sábado, 25 de noviembre de 2017

LA PIRÁMIDE INMORTAL


RESEÑADO por José Gómez para LIBROS,  el 6 de Enero de 2015.
Reseña de La Pirámide Inmortal de Javier Sierra.
La gran odisea de un Napoleón que al final no consigue resplandecer totalmente. Leed la reseña completa en el siguiente enlace:
http://miscriticassobrelibrosleidos.blogspot.com/…/la-piram…

Sinopsis (Ed. Planeta)
El gran misterio de la humanidad, la inmortalidad, es la piedra angular sobre la que giran los argumentos de la nueva novela de Javier Sierra, La pirámide inmortal, una versión revisada, actualizada y ampliada de su novela El secreto egipcio de Napoleón.
Después de El maestro del Prado, Javier Sierra vuelve con más emoción, más sentimiento, más enigmas. Agosto de 1799. Un hombre ha quedado atrapado en el interior de la Gran Pirámide y se debate entre la vida y la muerte. Es el joven general Napoleón Bonaparte. En ese lugar, aislado bajo toneladas de piedra, está a punto de serle revelado un secreto ancestral que alterará para
siempre su destino. Alquimistas, hechiceros, bailarinas egipcias, viejos maestros descendidos de las montañas y grandes personajes históricos competirán con él en la búsqueda del tesoro más preciado: la fórmula de la vida eterna.

La pirámide inmortal (fragmento)

1
Gran Pirámide, meseta de Giza

12 de agosto de 1799

«¡Atrapado…!».

El pulso del soldado se aceleró, golpeando sus sienes con la fuerza de una maza.
Todo se precipitó al extinguirse su última antorcha.
Su cuerpo, hasta entonces firme, se desplomó como si las garras de un enorme dragón hubieran tirado de él hacia el centro de la Tierra. El golpe lo dejó consciente pero desorientado. No acertaba a comprender qué o quién lo había agredido. No le dolía nada. No se había roto ningún hueso. No parecía herido. Pero por alguna razón sus piernas habían dejado de sostenerlo. ¿Qué podría haber derribado a un hombre de su naturaleza, fuerte y testarudo, en el centro de una habitación vacía? ¿Una crisis de ansiedad? —Tragó saliva.
¿La picadura de un insecto?
¿Lo habrían envenenado tal vez?
Antes de encontrar una respuesta aceptable, las pupilas del extranjero se dilataron por completo. Con horror acababa de descubrir que no eran solo las piernas las que no le respondían; también estaba perdiendo el control sobre los movimientos del cuello y sobre los dedos de sus manos.
De poco sirvió que aquel joven de casi treinta años, sano hasta hacía un minuto, aumentara el ritmo de su respiración y tratara de sacudirse, desesperado. Ni tampoco que, tendido de espaldas contra el suelo, paleteara el aire con los brazos. Estos también languidecían a un ritmo preocupante como si todo en él, salvo el pánico, fuera a apagarse de un momento a otro.
—¿Qué me pasa? —gritó con la mirada clavada en ninguna parte, haciendo un esfuerzo sobrehumano—. ¡Sáquenme de aquí!
Entonces, la voz también se le apagó. Y convencido de que iba a morir, parpadeó por última vez. Aquella repentina parálisis lo dejó inerte en el suelo durante un tiempo difícil de precisar. La sala en la que se encontraba, un recinto de paredes, enlosado y techumbre de granito rojo, pulido, de unos diez metros de largo por cinco de lado, se había diluido por completo en las tinieblas. El humo de su antorcha terminó por desaparecer de su nariz y los que hasta entonces habían sido los únicos signos vitales del lugar —una pareja de murciélagos chillones colgados del techo y algún que otro grillo— enmudecieron como si ellos también se confabularan con la oscuridad.

SANGRE O AMOR


Vigesimocuarta entrega de la serie de novelas protagonizadas por el comisario Brunetti, veneciano.

