sábado, 16 de diciembre de 2017

SUERTE MALDITA


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por el inspector Vincent Treadwell, apodado Vinnie Manoslimpias, trabaja como detective de la policía en  la brigada antivicio en la comisaría del West End de Londres. Inglaterra 1964.

Vuelven los años 60 y el elegante inspector Vincent Treadwell intenta solucionar un caso en el que el glamour y la sordidez conviven estrechamente.
Escribe Miller, una novela de tinte clásico, con una trama negra y personajes de los bajos fondos en estrecha convivencia con la alta sociedad; construye una historia sólida que sólo se ve minada por la excesiva prolijidad del discurso y de algunas descripciones, aun así he disfrutado de la trama y los personajes.
Me ha gustado mucho más que la primera novela del autor protagonizada por Treadwell y creo que seguiré disfrutando de autor y personaje en próximas entregas.

Sinopsis (Ed. Siruela)
Ya era oficial: había entrado en zona de mala suerte y tenía pocas posibilidades de salir de ahí. Los hay que creen que ganar o perder en el póquer tiene poco que ver con la suerte, que es todo cuestión de talento. Y una y otra vez se viene a demostrar que están equivocados. Porque la suerte tiene mucho que ver con todo en esta vida. Sobre todo cuando se trata de morir.
Pese a las apariencias, en el Londres de los locos años sesenta las barreras sociales no han desaparecido por completo: los amos de las finanzas siguen reuniéndose en torno a las mesas de juego del selecto club Montcler, en Berkeley Square, mientras que el pueblo abarrota las salas clandestinas de ska y los tugurios de Notting Hill. Dentro del amplio espectro que separa a la alta sociedad de los bajos fondos londinenses, el detective Vince Treadwell deberá investigar el asesinato de una joven de color en Basing Street y del noble Johnny Beresford en el exclusivo barrio de Belgravia. A medida que el detective va sacando a la luz oscuros secretos, se verá inmerso en un mundo de violencia donde criminales y aristócratas conviven con naturalidad, y en el que nadie resulta ser del todo inocente.

Después de Besos para los malditos, Danny Miller vuelve a sacar a las calles de Londres a su detective Vince Treadwell, envuelto en esta ocasión en una historia de pasiones ambiguas y amenazas latentes que atrapará al lector desde la primera página.

Suerte maldita (fragmento)

PrólogoLondres, 1965El rey estaba en palacio: una casa georgiana de paredes blancas y relucientes, con una altura de cuatro pisos, una fachada con tres ventanales, y un pórtico clásico de columnas jónicas. Ocupaba un lugar privilegiado en una de las plazas más señoriales y en uno de los distritos más prestigiosos de la ciudad de Londres. Bien resguardado en el sótano de esa codiciada pieza del barrio de Belgravia, al rey le acababa de caer una gota de sudor en el ojo. Johnny Beresford se inclinó para mirar al rey, que le sonrió y le devolvió la mirada, y le guiñó un ojo saltón y miope. Johnny Beresford soltó una risita triste que sonó casi como un bufido burlón. Por supuesto, era solo una ilusión óptica, porque el rey en cuestión era el rey de picas. Aunque en momentos así, pensaba Johnny Beresford, no hubiera motivos para la risa, y mucho menos para ir lanzando guiñitos chulescos.
Johnny Beresford sostuvo al rey entre el resto de sus cartas, desplegado en abanico junto a otros cuatro de su cohorte igual de inservibles y desparejados que él. Este rey que se reía era un rey sin corona, un rey funesto que no le iba a otorgar ni favores ni perdones. Miró una vez más al rey, y a los hombres del rey, con la esperanza de que se convirtieran en otra cosa, algo con lo que ganarle a su oponente, que tenía una fastuosa escalera de color perfectamente alineada sobre la mesa, pero nada cambió. Seguían siendo lo mismo: una pésima mano de cartas.

