sábado, 12 de agosto de 2017

TRAICIÓN EN LISSON GROVE


Vigesimosexta entrega de la serie protagonizada por el inspector Thomas Pitt en el Londres victoriano.
Nada como una novela victoriana de crímenes y traiciones imposibles para despejar la cabeza.
Anne Perry publicó en 2010  la vigesimosexta entrega de la serie protagonizada por Thomas y Charlotte Pitt, esa pareja perfecta que nació, allá por, 1979 durante la resolución de los crímenes de Cater Street.
El conflicto irlandés de fondo y la monarquía cuestionada en primer plano ¿no les suena?.
En todo caso muy entretenida¡

Traición en Lisson Grove (fragmento)

1


"—¡Es él! —gritó Gower por encima del ruido del tráfico.
Pitt se volvió sobre sus talones justo a tiempo de ver una silueta que se escabullía a toda velocidad entre la parte trasera de un coche de punto y los caballos de la carreta de un cervecero. Gower desapareció tras él, librándose de ser arrollado por solo unos centímetros.
Pitt se precipitó a la calle, giró bruscamente para evitar un cupé y se detuvo de manera abrupta para dejar pasar otro coche de punto. Cuando llegó a la otra acera, Gower se encontraba a unos veinte metros y Pitt solo logró distinguir su mata de pelo al viento. El hombre al que perseguía había desaparecido. Abriéndose paso entre oficinistas vestidos con traje de raya diplomática, paseantes sin prisa y alguna que otra mujer con faldas largas que había salido a comprar temprano y se interponía en su camino, Pitt acortó la distancia hasta situarse a menos de doce metros por detrás de Gower. Alcanzó a ver al hombre que huía: tenía el pelo de un intenso rojizo anaranjado y llevaba una chaqueta verde. A continuación se esfumó, y Gower se volvió con la mano derecha alzada durante un momento en señal de advertencia antes de desaparecer por un callejón.
Pitt lo siguió entre las sombras, y sus ojos tardaron un par de segundos en adaptarse a la falta de luz. El callejón era largo y estrecho, y se extendía a lo largo de cien metros, tras una curva pronunciada. La penumbra se debía a los aleros que sobresalían de los edificios y a la húmeda oscuridad de los ladrillos, con largos chorreones de mugre que brotaban de los canalones rotos. La gente se apiñaba en los portales; otras personas avanzaban lentamente, cojeando o tambaleándose bajo el peso de rollos de tela, barriles y sacos abultados."

LAS LEYES DE LA FRONTERA


"Las Leyes de la Frontera se asoma, de nuevo a la transición pero esta vez nos enseña la cara B del postfranquismo". Con esta premisa comencé con grandes expectativas esta novela, la primera que publica Javier Cercas después de haber recibido el Premio Nacional de Narrativa en 2010, y......pues una recreación con pretensiones de la historia de "El vaquilla" que aquí se llama "el Zarco".
Gerona suburbial, marginación, quinquis, cárcel, héroe mediático....y todo lo que se puedan imaginar si han visto las películas de los 70-80 dirigidas por Juan Antonio de la Loma.
Como toque de "originalidad" la novela está narrada por un abogado, un inspector de policía y el director de la cárcel de Gerona.
Sinceramente, "para este viaje no necesitábamos estas alforjas"....decepcionante  Javier Cercas.

