martes, 3 de febrero de 2015

DIARIO DE INVIERNO



Recién terminado el Diario de Invierno, me pregunto ¿que puedo yo tener en común con un hombre judío nacido en Newark, que ha vivido en muchas ciudades y 21 casas, y se ha afincado definitivamente en Brooklyn?. ¿Que hilo intangible nos une y me identifica con su infancia, su juventud, su madurez, sus crisis, sus alegrías, sus pensamientos....? Es tan extraño y gratificante como la lectura de este diario escrito en el invierno meteorológico y vital. 
He disfrutado tanto con la lectura que tengo que reflexionar, todavía, sobre este perfecto diario que aun no puedo describir con palabras, por eso usaré las de un crítico literario:

«Paul Auster ha construido uno de los universos más inconfundibles de la literatura contemporánea... Realmente está en posesión de la varita de un mago» (Michael Dirda, The New York Review of Books).

A las palabras de Michael Dirda añado un fragmento del Diario de Invierno, sublime¡
"El viento en tu rostro durante la tormenta de nieve de la semana pasada. El espantoso aguijón del frío, y tú ahí fuera, en las calles desiertas, preguntándote qué te habría llevado a salir de casa con aquella rugiente tempestad, y sin embargo, aun cuando luchabas por mantener el equilibrio, estaba el júbilo de aquel viento, la euforia de ver las familiares calles empañadas de blanco, convertidas en un remolino de nieve.
Placeres físicos y dolores físicos. Placeres sexuales antes que nada, pero también el placer de la comida y la bebida, el de reposar desnudo en un baño caliente, de rascarse un picor, de estornudar y peerse, de quedarse una hora más en la cama, de volver la cara hacia el sol en una templada tarde a finales de primavera o principios de verano y sentir el calor que se difunde por la piel. Innumerables ocasiones, no pasa un día sin algún instante o instantes de placer físico, y sin embargo los dolores son sin duda más persistentes y obstinados, y en uno u otro momento han asaltado casi todas las partes de tu cuerpo. Ojos y oídos, cabeza y cuello, hombros y espalda, brazos y piernas, garganta y estómago, tobillos y pies, por no mencionar el enorme forúnculo que una vez te brotó en el carrillo izquierdo del culo, llamado lobanillo por el médico, lo que a tus oídos sonaba a dolencia medieval, y que durante una semana te impidió sentarte en una silla."

Magia es lo que me ha transmitido, magia y la unión perfecta entre lector y escritor, simplemente magia¡¡¡¡

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