo había conocido a finales del año anterior, un par de semanas antes de Navidad. Yo estaba a punto de cumplir veintiséis años, había recibido mi diploma de abogado dos años atrás y, aunque sabía muy poco del mundo real, el mundo teórico de los estudios jurídicos no guardaba ningún secreto para mí. Después de graduarme con honores —una tesis sobre la locura como eximente de responsabilidad penal en Hamlet: todavía hoy me pregunto cómo logré que la aceptaran, ya no digamos que la distinguieran—, me había convertido en el titular más joven de la historia de mi cátedra, o eso me habían dicho mis mayores al momento de proponérmela, y estaba convencido de que ser profesor de Introducción al Derecho, enseñar los fundamentos de la carrera a generaciones de niños asustados que acaban de salir del colegio, era el único horizonte posible de mi vida. Allí, de pie sobre una tarima de madera, frente a filas y filas de muchachitos imberbes y desorientados y niñas impresionables de ojos constantemente abiertos, recibí mis primeras lecciones sobre la naturaleza del poder. De esos estudiantes primerizos me separaban apenas unos ocho años, pero entre nosotros se abría el doble abismo de la autoridad y del conocimiento, cosas que yo tenía y de las que ellos, recién llegados a la vida, carecían por completo. Me admiraban, me temían un poco, y me di cuenta de que uno podía acostumbrarse a ese temor y esa admiración, de que eran como una droga. A mis alumnos les hablaba de los espeleólogos que se quedan atrapados en una cueva y al cabo de varios días comienzan a comerse entre sí para sobrevivir: ¿les asiste o no el Derecho? Les hablaba del viejo Shylock, de la libra de carne que le quería quitar a alguien, de la astuta Portia que se las arregló para impedirlo con un tecnicismo de leguleyo: me divertía viéndolos manotear y vociferar y perderse en argumentos ridículos en su intento por encontrar, en la maraña de la anécdota, las ideas de Ley y de Justicia. Luego de esas discusiones académicas llegaba a los billares de la calle 14, lugares llenos de humo y de techos bajos donde ocurría la otra vida, la vida sin doctrinas ni jurisprudencias. Allí, entre apuestas de poco dinero y tragos de café con brandy, se terminaba mi día, a veces en compañía de uno o dos colegas, a veces con alumnas que luego de unos cuantos tragos podían acabar en mi cama. Yo vivía cerca, en un décimo piso donde el aire siempre estaba frío, donde la vista hacia la ciudad erizada de ladrillo y cemento siempre era buena, donde mi cama siempre estaba abierta para discutir en ella la concepción que tenía Cesare Beccaria de las penas, o bien un capítulo difícil de Bodenheimer, o incluso un simple cambio de nota por la vía más expedita. La vida, en esas épocas que ahora me parecen pertenecer a otro, estaba llena de posibilidades. También las posibilidades, constaté después, pertenecían a otro: se fueron extinguiendo imperceptiblemente, como la marea que se retira, hasta dejarme con lo que ahora soy."


EL LADO OSCURO DEL AMOR


RESEÑADO por Noelia Vallina para LIBROS,  el 19 de Mayo de 2014.

Aún llevo la mitad pero ya puedo dar una opinión al respecto de "El lado oscuro del amor".
La historia retrata una saga familiar durante el siglo XX en Siria, es bastante completa porque se remonta a varias generaciones para dar más detalles que ayudan a entender la trama.
Un pero..., demasiado largo, podría eliminar anécdotas sin que la historia pierda. Aún así, muy recomendable, creo que este verano me leeré algo más suyo, a ver qué tal.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
«Un fresco épico, una alfombra oriental en la que los hilos de innumerables destinos individuales se entretejen formando un diseño en el que vive el crisol de las estirpes, religiones y culturas de Oriente Próximo.» Claudio Magris
«Una obra maestra. Una prosa maravillosa, en la que se entremezclan mito, fábula y una magnífica historia de amor.» Die Zeit
Estas dos citas son la demostración más elocuente de que estamos ante la obra cumbre de Rafik Schami, escritor sirio de reconocido prestigio en Alemania. Durante cuarenta años, Schami soñó con escribir una historia que le había impactado en su juventud, y cuando por fin su sueño se hizo realidad, El lado oscuro del amor fue aclamada por la crítica y el público hasta el punto de convertirse en uno de los éxitos editoriales más destacables de los últimos años en Alemania, donde se han vendido ya más de 300 mil ejemplares.
Corre la década de los sesenta en Damasco cuando el joven Farid conoce a la hermosa e inteligente Rana. La atracción mutua es irresistible, pero, para su desgracia, pertenecen a familias cristianas que se odian a muerte: los Mushtak, católicos, y los Shahin, de tradición greco-ortodoxa. Desde el primer momento, la relación entre los jóvenes se convierte en un desafío inaceptable a la ley de los clanes rivales, un amor condenado a la clandestinidad y el exilio. La suerte de los amantes a lo largo de varias décadas concita una nutrida galería de personajes difíciles de olvidar. Y como formidable marco de esta historia está Damasco, ciudad misteriosa y fascinante, que palpita en estas páginas a través de una visión íntima pero certera de una cultura marcada por las convulsiones políticas y religiosas, y de un mundo en el que el valor del individuo queda relegado ante el poder omnipresente de la familia.
Tesela a tesela, Schami ha compuesto un impresionante mosaico de Oriente Próximo, desde el fin del imperio Otomano hasta nuestros días, un panorama de enfrentamientos y revueltas, tramas secretas y dictaduras que abarca desde Siria al Líbano, pasando por la diáspora en Arabia, Europa y América.