EL ATAÚD DE LA NOVIA


Décima entrega de la serie de novelas protagonizadas por los policías Marian Dahle, detective en homicidios, superdotada, adoptada en Corea por una pareja de noruegos y Cato Isaksen. inspector de homicidios, casado y con tres hijos, no es feliz; que trabajan en la comisaría de Grønland en Oslo, Noruega.

Unni Lidell comenzó muy bien con la serie del inspector Cato Isaksen y la detective Marian Dahl, una combinación de investigaciones e historias personales muy interesante, pero en esta última novela ha fracasado en el intento.
Previsible desde la primera página y poco interesante en la trama que se retuerce hasta concluir de una forma más propia de una novelita barata que de una aspirante a negra-nórdica de calidad.
Se agota la saga irremediablemente.

Sinopsis (Ed. Siruela)
En este nuevo caso del inspector Cato Isaksen, Unni Lindell lleva al límite la locura, el horror y el miedo que habitan en el fondo de cada uno de nosotros.

En 1988, Maike Hagg fue encontrada muerta en el sótano del imponente Hospital Psiquiátrico Gaustad. La institución noruega acostumbraba a organizar jornadas de puertas abiertas para que los hijos de los pacientes pudieran conocer a otros niños en su misma situación. Según las conclusiones de la policía, la pequeña habría sido víctima de un desafortunado accidente.
Veinticinco años más tarde, cuando el caso está a punto de ser archivado, Emmy Hammer y Aud Johnsen, que de niñas se vieron envueltas en las extrañas circunstancias que envolvieron la muerte de Maike, se reúnen para esclarecer de una vez lo que realmente ocurrió aquel día. Poco a poco, las escalofriantes prácticas del hospital irán saliendo a la luz, y no tardaremos en descubrir que cuando el recinto se vio obligado a cerrar sus puertas tras la reforma de la Ley de Salud Mental, no todos los internos llegaron a abandonar aquellos muros...

El ataúd de la novia (fragmento)

La casa de la caldera estuvo muchos años cerrada. Me he instalado en la pequeña casa de ladrillo. La madreselva se aferra a sus paredes como yo me aferro al futuro. Aquí lo tengo todo, paz, silencio y oscuridad. No debo distraerme con mis problemas personales, solo llevar a cabo mi tarea. Me siento como el único superviviente de una tragedia espeluznante. La angustia se enrolla en mi cuerpo como los hilos negros de una araña. No he asesinado a nadie, en la práctica no.
Fue aquí donde todo sucedió hace ya mucho tiempo. Fue como desplomarme por un respiradero, pero el tiempo ha pasado y he salido adelante. Todo sigue igual: la escalera metálica cubierta de musgo, los gorriones que picotean el asfalto. Los zorros en la linde del bosque, insectos que en verano zumban y chocan contra las pequeñas ventanas de cristales emplomados. Nadie puede ver el interior, pero en verano, desde dentro, se distinguen las grandes sombras de las copas de los árboles sobre la hierba. Oigo las ratas moviéndose por el sótano y el frío olor de los muros se cuela por las rendijas de la tapa de madera de la alcantarilla. Está nevando. Las paredes huelen a invierno. La parcela está amortajada, cubierta de una capa de hielo blanca entre los edificios. Solo se libra un perímetro de césped de un metro de ancho, el que cubre los túneles subterráneos cuyo calor impide que la nieve cuaje. El pasadizo parte del edificio principal. El vigilante de Securitas cree que puedo estar aquí. No cuestiona nada. A menudo charlamos un rato y luego sigue su ronda. Cuando llegue el momento, me marcharé. Seguramente será esta noche. Ya he introducido la cesta de mimbre en el horno. Cuando su cuerpo se haya quemado, me iré de aquí para siempre.


domingo, 10 de diciembre de 2017

PANDORA


Para "descansar" de la sobredosis de novela negra he leído esta deliciosa historia de amor??? Magistralmente escrita y construida por Henry James, se lee en un instante y se disfruta durante mucho tiempo.
Muy recomendable!!!