Las leyes de la frontera (fragmento)

PRIMERA PARTE

MÁS ALLÁ

1

–¿Empezamos?
–Empezamos. Pero antes déjeme hacerle otra pregunta. Es la última.
–Adelante.
–¿Por qué ha aceptado escribir este libro?
–¿No se lo he dicho ya? Por dinero. Me gano la vida escribiendo.
–Sí, ya lo sé, pero ¿solo ha aceptado por eso?
–Bueno, también es verdad que no siempre se le presenta a uno la oportunidad de escribir sobre un personaje como el Zarco, si es a eso a lo que se refiere.
–¿Quiere decir que el Zarco le interesaba antes de que le ofrecieran escribir sobre él?
–Claro, igual que a todo el mundo.
–Ya. De todos modos la historia que voy a contarle no es la del Zarco sino la de mi relación con el Zarco; con el Zarco y con…
–Ya lo sé, también hemos hablado de eso. ¿Podemos empezar?
–Podemos empezar.
–Cuénteme cuándo conoció al Zarco.
–A principios de verano del 78. Aquella era una época extraña. O yo la recuerdo así. Hacía tres años que Franco había muerto, pero el país continuaba gobernándose por leyes franquistas y oliendo exactamente a lo mismo que olía el franquismo: a mierda. Por entonces yo tenía dieciséis años, y el Zarco también. Por entonces los dos vivíamos muy cerca y muy lejos.
–¿Qué quiere decir?
–¿Conoce usted la ciudad?
–Por encima.
–Casi es mejor: la de aquella época se parece poco a la de ahora. A su modo, la Gerona de entonces era todavía una ciudad de posguerra, un poblachón oscuro y clerical, acosado por el campo y cubierto de niebla en invierno; no digo que la Gerona de ahora sea mejor –en cierto sentido es peor–: solo digo que es distinta. En aquella época, por ejemplo, la ciudad estaba rodeada por un cinturón de barrios donde vivían los charnegos. La palabra ha caído en desuso, pero entonces servía para referirse a los emigrantes llegados del resto de España a Cataluña, gente que en general no tenía donde caerse muerta y que había venido aquí a buscarse la vida… Aunque todo esto ya lo sabe usted. Lo que quizá no sabe es que, como le decía, a finales de los setenta la ciudad estaba rodeada por barrios de charnegos: Salt, Pont Major, Germans Sàbat, Vilarroja. Allí se aglomeraba la escoria.

EL CIELO PROTECTOR (THE SHELTERING SKY)


Como estoy estudiando inglés, he leído esta novela en versión original y en una edición especial 50 aniversario.
Me gustó el viaje sin retorno de Kit y Port Moresby la primera vez que lo leí, ahora me ha fascinado de nuevo.
Todos buscamos "El cielo protector" en nuestras vidas.....algunos creen encontrarlo y hallan el infierno perfecto.
No os la perdáis¡¡¡¡ 13 años después de la muerte de su autor Paul Bowles sigue teniendo la fuerza de la aventura del alma¡

El cielo protector (fragmento)

"Anduvo por las calles , buscando inconscientemente las más obscuras, feliz de estar solo y de sentir el aire nocturno en la cara. Las calles estaban atestadas. Las gentes lo empujaban al pasar, lo miraban desde umbrales y ventanas, hacían francos comentarios sobre él -por la cara no se podía adivinar si inspiraba simpatía o no- y a veces se detenían para observarlo.
"Hasta que punto son amistosos? sus caras son máscaras. Todos parecen tener mil años. La poca energía que poseen se reduce al ciego , masivo deseo de vivir, porque ninguno de ellos come lo suficiente para tener fuerzas propias. ¿Qué piensan de mí? Probablemente nada. ¿Me ayudaría alguien si tuviera un accidente? ¿O me dejarían tendido en la calle hasta que la policía me encontrara? ¿Qué motivo tendría alguno de ellos para ayudarme? No les queda religión. Saben lo que es el dinero y cuando lo consiguen lo único que quieren es comer. ¿Y que tiene eso de malo? Porque me pongo así con ellos? ¿Sentimientos de culpas por estar sano y bien alimentado? Sin embargo, el sufrimiento se distribuye por partes iguales entre los hombres : cada uno ha de aguantar el mismo fardo..."
Algo le decía que esta idea era falsa, pero en aquel momento era una creencia necesaria: no siempre es fácil soportar las miradas de los hambrientos. Con esas ideas podía seguir caminando por las calles. Era como si él o los otros no existieran. Ambas suposiciones eran posibles. La criada española del hotel les había dicho" La vida es pena" "Así es" , contestó sintiéndose en falso, preguntándose si un norteamericano puede, sin mentir, aceptar una definición de vida como sinónimo de sufrimiento. Pero en ese momento aprobó el sentir de la mujer porque era vieja, reseca, tan visiblemente pueblo. Durante años había tenido, entre otras la superstición de que la realidad y el conocimiento verdadero podrían descubrirse hablando con las clases trabajadoras. Y si bien, ahora veía claramente que las fórmulas que esas clases aplicaban para pensar y hablar eran invariables y adocenadas- y por lo tanto , tan lejos de la verdad profunda como la de cualquier otra, solía descubrirse en actitud d espera, con la infundada fe en que de esas bocas aún podrían brotar perlas de la sabiduría."

