jueves, 9 de noviembre de 2017

OFRENDA A LA TORMENTA


Tercera entrega de la serie de novelas protagonizadas por la Inspectora Amaia Salazar.

No hay como un fin de semana largo para "degustar" una buena novela negra "del norte", de nuestro norte¡¡¡
Tercera (¿y última?) entrega de la Trilogía del Baztán en la que todos los misterios "parecen" resolverse......
Nuevo caso de la inspectora Amaia Salazar trufado de antropología, magia y tradiciones. No puedo contar nada porque cualquier cosa que diga sería spoiler, seguro¡¡¡
Ritmo trepidantemente negro que me ha mantenido en vela todos estos días, menos mal que no había que madrugar¡¡
No es la calidad literaria la característica principal de estas novelas sino el ritmo narrativo y la intriga que domina la voluntad y hace que, aun reconociendo los fallos, una no pueda dejar de leer.

Sinopsis (Ed. Destino)
Ha pasado ya un mes desde que la inspectora de la Policía Foral recuperó a su hijo y pudo detener a Berasategui. Pero a pesar de que tanto la Guardia Civil como el juez Markina dan por muerta a Rosario, Amaia siente que no está libre de peligro, un desasosiego que sólo Jonan comprende.
La muerte súbita de una niña en Elizondo resulta sospechosa: el bebé tiene unas marcas rojizas en el rostro que indican que ha habido presión digital, y además, su padre intenta llevarse el cadáver. La bisabuela de la pequeña sostiene que la tragedia es obra de Inguma, el demonio que inmoviliza a los durmientes, se bebe su aliento y les arrebata la vida durante el sueño. Pero serán los análisis forenses del doctor San Martín los que convencen a Amaia
Salazar de investigar otras muertes de bebés, que pronto revelarán un rastro inaudito en el valle.
Berasategui muere, entonces, inexplicablemente en su celda, lo que despliega una trepidante
investigación que llevará a Amaia al auténtico origen de los sucesos que han asolado el valle de Baztán.
Y mientras, desde el bosque, una impresionante tormenta llega para sepultar la verdad más demoledora.

Ofrenda a la tormenta (fragmento)

1Sobre el aparador, una lámpara iluminaba la estancia con una cálida luz rosada que adquiría otros matices de color al filtrarse a través de los delicados dibujos de hadas que decoraban la tulipa. Desde la estantería, toda una colección de animalitos de peluche observaba con ojos brillantes al intruso, que, en silencio, estudiaba el gesto quieto del bebé dormido. Escuchó atento el rumor del televisor encendido en la habitación contigua y la estentórea respiración de la mujer que dormía en el sofá, iluminada por la luz fría proveniente de la pantalla. Paseó la mirada por el dormitorio estudiando cada detalle, embelesado en el momento, como si así pudiera apropiarse y guardar para siempre aquel instante convirtiéndolo en un tesoro en el que recrearse eternamente. Con una mezcla de avidez y serenidad grabó en su mente el suave dibujo del papel pintado, las fotos enmarcadas y la bolsa de viaje que contenía los pañales y la ropita de la pequeña, y detuvo los ojos en la cuna. Una sensación cercana a la borrachera invadió su cuerpo y la náusea amenazó en la boca del estómago. La niña dormía boca arriba enfundada en un pijama aterciopelado y cubierta hasta la cintura por un edredón de florecillas que el intruso retiró para poder verla entera. El bebé suspiró en sueños, de entre sus labios rosados resbaló un hilillo de baba que dibujó un rastro húmedo en la mejilla. Las manitas gordezuelas, abiertas a los lados de la cabeza, temblaron levemente antes de quedar de nuevo inmóviles. El intruso suspiró contagiado por la niña y una oleada de ternura le embargó durante un instante, apenas un segundo, suficiente para hacerle sentir bien. Tomó el muñeco de peluche que había permanecido sentado a los pies de la cuna como un guardián silencioso  y casi percibió el cuidado con el que alguien lo había colocado allí. Era un oso polar de pelo blanco, pequeños ojos negros y prominente barriga. Un lazo rojo, incongruente, envolvía su cuello y le colgaba hasta las patas traseras. Pasó dulcemente la mano por la cabeza del muñeco apreciando su suavidad, se lo llevó al rostro y hundió la nariz en el pelo de su barriga para aspirar el dulce aroma de juguete nuevo y caro.