He cumplido, con gusto, mi cuota anual de Donna Leon y su comisario Brunetti.
Como el criminal que vuelve a la escena del crimen, Brunetti vuelve al escenario de su primera investigación La Fenice que acoge ópera y crimen, una combinación que siempre funciona. Aunque como ya he dicho en ocasiones anteriores, las novelas de Leon han ido perdiendo "fuelle" con el tiempo, debo reconecer, que me gusta Brunetti, me encanta la Srta Electra, me cansa Paola y a los hijos les daría un buen "repaso", pero.....la adicción es tal que no me pierdo ninguna novela de Donna Leon, a pesar de los pesares.
Entretenida para un "ratito corto" y para fieles a los personajes.

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
Un admirador de la soprano Flavia Petrelli ha traspasado la línea que separa a un fan inofensivo de un seguidor obsesionado. Conoce todos los pasos de su ídolo, dónde se encuentra en cada momento e intenta llamar su atención colmándola de rosas amarillas y regalos caros. Y lo que es peor: todo apunta a que está detrás de una serie de ataques sufridos por amigos y personas del entorno de la diva. La cantante de ópera se encuentra en Venecia interpretando con éxito Tosca en el emblemático teatro La Fenice, así que será sólo cuestión de tiempo que el comisario Guido Brunetti, viejo amigo de la infancia que ha ayudado a la artista en ocasiones anteriores, ponga a todo su equipo a su servicio. Eso incluye investigar en el pasado de Petrelli y conocer el lado oscuro del mundo del espectáculo, las presiones y la rivalidad que crece detrás del escenario. Como reconoce la artista, «los fans son fans: nunca son amigos».
Peligroso es aquel que nada tiene que perder.

1

La mujer se arrodilló ante su amante, y con el rostro y el cuerpo rígidos de pavor se miró la mano manchada desangre. Estaba tendido con el brazo estirado y la palma vuelta hacia arriba, como rogándole que le diera algo; la vida, quizá. Ella le había tocado el pecho en un intento de que se levantara por que tenían que marcharse, pero al ver que no se movía lo había zarandeado: el dormilón de siempre, que no quería levantarse de la cama.
Entonces descubrió que la mano se le había teñido de rojo. Como en un acto reflejo, se la llevó a la boca para ahogar un grito; sabía que no debía hacer ningún ruido que delatase su presencia. No obstante, el terror pudo más que la cautela y empezó a gritar su nombre una y otra vez, diciéndose a sí misma que estaba muerto y que todo había terminado. Así, bañado en sangre.
Se miró y vio manchas rojas por todas partes: ¿cómo era posible que teniendo una palma tan pequeña hubiese esparcido tanta sangre? Se tocó los labios con los dedos de la otra, y al ver que éstos se teñían de la sangre que tenía en el rostro le sobrevino el pánico y pronunció su nombre. Era el fin. Lo llamaba sin cesar, cada vez más alto, pero él ya no podía contestarle; ni a ella ni a nadie. Sin pensar en lo que hacía, se inclinó sobre él para besarlo, lo agarró de los hombros y trató en vano de devolverle la vida, pero todo había terminado para ambos.

EL SECRETO DE LA SEÑORA HOWELL


1897, estado de New York, una granja aislada, forajidos, disparos, muerte, venganza.....¡
Y me dije, una de "vaqueros" literariamente escrita, y si, pero no.
El secreto de la Sra. Howell es tan evidente desde las primeras páginas que más que un secreto es una "certeza" y eso resta misterio a la trama que, por otra parte, no tiene mucho más a donde agarrarse.
No es del "oeste" pero lo pretende y no lo consigue, la trama es tan embrollada (aunque su pretensión es misteriosa) e inconsistente que acaba siendo increíble y un punto tediosa.
Por último, los finales abiertos están sobrevalorados, salvo que quien los escribe sea un grande de la literatura.
Conclusión, promete más que da.
Prescindible.

