lunes, 4 de diciembre de 2017

GATACA


Sexta entrega de la serie de novelas protagonizadas por Franck Sharko, comisario en la Dirección Central de la Policía Judicial de París y Lucie Henebelle, teniente de policía en Lille.

Esta nueva pareja de la novela negra francesa, me conquista en cada entrega de sus novelas, ambos tristes, ambos atormentados por el pasado, ambos unidos y separados por tantas cosas...
Novela muy negra y muy recomendable.

Sinopsis (Ed. Destino)
Un padre infanticida apuñalado en su coche en el bosque de Vincennes. El cadáver de una estudiante de biología descubierto en la jaula de un primate, aparentemente asesinada por uno de los animales. Los restos de una familia de neandertales a los que mató un cromañón hallados en una grieta en la cumbre de un macizo alpino. El asesino de niños Grégory Carnot encontrado muerto en su celda. Un médico obstetra que investiga sobre genética salvajemente asesinado en su domicilio de Montmartre. ¿Qué invisible hilo une estos crímenes atroces, cometidos con 30.000 años de diferencia?

Destrozada por una terrible pérdida, devorada y espoleada por el odio, Lucie Henebelle se lanza sobre la pista de los asesinos junto a Franck Sharko, igualmente incapaz de olvidar la terrible experiencia vivida. Una investigación que, a través de la genética, les conducirá a las raíces del mal.

Gataca (fragmento)
Aquel día no debería haber hecho buen tiempo.
Nadie, en ningún lugar de la Tierra, debería haber tenido derecho a reír, a correr por la playa o a hacerse regalos. Algo o alguien debería haberlo evitado. No, nadie tenía derecho a la felicidad o a la indolencia. Porque en otro sitio, en una sala refrigerada, al final de unos fatídicos pasillos iluminados por fluorescentes, una chiquilla tenía frío.
Un frío que ya no la abandonaría nunca. Jamás.
Según las autoridades, se había hallado el cadáver irreconocible de una niña de una edad estimada entre siete y diez años junto a una carretera comarcal, entre Niort y Poitiers. Lucie Henebelle aún ignoraba las circunstancias precisas del hallazgo, pero, en cuanto la noticia llegó a la brigada criminal de Lille, se dirigió hacia allí sin demora. Más de quinientos kilómetros devorados a fuerza de adrenalina, a pesar del cansancio, del sufrimiento interior, del miedo a lo peor que se iba apoderando de ella cada vez más, con una única frase en los labios: «Haz que no sea una de mis hijas, por piedad, haz que no sea una de mis hijas». Ella, que nunca rezaba, que hasta había olvidado el olor de los cirios, suplicaba. Se aferraba a la esperanza de que se tratase de otra niña, de una chiquilla desaparecida que no constara en los archivos de la policía. Quizá una niña que hubiera desaparecido la víspera, o el mismo día. Así, otros padres serían desgraciados, pero ella no. ¡Oh, no, ella no!
Lucie se convenció una vez más: se trataba de otra niña. La distancia relativamente corta entre el lugar donde fueron secuestradas Clara y Juliette Henebelle —Les Sables-d’Olonne— y donde los paseantes encontraron el cadáver no podía ser más que una casualidad, al igual que el corto período de tiempo transcurrido, cinco días, entre la desaparición de su hija y el instante en el que Lucie se detuvo en el aparcamiento del Instituto de Medicina Legal de Poitiers.

LOS BESOS EN EL PAN


La Gran Depresión norteamericana tuvo su novela y sus novelistas, la Gran Crisis española (o Gran Estafa) tiene ahora su novela y su gran novelista.
Almudena Grandes es una de mis novelistas favoritas y entre su obras he encontrado "refugio" en muchas ocasiones de sequía literaria y/o espiritual, comienzo por tanto sus novelas, siempre, con una mezcla de ansia, expectación y disfrute anticipado.
Todos estos sentimientos se han visto colmados con la lectura de Los besos en el pan, historia de un barrio madrileño que puede ser cualquier barrio de esta pobre España a la que la codicia de unos cuantos ha dejado como un erial....
Es realismo puro y duro, tamizado por el verbo amable de Almudena que no se ensaña con los "malos" (ya todos les conocemos, dice) y centra su atención en los "buenos", en esos luchadores de la educación, la sanidad, la solidaridad, la familia, la amistad, el amor perdido; en esos que nos levantamos cada día al alba para dar a este país una oportunidad, para dar a nuestra familia pan y libertad y para ayudar en la medida que podemos a nuestros vecinos.
Es una novela que me ha recordado al barrio de mi infancia, ese que abandonamos cuando "nos hicimos ricos" y al que poco a poco deberíamos volver.
Me la he leído de un tirón, sin poder parar (aunque con la pena de terminarla demasiado pronto), he devorado esas vidas que podrían ser la mía y estoy, todavía, en "estado de gracia" literario, ese que te sobreviene cuando una novela llena tu mente y tu alma.
Me ha encantado, a mi, que besaba el pan antes de dejarlo abandonado cuando no me gustaba el bocadillo......