The Sheltering Sky (fragment)

BOOK ONE Tea in the Sahara
 I

He awoke, opening his eyes. The room mean very little to him; he was too deeply immersed  in the nonbeing from which he had just come. If he had not the energy to ascertain his position in time and space, he also lacked the desire. He was somewhere, he had come back through vast regions from nowhere; there was the certitude of an infinite sadness at the core of his consciousness, but the sadness was reassuring, because it alone was familiar. He needed no further consolation. In utter comfort,  utter relaxation he lay absolutely still for a while, and then sank back into one of the light momentary sleeps that occur after a long, profund one. Suddenly he opened his eyes again and looked at the watch on his wrist. It was purely a reflex action, for when he saw the time he was only confused.

La película, dirigida en 1989 por Bernardo Bertolucci e interpretada por John Malkovich y Debra Winger en los papeles principales, recrea fragmentos de la novela y ofrece un paseo interesante por una cultura y unos paisajes inolvidables.
https://www.filmaffinity.com/es/film623419.html

LA SOCIEDAD LITERARIA Y EL PASTEL DE PIEL DE PATATA DE GUERNSEY


Realmente no hay peor consejero que uno mismo a la hora de decidir lo que es original y lo que no lo es, creo que la escritora de este libro debería meditar al respecto¡¡¡
Seguramente a esta mujer le pareció "superoriginalísimo" el género epistolar, pero el resultado deja mucho que desear, desgraciadamente es lo que ocurre cuando escribes aguijoneada por tu "club de lectura".
La sinopsis de la editorial es, absolutamente, engañosa ya que nos presenta una novela entrañable, entretenida y literaria, nada más lejos de la realidad, no voy a reproducirla porque está al alcance de cualquiera en la contraportada de la novela y en numerosas páginas web pero les advierto que "todo parecido con la realidad es anecdótico".
La longitud y pertinencia del título, daría para una tesis doctoral....
Una historia con grandes posibilidades, transformada en un libro totalmente prescindible¡
Y esta es la opinión de una amiga de LIBROS:
RESEÑADA POR LOS RELATOS DE PATRI
31 de Diciembre de 2012
Termino "La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey" de Mary Ann Shaffer.
Este libro ha despertado en mí sentimientos contradictorios, por una parte, la historia y la idea en sí me han gustado y me han parecido originales. La literatura como forma de escape ante las desgracias, la unión entre personas diferentes y lejanas por medio también de los libros, la visión que nos ofrece de muchos aspectos de la Segunda Guerra Mundial, me ha gustado. He disfrutado con pasajes, me ha gustado la amistad que traba Juliet con los componentes de la sociedad literaria, en cierto modo esa clase de nexo lo entiendo, me recuerda al que creas con tantas personas a las que lees en las páginas en las que hablamos de libros y literatura, cuando comentan sus lecturas, y sabes que libros buscarás a partir de sus comentarios, te imaginas como serán y no te importaría conocerl@s y charlar de libros tomándote un café.
Pero por otra parte el modo en que está escrito, todo a base de correspondencia, le resta credibilidad y profundidad a los personajes. Son todas demasiado uniformes, a pesar de ser personas muy diferentes entre sí, en la forma de escribir las cartas no se aprecia. Es una pena, pues la novela tiene mucho potencial y esto hace que no acabe de ser una tan buena novela como podría llegar a ser de haber estado escrita de otra manera.
Aún así no me arrepiento de haberla leído, me ha parecido interesante y entretenida. (Los Relatos de Patri)

