"Año 1940, Charles Lindbergh, aviador aventurero, antisemita, filonazi y aislacionista, gana las elecciones en USA, su contrincante Franklin Delano Roosvelt inspirador del New Deal". La Conjura contra América (The Plot Against América) 2004
Este es el hilo conductor de la novela de Philip Roth, narrada por un niño de 7 años llamado, casualmente, Philip Roth que vive con su familia en un barrio judío de Newark (New Jersey). Ciertamente, el niño Roth es Philip Roth y nos relata lo que hubiera ocurrido en su propia familia, familia judía de clase media, ante el ascenso al poder de un antisemita, racista y aislacionista (América para los americanos, la sangre impura no debe contaminar nuestro gran país), a lo largo de casi 400 páginas conocemos a su padre Hermann ardiente defensor de Roosevelt y su política, a su madre, Bess íntegra y leal, a su hermano mayor Sandy aspirante a artista que se "traga las promesas" populistas del aviador, a su primo Alvin heróico en su resistencia e incomprensible en su rendición, a la tía Evelyn vanidosa e inconsistente.....y a una pléyade de personajes de la comunidad judía de su barrio que reaccionan de muy diversas formas a la política que se avecina.
El narrador es un niño y es el propio Roth que asiste asombrado a los acontecimientos desencadenados por la elección presidencial y sufre la tragedia de su familia que es la tragedia de un país y una sociedad devastada por la política de un "visionario".
Esta novela ha sido calificada de ucronía ¿de verdad lo es?, a la luz de ciertos acontecimientos recientes, tal vez, sea una profecía.
Aclamada por la mayoría de la crítica literaria que la considera el corolario perfecto de la Trilogía Americana, muestra la capacidad de Roth para transformar la realidad en buena literatura y pensamiento profundo, sin perder la capacidad adictiva de su prosa.
A algunos no os habrá convencido mi "alegato", ya que soy "fan" convicta y confesa de Roth, pero seguramente, este fragmento de la novela os convencerá:
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"Junio de 1940 - octubre de 1940
VOTAD POR LINDBERGH O VOTAD POR LA GUERRA
El temor gobierna estas memorias, un temor perpetuo. Por supuesto, no hay infancia sin terrores, pero me pregunto si no habría sido yo un niño menos asustado de no haber tenido a Lindbergh por presidente o de no haber sido vástago de judíos.
En junio de 1940, cuando se produjo el primer sobresalto –la nominación, por parte de la Convención Republicana en Filadelfia, de Charles A. Lindbergh, el héroe norteamericano de la aviación y de fama internacional, como candidato a la presidencia–, mi padre tenía treinta y nueve años, era agente de seguros y tenía una educación de enseñanza media elemental, con unos ingresos de algo menos de cincuenta dólares a la semana, cantidad suficiente para pagar a tiempo las facturas básicas, pero poco más. Mi madre, que había querido estudiar magisterio pero no se lo pudo costear, que al finalizar la enseñanza secundaria había vivido en casa de su familia y trabajado como secretaria en una empresa, que había evitado que nos sintiéramos pobres durante la peor época de la Depresión, administrando el salario que mi padre le entregaba cada viernes con tanta eficiencia como la que mostraba en el manejo de la casa, tenía treinta y seis. Mi hermano, Sandy, alumno de séptimo curso con un talento prodigioso para el dibujo, tenía doce, y yo, alumno de tercero con un trimestre de adelanto –y coleccionista embrionario de sellos, estimulado, como les sucedía a millones de niños, por el filatélico más importante del país, el presidente Roosevelt–, tenía siete."
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