martes, 5 de diciembre de 2017

SARUM. La novela de Inglaterra


Reconozco que os he tenido abandonados unos días, pero entre el trabajo y esta novela, no he tenido tiempo para nada¡¡¡
Es sabido que soy rendida admiradora de Edward Rutherfurd y su "historia novelada", no me atrevo a llamarle novela histórica porque ese nombre me trae malas vibraciones y, además, algun@s de los amig@s de LIBROS podrían crucificarme, con razón¡¡¡
Llámese como se llame, he disfrutado infinitamente de esta historia de Inglaterra desde la prehistoria hasta 1985 relatada, como es habitual en Rutherfurd, a través de la vida de varias familias que van cambiando de vida, de estatus, de pensamiento y de lugar; como la vida misma¡¡¡
Me ha encantado y sus 1200 páginas se me han quedado cortas...¡

Sinopsis (Ed. Roca)
Con Sarum, Edward Rutherfurd se adentra esta vez en los entresijos históricos de la civilización británica, civilización que cobra vida a través de los acontecimientos que tuvieron lugar en la zona de Salisbury a lo largo de casi cien siglos.
Los parajes de Salisbury serán el escenario por el que transcurran las agitadas vidas de cinco familias muy diferentes. Se trata de los Wilson y los Shockley, envueltos en una espiral de rivalidad y venganza durante más de cuatrocientos años; de los Mason, involucrados en la creación de lugares como Stonehenge o la catedral de Salisbury; de los Porteus, descendientes de un joven soldado romano en el exilio; y de la familia aristocrática de los Godfrey, que caerán en la absoluta miseria antes de lograr recuperar su fortuna.
Un minucioso retrato de la civilización británica firmado por uno de los grandes maestros de la novela histórica que nos recuerda que son los destinos individuales los que trazan el devenir de los grandes acontecimientos.

Sarum. La novela de Inglaterra (fragmento)

EL VIEJO SARUM

Viaje a Sarum
En primer lugar, antes del comienzo de Sarum, hubo un tiempo en que el mundo era un lugar más frío y sombrío.  
Sobre una zona inmensa del hemisferio septentrional —quizás una sexta parte de todo el globo terráqueo— se extendía una descomunal capa de hielo. Yacía principalmente al norte de Asia; cubría Canadá, Escandinavia y unas dos terceras partes de las futuras tierras de Gran Bretaña. De haber sido posible atravesar este gigantesco continente de hielo, el itinerario habría cubierto unos 8.000 kilómetros en cualquier sentido en que se emprendiera. El volumen del hielo era impresionante; incluso en su borde exterior medía aproximadamente 10 metros de altura.  
Hacia el sur, la parte subártica de la capa de hielo estaba circundada por una amplia franja de tundra desértica y desolada de varios centenares de kilómetros de anchura.  
Éste era el mundo frío y tenebroso que existió hace unos veinte mil años antes del nacimiento de Cristo.  
Dado que la inmensa capa de hielo contenía una notable porción del agua de la Tierra, el nivel de los mares era más bajo que el de tiempos más recientes — algunos mares ni siquiera existían—, de modo que las tierras ubicadas al sur eran más elevadas y sus riscos se alzaban sobre unos abismos desiertos que desaparecieron hace mucho bajo las aguas.

lunes, 4 de diciembre de 2017

TODO LO PERDIDO Y LO ENCONTRADO


Absténganse de esta novela tod@s l@s amig@s de LIBROS exentos de romanticismo......¡¡¡

Esta "novela del año" y ópera prima de Lucy Foley es un folletín escrito con más o menos corrección que no aporta nada al panorama literario actual, seguramente sería un bombazo en otra época pero ahora mismo, por lo menos yo, necesito algo más que una historia romántica, a través de los años, para "engancharme" a una novela.
Eso sí, es entretenida para una tarde lluviosa de invierno, todo lo entretenida y banal que puede ser una "novelita romántica" con aspiraciones.
Por tanto, a otra cosa mariposa¡¡¡

