sábado, 16 de diciembre de 2017

SIN LÍMITES


Sexta entrega de la serie de novelas protagonizadas por Carl Mørck es subcomisario de la Policía criminal en Copenhague (Dinamarca).

Absorta me ha tenido el sexto caso del Departamento Q, como los anteriores nos lleva al pasado y como en los anteriores casi nada es lo que parece.
Los personajes siguen construyendo, también, su propia historia pasada y presente.
Me ha gustado mucho.

Sinopsis (Ed. Maeva)

Secretos antiguos en el caso más peligroso para Carl Mørck y el Departamento Q
El comisario Christian Habersaat lleva diecisiete años intentando en vano esclarecer la muerte de una joven que apareció colgando cabeza abajo de un árbol. Desesperado, le pide ayuda a Carl Mørck, que, malhumorado como siempre, no le hace demasiado caso. Poco después, Habersaat muere en extrañas circunstancias y, al cabo de unos días, fallece también su hijo.
Ante esta dramática noticia, Mørck no tiene más remedio que implicarse en el caso y, junto a sus asistentes Rose y Assad, se traslada a la isla de Bornholm. Allí, en la casa de Habersaat, descubren una enorme cantidad de material que el fallecido acumuló a lo largo de todos esos años. Las pistas llevan al Departamento Q hasta el atrayente y enigmático director de un centro esotérico, la Academia para la Fusión con la Naturaleza.
Pero Carl, Rose y Assad aún no saben que sus vidas corren serio peligro…

Sin límites (fragmento)

Prólogo
20 de noviembre de 1997

Veía tonos grises por todas partes. Las sombras fluctuantes y la solícita oscuridad se extendían en torno a ella como un edredón y la mantenían caliente.
En un sueño había abandonado su cuerpo, estaba suspendida en el aire como un pájaro; no, mejor aún: como una mariposa. Como una obra de arte multicolor y revoloteante llegada al mundo solo para despertar alegría y admiración. Como un ser flotando en lo alto, entre el cielo y la tierra, cuya varita mágica podía hacer que el mundo despertase al amor y a la alegría infinitos.
Sonrió al pensar en la belleza y pureza de la idea.
La negrura eterna la rodeaba, con destellos tenues, como de estrellas lejanas. Era una sensación agradable, casi como un pulso que dirigiera el sonido del viento y las hojas susurrantes.
No podía moverse, pero tampoco deseaba hacerlo. Porque entonces despertaría del sueño, y la repentina realidad iba a provocar dolor, y ¿quién quería eso?
Se desplegó ante ella una multitud de imágenes de tiempos mejores. Breves destellos de ella y de su hermano saltando entre las dunas, sus padres gritando «¡¡Estaos quietos!».
¿Por qué tenían que estarse quietos? ¿No fue acaso allí, entre las dunas, donde se sintió libre por primera vez?
Sonrió mientras hermosos conos de luz se deslizaban bajo ella como si fuera fosforescencia marina. No es que hubiera visto nunca la fosforescencia marina, pero debía de ser algo así. Fosforescencia marina u oro líquido en profundos valles.
¿En qué había estado pensando?

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