domingo, 6 de septiembre de 2015

LA MUERTE LLEGA A PEMBERLEY


AVISO¡¡ Absténganse todos aquellos que no sean fans de Jane Austen y aquellos a los que no haya gustado/encantado Orgullo y Prejuicio¡¡. 
Ahora bien, todos aquellos a los que los amores de Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy les hayan despertado la pasión por la lectura, en algún momento de sus vidas, no pueden dejar de leer esta "secuela" (realmente no se bien como llamarla...) que no podría haber sido escrita por otra novelista que no fuese una mujer inglesa con la maestría que ha demostrado PD James en su larga carrera literaria. 
Ha sido como volver al siglo XVIII de la mano de una escritora del siglo XXI. Los personajes impecables y la ambientación tan british, como si la propia Austen hubiese revisado la obra. Una delicia (sólo para devotos¡¡¡). Aun así, PD James comienza disculpándose con las siguientes palabras:

"Debo una disculpa a la sombra de Jane Austen por implicar a su querida Elizabeth en el trauma de una investigación por asesinato, máxime porque en el capítulo final de Mansfield Park la novelista expone con gran claridad su punto de vista: «Que se espacien otras plumas en la descripción de infamias y desventuras. La mía abandona en cuanto puede esos odiosos temas, impaciente por devolver a todos aquellos que no estén en gran falta un discreto bienestar, y por terminar con todos los demás.» A mis disculpas, ella habría respondido sin duda que, de haber deseado espaciarse en temas tan odiosos, habría escrito este relato ella misma, y lo habría hecho mejor." P. D. James, 2011

Y ahora, un fragmento de la novela para convencer a l@s remis@s, porque algunas segundas partes son buenas¡¡¡

"A las once de la mañana del viernes 14 de octubre de 1803, Elizabeth Darcy se encontraba sentada a la mesa del saloncito en la primera planta de Pemberley House. La estancia no era grande, pero sus proporciones la hacían especialmente agradable, y sus dos ventanas daban al río. Ese era el cuarto que había escogido para su uso propio, para decorarlo enteramente a su gusto con muebles, cortinas, alfombras y pinturas seleccionadas entre las riquezas de Pemberley, dispuestas según su antojo. El propio Darcy había supervisado los trabajos, y por el placer dibujado en el rostro de su esposo cuando Elizabeth tomó posesión del lugar, así como por el empeño de todos en complacer sus deseos, había llegado a percatarse, más aún que por las otras maravillas más vistosas de la casa, de los privilegios que conllevaba ser la señora Darcy de Pemberley. 
El otro aposento que le proporcionaba casi tanta satisfacción como su saloncito era la magnífica biblioteca de la casa."
LIBRO I - Un día antes del baile - pag.25 (La muerte llega a Pemberley)

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