Sinopsis (Ed. Siruela)
En invierno de 1897, un trío de forajidos asalta una granja aislada de la zona norte del estado de Nueva York. Cuando la comadrona Elspeth Howell regresa a su hogar después de una larga ausencia, se encuentra con la masacre: su marido y cuatro de sus hijos han sido asesinados. Antes de descubrir a Caleb, el quinto de sus hijos, oculto en la despensa, un nuevo disparo resuena. Caleb, el pequeño de doce años, tendrá que cuidar de su madre hasta que esta se recupere lo suficiente como para que ambos puedan salir al valle helado en busca de los responsables del atroz crimen.
Un retrato abrasador de un mundo inmisericorde, sobre la culpa y la inocencia perdida, la redención y el castigo, que nos recuerda a las obras de Michael Ondaatje y Cormac McCarthy.

El secreto de la señora Howell (fragmento)

Capítulo 1

Elspeth Howell era una pecadora. Ese pensamiento se cernía sobre ella como una sombra cuando se lavaba la cara o descubría su reflejo atrapado en una ventana, o al bajarse del tren tras meses lejos de casa. Cada vez que veía una iglesia o escuchaba algún versículo de la Biblia en boca de su marido, cada vez que se tocaba la sencilla cruz que le colgaba del cuello al cargar sus bolsas, sus faltas se le acumulaban en los más hondo del pecho, duras y pesadas como piedras. Sus múltiples pecados –la ira, la codicia, el robo– le tensionaban el cuerpo, y todo cuanto podía amortiguar la presión era el movimiento, encontrar algo en lo que ocupar sus débiles manos y su mente tentada. De modo que, una vez más, batió las piernas contra la nieve acumulada en ventisqueros que le llegaban hasta la cintura, y caminó.
Tras recorrer varios kilómetros, el cielo sobre ella se había convertido en una enorme mancha gris y las pesadas nubes liberaron su carga. Se aflojó la bufanda que le cubría la cara y el frío le invadió de súbito los pulmones. Tan pronto se deslizaba una gota de sudor por entre uno de los guantes o bajo cualquiera de sus rizos, esta se convertía en hielo que titilaba con la última luz.
Guardaba en el bolsillo una lista con los nombres y las edades de los niños, los años tachados hasta dos y tres veces, para no olvidarse de ninguno al comprar los regalos. Llevaba un escamador de pescado para Amos, catorce, un llamador de gansos para Caleb, doce, un cuchillo de caza para Jesse, diez, un paño de lana de más de un metro para Mary, quince, una tira de lazo morado para Emma, seis, y un pequeño frasco de perfume para que las dos niñas lo compartieran. Cuidadosamente protegidos contra los elementos, escondidos en el fondo de una bolsa, había caramelos de fresa, gominolas y chicles. Para su marido, llevaba dos cajas de munición y un nuevo par de esquiladoras. En conjunto, todos estos bienes le habían costado una pequeña parte de su salario de cuatro meses de trabajo como matrona. El resto descansaba en las puntas de sus botas.


EL LADO OSCURO


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Konrad Simonsen, inspector jefe de la policía de Copenhague.

Inspector nórdico, cincuentón, con sobrepeso e incipiente diabetes, fumador, "alérgico a la vida sana y a la prensa", individualista, con golpes premonitorios en la resolución de sus casos y una hija joven......, ¿Qué me recuerda?.
Indudablemente al gran Kurt Wallander, lo que sucede es que Wallander sólo hay uno y el tal Konrad Simonsen no llega ni a "la suela del zapato".....
Y, dicho sea de paso..., Hammer&Hammer, tampoco llegan a la altura literaria de Henning Mankell, ni de lejos; en esta primera entrega de la serie intentan sin mucho éxito, explorar el lado oscuro de la pederastia y en eso se quedan, en un intento, que comienza de forma impactante (lease la contraportada de la novela) pero no tiene ni continuidad, ni ritmo, por decir algo.
Tendrán que mejorar mucho, los hermanos Hammer para que yo vuelva a adentrarme en el mundo, plano y aburrido, de Simonsen y sus "ad-lateres".

Sinopsis (Ed. Roca)
Una mañana unos niños realizan un hallazgo macabro: del techo del gimnasio de su escuela cuelgan, con precisión matemática, cinco cadáveres mutilados. El escenario recuerda una ejecución pública.
El inspector jefe de la policía de Copenhague, Konrad Simonsen, debe interrumpir sus vacaciones en la costa danesa para dirigir la investigación. Junto a su equipo, Simonsen trata de descifrar qué oculta el inteligente en impenetrable bedel de la escuela. Por fortuna, Simonsen es un perro viejo, tan experto como tenaz, y poco a poco logrará desenredar una trama de manipulación y venganza que tiene su origen en un pasado no tan lejano.