Sinopsis (Ed. Maeva)
Corren los años ochenta y a Kate, una joven fotógrafa londinense, le está costando mucho sobreponerse a la muerte de su madre, una famosa bailarina de orígenes inciertos. Cuando recibe de manos de su abuela adoptiva un misterioso retrato de una mujer que guarda un sorprendente parecido con su madre, Kate se embarca en un viaje para desenmarañar su historia familiar que la llevará desde Córcega, donde está la casa del famoso pintor Thomas Stafford, hasta el París de los años treinta. En este inolvidable periplo, con el que pretende hacer las paces con su pasado, descubrirá una gran historia de amor truncada por la guerra y un gran misterio: ¿qué relación tiene el autor del cuadro con su madre? ¿Y con la propia Kate?

Todo lo perdido y lo encontrado (fragmento)

Primera parte
La obra de un maestro
1
Hertfordshire, agosto de 1928 Los jardines ya están vibrantes de vida. El aire posee un aroma a expectativas; la gente ha venido aquí para hacer cosas imprudentes, cosas estúpidas que más adelante podrían lamentar, aunque la gracia de todo reside en no lamentarlo. Y es que el tema de la fiesta es la juventud. No todos los invitados son jóvenes, pero eso no importa. La juventud se puede fingir con facilidad mediante una actitud adecuada. Es la actitud lo que cuenta. Está ahí, en las rodillas pálidas que asoman fugazmente bajo los dobladillos, en el tintineo del champán al ser servido, en el ritmo salvaje de la batería. Y sobre todo está en el baile, rápido, demasiado rápido para distinguir cada uno de los movimientos individuales, de modo que lo único que se puede percibir es una masa borrosa, histérica, frenética, con la piel brillante por el sudor.
Tom no es muy dado al baile. O, al menos, no hasta después de tres o más copas de champán, la primera de las cuales se toma con sed. El tallo alargado de la copa y el gran cáliz con su frágil borde de cristal no fueron diseñados para tragos apresurados, de modo que derrama una buena cantidad sobre la pechera de su camisa, cuya tela se adhiere ahora translúcida a su piel.
Tom se siente como pez fuera del agua. Nunca ha asistido a un evento de ese tipo. Es uno de esos sobre los que se puede leer en las páginas de sociedad: “jóvenes adinerados y beodos realizando ultrajantes cabriolas”; la Bright Young People.* La prensa los adora y los odia. Los homenajea, los vilipendia, y sabe muy bien que no vendería tanto sin ellos. Hay hombres con cámaras acechando entre las sombras en los alrededores del recinto. Cuando llegaron, Tom se fijó en una pareja plantada entre los arbustos; aunque no malgastaron lámparas de flash con su entrada. Él está ahí «de pegote», como invitado de Roddy, un conocido de Oxford con buenos contactos. Los dos llevan ya un año en la universidad, y Tom no está muy seguro de que su amistad vaya a durar hasta los exámenes finales, pues parece que no tienen prácticamente nada en común. Pero, de cualquier modo, han ido juntos. «Eres guapo —le dijo Roddy— así que tú atraerás a las chicas y yo me lanzaré y las cazaré.»

LA ARAÑA Y LA MARIPOSA


Cuarta entrega de la serie de novelas protagonizadas por Greta Lindberg, librera, aficionada a la novela policiaca y detective amateur.

Cuarta entrega de esta serie negro-romántica o romantico-negra, tanto monta-monta tanto, protagonizada por la librera y detective aficionada Greta Lindberg y toda su familia dedicada a labores policiales en el pueblo sueco de Mora.
No pasa de entretenimiento barato, pero como dice Noelia Vallina para las tardes de manta-lluvia-sofá, es suficiente.
No recomendada para los amantes de la buena negra-nórdica, por previsible y romanticona, la traducción tampoco ayuda.
En fin, me voy con Rutherfurd que puede consolarme de cualquier lectura fallida¡¡
Que Sus Majestades de Oriente colmen todos vuestros deseos¡¡¡