PALABRAS A MEDIAS


Primera novela que leo de esta autora y, tengo claro que no será la última. Me picó la curiosidad al leer la contraportada en la que, someramente, se dice:
"¿Te imaginas que tu padre, en su lecho de muerte, te confiesa que la noche del 23-F mató a un hombre?..."
Sin duda, un cebo insuperable para l@s que vivimos esa noche con angustia y expectación y la recordamos cada vez que tenemos oportunidad como "la noche que pudo cambiar nuestras vidas..." Pues bien, a través de cinco personajes de una misma familia,  Busquets desgrana una historia de sobreentendidos en la que todos saben más de lo que parece y algunos menos de lo que se imaginan. El hilo conductor es, precisamente, la noche del golpe de estado del 81, y desde ella asistimos al cambio de una familia, contado sin sentimentalismo pero con un profundo sentimiento.
Me ha gustado mucho.

Sinopsis (Ed. Grijalbo)
A partir de la confesión que les hace su padre antes de morir, Anabel, Albert y Nina recordarán qué era de sus vidas la noche del 23F de 1981. Anabel fue una de las pocas personas que no se enteró del golpe de Estado. En su piso de estudiante de Barcelona pasó toda la noche en vela esperando, ajena por completo a la política. Esa misma noche, Albert comenzó una historia de amor con alguien inesperado, que se convertiría en la persona más importante de su vida. Y Nina, la hermana pequeña y la más devota de la familia, era una estudiante de Enfermería que acababa de volver a Vic después de estar un año en un convento. Esa noche, mientras la radio retransmitía los acontecimientos, sus padres y ella recibieron una visita imprevista que modificaría sus destinos para siempre.

Palabras a medias (fragmento)

Annabel

Nos hemos quedado los tres estupefactos cuando mi padre ha pedido ver a un cura, porque siempre nos ha dicho que no ha vuelto a pisar una iglesia desde que hizo la comunión, pero todavía nos ha sorprendido más el motivo:
—He… matado… a… un hombre.
Lo ha dicho entre espasmos agónicos. Mis hermanos y yo nos hemos mirado un momento y luego Albert ha espetado:
—Te lo imaginas, papá… ¡Tú no has matado a nadie!
Pero al oírlo mi padre se ha inquietado todavía más y ha dado la impresión de que quería levantarse para ir a por el cura. Hemos tenido que impedírselo entre los tres y volver a acostarlo con delicadeza. Emite unos jadeos terribles, parece que busca aire y no lo encuentra. Pero, pese a todo, ha vuelto a hablar:
—Dejadme, que tengo que confesarme… No puedo irme así al otro mundo.
—Pero si tú no crees en Dios, papá…
—Ya lo sé, pero por si acaso…
Vaya, por si acaso. Ya decía la abuela que nadie se acuerda de santa Bárbara hasta que truena. Con un gesto, mi hermana Nina nos ha indicado que ya se encargaba ella de avisar al cura. Y se ha marchado. Yo me he inclinado sobre mi padre:
—Ya está, el cura viene enseguida… Tranquilo.
—Gracias a Dios… —ha respondido, más relajado.
Le he mirado atentamente y no me he resignado a quedarme sin saber la verdad de su insólita afirmación. Aunque sigue jadeando, se le ve más tranquilo. De repente, Albert le ha bombardeado con un aluvión de preguntas como si estuvieran sentados en el sofá de la sala:
—Veamos, papá, ¿a qué viene eso de que has matado a un hombre? ¿Cuándo? ¿Disparaste a alguien cuando ibas a cazar?