El lado oscuro (fragmento)

PrólogoDespués de arrojar los últimos trozos de leña, el hombre se enderezó, apretó los puños contra los riñones y se dobló un par de veces hacia atrás para mitigar un sorprendente dolor en la espalda. Estaba acostumbrado al trabajo físico, por lo que el esfuerzo de un par de horas que había empleado en llenar la fosa preparada en aquel campo no era demasiado, y frente a lo que había llevado a cabo en el transcurso del día, unos ligeros dolores musculares carecían de importancia. Simplemente, le extrañaban.
Un poco molesto, tomó el último bidón de queroseno y derramó el contenido sobre la madera, cuya capa superior estaba al nivel del terreno. Alrededor de quince metros cúbicos de madera de haya bien seca, con algo de olmo, castaño y abedul, más un ciruelo joven, con la corteza rojiza en el lado que miraba al mediodía, y verde en el de la umbría, tal y como observó con mirada experta. Además treinta y un sacos de carbón, una cantidad de la que había tomado buena nota antes de comenzar y que, después, había ido contando saco a saco a medida que los llevaba hasta el lugar, para que el trabajo se hiciera menos monótono. Miró el reloj y se dio cuenta de que la esfera estaba cubierta de sangre coagulada y que no se podían ver las manecillas. Igual que la última vez. Enfadado, se lo quitó y lo lanzó a la pira; escrutó el cielo, que comenzaba a oscurecerse. Por al oeste la cubierta de nubes bajas se iluminaba con el reflejo rojo oscuro del sol poniente, y el lago que se extendía bajo los campos aparecía gris y difuminado. La tormenta se aproximaba.

Y TODO A MEDIA LUZ


Séptima entrega de la serie de novelas protagonizadas por Luigi Alfredo Ricciardi, comisario de la brigada móvil de la Real Jefatura Policía de Nápoles en los años 30.

Me encanta Maurizio de Giovanni y me encanta su comisario Ricciardi¡¡¡
Dicho esto, he de aclarar que el mayor mérito de las novelas de esta serie no es la complicación de las tramas, ni siquiera, la dificultad en resolver los casos; lo que más me gusta es la recreación del ambiente, la política, las relaciones y la vida en Nápoles años 30.
Tienen estas novelas y sus personajes un "no sé qué" que me atrapa y hace que las termine en un "abrir y cerrar de ojos". He disfrutado mucho, aun habiendo dejado a Ricciardi en una situación que no me gusta, no me gusta nada¡¡¡

Sinopsis (Ed. Lumen)
Corre el año 1932. Ha llegado la primavera a Nápoles, y las calles se llenan de gente dispuesta a estrenar vestidos ligeros y pamelas, pero Ricciardi está demasiado ocupado resolviendo un nuevo caso como para percatarse de que el aire es ahora más ligero: Rosaria, una joven de veinticinco años, ha sido asfixiada en su habitación del famoso burdel Paraíso con una almohada. Allí la encuentran Ricciardi y su inseparable ayudante Maione, descompuesta entre las sábanas, con signos evidentes de asfixia, pero sin otras heridas que puedan delatar al asesino. Al parecer, tampoco falta nada importante que pueda hacer pensar en un robo, y el asunto se complica...
Muy pronto Ricciardi y Maione descubren que Rosaria era una prostituta muy especial, tanto que la llamaban Víbora. Su belleza y sus artes amatorias eran conocidas en toda la ciudad, hasta el punto de que Sergio Ventrone, un distinguido caballero, estaba pagando sus servicios en exclusiva, y Giuseppe Coppola, un joven repartidor de fruta, estaba dispuesto a casarse con ella. Giuseppe fue el último hombre que la vio viva, y Ventrone el primero que la vio muerta: ¿quién más la vio entre una visita y otra?
Al final el caso tendrá una resolución insólita, pero el lector descubrirá una vez más que el amor y el hambre están siempre ligados a las muertes violentas, y quien mejor sabe hilvanar estas pasiones es Maurizio de Giovanni.