Sinopsis (Ed. Vestales)
En el pueblo de Mora, los meses se han vuelto apacibles mientras el invierno llega lento y perezoso para instalar noches eternas y días de encierro. Un hombre, sin embargo, ha sido hallado muerto envuelto en nailon, colgando de una viga, en un viejo internado para varones.
Ese crimen enseguida remite a la desaparición de un niño ocurrida más de treinta años antes en el mismo internado, que nunca pudo ser resuelta. La investigación, entonces, estuvo a cargo de Karl Lindberg, actual inspector y jefe de la policía de Mora, además de padre de Greta, librera y detective aficionada, que no puede evitar investigar cada homicidio que se produce en el pueblo.
Pronto, los crímenes aumentan, aunque la astucia del asesino los disfraza de otra cosa: suicidios, muertes naturales. No hay más conexión entre ellos que el pasado común en el internado y la presencia de mariposas en cada uno de los asesinatos. El homicida trabaja con la minuciosidad y la paciencia de una araña en cuya tela van cayendo uno a uno aquellos que estuvieron relacionados con la desaparición nunca esclarecida.
Lena Svensson ha creado con Greta Lindberg una detective inusual: sagaz pero luminosa, lectora incansable de novelas de misterio, con guiños a otros autores del género; esta vez, Greta deberá lidiar, además de investigar las muertes, para delicia de los lectores que la siguen con devoción, con una media hermana, con los preparativos de la boda del padre y con un vínculo amoroso con el teniente Stevic que se afianza página a página.

La araña y la mariposa (fragmento)

PRÓLOGOMora, 9 de febrero de 1980. l teléfono despertó al agente Karl Lindberg cerca de las siete de la mañana. Se había acostado muy tarde la noche anterior y le costó discernir si lo que retumbaba en sus oídos era efectivamente el teléfono o la maldita alarma del reloj despertador que sonaba cuando se le antojaba. Se rascó la cabeza y barrió la habitación con los párpados entornados. En algún momento, mientras estaba dormido, había llegado a rodar hasta el otro lado de la cama, así que estiró el cuerpo para alcanzar el teléfono. Su torpe mano chocó con el aparato y logró sujetar el tubo antes de que cayera al suelo.
—Lindberg —dijo después de emitir un sonoro bostezo para que no le quedaran dudas a la persona que llamaba de que acababa de interrumpirle el sueño.
—Buenos días, agente. Como si lo tuviera enfrente, Karl se incorporó de inmediato y, al hacerlo, se golpeó la cabeza con el respaldo de la cama. Se mordió los labios para no soltar una palabrota.
—Buenos días, inspector. —No era usual que el inspector en jefe, Bjarne Fälemark, lo llamase a su casa un lunes tan temprano por la mañana. Si se había molestado en levantar el teléfono para comunicarse precisamente con él, que apenas llevaba un par de años en la comisaría, debía de tratarse de algo importante.
—Necesito que se presente de inmediato en el internado Brandeby: han denunciado la desaparición de uno de los niños. Grahn ya está al tanto y lo espera en el lugar —le informó.
Luego, sin despedirse siquiera, cortó. Karl se quedó mirando el teléfono durante unos segundos antes de reaccionar.
Una desaparición.

EL ÚLTIMO DÍA DE TERRANOVA


"En la gente es imprevisible la relación entre vida y lecturas. Siempre se dijo: Somos lo que leemos. Pero muchas veces, somos lo que no leemos". El último día de Terranova (Manuel Rivas)

