jueves, 30 de noviembre de 2017

LA COLA DE LA SERPIENTE


Quinta entrega de la serie de novelas protagonizadas por Mario Conde,  en 1989, con 34 años y 12 de policía y es teniente investigador en La Habana. Al final de ese año abandonará su trabajo intentado recuperar su vocación inicial de escritor sin abandonar la investigación en el ámbito privado.

Hace mucho tiempo que tenía abandonado al gran Padura y su protagonista estrella, el policía habanero Mario Conde, "el Conde" para los amigos...y la verdad no me explico porqué.
Lo he retomado con una de las novelas que me faltaba por leer, La cola de la serpiente. y he vuelto a La Habana, al decrépito barrio chino de La Habana y a las obsesiones de "el Conde" y a la prosa mágica y fulgurante de Padura, capaz de despertar los más oscuros sentimientos del lector.
Es una novela negra-caribeña con todo lo que eso implica de luz en la oscuridad....
He disfrutado de los "viejos amigos" como nunca¡¡¡
Recomendable, como toda la producción literaria de Padura.

Sinopsis (Ed. Tusquets)
Unas cuantas calles casi en ruinas, asediadas por los escombros y los delincuentes, es lo que queda del viejo Barrio Chino de La Habana. Cuando se adentra en él un Conde ya ex policía, dedicado ahora a la compraventa de libros de segunda mano, no puede evitar recordar que estuvo en ese rincón exótico y agreste de la ciudad muchos años antes, en 1989. Todo surgió de la petición de la teniente Patricia Chion, mujer irresistible, para que le ayudara en un extraño caso: el asesinato de Pedro Cuang, un anciano solitario que apareció ahorcado y al que le habían amputado un dedo y grabado con una navaja en el pecho un círculo y dos flechas. Eran rituales de santería que obligaron a hacer pesquisas por otros ámbitos de la ciudad. Pero el Conde descubrió hilos inesperados, negocios secretos y una historia de abnegación y desgracias que le devolvió la realidad oculta de muchas familias emigrantes asiáticas. Como dice una expresión china, tuvo que encontrar la cola de la serpiente para llegar a la cabeza.

La cola de la serpiente (fragmento)

1Desde que tuvo uso de razón y aprendió algunas pocas cosas de la vida, para Mario Conde un chino siempre había sido lo que debía ser un chino: un prójimo de ojos rasgados, con esa piel resistente a las adversidades y de engañoso color hepático. Un hombre transportado por los avatares de la vida desde un sitio tan mítico como lejano, un lugar impreciso entre la realidad de apacibles ríos y montañas inexpugnables de cumbres nevadas, perdidas en el cielo; una tierra fértil en leyendas de dragones, mandarines sabios y filósofos enrevesados aunque útiles para casi todo. No fue hasta varios años después cuando aprendió que, además, un chino, un verdadero y cabal chino, debía ser, sobre todo, un hombre capaz de concebir los platos más insólitos que un paladar civilizado se atreviera a saborear. Codornices cocidas al jugo de limón y gratinadas con pulpa de albahaca, berza, jengibre y canela, por ejemplo. O masas de puerco revueltas con huevos, manzanilla, zumo de naranja dulce y finalmente doradas a fuego lento en una sartén insondable llamada wok, sobre una capa de aceite de coco, por otro ejemplo.
Sin embargo, un chino también podía ser, según las limitadas nociones que emanaban de los prejuicios históricos, filosóficos y gastronómicos del Conde, un tipo más bien flaco y apacible, con una notable inclinación a enamorarse de mulatas y negras (siempre que las tuviera a su alcance), que fuma con los ojos cerrados en una larga pipa de bambú y, por supuesto, habla poco y dice sólo las palabras que en cada instante le conviene decir, pronunciadas en esa lengua cantarina y palatal que suelen usar aquellos hombres para hablar los idiomas de los otros hombres.

UN JUEGO PELIGROSO



Octava entrega de la serie de novelas protagonizadas por Anders Knutas  que trabaja en la policía judicial de Visby, en la isla sueca de Gotland.