Y todo a media luz (fragmento)

1

Un centenar de metros separaba la jefatura de policía de El Paraíso, la parte final de la vía Toledo y un tramo de la vía Chiaia. La hora era complicada: las aceras muy concurridas, las tiendas abiertas y el aire suave de las primeras horas de una tarde primaveral que invitaba a dar un paseo. Ricciardi y Maione avanzaban con dificultad entre el gentío, tratando de no perder de vista a la vieja que los precedía moviéndose sobre las piernas zambas con sorprendente agilidad, seguidos por los guardias Cesarano y Camarda, que no dejaban de intercambiar miradas pícaras. Habían empezado el intercambio cuando Maione les comunicó la dirección y ya no habían parado.
Ricciardi no se fiaba de la primavera. No había nada peor que las ventanas que se abrían, que el aire suave, el perfume a bosque y a mar que el viento traía de Capodimonte o del puerto. Tras el invierno de silencios, de calles gélidas azotadas por la tramontana, de sabañones y lluvia helada, las pasiones habían acumulado tanta energía destructiva que no veían la hora de eructar su desorden.


DON DE LENGUAS


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por la periodista Ana Martí.

Una nueva estrella ha nacido en mi universo negro-literario, Ana Martí, periodista de sociedad devenida en investigadora y cronista de sucesos. Leí la segunda novela de la serie (El gran frío) y me produjo buenas sensaciones, estas se han visto multiplicadas en la primera novela protagonizada por esta mujer intrépida que sobrevive en la España negra-negrísima de los años 50. He disfrutado muchísimo con este Don de Lenguas que retrata de forma impecable una España de la que, todavía, no nos hemos liberado...¡
Muy recomendable, tanto que os dejo un enlace, cortesía de Siruela, por si queréis probar una novela negra que relata algo más que crímenes.
ww.siruela.com/catalogo.php?id_libro=2155

Sinopsis (Ed. Siruela)
«Allí estaba Mariona. Blanca, rubia, carnosa y muerta.»

Barcelona, 1952: quedan pocas semanas para el Congreso Eucarístico, y la consigna oficial es dar una imagen impoluta de la ciudad, pues está en juego la legitimidad internacional del Régimen.
Ana Martí, novata cronista de sociedad de La Vanguardia, encontrará en el encargo de cubrir el asesinato de Mariona Sobrerroca, una conocida viuda de la burguesía, su oportunidad para escribir sobre temas serios. El caso ha sido encomendado al inspector Isidro Castro de la Brigada de Investigación Criminal, un hosco policía de doloroso pasado, que tendrá que aceptar de mala gana que Ana cubra la investigación.
Pero la joven periodista pronto descubrirá nuevas pistas que se apartan de la versión oficial de los hechos y recurre a la ayuda de su prima Beatriz Noguer, una eminente filóloga. Lo que en principio parecía una inofensiva consulta lingüística sobre unas misteriosas cartas encontradas entre los papeles de la difunta se convertirá en el inicio de una serie de revelaciones en las que están implicadas personas muy influyentes de la sociedad barcelonesa…
En medio de un ambiente hostil poblado de funcionarios y políticos corruptos, porteras entrometidas, policías violentos, prostitutas y ladrones de buen corazón, la inteligencia y el arrojo de Ana y los conocimientos lingüísticos y literarios de Beatriz serán sus únicas armas para resolver el caso.