Un fragmento de la novela para lector@s arriesgados:

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey (fragmento)

"Una tarde mi vecina, la señora Maugery, me envió una nota.

”Ven rápido-decía- y trae un cuchillo de carnicero”.
Intenté no hacerme muchas ilusiones, pero salí hacia la casa solariega a grandes pasos. y ¡era cierto! tenía un cerdo, un cerdo escondido, y ¡ me había invitado a unirme al festín con ella y sus amigos!.
Fue el primer encuentro de la “Sociedad Literaria y Pastel de Piel de Patata de Guernsey”, a pesar de que todavía no lo sabíamos. La cena fue singular, pero la compañía fue mejor. Hablando y comiendo no nos dimos cuenta de la hora y del toque de queda. Saltárselo era un delito grave y quedarse con un cerdo era aún más grave.
Los alemanes nos echaron el alto y nos quedamos paralizados.
Pero Elizabeth cogió aire y dio un paso adelante. Nunca oí tantas mentiras. Que sentía mucho haberse saltado el toque de queda. Que veníamos de una reunión de la Sociedad Literaria y que el debate de esa noche sobre “Elizabeth y su jardín alemán” había sido tan agradable que habíamos pedido la noción del tiempo."

LOS DÍAS DEL ARCOÍRIS


Me gusta Skármeta, me gustó El cartero de Neruda, me encantó La boda del poeta y lloré con El baile de la Victoria.
Ahora me vuelve a sorprender con Los días del arcoíris. Esta no es una novela más sobre la dictadura chilena, es una novela sobre la esperanza y la desesperación, una historia que Skármeta nos cuenta como si no conociésemos el final, una historia de chilenos en los que me reconozco, a pesar de la distancia y el tiempo, a pesar de las circunstancias y la historia.
Una buena historia y una novela muy recomendable.
En el siguiente enlace entrevista con Skármeta a raíz de la presentación de la novela en 2011:
http://youtu.be/R5dID8wP9gE

Y aquí un fragmento de la novela:

Los días del Arcoíris (fragmento)

Capítulo 1

"El miércoles tomaron preso al profesor Santos.
Nada de raro en estos tiempos. Sólo que el profesor Santos es mi padre.
Los miércoles a primera hora tenemos filosofía, después gimnasia y luego dos sesiones de álgebra. Casi siempre vamos juntos al colegio. El prepara el café y yo frío los huevos y pongo el pan en el tostador. Papá toma su café cargado y sin azúcar. Yo le pongo mitad leche, y aunque tampoco le echo azúcar, doy vuelta a la cucharilla en la taza como si le hubiera puesto.
Este mes el tiempo está malo. Hace frío, cae una llovizna y la gente se envuelve las narices con sus bufandas. Papá tiene un impermeable claro, color beige, como los de los detectives en las películas. Yo me pongo sobre el uniforme una chaqueta de cuero negro. Las gotas resbalan en la piel y no alcanzan a mojarme. Al colegio son cinco cuadras. En cuanto salimos del ascensor, papá enciende su primer cigarrillo y se lo va fumando lentamente hasta la misma puerta del liceo.
El tabaco le alcanza justo hasta ese punto, y entonces lo tira al suelo y me hace un gesto teatral para que yo aplaste la colilla con el zapato. Después pasa a la sala de profesores a buscar el libro de clases y cuando entra a nuestro curso pregunta en qué estábamos la última vez.
La última vez estábamos en Platón y el Mito de la Caverna.
Según Platón, los hombres vivimos como zombis mirando contra la pared de una caverna las cosas que pasan, que no son nada más que las sombras de cosas reales proyectadas por un fuego contra el fondo. Esos hombres, que nunca han visto las cosas de verdad, creen que las sombras son cosas reales. Pero si salieran de la caverna y vieran las cosas bajo la luz del mismo sol se darían cuenta de que han vivido en un mundo de apariencias y lo que tenían por cierto es un pálido reflejo de la realidad."