Últimamente, esta página casi está convirtiéndose en un "parque temático" de la novela negra...., las tenemos de todos los orígenes, y viajamos por el mundo con nuestr@s detectives; el frío norte de la mano de Nesbo, Adler-Olssen, Larsson....; el cálido sur de Europa con Camilleri, Leon, Silva, Markaris..., el purismo anglosajón con Rankin, Rusell, James..., Centroeuropa pura y dura con Neuhaus, K...err....y la cuna de la negra con Connolly, Connelly, Katzembach.....Estamos negr@s y no renegamos de ello¡¡
Hoy, toca el frío del norte de la mano de lo último publicado por Mari Jungstedt y este Juego Peligroso que acaba quemando; de nuevo el falsamente anodino inspector Knutas y la "tranquila isla" de Gotland donde las pasiones se desatan y los más bajos instintos se esconden tras una "muralla de nieve invernal". El mundo de la moda y la anorexia, constituyen el hilo conductor de esta novela, entretenida como pocas y escrita con una corrección formal que se agradece. También agradezco (a título particular) el paso a segundo plano del periodista Johan Berg y su "insoportable" esposa Emma, poco aportan y mucho estorban.
Me la he leído en un suspiro y me lo he pasado bien¡¡


Sinopsis (Ed. Maeva)
Una apasionante nueva entrega de la serie de Gotland protagonizada por Anders Knutas y Johan Berg, que deben desenmarañar los entresijos del mundo de la moda.
La vida de Jenny, estudiante de bachillerato en Gotland, da un giro cuando la ficha una prestigiosa agencia de modelos y se convierte en una de sus grandes estrellas. Mientras, Agnes, una modelo muy joven, es hospitalizada debido a sus trastornos alimenticios. Pero la tragedia también acecha a Jenny: durante una sesión de fotos en Furillen, el fotógrafo Markus, su amor secreto, sufre un intento de asesinato. A pesar de querer volver a su vida normal, pronto Jenny se dará cuenta de que alguien la vigila, alguien con un particular concepto de la justicia. ¿Podrá Anders Knutas detener a tiempo al asesino?


Un juego peligroso (fragmento)

Era un caluroso día de mayo y caminaba sola por las calles de Milán. Al cabo de un rato fue a parar a una amplia piazza pavimentada, situada delante de una iglesia. La plaza estaba repleta de palomas: unas blancas, otras grises y algunas de un azul casi brillante. Revoloteaban como si se tratara de una alegre danza de apareamiento y algunas correteaban satisfechas sobre las baldosas calentadas por el sol, picoteando despreocupadas una migaja aquí y otra allá. A lo largo del gran espacio abierto había unos bancos atornillados en el suelo. Una madre acompañada de su bebé en un cochecito intentaba leer el periódico mientras dos niñas, sus hijas, corrían y jugaban con unas pelotas de plástico de distintos colores, que rebotaban sobre el empedrado ante la fascinada risa de las pequeñas. Detrás de un sencillo puesto, un hombre joven con las mangas de la camisa remangadas vendía almendras tostadas en pequeñas bolsas de papel. El hombre sudaba bajo el sol, con el pelo rizado pegado a la frente, y se secaba el rostro una y otra vez con un pañuelo. El dulce aroma de las almendras se esparció por la plaza y llegó hasta ella. Tenía hambre, se iba a reunir con una persona para almorzar en la parte vieja de la ciudad, hacia donde se dirigía, pero se tomó su tiempo y se detuvo a contemplar la plaza y disfrutar del espectáculo. Había un grupo de colegiales con uniforme verde a cuadros sentados en círculo sobre unas mantas, escuchando a su profesor, que con grandes aspavientos parecía explicar la historia de la iglesia. Una pareja de enamorados se besuqueaba en uno de los bancos y, en otro, tres ancianas vestidas de negro conversaban bajo la sombra de los cipreses. En torno a la plaza se alzaban edificios de viviendas bien cuidadas y contraventanas coloridas. Esbozó una sonrisa al cruzarla y se adentró en los sinuosos callejones de La Brera, el barrio más antiguo de Milán.

CRISTAL



He salido, temporalmente, de la "negritud" del crimen para sumergirme, directamente, en la "negritud del alma".... Cristal es la primera novela que leo de Sam Savage y, quizás, no sea la última.
A lo largo de 160 páginas en un monólogo agobiante una mujer recuerda su vida y narra su presente; es un relato de soledad profunda y desesperada, de una vida desgraciada y una realidad sin salida....
No es para leer en cualquier momento y no es para leer rápido, aunque es una novela, relativamente, corta.
Recomendable por la profundidad de los sentimientos, recomendable en el fondo, cuestionable en la forma.