UNA ESPOSA PERFECTA


A veces una se lía, entre las recomendaciones de l@s amig@s y las consultas propias.......
Comencé esta novela pensando que la había recomendado Amelia Ruiz allá por Octubre de este año, pero al leer la última reseña de Rosi Torres me di cuenta de que no era, no era......, jajaja tengo que decir, en honor a la verdad, que en el primer tercio de "esta novela" empezó a crecer en mi la inquietud de que Amelia Ruiz y yo nos hubiésemos alejado mucho "literariamente hablando" y no, no, no ha sido así......! El alivio me ha invadido inmediatamente.
Para resumir, este librito que comienza como un Memorias de África de los años 40, sólo mantiene la atención 30-40-50??? páginas, y eso porque un@ espera que lo que se anuncia como secreto, ese matrimonio tortuoso, esa ingenua (boba) jovencita pueden dar más juego y....., realmente podrían hacerlo en manos de una escritora de verdad y no de este remedo de "Corintellado tanzana" que no tiene imaginación, ni talento, ni fundamento¡¡¡
Apuré mi cáliz hasta el final, en castigo por mi descuido y torpeza, y la cosa no mejora sino que empeora mucho-mucho-mucho, sólo me consoló un pasaje hilarante en que la protagonista acude al veterinario con un monito, mientras el cadáver de su marido reposa en el asiento trasero de su coche....eso es demasiado hasta para Corín Tellado, pero no hay duda de que original sí, es.
En fin, una pérdida de tiempo¡
No puedo recomendarla en absoluto, ni por su calidad literaria, ni por su argumento, ni por nada de nada.

Sinopsis (Ed. Planeta)
1948. Kitty Hamilton llega a Tanganica con grandes expectativas hacia su nueva vida. Una emocionante aventura al otro lado del mundo puede ser justamente lo que ella y Teo necesitan para recuperarse del escándalo que casi acaba con su matrimonio.
Ella está dispuesta a adoptar el rol de la esposa perfecta, pero sus sueños pronto se empiezan a empañar. En esta tierra salvaje y extraña, donde se enfrentan distintos poderes, el cerebro no siempre puede controlar al corazón. Las viejas heridas resurgen y se encienden nuevas pasiones, y Kitty y Teo se enfrentan a emociones que les llevan más allá de lo que nunca hubieran pensado. Una lucha entre el deber y el deseo, entre los celos y el amor, entre el compromiso y la libertad. Un canto a la necesidad de seguir los dictados del propio corazón, te lleven a donde te lleven.

Una esposa perfecta (fragmento)

UNO
Impaciente, Kitty cambiaba de postura en su asiento. Daba la impresión de que el viaje se había eternizado, aunque por fin se acercaba ya el final y pronto se reuniría con su marido. Iban a volver a empezar juntos, a reiniciar su matrimonio. A partir de ese momento, a salvo de un pasado que quedaba atrás, todo sería nuevo, inmaculado, indemne. No podía resistir las ganas de que el avión aterrizase... y de que comenzara su vida en África.
Como distracción, se alisó la chaqueta y se cepilló las migas de la camisa de lino de color crema. Apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y cerró los ojos. Los sentía resecos e irritados; apenas había dormido en veinticuatro horas. En algún lugar entre Roma y Bengasi, la tripulación había preparado unas camas para los nueve pasajeros, pero a Kitty le había costado relajarse aunque se encontraba bastante cómoda. Le molestaba la vibración de las hélices, que se filtraba a través del metal del fuselaje, desnudo de aislamiento, y a esto se le sumaba la incomodidad propia de acostarse para dormir en medio de un grupo de hombres que, antes del inicio de aquel viaje, eran completos desconocidos. Tenía la sensación de haberse quedado apenas traspuesta cuando la tripulación regresó para plegar los camastros y servir el desayuno.
Abrió los ojos y volvió la cabeza hacia el pasajero que tenía a su lado. Paddy no mostraba signo alguno de cansancio. Se sentaba erguido, mientras leía una novela de bolsillo bien manoseada y con las esquinas de las páginas dobladas. Levantó la vista como si hubiera sentido la mirada de ella. —No falta mucho. Apuesto a que se muere de ganas de ver a ese marido suyo.
Kitty asintió.
—Seis semanas parecen una eternidad.
—Es amor verdadero, entonces — sonrió con descaro.
Ella le correspondió. Paddy no mostraba las contenidas formas de los británicos; era incapaz de imaginárselo de pie como siempre hacía Theo, aguardando a que una señora tomase asiento antes de hacer él lo mismo. En ese sentido, aquel irlandés era como los australianos, y tal vez fuera ese el motivo de que Kitty se sintiese tan cómoda con él. También estaba el hecho de que era bajito y regordete, con un porte que le recordaba a una mascota cariñosa. Resultaba imposible imaginar que pudiera suponer una amenaza de ninguna clase.