Sinopsis (Ed. Impedimenta)
Henry James hace confluir en Pandora todas las tramas recurrentes que aparecen en la literatura que le encumbró: la tensión entre Europa y América, la inmovilidad entre clases y el prototipo de una nueva mujer que empieza a surgir a finales del XIX.
Era improbable, pensaba el joven conde alemán Otto Vogelstein a su llegada a Nueva York, que volviera a cruzarse con la bella señorita Pandora Day, a quien conoció a bordo del buque que los llevaba a ambos rumbo a la ciudad. Pandora no pertenecía a la buena sociedad en la que, sin duda, Vogelstein iba a integrarse en cuanto comenzara su imparable carrera americana. Lo que el conde Otto no podía imaginar era que la Pandora que iba a vol­ver a ver tiempo después, no solo se movería como él entre los más elevados círculos sociales sino que se habría convertido en un espécimen extraordina­rio, en un nuevo prototipo irresistible de mujer. Otto Vogelstein creía haberlo aprendido todo sobre la so­ciedad de Washington, pero le quedaba la más im­portante y cruel de las lecciones.

Pandora (fragmento)

CAPÍTULO 1
Desde hace tiempo es habitual que los barcos a vapor de la North German Lloyd, que transportan pasajeros de Bremen a Nueva York, fondeen durante unas horas en el tranquilo puerto de Southampton, donde el cargamento humano recibe considerables adiciones. Hace algunos años, un joven y despierto alemán, el conde Otto Vogelstein, dudaba sobre si censurar o aprobar dicha costumbre. Apoyado sobre la barandilla de cubierta del Donau observaba con curiosidad, tedio y desdén, a través del humo de su cigarro, cómo los pasajeros americanos (la mayoría de los viajeros que embarcan en Southampton son de dicha nacionalidad) cruzaban el pantalán y eran engullidos por la enorme estructura del barco, dentro de la cual tenía el conde la reconfortante certeza de disponer de un nido propio. Contemplar desde su aventajada posición los esfuerzos de los menos afortunados (los desinformados, los desasistidos, los demorados, los desorientados) resulta siempre una ocupación no exenta de deleite, y nada había que pudiese mitigar la complacencia con la que nuestro joven amigo se entregaba a ella, es decir, nada salvo cierta benevolencia innata aún no erradicada por la consciencia de su relevancia funcionarial. Porque el conde Vogelstein era funcionario, como supongo habrán deducido por su espalda erguida, por el lustre de sus gafas de montura ligera y sofisticada y por ese algo, entre discreto y diplomático, en la ondulación de su bigote, el cual parecía contribuir en gran medida a la que, según los cínicos, constituye la función primordial de los labios: la activa ocultación del pensamiento.

SI NO, LO MATAMOS


Cuarta entrega de la serie de novelas protagonizadas por la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, alemana, de padre alemán y madre gallega, trabaja en el

A veces, las cosas no son lo que parecen, en la vida y en el trabajo.....La comisaria Weber-Tejedor se enfrenta a sus demonios personales y profesionales en un caso que pondrá a prueba inteligencias, lealtades y capacidad de reacción.
Me ha gustado muchísimo, tanto que ya estoy deseando que publiquen la quinta entrega para continuar leyendo.
Gracias Noelia Vallina, una vez más coincidimos literariamente!!!