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
Una editorial le encarga a Edna que escriba un prólogo para la reedición de una novela de su marido, ya fallecido.
Sentada ante la máquina de escribir día tras día, Edna se pierde en un maratón de introspección, en el que se mezclan las reflexiones filosóficas con el humor. Y, como por accidente, va tejiendo la historia de su matrimonio y el retrato de una mujer atrapada por la soledad. Los inolvidables personajes creados por
Sam Savage en Firmin y El lamento del perezoso sedujeron a medio mundo. Con Edna, Savage ha vuelto a dar vida a un personaje marcado por las contradicciones, adorable e irritante a la vez, trágico y cómico.
Sam Savage su primera novela, Firmin, fue publicada por una pequeña editorial de Minneapolis, fuera de los grandes circuitos editoriales. Redescubierta por Seix Barral, se convirtió en un fenómeno internacional. Es autor también de El lamento del perezoso.

Cristal (fragmento)

"Me he hecho un café y lo he puesto junto a la máquina de escribir. La superficie del café vibra cada vez que le doy a una tecla, y la luz del sol, reflejándose en el líquido tembloroso, dibuja ondas en el techo, como el agua cuando tiramos en ella una piedra"

HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO


Novena entrega de la serie de novelas protagonizadas por el Comisario Kostas Jaritos de la comisaría de Atenas (Grecia).
Cuarta entrega de la denominada Trilogía de la Crisis que, obviamente, ha devenido en Tetralogía. 

Ha sido coincidencia o no tanto?......Hoy he terminado esta cuarta entrega de lo que comenzó siendo la Trilogía de la Crisis y ha terminado en Tetralogía (en caso de que termine aquí que, sinceramente, lo dudo).
Termino, como he dicho, Hasta aquí hemos llegado, en un día crucial para Grecia y para la idea de democracia que, los propios griegos, nos han "regalado" desde la antigüedad, y la termino con honda inquietud; si en las primeras novelas de Márkaris me parecía que hablaba de un país similar a la España de los 60, ahora veo a España como Grecia o a Grecia como España, un país asolado por sus políticos, despreciado por sus iguales y arruinado por sus gobiernos cuyas culpas pagan los ciudadanos que eso sí son los que les han elegido.....¡ Y espero que la frase de Adrianí Jaritos sea premonitoria ¡Hasta aquí hemos llegado!
Magnífica y negra, la última de Márkaris con todos los vicios y las virtudes del ciudadano, catalizados por el crimen, la redención, la memoria, la familia y la patria.....¡¡¡
Cuando leo a Márkaris, me pregunto porqué nos atrae la negra-nórdica, si es aquí en la negra del sur en la que nos reconocemos y de la que, verdaderamente, disfrutamos.
Muy, muy recomendable¡¡¡

Sinopsis (Ed. Tusquets)
Atenas no es ya una alegre ciudad mediterránea, sino un escenario de sufrimiento y de pobreza; aunque no hay atascos, porque la gente no tiene dinero para mantener su coche, por la noche las calles desiertas y mal iluminadas parecen abandonadas. Katerina, la hija de Jaritos, sufre una agresión cuando salía de los juzgados, por defender los derechos de unos inmigrantes africanos; todo indica que sus agresores son miembros del cada vez más nutrido partido neonazi Amanecer Dorado. El comisario Jaritos, por su parte, tiene que investigar la aparición del cadáver de Andreas Makridis, un alemán de origen griego que había decidido instalarse en Atenas y abrir una empresa de energía eólica. Aunque Makridis, al parecer, se ha suicidado, un grupo de nuevo cuño, autodenominado los «Griegos de los Años Cincuenta», reivindica su asesinato.
Mientras Katerina se recupera de la agresión, se descubre un segundo cadáver, el del propietario y director de una academia privada. Ha sido ejecutado con un tiro en la sien con una vieja Smith & Wesson, como las que el ejército norteamericano proporcionó a los militares griegos después de la guerra civil. De nuevo, pese a que se trata claramente de un suicidio, los «Griegos de los Años Cincuenta» reivindican esta muerte. No será el último cadáver que se descubra.