EL BALCÓN EN INVIERNO


No sé, si como dice la "banda promocional" de Tusquets este libro es el "más sincero" de Luis Landero (significa eso que los otros eran mentirosos??) de lo que estoy segura es de que es muy-muy hermoso. Acabo de terminarlo y hay frases, pasajes que perduran y seguirán en mi memoria por mucho tiempo
"A lo mejor lo que yo recuerdo no es el contenido del relato ni la imagen del lector rodeado de sus... oyentes sino solo la música del lenguaje en el silencio de la noche." (pag. 41)

Y eso es, este libro, música en el silencio, prosa musical y cuidada, elegancia estilística pura para relatar la vida de un joven que va para escritor, de un joven que nace a la lectura y a la literatura, transitando "del caos al canon" por obra y gracia de un profesor en el Madrid de la inmigración interior, la miseria, la postguerra y el franquismo. Nada de ello se toca directamente, todo se ve de lejos y por eso el libro es tan especial, porque sólo el verdadero talento es capaz de narrar de esa forma la situación de un país, sin ser tan explícito que suene a trillado, ni tan abstruso que no se entienda.
Luis Landero se hizo un hueco en mi corazón con sus Juegos de la edad tardía, y nunca me ha abandonado, proporcionándome la misma alegría cada vez que uno de sus libros llega a mis manos.

De la primera a la última página, un placer deliciosamente literario y como el mismo cierra:
"Eso es todo y no hay más que contar. Un grano de alegría, un mar de olvido." (pág, 144)

Leed a Landero, no os arrepentiréis¡¡

Sinopsis (Ed. Tusquets)
Asomado al balcón, debatiéndose entre la vida que bulle en la calle y la novela que ha empezado a escribir pero que no le satisface, el escritor se ve asaltado por el recuerdo de una conversación que tuvo lugar cincuenta años antes, en otro balcón, con su madre. «Yo tenía dieciséis años, y mi madre cuarenta y siete. Mi padre, con cincuenta, había muerto en mayo, y ahora se abría ante nosotros un futuro incierto pero también prometedor.». Este libro es la narración emocionante de una infancia en una familia de labradores en Alburquerque (Extremadura), y una adolescencia en el madrileño barrio de la Prosperidad. Es también el relato, a veces de una implacable sinceridad, otras chusco y humorístico, de por qué oscuros designios del azar un chico de una familia donde apenas había un libro logra encontrarse con la literatura y ser escritor. Y de sus vicisitudes laborales en comercios, talleres y oficinas, mientras estudia en academias nocturnas, empeñado en ser un hombre de provecho. Pero dispuesto a tirarlo todo por la borda para ser guitarrista, y vivir como artista. Y en ese universo familiar de los descendientes de hojalateros, surge un divertidísimo e inagotable caudal de historias y anécdotas en el que se reconoce la historia reciente.