Hay novelas que una no puede dejar de leer aunque quiera, aunque quiera dormir, comer, salir, hablar...., una no puede dejarlas; y El último día de Terranova es una de ellas, no es sólo la historia "sentimental" de... una librería de mi ciudad, es la historia de las librerías del mundo, de las ciudades del mundo y de los lectores del mundo.
Es la historia de los libros prohibidos y los libreros valientes, del fin de la dictadura en España, de la dictadura Argentina y la represión que las iguala, de los desaparecidos en vida o en muerte; es la historia de todos nosotros contada "a saltos" en la voz de Vincenzo Fontana Ponte, un "pobre cojito" que recorre A Coruña y el mundo desde Terranova.
No he podido parar de leerla y ahora me arrepiento porque me hubiese gustado que hubiera durado un poco más.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
La nueva novela de Manuel Rivas. La historia de una librería donde confluyen historias de amores, libros prohibidos, náufragos de la vida y la memoria oculta de nuestra historia reciente. Querrás entrar en Terranova.
Hay lugares que nunca deberían desaparecer.
«Estoy de pie frente al mar y tengo miedo a girarme y que todo desaparezca para siempre. Que cuando me vuelva, solo encuentre un inmenso vacío partido por la Línea del Horizonte, una línea fósil, sin recuerdos que se muevan en ella como ahora lo hace Garúa en bicicleta con su lote de libros en las alforjas.»
La vida de Vicenzo Fontana está a punto de entrar en Liquidación Final cuando su librería se ve asediada por la codicia implacable de los especuladores inmobiliarios. Es el año 2014 y Terranova corre peligro de desaparecer tras más de sesenta años de resistencia ante los temporales más duros de la historia. Décadas en las que, dirigida primero por sus padres -Amaro y Comba- y por su tío Eliseo, y luego por él, fue siempre refugio para disidentes, perseguidos, libros prohibidos y contrabandistas de cultura. Un territorio de la memoria con una geografía propia, un sitio donde el exilio nunca ocurrió.
Aunque Terranova fue su hogar, Vicenzo, que arrastra en la vejez las secuelas de una enfermedad infantil, se rebela en su juventud contra los libros. Alejado del ambiente familiar, conoce en Madrid a Garúa, una enigmática chica argentina con la que regresa a Terranova a finales de 1975. En entonces cuando aprende de los libros todo lo importante, aquello que su familia siempre supo: cómo fingen, cómo ayudan, cómo enseñan a amar, cómo acompañan y cómo salvan.
El último día de Terranova es el relato de una lucha silenciosa contra la barbarie. Con la sensibilidad y el dominio del lenguaje que caracterizan su narrativa, Manuel Rivas construye una emocionante historia protagonizada por seres al tiempo valerosos y vulnerables, cuya vida es la suma de todo lo que cuentan, lo que imaginan y lo que jamás llegan a decir.

El último día de Terranova (fragmento)

Liquidación Final

Galicia, otoño de 2014

Están ahí los dos, al pie del Faro, en las rocas fronterizas. Ella y él. Los furtivos.
Estoy de pie frente al mar y tengo miedo a girarme, a darles la espalda, y que todo desaparezca para siempre. También ellos. Que cuando me vuelva, solo encuentre un inmenso vacío partido por la Línea del Horizonte, una línea fósil, sin recuerdos que se muevan en ella como ahora lo hace Garúa en bicicleta con su lote de libros en las alforjas. Que de pronto se encienda de día la linterna del Faro y un destello de luz negra, humeante, recorra la ciudad y enfoque acusador la fachada de Terranova y el letrero del escaparate en el que escribí: Liquidación final de existencias por cierre inminente.
No, no debería haber escrito ese aviso.
Imagino las miradas examinando las últimas existencias, sopesando el valor, el estado de salud, el color, la musculatura, la resistencia del lomo, y las existencias atónitas, empezando a no sentir el suelo, en un estado de desaparición.


MUERTE EN BLACKHEATH


Vigesimonovena entrega de la serie de novelas protagonizadas por Thomas Pitt policía en el Londres victoriano y su intrépida esposa Charlotte, detective aficionada.

Casi no concibo una Navidad sin novela de Anne Perry, una historia detectivesca y victoriana que me transporta a otra época y otro país. Ya se que las historias son previsibles y los personajes muy conocidos, pero me encantan¡¡
Thomas y Charlotte Pitt, la tia abuela Vespasia, Emily y Jack Radley y todos los que les rodean, son casi de mi familia y mucho más en Navidad¡¡¡