Sinopsis (Ed. Tusquets)
Qué puede llegar a ocurrirles a los vecinos de un barrio cualquiera en estos tiempos difíciles? ¿Cómo resisten, en pleno ojo del huracán, parejas y personas solas, padres e hijos, jóvenes y ancianos, los embates de una crisis que «amenazó con volverlo todo del revés y aún no lo ha conseguido»? Los besos en el pan cuenta, de manera sutil y conmovedora, cómo transcurre la vida de una familia que vuelve de vacaciones decidida a que su rutina no cambie, pero también la de un recién divorciado al que se oye sollozar tras un tabique, la de una abuela que pone el árbol de Navidad antes de tiempo para animar a los suyos, la de una mujer que decide reinventarse y volver al campo para vivir de las tierras que alimentaron a sus antepasados… En la peluquería, en el bar, en las oficinas o en el centro de salud, muchos vecinos, protagonistas de esta delicada novela coral, vivirán momentos agridulces de una solidaridad inesperada, de indignación y de rabia, pero también de ternura y tesón. Y aprenderán por qué sus abuelos les enseñaron, cuando eran niños, a besar el pan.
Hay que ser muy valiente para pedir ayuda, pero hay que ser todavía más valiente para aceptarla. Los besos en el pan, una conmovedora novela sobre nuestro presente.

Los besos en el pan (fragmento)

Estamos en un barrio del centro de Madrid. Su nombre no importa, porque podría ser cualquiera entre unos pocos barrios antiguos, con zonas venerables, otras más bien vetustas. Este no tiene muchos monumentos pero es de los bonitos, porque está vivo.
Mi barrio tiene calles irregulares. Las hay amplias, con árboles frondosos que sombrean los balcones de los pisos bajos, aunque abundan más las estrechas. Estas también tienen árboles, más apretados, más juntos y siempre muy bien podados, para que no acaparen el espacio que escasea hasta en el aire, pero verdes, tiernos en primavera y amables en verano, cuando caminar por la mañana temprano por las aceras recién regadas es un lujo sin precio, un placer gratuito. Las plazas son bastantes, no muy grandes. Cada una tiene su iglesia y su estatua en el centro, figuras de héroes o de santos, y sus bancos, sus columpios, sus vallados para los perros, todos iguales entre sí, producto de alguna contrata municipal sobre cuyo origen es mejor no indagar mucho. A cambio, los callejones, pocos pero preciosos, sobre todo para los enamorados clandestinos y los adolescentes partidarios de no entrar en clase, han resistido heroicamente, año tras año, los planes de exterminio diseñados para ellos en las oficinas de urbanismo del Ayuntamiento. Y ahí siguen, vivos, como el barrio mismo.
Pero lo más valioso de este paisaje son las figuras, sus vecinos, tan dispares y variopintos, tan ordenados o caóticos como las casas que habitan. Muchos de ellos han vivido siempre aquí, en las casas buenas, con conserje, ascensor y portal de mármol, que se alinean en las calles anchas y en algunas estrechas, o en edificios más modestos, con un simple chiscón para el portero al lado de la puerta o ni siquiera eso. En este barrio siempre han convivido los portales de mármol y las paredes de yeso, los ricos y los pobres. Los vecinos antiguos resistieron la desbandada de los años setenta del siglo pasado, cuando se puso de moda huir del centro, soportaron la movida de los ochenta, cuando la caída de los precios congregó a una multitud de nuevos colonos que llegaron cargados de estanterías del Rastro, posters del Che Guevara, y telas hindúes que lo mismo servían para adornar la pared, cubrir la cama o forrar un sofá desvencijado, rescatado por los pelos de la basura, y sobrevivieron al resurgir de los noventa, cuando en el primer ensayo de la burbuja inmobiliaria resultó que lo más cool era volver a vivir en el centro.