El balcón en invierno (fragmento)
"También en la vida real la memoria funciona así, con pasajes subrayados y notas marginales, con detalles cargados de sugerencia, a veces convertidos en símbolos. Hay épocas de nuestra vida de las que apenas recordamos nada. Años que, por intrascendentes y rutinarios, que son casi todos, la memoria ha ido abandonando hasta entregarlos al más atroz de los olvidos. ¿Qué hice yo cuando tenía treinta y cuatro, veintiséis, cuarenta y ocho años? Imposible saberlo, fuera de algún episodio excepcional o del vago contorno de las tareas habituales, de las costumbres fuertemente arraigadas. Fuera de eso, y salvo que se escriba, porque lo que no se escribe se pierde sin remedio, recordamos si acaso un olor, un sabor, un gesto, un rostro, la pesadumbre de una lejana tarde de lluvia, y a menudo queda tan solo una sensación casi inefable, una sensación que es la experiencia destilada en el alma y hecha ya sentimiento. Y los sonidos, cómo no, la banda sonora de la memoria, porque a veces del pasado no nos llegan tanto las palabras y las cosas como las voces, los ruidos —el golpe de una garrota en la percha—, las risas, los murmullos, la honda significación del silencio en ciertos momentos definidos precisamente por las pausas, como ocurre a menudo en la música, en el teatro o en el cine.
Todo esto, estos párrafos de sabor proustiano, es algo que he sabido desde casi siempre, y sobre lo que he disertado y escrito en más de una ocasión, pero ahora, al enfrentarme de un modo tan directo con mi pasado, lo veo con una claridad nueva, deslumbrante. Y ayer, mientras ya me disponía a iniciar un breve viaje sentimental por mi biblioteca, de pronto miré a mi alrededor y, también con un repente de extrañeza, me quedé asombrado de la cantidad de libros que tenía. ¿Cuántos habría en la biblioteca de Emma Bovary? Ah, sus manos pecadoras en los libros, mordiéndose los labios mientras lee, mordisqueándose las uñas, deshilándose un mechón de cabello, preludiando caricias y suspiros que dentro de poco se consumarán en la realidad... ¿Cuántos? Yo debo de tener 4000 o 5000 libros, y eso sin contar los del trastero y los que he ido dejando, cientos y cientos, en los bancos de las plazas públicas para que los curiosos los hojeen y se lleven a casa los que quieran, como quien adopta a un animal abandonado.
Cuatro o cinco mil libros, se dice pronto. Quién me iba a decir a mí que iba a llegar a tener tantos y tantos libros. Entonces me acordé de los primeros que tuve en propiedad, del inicio de esta biblioteca, como el hilo de agua del manantial que llega a convertirse en un río caudaloso. Y de aquellos libros de entonces, me acordé especialmente de uno, que compré en 1969, que no llegué a leer pero que fue esencial para mi destino de lector y escritor. Sí, aquel fue un año singular, uno de esos años del que uno conserva muchos recuerdos, quince o veinte recuerdos por lo menos, y con una nitidez que parece que los viví ayer mismo.
Pensé que el día, tan llamado a ser un vano ayer, aún podía ser rescatado para la vida, aunque solo fuese por mediación de la memoria, de la reminiscencia de otros días que sí fueron vividos con plenitud, y que ahora acudían al rescate de un presente sin alma. "



miércoles, 8 de noviembre de 2017

VESTIDO DE NOVIA



No se si lo he leído en alguna parte o es de mi propia cosecha pero tengo la sensación de haber asistido a "las vueltas y revueltas del escritor en su laberinto".
Han calificado este libro de thriller, novela negra e, incluso, negrísima, y...., no sé que decir. Indudablemente Lemaitre escribe exquisitamente y es un placer leer cualquier novela que escriba, pero....., debe ser deformación por haber leído tanta y tanta negra de cualquier origen, una sensación me invade de que a esta le faltan cosas y le sobran muchas otras.
Uno de los requisitos principales de una buena novela negra es que sea creíble y por ahí patina Lemaitre y patina mucho. Aun así, la recomiendo porque es corta y está muy bien escrita, un placer leer Vestido de Novia pero no un placer inolvidable.



RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS,  el 6 de Noviembre de 2014.
Normalmente voy por libre en mis lecturas. Anoto lo que otros recomiendan en mis páginas favoritas pero, repito, voy por libre.
Pero a veces, cuando un libro se repite, y se repite, y se repite, y gente de la que me fío literariamente, porque compartimos gustos empieza a poner:
"adictivo"," no se puede parar", "no te suelta"," ahhh que entretenidísimo...".
Entonces, esas veces, suelto el resto de lo que estoy leyendo y sigo la corriente.
Y a veces, como ésta, dejarse ir haciendo la plancha por el río común, es sumamente gratificante.
Como dicen mis otros amigos de Tropa de libros, "Vestido de novia" es adictivo, no se puede parar, no te suelta...