Hasta aquí hemos llegado (fragmento)

1
Me la encuentro tendida de espaldas en la calle Evelpidon, delante de la entrada del edificio de los Juzgados. Tiene los ojos cerrados. Una mujer le ha colocado el bolso bajo la cabeza, a modo de almohada. Arrodillada a su lado, la abanica con unos papeles.
Es la una de la tarde y hace un calor sofocante; no me extraña que tenga la frente perlada de sudor. Me inclino y le susurro:
—Katerina, ¿me oyes?
—Parece que el pulso es normal —me informa la mujer.
Es posible, pero Katerina ni me contesta ni abre los ojos. Siento el calor abrasador de la acera atravesándome las suelas de los zapatos y tengo miedo de que le provoque quemaduras a mi hija, aunque no me atrevo a levantarla del suelo. Un hombre trae una botella de agua. Empapo un pañuelo de papel y le refresco la frente y las mejillas.
«Las malas noticias llegan como el granizo», decía mi padre, que en paz descanse: «Cuando menos te lo esperas».
Yo estaba reunido con Guikas y con Gonatás, de la Brigada Antiterrorista, cuando nos interrumpió Stela, la secretaria de Guikas.
—Señor comisario, acaba de llamarme Kula, quiere que baje a su despacho enseguida. Es muy urgente.
—¿Qué ocurre?
—No lo sé, no me ha dado detalles. Kula me esperaba en el pasillo.
—¿Qué pasa? Dime.
—Han llamado los guardias de seguridad de los Juzgados. Unos desconocidos han agredido a Katerina delante del edificio.
- ¿Y dónde está ahora?
—Sigue allí. He preguntado si era grave, pero no han sabido decírmelo. Por si acaso, han llamado a una ambulancia.
—Dile a Vlasópulos que consiga un coche patrulla, rápido.
Mientras llega el coche patrulla llamo a Fanis, mi yerno. También he pensado en llamar a Adrianí, mi mujer, pero enseguida descarto esta idea. Será mejor que compruebe qué ha ocurrido in situ antes de provocar el pánico, posiblemente sin motivo.
A lo lejos oigo la sirena de la ambulancia y aprieto los dientes, mientras espero a Fanis.


LA PRINCESA DE BURUNDI


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por la inspectora de policía Ann Lindell, que vive y trabaja en Uppsala (Suecia)

La princesa de Burundi no tiene de África, casi nada, excepto el título; transcurre en Uppsala y tiene todos los "tics", buenos y malos, de la negra-nórdica de última hornada, aunque esta haya sido publicada por vez primera en 2002 y traducida al castellano en 2010.
Hace tiempo que esta novela "pulula" por mi casa sin que, hasta ahora, me haya decidido a leerla y ahora me pregunto ¿es negra-nórdica?, ummmmm quizás si, porque tiene trama policial y mafiosa, transcurre en Suecia, ha sido escrita por un sueco y premiada por la Academia Sueca, pero....., su trama es mucho más social que negra y con la excusa de un crimen y su resolución, ahonda en esa sociedad que "nos han vendido" como idílica y desarrollada pero resulta solitaria, desigual, machista, y triste, muy triste¡
Después de este rollo, os diré que es lenta, muy lenta y los personajes no están bien dibujados o recuerdan demasiado a otros de otras nórdicas, sean negras o no.
Creo que no hay más novelas de este autor traducidas al castellano, con lo cual se impone un "reposo obligado"
¿La recomendaría? con muchas dudas.

Sinopsis (Ed. JP Libros)
«Las novelas criminales de Kjell Eriksson son de lo mejor.» Henning Mankell
Ganadora del premio de la Academia Sueca de Novela Negra a la mejor novela criminal (galardón que obtuvieron Stieg Larsson, Henning Mankell y Asa Larsson), La princesa de Burundi presenta a los lectores a Kjell Eriksson, un escritor que se está convirtiendo en una sensación internacional, y a la protagonista de sus novelas, la inspectora y madre soltera Ann Lindell, tan buena para resolver crímenes como desastrosa para su vida privada.
En Uppsala, Suecia, todo el mundo está perplejo cuando se encuentra en la nieve el cadáver de John Jonsson. A juzgar por la desfiguración, parece evidente que quienquiera que haya asesinado al experto en peces tropicales lo odiaba profundamente. La detective Ann Lindell, que, en contra de su voluntad, deja su baja por maternidad para investigar el caso, apunta a un perturbado cáustico y encarnizado con cuentas pendientes con John.


