sábado, 16 de septiembre de 2017

NEGUIJÓN


RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 5 de Mayo de 2014
Neguijón: Enfermedad de los dientes, que los carcome y pone negros.
Acabo el libro de Fernando Iwasaki con ese título y ese tema, la odontología. Pero en el siglo XVII.
El libro pinta bien, si lo puedes decir en 150 páginas no hacen falta 400; empieza espectacular, los primeros 4-6 capítulos son de un nivel espectacular. Y hasta aquí.
A partir de aquí, el libro se pierde en un ejercicio de vocabulario para mayor gloria del autor.
Podría haber sido, pero no fue. Un pena.
(Gente con pánico al dentista, abstenerse).

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Tal como los alquimistas medievales se obsesionaron con la piedra filosofal, un sacamuelas sevillano, que llega hasta el virreinato peruano huyendo de la Inquisición, se afana en la búsqueda del gusano de los dientes que taladra las muelas y anida en las encías, precipitando la corrupción del cuerpo y flagelando a los cristianos con una espina del dolor de la Pasión, porque el imperio español de los siglos XVI y XVII era también el imperio del dolor. El imperio del neguijón.
Neguijón es un inventario de la cultura y la erudición del Siglo de Oro, un siglo de viajes y descubrimientos, aunque al mismo tiempo un siglo de disparates y supersticiones.
Si Cervantes demostró que Alonso Quijano enloqueció por leer libros de caballerías, Fernando Iwasaki nos demuestra que habría terminado igual de loco si hubiera leído tratados de medicina, crónicas de Indias o vidas de santos.

Neguijón (fragmento)

"Cuando el sollozo de la campana rasgó el silencio supurante de la ciudad, los  pobladores de Lima advirtieron sobrecogidos que aquŽl no era el tañido de la  peste, ni el repique del fuego, ni el doblar de los duelos, ni el rebato contra las ratas, sino algo infinitamente peor y más doloroso. En realidad, a todos les dolía algo aquella mañana: uñeros, lobanillos, sietecueros, hernias, migrañas, cólicos, panadizos, tumores, ciáticas y almorranas; pero cuando el estrépito de cencerros reverberó helado en sus muelas, todos sintieron la misma punzada inefable y profunda.  El mismo fragor de gusanos en las encías."


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