Sinopsis (Ed. Grijalbo)
La nueva entrega de la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, una de las series más reconocidas por los entusiastas lectores de novela policíaca en español y más vendidas en Alemania.
Unos lucrativos secuestros exprés. Un asesinato para el cual no hay explicación. Y una comisaria, medio española y medio alemana, al frente de una investigación que la implica más de lo que habría querido.
Torsten Hagendorf, un respetable abogado que trabaja en una importante firma, es secuestrado por tres enmascarados, que exigen a su esposa todo lo de valor que tenga en ese momento en casa y todo el dinero que pueda sacar de inmediato de sus cuentas. Torsten, sin embargo, logra escapar. Horas después, cuando la comisaria Cornelia Weber-Tejedor y su compañero, el subcomisario Reiner Fischer, interrogan al matrimonio, descubren que ese no es el primer secuestro exprés que se ha producido en Fráncfort recientemente. Una modalidad, más asociada a países de otras latitudes, ha irrumpido secretamente en la apacible, siempre en constante transformación, ciudad alemana. Es el inicio de un intrincado caso que obligará a Cornelia a bucear en sus más oscuros recuerdos y que pondrá en jaque su valía y la de su equipo.
Si no, lo matamos demuestra una vez más el talento de Rosa Ribas para la intriga bien dosificada y para lograr el perfecto equilibrio entre investigación y vida personal, gracias a un personaje que cala en el lector: Cornelia, comisaria de homicidios que lidia en su vida personal con dos culturas y en la profesional con un equipo mayoritariamente de hombres.

Si no, lo matamos (fragmento)

1

La mujer de Lot
Tres siluetas borrosas. Tres hombres. Más no vio.
Antes de concentrar toda su atención en dejar las camisas bien puestas sobre el asiento trasero del coche, Torsten Hagendorf había contemplado el cielo limpio de nubes y había pensado que el tiempo parecía obedecer al calendario en esos primeros días de primavera. Ellos aparecieron de golpe. Tres hombres salidos tal vez de alguno de los vehículos aparcados en la callejuela, siempre desierta a esa hora, donde solía estacionar en un vado cuando recogía la ropa de la tintorería camino del trabajo.
Con un fuerte empellón, uno lo tumbó boca abajo sobre las camisas, a la vez que otro aprovechaba que el vehículo estaba abierto para ocupar el asiento del conductor. El que lo había empujado se le sentó sobre las piernas y, antes de que tuviera tiempo de entender lo que sucedía, le había puesto una capucha y lo había conminado a no ofrecer resistencia y mucho menos a gritar. En ese momento, el tercero entró por el lado del copiloto y cerró la puerta.
El hombre a su lado se volcó encima de él para impedir que se incorporara. Oprimido contra el asiento, sintió que no le llegaba el aire y empezó a respirar entrecortadamente. A través de la tela de la capucha aspiraba el olor del plástico fino que envolvía las camisas. El gancho de una de las perchas de alambre se le clavaba en el hombro derecho.
—Las llaves —le dijo el que lo había empujado, y le dio un golpe en la nuca con la palma de la mano.
Se removió para sacarlas del bolsillo de los pantalones. Tenía las piernas dobladas, los pies apretados contra la puerta, el peso del hombre sentado sobre las rodillas. Levantó un poco la cabeza y topó con la mano que le había golpeado. Encontró por fin las llaves y se las entregó.
—Arranca —ordenó al conductor el hombre que lo mantenía sujeto—. Tú, quietecito. ¿Dónde está el móvil?
Otro golpe en la nuca.

EN CAÍDA LIBRE


Tercera entrega de la serie de novelas protagonizadas por la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, alemana, de padre alemán y madre gallega, trabaja en el departamento de homicidios del Polizeiprësidium de Fráncfort.

Confirmado!!!!
La comisaria Weber-Tejedor se ha hecho un hueco en mi "negro corazón", esta rubia germano-gallega con la nariz torcida y la voluntad bien recta me gusta más cada novela que leo.
Esta tercera entrega tiene un componente sociológico importante (las dos anteriores también pero aquí lo he notado mas), miseria, mafias, tráfico de drogas y amooooor......
Ahí lo dejo, con mi recomendación!!!!