MILDRED PIERCE


Entre la novela negra y la crónica de la depresión norteamericana, la vida de una mujer fuerte y luchadora para el trabajo; débil para todo lo demás.
Las relaciones materno-filiales relatadas con toda la crudeza que permiten los años 30 y un final que da rienda suelta a la imaginación del lector.
Después de unos cuantos fiascos, recomendable para desintoxicar¡¡¡

Un fragmento que refleja de un modo veraz el tono general de la novela:

Mildred Pierce (fragmento)
" Al cabo de unos días, la situación económica de Mildred mejoró bastante, porque en seguida resultó ser la mejor camarera del local, no sólo por lo bien que servía, sino por su maña en conseguir propinas. El truco de mantener los platos en equilibrio lo aprendió en casa, ensayando a la hora en que las niñas estaban acostadas. Usó platos de metal, cargados de piedras del jardín, y llegó a poner hasta tres entre los dedos de la mano izquierda, dos más en el brazo y, sin sacar la lengua, dar vueltas a la mesa de la cocina sin que nada se le cayera.
Respecto a las propinas, intuyó que dependía de los clientes habituales que dejaban monedas de diez centavos, en vez de mera calderilla. Se concentró en los hombres, como hacían todas, porque eran mucho más generosos que los mujeres. Se las arregló para saber sus nombres, acordarse de sus gustos, aversiones y manías, y vigiló que Archie hiciera lo que querían. Aunque el coqueteo silencioso era una cosa que se le daba bien, descubrió en seguida que no servía de nada. Dar de comer a un hombre era, por lo visto, un acto de intimidad muy antiguo; si se rebasaban sus límites, el hombre se sentía incómodo, y se imponía un aire de banalidad, fuera de lugar, en una relación esencialmente solemne. Lo que él quería, al parecer, era que le sirvieran amistosamente y con sencillez, a la vez que prestando minuciosa atención a sus necesidades personales, y, de esta manera, consiguió que le invitaran a menudo a dar una vuelta en coche, a cenar o a ir al teatro. Las primeras veces no supo cómo debía tomárselo, pero en seguida encontró la fórmula para rehusar sin ofender. Les decía que no quería dejar de gustarles, que quizá «la mirarían con otros ojos cuando la vieran sin uniforme». Con esto lograba inspirarles el vivo temor de que quizá no fuera tan atractiva vestida de calle, sin que, a la vez, no dejara de parecerles una pobre chica, inspirándoles la suficiente pena para seguir creyéndose obligados a frecuentar el local y darle oportunidad de servirles comida. Descubrió que lo de tocarle la pierna ocurría a diario y que más valía resignarse. Incluso a los que le metían mano podía convertirles, con maña, en generosos clientes que deseaban demostrar cuán buen corazón tenían.
Se mantuvo a distancia del restaurante en sí, y del personal relacionado con él. Esto no era totalmente resultado de sus ideas de superioridad social. En su fuero interno creía que la cocina dejaba mucho que desear, y temía enzarzarse charlando, por miedo de decir lo que pensaba, y de que la despidieran. Por eso decidió confiarse exclusivamente a la señora Gessler, a quien cada noche entretenía con una durísima descripción de la forma en que hacían las cosas. De lo que más se quejaba era de las tartas. Las compraban a la Handy Kaking Company, y la señora Gessler se reía con ganas de los detalles con que Mildred intentaba convencerla de su poco apetitoso aspecto, de lo pegajoso y desgustado de sus rellenos, y de lo dura e indigesta que era la pasta. En cambio, en el restaurante, ponía buena cara a todo, hasta el día en que oyó cómo Ida gritaba al señor Chris. "

