martes, 30 de agosto de 2016

MUERTE EN LAS ISLAS


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Georges Dupin, comisario de policía en la localidad bretona de Concarneau (Francia).

La ecología, la corrupción política y la venganza forman el triángulo perfecto para el asesinato....y de fondo nuestro Georges Dupin y la maravillosa Bretaña.
Quizás las tramas de las novelas de Bannalec podrían estar un poco más trabajadas pero las descripciones de paisajes, tradiciones, gastronomía y música son tan perfectas que hacen que me sienta en casa.
Esta Costa da Morte francesa es tan parecida a la gallega que hasta comen caldeirada de maragota, un pescado que nunca había oído nombrar fuera de Galicia, la preparan con mantequilla pero en esencia es el mismo plato de marineros que aquí.
Seguiré a Dupin por Bretaña, me relaja....¡¡¡

Sinopsis (Ed. Grijalbo)
Unas islas paradisíacas frente a la costa bretona, tres cadáveres en la playa y un comisario amante del café, la comida, los pingüinos y las investigaciones a la manera clásica.
Segundo caso para el Comisario Dupin, el investigador que protagoniza la serie de novela policíaca que lleva vendidos más de 2.000.000 de ejemplares.
Es lo último que le apetece a Georges Dupin esa mañana: tener que salir corriendo, sin haber podido tomar su segundo café, meterse en una bamboleante patrullera de la policía, atender al perfecto que le atosiga a llamadas porque un amigo suyo ha desaparecido y no disponer de la menor pista sobre la identidad de los tres cadáveres que han aparecido en una playa de las islas Glénan.
¿Quiénes eran esos tres hombres? ¿Tal vez víctimas del violento temporal que azotó el archipiélago la noche anterior? Todo apunta a que murieron ahogados, hasta que algo despierta las dudas del comisario.
Mientras Dupin, en su cuartel general del bar-restaurante de la isla de Saint Nicolas, interroga a los sospechosos, vuelve locos a sus colegas y se sumerge en las oscuras historias de los isleños, una nueva tempestad empieza a gestarse.
Las historias del comisario Georges Dupin, una versión moderna de las novelas clásicas de detectives, se han convertido, en apenas tres años, en una de las sorpresas editoriales de Alemania, con una serie de televisión, la publicación en varios países y un renovado entusiasmo por la Bretaña francesa, que ha visto incrementar las visitas de turistas a los escenarios de las novelas.

Muerte en las islas (fragmento)

El primer día

El archipiélago se alzaba delante de ellos como un espejismo: las islas, alargadas y llanas, parecían flotar como por arte de magia en el mar opalino, un poco difuminadas y rutilantes.
Las más grandes se reconocían a simple vista gracias a unas pocas construcciones emblemáticas: la misteriosa fortaleza en la isla de Cigogne, el viejo faro azotado por los temporales en la de Penfret, la granja abandonada en la de Drénec y las cuatro casas marcadas por décadas a la intemperie en la de Saint-Nicolas, la principal del famoso archipiélago… Las legendarias islas de Glénan.
Estaban a diez millas náuticas del continente, de Concarneau, la magnífica «ciudad azul» de la región bretona de Cornualles, para cuyos habitantes eran desde tiempos inmemoriales las «protectoras». Día tras día se constituían en su horizonte inamovible. Dependiendo de cómo se veían, si nítidas, borrosas, empañadas, rutilantes o firmes en el agua, interpretaban el tiempo que haría al día siguiente y, en determinadas fechas, incluso el que haría el resto del año. Los bretones llevaban siglos discutiendo tenazmente sobre cuántas islas había. Siete, nueve, doce o veinte eran las cifras más habituales. Lo único indiscutible era que había siete «grandes». Y «grande» significaba a lo sumo unos cientos de metros de longitud. Antiguamente, el archipiélago formaba una sola isla, que el mar embravecido y el embate constante de las olas fueron fragmentando poco a poco.


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