Tercera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Gervase Fen, profesor de Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de Oxford (Reino Unido), años 40.
Termino esta novela de misterio, la tercera protagonizada por el profesor oxoniense Gervase Fen y......realmente la ambientación es impecable, los diálogos muy cultos (quizás un poco-demasiado cultos), los personajes bien perfilados y un tanto extravagantes, la trama bien construida pero enredada hasta el paroxismo; por tanto buena novela peeeero..., un tanto antigua y demasiado extensa.
Como me ha gustado el british total y las referencias literarias, seguramente seguiré leyendo a Mr. Crispin, pero no lo recomendaré encarecidamente y menos para "todos los públicos".
Como me ha gustado el british total y las referencias literarias, seguramente seguiré leyendo a Mr. Crispin, pero no lo recomendaré encarecidamente y menos para "todos los públicos".
Sinopsis (Ed. Impedimenta)
La juguetería errante es un clásico de la novela de detectives inglesa, considerado unánimemente una de las cumbres indiscutibles del género.
Cuando el poeta Richard Cadogan decide pasar unos días de vacaciones en Oxford tras una discusión con el avaro de su editor, poco puede imaginar que lo primero que encontrará al llegar a la ciudad, en plena noche, será el cadáver de una mujer tendido en el suelo de una juguetería. Y menos aún que, cuando consigue regresar al lugar de los hechos con la policía, la juguetería habrá desaparecido y, en su lugar, lo que encontrarán será una tienda de ultramarinos en la que, naturalmente, tampoco hay cadáver. Cadogan decide entonces unir fuerzas con Gervase Fen, profesor de literatura inglesa y detective aficionado, el personaje más excéntrico de la ciudad, para resolver un misterio cuyas respuestas se les escapan. Así, el dúo libresco tendrá que enfrentarse a un testamento de lo más inusual, un asesinato imposible, pistas en forma de absurdo poema, y persecuciones alocadas por la ciudad a bordo del automóvil de Fen, Lily Christine III.La juguetería errante (fragmento)
1. EL EPISODIO DEL POETA FISGÓN
Richard Cadogan sacó su revólver, apuntó con cuidado y apretó el gatillo. La explosión rasgó el silencio del pequeño jardín y, como las ondas concéntricas que van haciéndose cada vez más grandes cuando una piedra cae en el agua, generó alarmas y perturbaciones de intensidad progresivamente menor a lo largo de todo el barrio de St. John’s Wood. De los árboles cenicientos, con sus hojas pardas y doradas en el atardecer otoñal, se elevaron bandadas de pájaros asustados. En la distancia, un perro comenzó a aullar. Richard Cadogan se acercó lentamente a la diana y la escudriñó con gesto resignado. No había ni rastro de marca de ningún tipo.
—He fallado —dijo pensativamente—. Extraordinario…
El señor Spode —de Spode, Nutling & Orlick, editores de literatura de primera categoría— hizo tintinear algunas monedas en el bolsillo de su pantalón, seguramente para llamar la atención