La película, dirigida en 1945 por Michael Curtiz e interpretada por Joan Crawford, absolutamente recomendable, (en España la titularon Alma en suplicio):
https://www.filmaffinity.com/es/film910755.html

La serie de televisión de 2011, dirigida por Todd Haynes, interpretada por Kate Winslet y multipremiada, también es muy recomendable:
https://www.filmaffinity.com/es/film755653.html

RONDA NOCTURNA


La vida de cuatro londinenses, durante la II Guerra Mundial e inmediata postguerra. Un libro de amor, muerte, celos y traición, bajo las bombas alemanas y bajo la paz¡
Todo lo prohibido vuelve y tras la ronda nocturna, amanece, lo que se vivió en las trincheras no puede vivirse bajo la luz del sol¡¡
Un libro que me atrajo por su portada y por la sinopsis de la contracubierta, no había leído nada de Sarah Waters y, la verdad, no me ha convencido, en ocasiones se hace muy largo y tedioso, y la estructura narrativa, seguramente le parece muy original a la autora pero, en mi opinión, sólo contribuye a la confusión general.
Desde luego, pienso, que con estos mimbres podría haberse hecho un cesto fantástico y se ha quedado en una cestilla corriente.

Un fragmento del principio de la novela:

1947
1
"Así que te has convertido en esto, se dijo Kay a sí misma: en una de esas personas a las que se les han parado los relojes de pared y de pulsera, y que saben la hora por el tipo de lisiado que llama a la puerta de su casero.
Estaba, en efecto, de pie junto a la ventana abierta, con una camisa sin cuello y unas bragas grisáceas, fumando un cigarrillo y observando las idas y venidas de pacientes del señor Leonard.
Llegaban puntuales; tanto, que en realidad sabía la hora gracias a ellos: la mujer jorobada, los lunes a las diez; el soldado herido, los jueves a las once. Los martes a la una venía un anciano, acompañado de un chico con aire visionario: a Kay le gustaba acechar su llegada.
Le gustaba verles subir despacio la calle: el hombre, pulcro y vestido con un traje oscuro de dueño de funeraria; el chico, paciente, serio, guapo: le recordaba una alegoría como las de Stanley Spencer o algún remilgado pintor moderno de similar cuerda. Tras ellos llegaba una mujer con su hijo, un niño cojo y con gafas; después, una vieja india con reúma. El muchachito cojo a veces se entretenía revolviendo con la botaza el musgo y la tierra del camino quebrado que llevaba a la casa, mientras su madre hablaba con Leonard en la entrada. Una vez, hacía poco, él había levantado la vista y había visto a Kay mirando; y ella le había oído armar jaleo en la escalera porque no quería subir solo al cuarto de baño.
—¿Son ángeles los de la puerta? — oyó decir a la madre—. Cielo santo, ¡sólo son cuadros! ¡Un chico grande como tú!
Kay conjeturó que no eran los chillones ángeles eduardianos los que le asustaban, sino la idea de encontrarse con ella. Debió de suponer que ella merodeaba por el desván como un fantasma o una lunática. En cierto modo, el chico tenía razón, pues a veces Kay deambulaba inquieta, como se decía que hacían los locos. Y otras veces se quedaba horas sin moverse de una silla, más inmóvil que una sombra, porque había visto que las sombras reptaban a través de la alfombra. Y entonces le parecía que bien pudiera ser un fantasma, que quizá se estaba convirtiendo en parte de la estructura descolorida de la casa, disolviéndose en la penumbra que se acumulaba como el polvo en sus disparatados ángulos."