El lado oscuro del amor (fragmento)
"Butros, el albañil abrió aquella noche la puerta de los chistes, que en las noches tibias de Damasco no se cerraba hasta el amanecer.
-Un americano –empezó-, un francés y un damasceno llegaron al infierno. Al cabo de un año preguntaron al diablo si podían telefonear a sus parientes para decirles dónde estaban. No merecía la pena que siguieran encendiéndoles velas o dando limosna a los pobres. El diablo accedió. El americano habló cinco minutos; cuando regresó, el diablo dijo que la llamada valía cien dólares. Cuando el francés volvió a los cinco minutos, el diablo exigió la misma suma. En cambio, el damasceno estuvo dos horas el teléfono, porque toda la familia quiso hablar con él y saber exactamente si en el infierno se pagaba alquiler y qué era lo que quemaban para mantener el fuego eterno. Cuando regresó, el diablo dijo: “Veinte piastras.” “¿Por qué el paga tan poco?”, preguntaron indignados el americano y el francés. “Es que es una llamada local”, dijo el diablo.
-Sí, no está mal, pero el mío es mejor –afirmó Michel, el carpintero-. Satlán envía a cazar a sus ministros. Le gustan los monos: a quien le traiga uno, lo nombrará vicepresidente. Al cabo de unos días, el ministro de Exteriores y el de Hacienda regresan con las manos vacías. “No hay monos en Siria”, explican. Entonces llega el ministro del Interior con un asno. “eso no es un mono”, protesta el presidente. “Espera que mis hombres lo interroguen y verás lo rápido que confiesa ser mono”, respondió el ministro del Interior, y lo nombraron vicepresidente.
-Este chiste es insuperable. Me contó un mendigo a cambio de un cigarrillo. Un partidario del presidente sale a pasear con su mujer. En la avenida, ve a un vendedor callejero que ofrece toda clase de fotos y estampas de cantantes, santos y políticos. “¿Cuánto cuesta esa imagen grande de Jesús?”, pregunta. “Diez liras.” “¿Y la del presidente Satlán?” “Una lira.” “¿Una lira? ¡Es una vergüenza que la imagen de Jesús cuesta diez liras y la de nuestro amado presidente solo una!” “Crucifícalo y la subiré a cincuenta”, respondió el vendedor. "

EL TRIBUNAL DE LAS ALMAS


RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS, el 19 de Mayo de 2014.
Acabo con 'El tribunal de las almas' de Donato Carrisi.
Uno de esos libros que más que palomiteros es de encefalograma plano. Ideal para hacer un reseteado cerebral de fin de semana.
Yo lo dejaría, si se fuera a dar el caso, para cuando apriete más el calor y lo único que apetezca sea meter los pies en remojo y la cerveza helada. Y nada en el cerebro, claro.

Sinopsis (Ed. Planeta)
Roma, la ciudad eterna, luminosa y sublime, tiene también su reverso oscuro. Entre sus calles más antiguas se esconden los enigmas y misterios que permiten reconstruir su verdadera historia. En esta Roma oculta existen ciertos lugares marcados por el tiempo que custodian los secretos que no quieren ser descubiertos.
Con la desaparición de Lara, una joven y excepcional estudiante, empezarán a salir a la luz hechos terribles que sucedieron en el pasado, casos archivados sin resolver. Alguien está trazando el mapa de ciertos crímenes que parecían destinados al olvido, pero… ¿Quiénes están detrás de todo esto? ¿Qué persiguen? Puede que las respuestas escapen a la imaginación de la mente humana.
Aclamado por la crítica internacional y por miles de lectores en todo el mundo, Donato Carrisi teje una magnífica trama, ágil y vibrante; un puzle estremecedor que el lector no conseguirá descifrar hasta la última página. Una novela fuera de serie de un autor que se ha situado en la primera línea del panorama literario mundial.

El tribunal de las almas (fragmento)

07.37 h
El cadáver abrió los ojos.
Se encontraba tendido en una cama, boca arriba. La habitación era blanca, iluminada por la luz del día. De la pared, justo frente a él, colgaba un crucifijo de madera.
Observó sus manos, tendidas a los lados sobre las sábanas blancas. Era como si no le pertenecieran, parecía que fuesen de otra persona. Levantó una, la derecha, y la sostuvo ante sus ojos para verla mejor. Fue entonces cuando palpó las vendas que le cubrían la cabeza. Estaba herido, pero se dio cuenta de que no sentía dolor.
Se volvió hacia la ventana. El cristal le devolvió el débil reflejo de su rostro. En ese momento le asaltó el miedo. La pregunta le hizo daño. Pero todavía más ser consciente de no conocer la respuesta.
«¿Quién soy?».

Cinco días antes
00.03 h
La dirección se hallaba en las afueras de la ciudad. A causa del mal tiempo y del navegador, que no conseguía localizar la calle, tardaron más de media hora en dar con aquel lugar apartado. Si no hubiera sido por la pequeña farola que alumbraba la entrada del camino de acceso, habrían pensado que se trataba de un paraje deshabitado.
La ambulancia avanzó lentamente por un jardín en estado de abandono. El parpadeo de la luz de emergencia despertó de la oscuridad ninfas recubiertas de musgo y venus mutiladas,
que saludaron a su paso con sonrisas torcidas, interpretadas con gestos elegantes e incompletos. Danzaban inmóviles, sólo para ellos.
Una vieja villa los acogió como un puerto seguro en medio de una tormenta. No se distinguían luces en el interior. Sin embargo, la puerta se encontraba abierta.