Paradojicamente en Todos os nomes (Todos los nombres) sólo aparece uno, Don José, funcionario del Registro Civil, un paria, un desconocido, un hombre solitario que vive su vida a través de otras vidas, que le parecen más interesantes e intensas. Don José colecciona noticias sobre famos@s y las completa, su función en el Registro se lo permite, una pequeña "corruptela" que le alegra la existencia y le lleva hacia un amor sin esperanza, un amor total, un amor de novela¡¡¡
En la contraportada de una de las ediciones de Todos os nomes, Eduardo Lourenço dice que:
"Todos los nombres es la historia de amor más intensa de la literatura portuguesa de todos los tiempos."
Creo que coincido con esa percepción, porque el amor sin esperanza se torna más intenso cuanto más avanza, el amor sin conocimiento permite inventar al objeto de ese amor y por tanto lo hace "a nuestra medida" y eso es lo que siente Don José, el amor platónico, el máximo amor¡¡¡
Para no extenderme y, según mi costumbre, os dejo un fragmento de la novela....en esta ocasión dos, uno en castellano y otro en portugués y recomiendo a todos leer a Saramago en su lengua original, gana mucho, y para un español es fácil con un mínimo esfuerzo.
"Quando acabei de falar, ela perguntou-me, E agora, que pensa fazer, Nada, disse eu, Vai voltar àquelas suas coleções de pessoas famosas, Não sei, talvez, em alguma coisa haverei de ocupar o meu tempo, calei-me um pouco a pensar e respondi, Não, não creio, Porquê, Reparando bem, a vida delas é sempre igual, nunca varia, aparecem, falam, mostram-se, sorriem para os fotógrafos, estão constantemente a chegar ou a partir(...)". (Todos os Nomes)
" Desesperado, con los nervios deshechos, a punto de llorar, don José fue donde le mandaron. Durante los pocos minutos que había durado la difícil conversación con el Jefe, el trabajo se había acumulado en su mesa, como si los otros escribientes, sus colegas, aprovechándose de la deteriorada situación disciplinaria en que lo veían, quisieran, por propia cuenta, castigarlo también. Además, unas cuantas personas esperaban su turno para ser atendidas. Todas estaban frente a él, y no era por casualidad, o porque pensaran, cuando entraron en la Conservaduría General, que el funcionario ausente quizá fuese más simpático y acogedor que los que estaban a la vista a lo largo del mostrador, sino porque esos mismos indicaron que era allí adonde debían dirigirse. " (Todos los Nombres)
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