sábado, 28 de octubre de 2017

CRÍMENES EXQUISITOS



Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por la comisaria de policía Valentina Negro y el criminólogo Javier San Juan.

El aniversario de Doña Agatha es el día perfecto para terminar esta novela y contarlo¡¡¡
He pasado unos días estupendos sumergida en los crímenes exquisitos que suceden en A Coruña, quizás la novela no es la mejor del mundo, pero recorrer las calles, plazas, restaurantes, librerías, colegios, playas....., de mi ciudad y alrededores a la caza y captura de "El Artista", me ha encantado.
Crímenes Exquisitos no es la perfecta novela negra pero entretiene y mantiene la atención sin fisuras, le sobra un poco de pedantería y le falta un poco de rigor en el perfil de los personajes y las situaciones, pero como ópera prima cumple sobradamente¡¡¡
Creo que le daré otra oportunidad a esta pareja que forman Valentina Negro inspectora de la Policía Nacional y Javier San Juan criminólogo.
Sólo un reproche a los autores, ¿por qué el periódico más popular de la ciudad se llama La Gaceta de Galicia? no tiene sentido y no me imagino a Agatha Christie cambiándole el nombre al Times.

Sinopsis (Ed. Versátil)
El cuerpo de Lidia Naveira, una joven de la alta sociedad coruñesa, aparece flotando en el estanque de Eirís recreando la famosa Ofelia de Millais.
¿Qué relación tiene este crimen con el macabro asesinato acontecido meses antes en la Abadía de Whitby?
La inspectora Valentina Negro, con ayuda del famoso criminólogo Javier Sanjuán, liderará una investigación que la llevará a colaborar con Scotland Yard, en una oscura trama a caballo entre A Coruña y Londres.
Lo que nadie puede llegar a sospechar es que en la vertiginosa cuenta atrás para atrapar al asesino, deberán enfrentarse a las obsesiones más inconfesables de la sociedad actual.

Crímenes Exquisitos (fragmento)

Primera parte: Cadáveres exquisitos«Ya se le ha dado bastante a la moralidad, ahora les toca el turno al gusto y las bellas artes». Del asesinato considerado como una de las bellas artes. Thomas de Quincey
Capítulo 1.
LidiaLa Coruña, 4 de junio de 2010
Lidia Naveira se ató muy fuerte sus Nike con un nudo de doble lazo. Odiaba que se le desataran las zapatillas en el medio del camino, rompiendo el ritmo de carrera y obligándola a detenerse, sobre todo porque podía caer al suelo al pisar el cordón. Cogió el iPhone para elegir el listado de música que escucharía durante el entrenamiento: Lady Gaga, Beyoncé, Shakira, Katy Perry… canciones que la animaban y la ponían de buen humor. Y lo más importante: la ayudaban a despertarse y a espabilar con ritmo. Metió el iPhone en el brazalete y lo ajustó a la altura del bíceps. Estaba lista. Solo faltaba ver qué tiempo hacía.
Abrió la ventana: ya estaba amaneciendo. Eran las siete menos cuarto de la mañana. Las nubes empezaban a pintarse de un hermoso color de fuego. Al fin había dejado de llover, tras unos meses de tiempo insoportable. Así que esa mañana no tocaba chubasquero. Con la camiseta ajustada gris resultaría suficiente. No tendría clase hasta las nueve y media. Se le echaban encima las fechas de Selectividad y los profesores del Colegio Salesiano habían dejado tiempo a los que habían aprobado todo para estudiar y prepararse bien. Así que antes de ir al Colegio le daba tiempo de sobra para correr hasta El Portiño por el paseo marítimo y volver, ducharse, desayunar e ir a clase. Su mente voló emocionada. Cada vez que se acordaba de sus notas, una gran sonrisa invadía su hermosa cara pecosa. Notables y sobresalientes. En cuanto se sacase el carnet de conducir, en octubre, su padre le había prometido que iba a comprarle un coche.
Un coche totalmente nuevo. Por su cumpleaños. Lidia quería un Fiat 500. Eran preciosos…
El olor a café recién hecho pronto se expandió por toda la casa. Su madre ya estaba en pie, preparando el desayuno. Lidia fue a la cocina a darle un beso.
—¿No tomas algo antes de ir a correr. Lidia? ¿Un poco de café aunque sea?
—No, mamá. No tomo nada antes de hacer deporte, lo sabes perfectamente. A la vuelta. —Lidia volvió a besarla con cariño—. No llevo llaves, así que no te vayas muy lejos.
—No te preocupes. Hoy tu padre tiene que levantarse temprano también. Creo que tiene una reunión importante en la asociación de hosteleros.
—Me voy, mami. O luego no llegaré a clase a tiempo.
—Hasta luego, hija. Ten mucho cuidado, anda.
Lidia cogió el ascensor y bajó hasta el portal. Abrió la puerta y aspiró la brisa embriagadora con gran placer. El mar estaba totalmente en calma. No había casi coches aún por el paseo y solo se escuchaba algún graznido lejano de las gaviotas, y el romper de las olas, rítmicas y mansas, contra la arena de la playa.
Se apoyó en la barandilla del paseo para hacer los estiramientos. En sus oídos retumbaba Bad romance, la primera canción de la lista, la que hacía que su cuerpo y su mente se pusieran en marcha con el ritmo frenético. Estaba tan concentrada en la música que no se fijó en una furgoneta blanca con rótulos azules, bastante vieja, que estaba parada en doble fila justo delante del portal de su casa.

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