Sinopsis (Ed. Viceversa)
Un nuevo caso de la comisaria Cornelia Weber-Tejedor que nos llevará a las entrañas del aeropuerto de Fráncfort.
Un accidente fortuito en el aeropuerto pone en alerta a la policía de Fráncfort. Algo extraño sucede en el mayor aeropuerto de carga del mundo y uno de los más transitados de Europa, y todo parece indicar que se trata de un turbio asunto de drogas.
La comisaria Cornelia Weber-Tejedor, de padre alemán y madre gallega, se ofrece voluntaria para infiltrarse entre los más de 70.000 empleados que trabajan diariamente en este fascinante «enjambre» por donde cada mes circulan más de cinco millones de personas. Cornelia, que pasa por un momento personal delicado, adopta con ganas una nueva identidad que la aleja de su día a día, hasta que descubre que su vida está en peligro…

Rosa Ribas nos vuelve a fascinar con una trama sorprendente y con su brillantez por crear personajes inolvidables y llenos de matices.





CON ANUNCIO


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, alemana, de padre alemán y madre gallega, trabaja en el departamento de homicidios del Polizeiprësidium de Fráncfort.

Mi querida amiga Noelia Vallina siempre tiene razón, y es que la comisaria Weber-Tejedor está, poquito a poco, conquistando mi corazón. Este segundo caso de la comisaria que tiene un lado tan gallego que me encanta, explora dos mundos o tres, quizás, las grandes agencias publicitarias, la mafia de la prostitución y ese mundo íntimo de Cornelia Weber-Tejedor que nos hace entenderla como mujer y policía.
Me ha gustado mucho más que la primera, por tanto, paso a la tercera.
Recomendable¡¡¡

Sinopsis (Ed. Viceversa)
La agencia de publicidad de Fráncfort Baumgard & Holder lleva días recibiendo amenazas anónimas, hasta que sucede un brutal acontecimiento. ¿Se trata de una simple guerra entre agencias por la realización de una importante campaña o se esconden otros intereses?
La comisaria Cornelia Weber-Tejedor, hija de una emigrante gallega y de un alemán, se hace cargo de una investigación que deja al descubierto el trasfondo más oscuro de la capital financiera de Europa..., y los entresijos de la complicada vida de esta peculiar comisaria.
Rosa Ribas da vida con este personaje a una investigadora única en el panorama del género negro internacional.

Con anuncio (fragmento)

1
Lluvia negra

Todos recordaban perfectamente qué estaban haciendo cuando se escuchó el grito. Todos recordaban también a la perfección qué hicieron justo después. Correr. En dirección a la recepción. De ahí venía.
A algunos, no a todos, los frenó un estampido seco y entonces entendieron lo que había gritado la voz de la recepcionista de la agencia. ¡Una bomba! Ésos, los que habían descifrado las palabras deformadas por el miedo, fueron los que detuvieron la carrera. Otros tres que venían de despachos más alejados siguieron a pesar del sonido seco de la explosión y de un segundo grito aún más aterrorizado.
Cuando estos tres llegaron a la recepción no vieron a nadie. Sólo una caja de cartón abierta sobre el mostrador, el cráter del volcán del que había surgido una erupción de confeti negro que cubría el suelo, las sillas, las plantas. Detrás del mostrador se oía una respiración entrecortada.
Pero estos tres primeros en llegar, dos por el pasillo de la izquierda, uno por el de la derecha, se detuvieron en la frontera que delimitaban en el suelo los pedacitos de papel que habían llegado más lejos. Cuando los otros llegaron sobrepasaron a sus compañeros inmóviles. En el silencio sólo se percibía el leve crujido del confeti debajo de sus zapatos y el jadeo de la recepcionista oculta detrás del mostrador. Fue Katja Bamberger, una de las creativas de la agencia, quien se atrevió a rodearlo en primer lugar. Encontró a Silvia Lose de rodillas, sentada sobre sus piernas.
—Me recordó una ilustración del cuento de la pequeña vendedora de cerillas de Andersen —le dijo después a Cornelia Weber-Tejedor cuando la comisaria habló con todos los testigos.

ENTRE DOS AGUAS


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por la comisaria Cornelia Weber-Tejedor, alemana, hija de padre alemán y madre gallega, trabaja en el departamento de homicidios del Polizeiprësidium de Fráncfort.