Sinopsis (Ediciones B)
Como comandante de la poderosa Special Branch, el trabajo de Thomas Pitt consiste en mantener a Gran Bretaña a salvo de espías y traidores. Por lo tanto, le resultará extraño que de pronto le ordenen investigar dos incidentes menores: el hallazgo de sangre, pelos y cristales rotos ante el domicilio del experto en armamento naval Dudley Kynaston, y la simultánea desaparición de la atractiva doncella de la señora Kynaston. Pero semanas después, al descubrirse el cadáver mutilado de una joven no identificada cerca de casa de los Kynaston,  Pitt tendrá claro que no se trata de una simple investigación policial. ¿Es posible que Kynaston, uno de los científicos más valiosos de Gran Bretaña, esté llevando una doble vida? ¿Acaso han endilgado a Pitt una conspiración tan diabólica porque podría acabar con su carrera? En su desconcierto, Pitt nunca ha necesitado tanto a sus amigos, incluidos su indómita esposa Charlotte, su astuto ex colega Victor Narraway y su espía particular de la alta sociedad, lady Vespasia Cumming-Gould. Solo Anne Perry podría haber creado el tenso entramado de conspiraciones e intrigas, amores y odios, escándalos y asesinatos de Muerte en Blackheath. Una novela con auténtico sabor de época, personajes fascinantes, inquietante suspense y un desenlace inolvidable.

Muerte en Blackheath (fragmento)

1
Pitt tiritaba en la escalera que conducía del patio a la acera y miraba los grumos de sangre y el pelo que tenía a sus pies. También había sangre en los cristales rotos, y en parte ya se había congelado. Había astillas dispersas por los escalones. El viento de enero gemía sobre aquel tramo del río en dirección a las graveras que se divisaban a lo lejos.
—Y la doncella, ¿ha desaparecido? —preguntó Pitt en voz baja.
—Sí, lo lamento, señor —respondió el sargento con tristeza. Su joven rostro reflejaba dureza a la luz gris del amanecer—. Al ver de quién era la casa pensé que debíamos avisarle enseguida.
—Ha hecho bien —lo tranquilizó Pitt.
Estaban en Shooters Hill, una zona residencial muy agradable en las afueras de Londres. No quedaba lejos de Greenwich, la Escuela Naval y el Observatorio Real, que marcaba la hora para el mundo entero. La imponente casa que se alzaba ante ellos en medio de la penumbra era la de Dudley Kynaston, un alto funcionario del Gobierno dedicado a cuestiones de defensa naval, un experto en armas de alguna clase. Un acto violento tan cerca de su casa era competencia de la Special Branch* y, por consiguiente, de Pitt como comandante. Hacía poco que lo habían ascendido a ese cargo y aún se sentía incómodo con el extraordinario poder que le confería. Quizá siempre sería así. Se trataba de una responsabilidad que, en última instancia, no podía compartir con nadie. Sus triunfos serían secretos y sus fracasos absolutamente públicos.

EL CASO EDEN BELLWETHER


En una edición cuidadísima, a pesar de ser "bolsillo", me he traído de la biblioteca (bendita sea) esta opera prima de Benjamin Wood, multipremiada y ensalzada por la crítica mundial.
Una historia en Cambridge, podría llamarse, un recorrido musical y literario por la ciudad universitaria, lleno de personajes complejos que juegan con la ciencia y la superstición en un entorno en el que se "masca la tragedia" desde la primera página.
Sin ser la gran novela de 2015, me ha gustado¡¡

Sinopsis (Ed. Duomo Ediciones)
UNA NOVELA HIPNÓTICA
SOBRE LA INFLUENCIA DEL AMOR
Y EL PODER INQUIETANTE DE LA MÚSICA.
Cambridge, nuestros días. Oscar, un enfermero de una residencia de ancianos, conoce a la seductora Iris Bellwether, estudiante de medicina, violonchelista e hija de la burguesía acomodada de la ciudad. Inmediatamente se enamora de ella y entra a formar parte de su grupo de amigos. Es un círculo exclusivo integrado por unos jóvenes con unos orígenes muy diferentes a los suyos, entre los cuales sobresale Eden, el hermano de Iris, un personaje narcisista y carismático, convencido de poder sanar a través de la música y de la hipnosis. Pero ¿quién es en realidad Eden Bellwether? ¿Un genio o un manipulador?