La princesa de Burundi (fragmento)

1El plato tembló y golpeó el vaso, que se derramó. La leche quedó esparcida sobre el mantel de plástico como una flor blanca.
«Con la poca leche que nos queda», le pasó por la cabeza. Recogió rápidamente el vaso y secó la leche con un trapo.
—¿Cuándo viene papá?
Ella iba de un lado para otro. Justus estaba apoyado en el quicio de la puerta.
—No lo sé —dijo, y tiró el trapo al fregadero.
—¿Qué hay para cenar?

Llevaba un libro en la mano con el dedo en la página donde lo había dejado. Deseaba preguntarle qué leía, pero le vino una idea repentina y se dirigió a la ventana.
—Kalops[1] —dijo distraída. Su mirada voló sobre el aparcamiento. Había comenzado a nevar. ¿Habría conseguido trabajo? Él había hablado con Micke. Podría trabajar quitando nieve. Nevaba con fuerza un día tras otro. Además, no le asustaba la altura.
Berit sonrió al recordarlo trepando por la cañería hasta su balcón. Sólo era un segundo piso, pero trepó. De haberse caído se habría partido la cabeza. Como su padre, pensó, y se le borró la sonrisa. Se había enfadado mucho, pero él simplemente sonrió. Luego la cogió entre sus brazos y la abrazó con una fuerza inimaginable en un cuerpo tan delgado como el de John.
Después, ella relataría con encomio el episodio de su celo. Era su primer gran recuerdo en común. Quitar nieve. Un pequeño tractor atravesó el aparcamiento y empujó aún más nieve sobre los ya cargados arbustos, junto a la pared del aparcamiento. Era Harry. Reconoció su gorro rojo brillando en la cabina.

EL MAPA DE LAS VIUDAS


Este libro, Premio de Novela Ciudad de Badajoz-2013, y primero que leo del autor; me ha tenido con el alma en vilo de la primera a la última página y me ha dejado un regusto amargo....
Postguerra en Alemania del Este, soledad y locura; con tintes de novela negra sin detectives El mapa de las viudas es para leer en estado zen, porque de lo contrario deprime y mucho.
Bien escrita aunque previsible en muchos de sus avatares, muestra lo más negro del mundo y del ser humano. Terrible y no apta para "depresivos".

Sinopsis (Ed. Algaida)
A finales del verano de 1960, una serie de asesinatos en la ciudad de Stralsund, al norte de la República Democrática Alemana, agudizan la locura de Eleonora Maler. En ella conviven dos existencias paralelas: la mujer que fue hasta terminar la guerra y la personalidad que se originó una trágica noche de 1945. Pero ambas —la cuerda y la enajenada— son una, comparten el mismo cuerpo y viven una vida común, acompañadas de una niña que arrastra su propia desdicha. En el asfixiante ambiente de una pequeña ciudad donde la Stasi se
afana en controlar a todos sus habitantes, Eleonora tendrá que enfrentarse a sus propios miedos y a sus propios fantasmas: algunos sólo están dentro de ella, pero otros aún recorren las calles de Stralsund.

El mapa de las viudas (fragmento)

CEROA eso de las cinco de la madrugada, cuando el alba de verano llueve en la ciudad y los grillos se silencian, ella oye golpes en el hueco que hay entre el alero de madera del techo y las ventanas de la casa. Se meten en el cajón donde se enrollan las persianas e, inmediatamente después, sobrevienen unos chirridos desagradables y más golpes. Son los murciélagos que regresan a dormir a su guarida. Ella, metida en la cama, se los imagina estirando sus cuerpos deshuesados, aplanándose como el papel y escurriéndose por cualquier resquicio dentro de la habitación. Teme que vuelen medio ciegos y se estrellen contra la pared color mostaza que hay por encima del respaldo de la cama y que acaben cayendo como moscas atontadas sobre su cabeza. Lanza un grito cuando siente que algo blando le golpea en la mollera. El animal intenta desenredar las extremidades de entre su maraña de cabellos y no puede. Entonces, se asusta y la muerde. Siempre acaba mordiéndola y ella gritando. No es un sueño, jamás sueña con los murciélagos. Casi cada mañana, desde que oye el primer golpe de las aletas, recrea la misma escena. Se tapa la cabeza con las sábanas y aguanta hasta que no los oye más, o bien hasta que se empieza a asfixiar y, con la frente llena de sudor vuelve a asomar los ojos y la nariz.