Desde hace mucho dormían estas novelas en el fondo de mi e-reader pero mi querida Noelia Vallina me las ha recordado y, como el verano ya está aquí, y ciertos acontecimientos sucedidos me ha llenado de "pasión homicida", he decidido comenzar con esta detective medio gallega, medio alemana y, a ver, como se van dando las cosas....
Esta primera entrega, pues la verdad, ni fú, ni fá, tiene que mejorar mucho Cornelia para atraerme a su "redil", la trama me ha parecido un tanto repetitiva y ahí....hacia la mitad, tenía clarísimo el asesino y el motivo del asesinato.
Seguiré leyendo esta serie porque creo que tiene posibilidades y os tendré al tanto de mis progresos.

Sinopsis (Ed. Umbriel)
La comisaria Cornelia Weber-Tejedor, de padre alemán y madre española, investiga la muerte de Marcelino Soto. Todos en la comunidad española de Francfort afirman que era una bellísima persona. Entonces, ¿quién podría haber arrojado su cuerpo al río después de asesinarlo?. Cornelia se mueve en este caso entre su deber de policía alemana y la lealtad a la comunidad emigrante que le reclama su madre. Una comunidad en la que todos están dispuestos a hablar del pasado mitificado de la emigración y, sin embargo, no lo dicen todo. ¿Se encuentra entre alguna de estas historias la clave de la muerte de Marcelino Soto?

Rosa Ribas nos traslada a Francfort, la ciudad alemana multicultural por excelencia, con todas sus sombras y contradicciones, como la propia comisaria, en una novela de lectura absorbente, una trama de creciente intensidad, con giros inesperados y personajes inolvidables.

Entre dos aguas (fragmento)

Peces en el ríoEl Meno cruzaba furioso por Francfort. La corriente, siempre tan mansa al pasar por delante de la ciudad, saltaba embravecida arrastrando ramas y troncos, arbolitos enteros desgajados por las crecidas de un deshielo fulminante después del crudo invierno. Nada parecía poder oponerse al correr encolerizado del río. Sólo un gallego. A su lado se deslizaban veloces matorrales, palos y piedras; a veces lo golpeaban, pero él se negaba a abandonar el pilar central del puente. Boca abajo, los brazos extendidos como los de un nadador saltando a la piscina, se oponía denodadamente a ser también arrastrado. Mostrando la misma tozudez que en vida le había dado el sobrenombre de «el maño de Lugo», el gallego muerto resistía, empecinado, los embates del agua. Ayudaba el que su pie izquierdo se hubiera enganchado en una de las argollas fijadas en la base del pilar para sujetar embarcaciones. Porque en realidad el cuerpo había empezado a flotar más arriba, aunque ahora, cabezonamente, se empeñara en quedarse atracado en el Alte Brücke, con una hermosa vista a la derecha a la torre del Commerzbank; una vista de la que no habría podido disfrutar aunque lo hubiera querido porque era de noche y además le faltaban ya los ojos. A pesar de la contaminación, en el Meno hay peces.
Así pasó el gallego varias horas, vapuleado por la corriente hasta que lo descubrió por la mañana uno de los policías que controlaban la zona para evitar que los curiosos arriesgaran su vida acercándose demasiado al agua. Este policía era el Polizeiobermeister Leopold Müller, que justamente volvía a la zona después de haberse permitido una pausa en un bar cercano para entrar en calor y guarecerse durante unos minutos de la fuerte lluvia que había empezado a caer a primera hora de la madrugada. Como en las rondas anteriores, inspeccionó las barreras que impedían el paso a los peatones y después subió al puente para observar el correr del agua. Entonces lo vio y lo creyó un ahogado accidental. Leopold Müller maldijo en ese momento su suerte y temió que esa muerte se hubiera debido a una falta de atención durante su servicio. Después llamó de inmediato a la central y notificó el hallazgo.