EL SÍNDROME E


Quinta entrega de la serie de novelas protagonizadas por Franck Sharko, comisario en la Dirección Central de la Policía Judicial de París. Al que se añade a partir de esta entrega Lucie Henebelle,  teniente de policía en Lille.

Hasta ahora la novela de Franck Thilliez que más me ha gustado, parte de la serie protagonizada por Sharko y Hennebelle y, por primera vez Thilliez no me recuerda a otros autores.
Con un fondo escalofriante de crímenes sin explicación, Thilliez construye una novela sólida sobre el control de los estados y el abuso de poder. En medio del horror se gesta una historia de amor.....y hasta ahí puedo leer.
La recomiendo¡¡

Sinopsis (Ed. Destino)
Un hecho muy extraño altera el verano de la teniente de la policía de Lille Lucie Hennebelle: un ex amante suyo se ha quedado ciego cuando visionaba un cortometraje que acababa de comprar al hijo de un coleccionista recientemente fallecido. Una película, muda, anónima, con un toque malsano, diabólico y enigmático.
A trescientos kilómetros de distancia, el comisario Franck Sharko, de la policía criminal, acepta volver al servicio bajo la presión de sus jefes, tras haber abandonado el departamento. Se han hallado cinco cadáveres a dos metros bajo tierra que resultan imposibles de identificar, ya que tienen las manos cortadas, la cabeza abierta y cerebro, dientes y ojos extraídos.
Al tiempo que Lucie descubre los horrores que oculta la película, una misteriosa llamada le informa de la relación entre el filme y la historia de los cinco cadáveres, y hace que Lucie y Sharko, dos seres absolutamente distintos, y quizás por ello tan cercanos, se encuentren para investigar lo que parece el mismo caso.

El síndrome E (fragmento)

Y años más tarde se daría cuenta de que, en definitiva, este curro consiste en aprender a vivir solo con los propios demonios, a beber copas en barras cochambrosas y a vomitar el propio rencor cuando uno ya no puede más.


LA LEY DEL MENOR


Cuando McEwan decide abordar los sentimientos, se concentra y escribe una gran novela, lo hizo con Sábado, lo hizo con Solar y repite con La ley del menor, que ha pasado automáticamente a formar parte de esa lista de obras favoritas del autor que llevo conmigo desde que leí la primera.
La ley del menor es, ni más ni menos, que la historia de una mujer y sus miedos, sus esperanzas, sus sentimientos..., su fe. Historia desde el presente que bucea sutilmente en el pasado y adivina el futuro; historia de un instante en la madurez que hace "pasar revista" a todo lo vivido y reflexionar sobre lo que se esperaba y lo que se ha conseguido.
Fiona Maye es jueza y ha vivido "según los cánones" pero ¿ha sido suficiente?; para averiguarlo he leído "casi de un tirón" La ley del menor que, desde la foto de la portada hasta la última página no me ha defraudado.
Muy, muy, muy recomendable¡¡¡