Don de lenguas (fragmento)

Allí estaba Mariona. Blanca, rubia, carnosa y muerta.
Como un hurón enjaulado, Abel Mendoza iba de un lado a otro del monstruoso escritorio levantando pequeñas nubes de polvo al revolver pilas de papeles que no habían sido tocados desde hacía meses. Se volvió hacia los estantes llenos de libros de medicina. Las manos parecían haber cobrado vida propia y se movían enajenadas sacando libros, recogiendo algunos de los caídos al suelo, cerrando los cajones abiertos y abriendo los cerrados.
Finalmente encontró lo que buscaba. En ese momento, con un golpe involuntario del dorso de la mano izquierda, tiró al suelo una calavera de plástico, la mitad de la cual estaba recubierta de músculos y tenía un ojo; la otra, solo tenía los huesos pelados. Las calaveras siempre sonríen, incluso cuando caen al suelo y el impacto hace saltar el globo ocular, que huye dando botecitos como una pelota de ping-pong hacia el cuerpo yaciente.
Levantó la calavera y, a pesar del nerviosismo, o tal vez por ello, no pudo evitar corresponder a su sonrisa. Entonces, el ojo de plástico golpeó el tacón del único zapato que llevaba la muerta. Ese sonido seco y hueco desató el pánico definitivo.
Abel Mendoza abandonó la habitación y salió huyendo por la misma puerta que había abierto con una ganzúa hacía unos minutos.

EL BESO DEL DIABLO



Novena entrega de la serie de novelas protagonizadas por Marian Dahle y Cato Isaksen,  dos policías que trabajan en la comisaría de Grønland en Oslo, Noruega.

También la protagonista de esta novela (la cuarta entrega publicada en español) es una mujer, una joven adoptada, decidida y complicada, que lucha en un mundo de hombres para reivindicar su carácter especial y asumir su pasado, presente y futuro en un país tan diferente al suyo y rodeada de personas distintas.
No es que esta serie escrita por la noruega Unni Lindell sea el colmo de la originalidad pero tiene el plus de presentar un protagonista masculino Cato Isaksen, absolutamente insoportable y una protagonista femenina (la verdadera protagonista) Marian Dahle que aporta un punto de vista diferente, el de una mujer en "tierra extraña", creo que puede dar, todavía, muchas sorpresas.

Sinopsis (Ed. Siruela)
Tras un extraño incidente de tráfico, Vivian Glenne, una mujer que vive con sus tres hijos y con Roy Hansen, padre de los dos más pequeños, sale esa misma noche a buscar una flor para su hijo Kenneth. A la mañana siguiente, su ­cadáver aparece brutalmente golpeado. Cato Isaksen y Marian Dahle inician la investigación interrogando a ­Birgit y Frank, los claustrofóbicos vecinos de ­enfrente.  A su vez Dan, hijo mayor de Vivian, decide indagar por su cuenta con su amigo Jonas. La red de sospechosos que surge los arrastrará por caminos equivocados y Cato ­Isaksen y la inestable Marian Dahle tendrán muy poco tiempo para resolver este misterioso caso. Si no lo hacen rápido, habrá más muertes.

El beso del diablo (fragmento)

s.f@com.no
Bandeja de borradores
Jueves, 14 de julio 18:04
¡Besas como el mismo diablo! ¡Pero te detesto! Porque ahora sé que yo no era el único, éramos muchos. Estoy helado, como si me estuviera pudriendo por dentro. ¡Deseo que todo te salga mal!
He llorado por primera vez desde que era niño. Te quería para mí solo, para siempre. Ahora parece estúpido, pero yo deseaba que fuéramos tú y yo. Te reíste cuando te lo dije, pero yo pensaba que estaríamos juntos tanto tiempo que yo me encogería y me quedaría calvo, y tú tal vez enfermarías.  He soñado con eso, porque así estarías atada a mí. ¿Por qué tengo que comer de tu mano como un perro que adora a su amo? Vas muy escotada y llevas zapatos de tacón, o botas altas, y te embadurnas de maquillaje. La diferencia de edad lo hacía aún más emocionante, pero, en realidad, no tengo mucho más que decir. Es evidente que para ti todo esto no significaba nada.
Recuerdo la primera vez. Empujaste el parque del niño hasta pegarlo a la pantalla de la televisión. Estábamos en diciembre. A día 5, para ser exactos. En la programación infantil emitían un nuevo episodio de «El calendario de Adviento». El número 5 brillaba cubierto de purpurina roja. Tu hijo estaba allí plantado, con el chupete puesto, mirando fijamente el televisor.