RESEÑADO por Rosi Torres Marino para LIBROS,  el 30 de Enero de 2015.
Uhmmmm.... sí pero no, es lo primero que me viene a la cabeza cuando termino su lectura. No se puede negar que la primera parte es del todo intrigante, que pasa las páginas con avidez pero...el giro que da para mí ha sido pasarse de vueltas la tuerca. Aún así, se lee. Habrá adaptación cinematográfica? No creo que tarde mucho. Ideal entre lecturas densas, pero ya, hasta ahí.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
No dejes que nadie te desvele nada de esta historia.

Sophie Duguet no entiende qué le sucede: pierde objetos, olvida situaciones, es detenida en un supermercado por pequeños robos que no recuerda haber cometido. Y los cadáveres comienzan a acumularse a su alrededor...
Y ya no podemos desvelar nada más de este thriller para así mantener intacto el escalofriante placer de la lectura y la adictiva búsqueda de la verdad por parte del lector.


Vestido de Novia (fragmento)

SophieEstá sentada en el suelo, con la espalda contra la pared y las piernas estiradas, jadeante. Léo está pegado a ella, inmóvil, y tiene su cabeza en el regazo. Con una mano ella le acaricia el pelo y con la otra intenta secarse los ojos, pero con movimientos desordenados. Llora. Algunos sollozos se convierten en gritos, chilla, le sale de las entrañas. Cabecea. A veces, la pena es tan intensa que se golpea la parte de atrás de la cabeza contra el tabique. El dolor la reconforta un poco pero no tarda en notar que todo se le vuelve a derrumbar por dentro. Léo se porta muy bien, no se mueve. Baja los ojos
hacia él, lo mira, le estrecha la cabeza contra el vientre y llora. Nadie puede imaginarse lo desgraciada que es.
1Aquella mañana, como tantas otras, se despertó llorando y con un nudo en la garganta, aunque no tenía ninguna preocupación concreta. En su vida, el llanto no es nada excepcional: las lágrimas la acompañan todas las noches desde que está loca. Si por las mañanas no se notara las mejillas empapadas,
podría llegar a creer que pasa noches tranquilas de sueño profundo. Por las mañanas, la cara llena de lágrimas y la garganta atenazada son mera información. ¿Desde cuándo? ¿Desde que Vincent sufrió el accidente? ¿Desde su muerte? ¿Desde la primera muerte, muy anterior? Se ha enderezado apoyándose en un codo. Se seca los ojos con la sábana mientras busca los cigarrillos a tientas y, al no encontrarlos, se acuerda de pronto de dónde está. Lo recuerda todo, lo que sucedió el día anterior, la velada… Recuerda inmediatamente que tiene que irse, salir de esa casa. Levantarse e irse, pero se queda ahí, clavada en la cama,
incapaz de un gesto mínimo. Agotada.

EN LAS FAUCES DEL LEÓN


Cuarta entrega de la serie de novelas protagonizadas por la subinspectora de homicidios de la jefatura de policía de Oslo, Hanne Wilhelmsen.

Una vez más, gracias a la errática política editorial de este país, he leído una "novedad" publicada en 1997, tras haber leído antes un par de libros de la misma serie publicados en 2006 y 2007.....
Todo ello contribuye a que las "aventuras" de Hanne Wilhelmsen y su amigo BillyT, en la Noruega de los años 90 me suenen a "ciencia-ficción del pasado" y es una pena, porque la primera novela de Holt  que leí (La diosa ciega) me pareció prometedora.
Pero es aburrido ir hacia atrás en lugar de hacia adelante.....
En todo caso, novela negra-nórdica ligera con toques de corrupción política (muy de actualidad) lo que demuestra que no hay nada nuevo bajo el sol (o la nieve) sólo cambia la maestría de quien lo relata.
Prescindible.