UN FILO DE LUZ


Vigésimotercera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Salvo Montalbano, comisario en Vigatá, Sicilia.

Si digo que "no hay buen verano sin Montalbano" quizás suene ripioso, pero así es desde hace muchos años. Termino, casi, junio con la última de mi admirado Camilleri con el comisario Montalbano como protagonista y, la verdad, poco queda por saber del personaje que avanza, inexorablemente, hacia ese "armario de protagonistas" que una lee porque les quiere, más que nada....¡¡
Entretenida para "seguidores recalcitrantes" de Salvo, Livia, Cataré, Fazio, Augello....y Vigatá siempre Vigatá.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Como en anteriores ocasiones, una pesadilla provoca en el comisario Montalbano un malestar profundo, una aciaga sensación que lo deja receloso y aprensivo. Por desgracia, una vez más, los acontecimientos parecen darle la razón.
Primero entra en escena Marian De Rosa, milanesa, propietaria de una galería de arte, mujer elegante y con experiencia, una auténtica femme fatale ante la que Montalbano cae rendido de inmediato. En su fuero interno, Salvo sabe que su atracción por Marian no es una aventura cualquiera; se trata de algo distinto, como una fuerza invisible que lo trastorna y amenaza con trastocar su lucidez. Livia pasa a ser sólo una voz al otro lado del teléfono y Salvo es incapaz de sincerarse con ella, recurriendo a tácticas y subterfugios para postergar una decisión. Y mientras se debate en el torbellino de sus sentimientos, tres casos importantes requieren su atención: por un lado, la jovencísima esposa de Salvatore di Marta, dueño de un supermercado, es víctima de un atraco; por otro, dos tunecinos que trabajan en una finca agrícola desaparecen en lo que aparenta ser un asunto de tráfico de armas; y por último, una operación delictiva de altos vuelos aterriza en Vigàta.
Así pues, el siniestro sueño de las primeras páginas resultará premonitorio. En el desenlace de sus investigaciones, alguien muy querido para Montalbano resurge tristemente en su vida, y su relación con Livia recupera un cariz olvidado. Con la nitidez con la que un filo de luz recorta la zona de sombra, un comisario Montalbano más vulnerable que nunca afronta su destino con el alma convulsa.

Un filo de luz (fragmento)

1La mañana, ya desde las primeras luces del alba, había sido voluble y caprichosa. Y tal vez por ello, debido a un efecto de contagio, aquel día el humor del comisario Montalbano sería también, como poco, inestable. En esos casos sabía que lo mejor era ver al menor número de personas posible.
A medida que pasaban los años, su estado de ánimo se volvía más sensible a las variaciones climáticas, de la misma forma que un mayor o menor grado de humedad influye en el dolor de las articulaciones de un viejo. Cada día le resultaba más difícil controlarse, ocultar el exceso de alegría o de mal humor.
En el tiempo que había tenido que invertir para llegar desde su casa de Marinella hasta el barrio de Casuzza — unos quince kilómetros como mucho, pero todos de pistas sólo aptas para tractores o de caminos de tierra tan estrechos que apenas cabía un coche— , el cielo había pasado del rosa claro al gris, y luego del gris al celeste pálido, para acabar quedándose en un blancuzco nevoso que difuminaba los contornos y engañaba la vista.
Recibió la llamada a las ocho de la mañana, cuando estaba a punto de salir de la ducha. Se había levantado tarde porque sabía que ese día no tenía que ir a la comisaría, y se puso de mala uva en cuanto sonó el teléfono. No esperaba que nadie lo llamara. ¿Quién querría tocarle las pelotas?
Teóricamente, en la comisaría no debería haber nadie, salvo el encargado de la centralita, porque aquél era un día especial en Vigàta.