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Acostumbrada a evaluar las vidas de los demás en sus encrucijadas más complejas, Fiona Maye se encuentra de golpe con que su propia existencia no arroja el saldo que desearía: su irreprochable trayectoria como jueza del Tribunal Superior especializada en derecho de familia ha ido arrinconando la idea de formar una propia, y su marido, Jack, acaba de pedirle educadamente que le permita tener, al borde de la sesentena, una primera y última aventura: una de nombre Melanie. Y al mismo tiempo que Jack se va de casa, incapaz de obtener la imposible aprobación que demandaba, a Fiona le encargan el caso de Adam Henry. Que es anormalmente maduro, y encendidamente sensible, y exhibe una belleza a juego con su mente, tan afilada como ingenua, tan preclara como romántica; pero que está, también, enfermo de leucemia. Y que, asumiendo las consecuencias últimas de la fe en que sus padres, testigos de Jehová, lo han criado, ha resuelto rechazar la transfusión que le salvaría la vida. Pero Adam aún no ha cumplido los dieciocho, y su futuro no está en sus manos, sino en las del tribunal que Fiona preside. Y Fiona lo visita en el hospital, y habla con él de poesía, y canta mientras el violín de Adam suena; luego vuelve al juzgado y decide, de acuerdo con la Ley del Menor.
Con lo que ocurre después para ambos compone IanMcEwan, con un oficio que extrae su fuerza de no llamar nunca la atención sobre sí mismo, una pieza de cámara tan depurada y económica como repleta de conflictos y volúmenes; una novela grácil y armoniosa, clásica en el mejor sentido de la palabra, que juega su partida en el terreno genuino de la escritura más indagadora: el de los dilemas éticos y las responsabilidades morales; el de las preguntas difíciles de responder pero imposibles de soslayar. La ley del menor habla del lugar donde justicia y fe se encuentran y se repelen; de las decisiones y sus consecuencias sobre nosotros y los demás; de la búsqueda de sentido, de asideros, y de lo que sucede cuando éstos se nos escapan de las manos: lo hace con la seguridad tranquila de un maestro en la plenitud quintaesenciada de sus facultades.

La ley del menor (fragmento)

1Londres. Una semana después de iniciado el Trinity Term.1 Clima implacable de junio. Fiona Maye, magistrada del Tribunal Superior de Justicia, tumbada de espaldas una noche de domingo en un diván de su domicilio, miraba por encima de sus pies, enfundados en unas medias, hacia el fondo de la habitación, hacia unas estanterías empotradas, parcialmente visibles junto a la chimenea y, a un costado, al lado de una ventana alta, a una litografía de Renoir de una bañista, comprada treinta años antes por cincuenta libras. Probablemente falsa. Debajo, en el centro de una mesa redonda de nogal, un jarrón azul. No recordaba de dónde lo había sacado. Ni cuándo fue la última vez que lo llenó de flores. La chimenea llevaba un año sin encenderse. Gotas de lluvia ennegrecidas caían con un sonido de tictac en la rejilla a intervalos irregulares, sobre un papel de periódico hecho una bola. Una alfombra de Bujará cubría los anchos tablones encerados del suelo. En el borde de la visión periférica, un piano de media cola con fotos de familia enmarcadas en plata sobre el brillo del mueble, de un negro muy oscuro. En el suelo, junto al diván, al alcance de su mano, el borrador de una sentencia. Y Fiona, tumbada de espaldas, deseaba que todas aquellas hojas estuviesen en el fondo del mar.

COMISIÓN DE LAS LÁGRIMAS


Bien es sabido, por l@s que me conocen, que me encanta Lobo Antunes, me encanta la literatura portuguesa y cada vez que un autor de mis favoritos publica, me apresuro a la biblioteca para que nadie me "robe" la primicia....
Pero este libro de Lobo, me resisto a llamarle novela, me ha dejado patidifusa, agotada, frustrada....
Largo, críptico, monologuístico, esquizofrénico??? no se como definirlo, pero esperaba otra cosa.
Por tanto os dejo la crítica de Antonio Orejudo, para El País, que lo cuenta a la perfección, coincido en todo con el, pero no soy capaz de expresarlo de una forma tan respetuosa y culta.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/10/02/babelia/1443782004_143500.html

Sinopsis (Ed. Literatura Random House)
Lobo Antunes rescata el episodio más traumático de la historia de Angola, el que hizo que el país perdiera la inocencia, a través de los recuerdos y los sueños fragmentados de una mujer desgarrada.
El cántico desgarrador de una mujer torturada es uno de los episodios más conocidos de la historia de Angola. Esa mujer era comandante del batallón femenino del MPLA y fue arrestada, torturada y finalmente asesinada a raíz de los terribles acontecimientos que siguieron al golpe de Estado de mayo de 1977. Cuentan que mientras la torturaban no dejó de cantar un solo instante.
António Lobo Antunes se inspira en este sobrecogedor suceso para contar la historia de Cristina, ingresada en una clínica psiquiátrica de Lisboa en la actualidad. En su tormentoso y desbocado torrente de recuerdos, diálogos y episodios traumáticos, Cristina rememora su temprana infancia en África, al tiempo que en el interior de su cabeza se entretejen las voces de su madre, una emigrante portuguesa blanca que ejerció de corista en Angola, y de su padre, ex sacerdote de raza negra y uno de los torturadores de la tristemente llamada «Comisión de las Lágrimas».
Cada nueva novela de Lobo Antunes es un acontecimiento literario, una obra maestra ineludible, y Comisión de las Lágrimas no es una excepción. En ella el autor portugués se sumerge de lleno en un mundo caótico donde la realidad y la fantasía, los sueños y las alucinaciones, las verdades y las mentiras se mezclan hasta reconstruir el retrato de un país fracturado por la guerra.