Sinopsis (Ed. Literatura Random House)
«Anne holt es la madrina de la novela negra noruega.»
Jo Nesbø
La primera ministra noruega ha sido asesinada. Tras apenas seis meses de mandato, su cadáver aparece en el despacho oficial con un tiro en la cabeza. ¿Se trata de un asesinato político o de una venganza personal?
Así da comienzo la investigación de un caso que una vez más recae en la inteligente Hanne Wilhelmsen. El asesinato ha conmovido hasta la médula a la sociedad noruega: nunca antes la violencia había hecho acto de presencia con tal intensidad en el país. Hanne debe manejar la información con prudencia: los ciudadanos deben estar debidamente informados y a la vez debe protegerse la privacidad de la víctima; por todo ello, el caso se convierte en el trabajo más delicado de su carrera. Además, el rastreo del asesino es complicado: se persigue a neonazis, rivales políticos y personas implicadas en escándalos de hace más de treinta años.
En las fauces del león, cuarto título de la serie de Hanne Wilhelmsen, es una novela que reflexiona sobre las mentiras, la manipulación y la persecución del poder a cualquier precio.
Un House of Cards escandinavo.

En las fauces del león (fragmento)

VIERNES, 4 DE ABRIL DE 1997


.47 Gabinete de la primera ministra (SMK)

Una mujer vestida de azul esperaba frente al despacho de la primera ministra. Su ansiedad iba en aumento mientras fijaba la vista alternativamente en el teléfono y en las puertas dobles. Vestía una elegante chaqueta de corte clásico, falda a juego y un pañuelo de colores algo excesivos. A pesar de que estaba finalizando una larga jornada laboral, iba perfectamente peinada, con un corte estiloso aunque algo pasado de moda que hacía que aparentara más edad. Podía dar la sensación de que era intencionado, de que esas sienes despejadas y el recogido alto pretendían darle una dignidad que sus cuarenta y tantos años no le aseguraban. Tenía mucho que hacer, pero en contra de lo que era habitual en ella, no conseguía acabar nada. Durante un largo rato se limitó a estar allí sentada. La creciente sensación de que algo iba terriblemente mal se intuía únicamente en sus dedos. Eran largos, bien cuidados, con las uñas pintadas de un rojo intenso y dos anillos de oro en cada mano. A intervalos regulares las levantaba hasta tocarse las sienes como si quisiera alisar unos invisibles cabellos rebeldes. Luego golpeaba rítmicamente la mesa produciendo un ruido sordo, como una serie de disparos de pistola con silenciador. Se levantó de golpe y se acercó a la ventana que daba al oeste.


ASÍ EMPIEZA LO MALO


Desde el cuadro elegido para la portada (Stepping out the Bath - Balthus 1957), pasando por la frase del título (“Thus bad begins and worse remains behind" William Shakespeare) , hasta la última frase de la novela (Y no, nada de palabras) he asistido durante un tiempo corto a una explosión literaria tan maravillosa que todavía estoy sobrecogida por la belleza de la historia y las palabras que la componen.
Durante la Transición Española (tan traída y llevada últimamente) tres personajes principales y muchos secundarios viven, hablan, discuten y pontifican sobre la verdad y la mentira. Hay personajes reconocibles o, casi reconocibles, de la historia reciente de nuestro país y hay una historia construida sobre una base endeble que, en algún momento, caerá sobre sus protagonistas. Hay, sobre todo, amor, pasión, engaño, celos y literatura en estado puro.
Me ha encantado¡¡¡

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Una novela sobre el deseo, el rencor y la arbitrariedad del perdón.
Libro del año 2014 según Babelia.
Así empieza lo malo cuenta la historia íntima de un matrimonio de muchos años, narrada por su joven testigo cuando este es ya un hombre plenamente adulto. Juan de Vere encuentra su primer empleo como secretario personal de Eduardo Muriel, un antaño exitoso director de cine, en el Madrid de 1980. Su trabajo le permite entrar en la privacidad de la casa familiar y ser espectador de la misteriosa desdicha conyugal entre Muriel y su esposa Beatriz Noguera.
Muriel le encarga que investigue y sonsaque a un amigo suyo de media vida, el Doctor Jorge Van Vechten, de cuyo indecente comportamiento en el pasado le han llegado rumores. Pero Juan no se limitará a eso y tomará dudosas iniciativas, porque, como él mismo reconoce desde su edad madura, -los jóvenes tienen el alma y la conciencia aplazadas-. Así descubrirá que no hay justicia desinteresada, sino que está siempre contaminada por el rencor personal y por los propios deseos, y que todo perdón o castigo son arbitrarios.
«Es un libro sobre el deseo, como uno de los motores más fuertes en la vida de las personas, que a veces lleva a pasar por encima de cualquier lealtad, consideración e incluso respeto en el trato con los demás. Otro de los temas de la novela es la impunidad y la arbitrariedad del perdón y del no perdón. Cómo la idea de justicia que la gente reclama a veces tiene mucho que ver con que el acto en sí nos afecte o no.» Javier Marías