El caso Eden Bellwether (fragmento)

Preludio
Junio, 2003
Escucharon el aullido de las sirenas y vieron la polvareda levantarse bajo las ruedas de la ambulancia en el extremo más alejado del camino de acceso a la casa. Al poco rato, el oscurecido jardín se había transformado en un baño de luces azules. Nada parecía real hasta que les dijeron a los paramédicos dónde estaban los cuerpos. Había uno en la planta de arriba, otro en la casa del órgano y uno más al pie del jardín –este último todavía respiraba, aunque agónicamente–. Lo habían dejado en la orilla del río sobre una cama de juncos aplastados, con el agua fría rompiendo contra sus pies. Cuando los paramédicos les preguntaron cómo se llamaba, les dijeron que ése era Eden. Eden Bellwether.

La ambulancia había tardado demasiado en llegar. Ellos se habían reunido durante un rato en el porche de atrás de la rectoría. Estaban desquiciados, elucubrando, contemplando los mismos olmos y los mismos cerezos que habían contemplado cientos de veces antes, escuchando cómo el viento perturbaba las ramas. Todos se sentían responsables por lo que había sucedido. Todos se culpaban a sí mismos. Así que discutieron –discutieron de quién era la culpa y sobre quién debería sentirse más culpable–. El único que no habló fue Oscar. Se quedó apoyado contra la pared, fumando, escuchando a los otros discutir. Cuando finalmente abrió la boca, su voz sonaba tan calmada que los silenció a todos.
–Ya ha pasado –dijo, y aplastó su cigarrillo en la barandilla del porche–. Ya no podemos dar marcha atrás ni cambiar nada.

SUMISIÓN


Leer a Houellebecq es una sorpresa y un placer, esa prosa límpida y hermosa unida a la "confusión" de ideas que plantea, hace que sus libros se lean en un suspiro y permanezcan en tu mente mucho-mucho tiempo.
Sumisión, ha creado polémica por donde ha "pasado" y ese es el oficio de Houellebecq, además de escribir muy bien, unos la ensalzan y otros la denostan, ninguno la ignora...
No es para menos,... esta novela distópica sobre Francia, nos toca muy de cerca, esa ironía fina de Houellebecq nos lacera, esas "certezas" nos perturban...
Yo sólo sé, que la he leído en un "vuelo", que me ha inquietado, me ha perturbado y me ha gustado. La recomiendo, sin duda, y que cada cual saque sus conclusiones.
Por cierto, se la recomiendo, encarecidamente a las cúpulas de la CUP y el PSOE, si la leen me lo agradecerán....o no¡¡

Sumisión (Ed. Anagrama)
Francia, en un futuro próximo. A las puertas de las elecciones presidenciales de 2022. Los partidos tradicionales se han hundido en las encuestas y Mohammed Ben Abbes, carismático líder de una nueva formación islamista moderada, derrota con el apoyo de los socialistas y de la derecha a la candidata del Frente Nacional en la segunda vuelta. François, un profesor universitario hastiado de la docencia y de su vida sexual, que a sus cuarenta años se había resignado a una vida aburrida pero sosegada, ve cómo la rápida transformación que sucede a la llegada del nuevo presidente al Elíseo altera la vida cotidiana de los franceses y le depara a él un inesperado futuro. Los judíos han emigrado a Israel, en las calles las mujeres han cambiado las faldas por conjuntos de blusas largas y pantalones, y algunos comercios han cerrado sus puertas o reorientado el negocio. Y la Sorbona es ahora una universidad islámica en la que los profesores conversos gozan de excelentes salarios y tienen derecho a la poligamia. Al igual que Huysmans, el escritor del siglo XIX convertido al catolicismo al que consagró su tesis, François sopesará pronunciar las palabras que le abrirán las puertas de la religión islámica y de una nueva vida: «No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta.»
Sumisión llegó a las librerías francesas el mismo día del trágico atentado contra Charlie Hebdo y Houellebecq, acusado de islamofobia o de dar alas a la extrema derecha, afirmó: «No tomo partido, no defiendo ningún régimen. Deniego toda responsabilidad. He acelerado la historia, pero no puedo decir que sea una provocación, porque no digo cosas que considere falsas sólo para poner nerviosos a los demás.» Más allá de la polémica, Sumisión es una novela de «política ficción» –como 1984 y Un mundo feliz–, una turbadora fábula política y moral, en la que coexisten intuiciones poéticas, efectos cómicos y una melancolía fatalista.