Comisión de las Lágrimas (fragmento)

1Nada a no ser de vez en cuando un escalofrío en los árboles y cada hoja una boca en un lenguaje sin relación con las demás, al principio ceremoniosas, dudaban, pedían permiso, y después palabras destinadas a ella y de las que se negaba a entender el sentido, cuántos años hace que me atormentan, no tengo que darles explicaciones, suéltenme, esto de niña, en África, y después en Lisboa, la madre se acercaba al mueble de la cocina donde guardaba las medicinas
–¿Son las voces Cristina?
aquí en la Clínica silencio, con las inyecciones las cosas dejan de interesarse por mí, una frase, a veces, pero sin amenazas ni enfados, solo el nombre
–Cristina
una amabilidad diligente
–¿Cómo estás Cristina?
o una queja
–No nos haces ni caso la cama, la mesa y las sillas casi objetos de nuevo, aunque se sienta un resentimiento que espera, no se atrevía a tocarlos, se tumbaba pesando lo menos posible con la esperanza de que la almohada o las sábanas no la sintieran y puede ser que se distraigan y no la sientan, no deben de sentirla porque ningún
–¿Cómo estás Cristina?
desde hace semanas, exceptuando las hojas en un capricho del viento y las bocas de vuelta por un instante, lo que me molestan las bocas, el director de la Clínica
–Me estoy planteando darle unos días de permiso si me promete tomarse las pastillas

LUTO DE MIEL


Segunda entrega de la serie de novelas protagonizadas por Franck Sharko, comisario en la Dirección Central de la Policía Judicial de París.

Segunda novela que leo de Thilliez y......, ummm me ha gustado menos que la primera.
Ya dije que El ángel rojo me traía aromas de otro autor francés muy de moda últimamente, y esta me trae aromas de allende los mares, esos sucesos "sobrenaturales", esos maníacos crueles, esas búsquedas con peligro para la propia vida....¿quizás os suena de una forense sureña?
Ha sido entretenido leer Luto de Miel aunque los detalles entomológicos se hacen, en ocasiones, pesados. El final, claramente abierto, me inclina a pensar que leeré el siguiente; si es que soy incorregible¡

Sinopsis (Ed. Edhasa)
En un momento en que la vida personal del comisario Sharko parece tocar fondo, después de perder en un accidente a su esposa y a su hija, se enfrenta a uno de los casos más macabros y enigmáticos a los que nadie haya tenido que enfrentarse: la aparición de una joven arrodillada, completamente desnuda, rasurada y a la que parecen haber estallado los órganos, en el interior de una iglesia. Todo parece resultado de un horripilante rito, o bien constituir un apocalíptico mensaje, pero lo que pondrá al comisario sobre la buena pista serán unas pequeñas mariposas, todavía vivas, en el interior de su cráneo. Desde luego, se enfrenta a un asesino muy cruel, y la ayuda de una médium resultará particularmente necesaria en este caso. El conjunto de novelas de Thilliez, obra y autor de culto en su país desde hace ya un tiempo, es una de las más rompedoras, duras, violentas e impactantes que se han publicado en muchos años. Es más fácil encontrar términos de comparación en el ámbito del cine (Seven, El silencio de los corderos...) que en la literatura reciente, porque su capacidad para angustiar al lector y mantenerle atrapado por sus tramas y sus personajes mediante la palabra es realmente algo muy fuera de lo común. En los últimos años, y desde la publicación en Marlow de El Ángel Rojo, obras como El síndrome E y Gataca le han convertido en uno de los autores más populares del género también en España y se encuentra en este momento en la cresta de la ola. Un auténtico renovador del género que se apoya con criterio en referentes cinematográficos para crear una novela de gran impacto.