Así empieza lo malo (fragmento)
"Cuánto nos cambia la reacción adversa, pensé, o pienso que lo pensé sin las palabras precisas, al recordarlo ahora desde otra edad. ‘Cuánto nos hunde la denegación, y cuánto poder acumula aquel al que se lo hemos dado, en realidad nadie puede tomárselo si no se le entrega o confiere antes, si uno no está dispuesto a adorarlo o temerlo, si no aspira a ser querido por él o a su constante aprobación, cualquier ambición de ese tipo es un rasgo de fatuidad y es la fatuidad la que nos debilita y nos deja indefensos: en cuanto no se ve satisfecha o colmada inicia nuestra destrucción y se aplica a ella día tras día y hora tras hora, y es tan natural que eso suceda, que la insatisfacción predomine y reine desde el principio, y si no desde los primeros pasos, y si no antes o después... ¿Por qué habría de querernos el que señalamos nosotros con tembloroso dedo? ¿Por qué ese justamente, como si nos tuviera que obedecer? ¿O por qué habría de desearnos aquel que nos turba o enciende y por cuyos huesos y carne morimos? ¿A qué tanta casualidad? Y cuando se da, ¿a qué tanta duración? ¿Por qué ha de perseverar algo tan frágil y tan prendido con alfileres, la más rara conjunción? El amor correspondido, la lascivia recíproca, el enfebrecimiento mutuo, los ojos y las bocas que se persiguen simultáneamente y los cuellos que se estiran para divisar al elegido entre la multitud, los sexos que buscan juntarse una y otra vez y el extraño gusto por la repetición, volver al mismo cuerpo y regresar y volver... Lo normal es que casi nadie coincida, y si existen tantas parejas supuestamente amorosas es en parte por imitación y sobre todo por convención, o bien porque el que señaló con el dedo ha impuesto su voluntad, ha persuadido, ha conducido, ha empujado, ha obligado al otro a hacer lo que no sabe si quiere y a recorrer un camino por el que nunca se habría aventurado sin apremio ni insistencia ni guía, y ese otro miembro de la pareja, el halagado, el cortejado, el que se adentró en su nube, se ha ido dejando arrastrar. Pero eso no tiene por qué persistir, el encantamiento y la nebulosidad terminan, el seducido se cansa o despierta, y entonces al obligador le toca desesperarse y sentir pánico y vivir en vilo, volver a trabajar si todavía le restan fuerzas, montar guardia a la puerta y rogar e implorar noche tras noche y quedar a merced de aquél. Nada expone ni esclaviza tanto como pretender conservar al que se eligió e inverosímilmente acudió a la llamada de nuestro tembloroso dedo, como si se obrara un milagro o nuestra designación fuera ley, eso que no tiene por qué ocurrir nunca jamás...’
Beatriz Noguera se rehízo pronto, no tardó; volvió a engrandecerse y a adquirir sus formas, era como si durante unos instantes las hubiera perdido inexplicablemente o se le hubieran fugado. Se irguió de nuevo, alzó la cabeza, recuperó su llamativa corporeidad, miró de frente a Muriel. No podía verle bien la cara, pensé que sería difícil que no le hubieran saltado lágrimas al oír las palabras de su marido —‘Espero ser yo quien te entierre, quien te vea a ti sin vida, morir en tu palidez’—, pero si así fue no sollozó ni gimió, quizá sí tenía más memoria de la que le atribuía Muriel y ya nada la hería en exceso, quizá sus acechanzas nocturnas no se debían al inmediato olvido de lo sucedido ayer o anteayer, sino a su fe inquebrantable en derribar toda resistencia, en agotar al más reacio, si conseguía no ceder en sus tentativas, no retirarse ni abandonar el campo ni desmayar. Pero las palabras que la rondaban o que había retenido eran otras, las que más daño le habían causado. "