Sumisión (fragmento)
"Un cumulonimbo gigante, en forma de yunque, dominaba el norte de París, del Sacré-Cœur a la Opera, sus flancos de un gris oscuro estaban teñidos de color de humo. Dirigí la mirada a la pantalla de la televisión, donde seguía aglutinándose una inmensa multitud; luego, de nuevo al cielo. La nube de tormenta parecía desplazarse lentamente hacia el sur; si estallaba sobre las Tullerías, perturbaría seriamente el desarrollo de la manifestación.
A las dos de la tarde en punto, el cortejo liderado por Marine Le Pen tomó los Campos Elíseos en dirección al Arco de Triunfo, donde tenía previsto pronunciar un discurso a las tres. Apagué el sonido, pero seguí contemplando la imagen un momento. Una inmensa pancarta iba de lado a lado de la avenida, con la inscripción: «Somos el pueblo de Francia». En numerosos pequeños carteles diseminados entre el gentío rezaba, más sencillo: «Ésta es nuestra casa», que se había convertido en el eslogan, a la vez explícito y desprovisto de una agresividad exagerada, utilizado por los militantes nacionales durante sus concentraciones. Seguía amenazando tormenta; la enorme nube estaba ahora suspendida, inmóvil, sobre el cortejo. Al cabo de unos minutos, me cansé y volví a sumergirme en rada.
Marie-Françoise me llamó un poco después de las seis de la tarde; no sabía mucho, el Consejo Nacional de Universidades se había reunido la víspera pero no se había filtrado ninguna información. Estaba segura en todo caso de que la facultad no volvería a abrir hasta después de las elecciones, y probablemente no antes del inicio del nuevo curso, los exámenes podían aplazarse al mes de septiembre. De forma más general, la situación le parecía seria; su marido estaba visiblemente inquieto, desde primeros de semana pasaba catorce horas diarias en su despacho de la DGSI, y había dormido allí la noche anterior. Antes de colgar me prometió llamarme si averiguaba algo.
Ya no tenía nada que comer, ni me apetecía demasiado ir al Géant Casino, a esa hora de la tarde era mal momento para hacer las compras en aquel barrio populoso, pero tenía hambre y sobre todo me apetecía comprar comida, estofado de ternera, merluza al perifollo, musaka bereber; la comida para microondas, de uniforme insipidez pero de embalaje coloreado y alegre, representaba al fin y al cabo un verdadero progreso con respecto a las desoladoras tribulaciones de los personajes de Huysmans; no había mala voluntad visible y la impresión de participar en una experiencia colectiva decepcionante pero igualitaria abría las puertas a una resignación parcial.
Curiosamente, el supermercado estaba casi vacío, y llené el carro rápidamente, en un rapto de entusiasmo mezclado con miedo: la expresión «toque de queda» me vino a la mente sin motivo preciso. Algunas de las cajeras alineadas detrás de sus cajas vacías escuchaban la radio: la manifestación proseguía y hasta el momento no había que lamentar ningún incidente. Eso llegaría más tarde, después de que la gente se dispersara, me dije.
Al salir del supermercado empezó a llover violentamente. De vuelta en casa, me calenté una lengua de buey con salsa al Madeira, correosa pero correcta, y puse la televisión: los enfrentamientos habían comenzado, se distinguían grupos de hombres enmascarados, muy móviles, armados con fusiles de asalto y pistolas ametralladoras; algunos escaparates estaban rotos, aquí y allá ardían algunos coches, pero las imágenes, tomadas bajo el chaparrón, eran de muy mala calidad y costaba hacerse una idea de las fuerzas presentes. "