Luto de miel (fragmento)

Capítulo 1Un año… Un año desde el accidente.
Un momento de descuido. Un segundo. Ni siquiera eso. Una pulsación. Arcén de carretera nacional. Un pinchazo. Me agacho, recojo una tuerca que ha rodado hasta debajo del chasis. Me levanto. Demasiado tarde. Mi mujer corre por la calzada, mi hija cogida a sus dedos. Un vehículo que surge, demasiado deprisa. Azul. Aún veo ese azul demasiado chillón, mientras me lanzo vociferando. El chirrido de los frenos sobre el asfalto anegado. Y luego, nada más…
Un día, vuelves a aprender a vivir.
Y , al día siguiente, todo se va a la mierda…
Delante de mí, en el hueco de las murallas de Saint-Malo, un tipo deambula tranquilamente, cabello al aire, el rostro embellecido por las tonalidades rojas de un crepúsculo llameante.
Es él, lo he reconocido sin ningún tipo de duda. Francia no es lo suficientemente grande, tengo que cruzármelo en el camino, al final de mis vacaciones. El que les arrancó la vida.
El loco al volante.


LOS INDESEADOS


Hasta ahora había leído cuatro libros de Yrsa Sigurðardóttir, los tres protagonizados por los abogados islandeses Þóra y Matthew (El último ritual, Ladrón de almas y Ceniza) y un thriller siniestro titulado Sé quien eres.
En estas tardes oscuras de invierno he leído Los Indeseados y la sensación es muy similar a los anteriores, sencillez de lenguaje y de tramas, pero una oscuridad siniestra envuelve todo lo que escribe Sigurðardóttir, no sé si es intencionado, no sé si la falta de luz de Islandia influye, o la soledad; pero se termina la novela pensando en una isla de gente sola y triste, con un pasado oscuro que condiciona un futuro inexistente.
La enfermedad mental, la soledad y la oscuridad, son tres constantes en las novelas de esta escritora que, a pesar de todo, se deja leer con un cierto placer.
Para el invierno¡¡

Sinopsis (Ed. Reservoir Books)
En la remota Islandia...
Aldis trabaja en un centro de menores en la Islandia rural de los años setenta. Una noche, Aldis es testigo de algo profundamente perturbador. Poco después, dos chicos del centro aparecen muertos.
Décadas más tarde, Odin, padre soltero, investiga un supuesto caso de abuso sexual siguiendo las pesquisas de su predecesor, que falleció de forma súbita y sospechosa.
Remover el pasado tiene sus consecuencias.
A medida que avanza en la investigación, Odin se da cuenta de que los terribles sucesos ocurridos en los setenta parecen estar relacionados con el accidente que se cobró la vida de su ex mujer: ¿fue su muerte un asesinato y no un accidente, como ha pensado durante años?

Los indeseados (fragmento)

El final

Óðinn tosió y se sobresaltó. ¿Cuánto tiempo llevaba dormido? Quizá solo acababa de echar una cabezada. Soltó una risa ahogada y le sorprendió su propio resuello. Se sentía bien, pero le pareció que iba a dormirse otra vez e hizo un esfuerzo por evitarlo. ¿Dónde se encontraba? Trató de sonreír, pero su intento se redujo a un mero esbozo y no pudo evitar que le volviera a entrar la risa. Seguidamente todo quedó en silencio. Solo se oía el rugido del motor. Su hechizante sonido le cerraba los párpados. ¿Estaba borracho? De nuevo una tos. Pero, en esa ocasión, no procedía de su garganta. Entreabrió los ojos y miró alrededor con dificultad. Seguía en su sitio, en el asiento del conductor. Sentada a su derecha estaba su hija Rún, con la cabeza hundida sobre el pecho y el pelo negro caído hacia delante ocultando su delicado rostro. Se echó a reír como si no hubiera visto nada más gracioso en su vida. Pero algo raro ocurría allí. Estaba borracho frente al volante. Aunque no del todo. Y, aun así, estaba contento.
Rún volvió a toser y su cabeza dio una sacudida. Su pelo onduló adelante y atrás, adelante y atrás, como movido por el viento, y Óðinn volvió a soltar una carcajada. Sin embargo, a pesar de aquel extraño estado de felicidad, algo le decía que la situación no tenía ninguna gracia. Pero, al mismo tiempo, una sonrisa radiante le iluminaba el rostro.