viernes, 24 de noviembre de 2017

UN HOMBRE SIN ALIENTO


Novena entrega de la serie de novelas protagonizadas por Bernie Gunther Policía Reichskriminal (Kripo) de Berlín en 1922 y alcanzó el grado de Kriminalinspector. Abandonó la policía en 1933, incapaz de tolerar las purgas de Goering. Fue detective en el hotel Adlon en 1934.

RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 14 de Diciembre de 2014.
Lo bueno de plantear un personaje a tres novelas es que si te sale 'bueno' y lo alargas a seis, el personaje evoluciona en el tiempo y en la historia. ¿Lo malo? Que después de evolucionar, tengas que viajar en el tiempo porque tu personaje triunfa en 1941 pero ya no tiene nada que contar en 1960. Y así, lo que era una trilogía se convierte en... el libro noveno de la serie.
Evidentemente no vale hacer que se caiga por las Cataratas de Reichenbach porque todo el mundo sabe que igual de viejo no muere pero ahogado tampoco.

Sinopsis (Ed. RBA)
Berlín, marzo de 1943. Las temperaturas son gélidas y la moral está por los suelos tras la derrota en Stalingrado. En la capital del Reich hay escasez y las noticias que llegan del norte de África tampoco son buenas. Bernie Gunther ha dejado la brigada criminal y trabaja para la oficina de crímenes de guerra.Llegan informes que hablan de una gigantesca fosa común en un bosque cercano a Smolensko, una zona rusa ocupada por las tropas alemanas. Pero la localización exacta es incierta, hasta que empiezan a aparecer restos humanos en el bosque de Katyn. Los rumores dicen que los cadáveres son de oficiales polacos asesinados por el ejército soviético. Y si es cierto, ese crimen de guerra puede convertirse en una propaganda perfecta para la causa nazi.

Y después de esto... Una novela negra en la línea de las 8 anteriores: buena documentación histórica, la dosis justa de realidad para que no estropee la ficción, un personaje en excusa constante de 'sabíamos que los nazis eran malos pero teníamos tanto miedo a los que nos pudieran hacer que les dejamos hacer lo que les dio la gana' y la sensación constante de que Bernie Gunther cada vez es más cascarrabias y más insoportable. El cinismo que desprende no lo va a matar pero por ganas no ha sido.
Imprescindible para 'fieles', ni acercarse los que lo vayan a tomar como una 'novela suelta'.

Un hombre sin aliento (fragmento)

1
Lunes, 1 de marzo de 1943
Franz Meyer se levantó en la cabecera de la mesa, bajó la mirada, tocó el mantel y esperó a que guardáramos silencio. Con el pelo rubio, los ojos azules y unas facciones neoclásicas que parecían haber sido esculpidas por Arno Breker, el escultor oficial del Reich, no se aproximaba para nada a la idea que tuviera nadie de un judío. La mitad de los integrantes de las SS y el SD parecían más semíticos. Meyer respiró hondo con gesto casi eufórico, nos ofreció una amplia sonrisa que era mitad alivio y mitad alegría de vivir, y levantó la copa hacia cada una de las cuatro mujeres sentadas a la mesa. Ninguna era judía. Sin embargo, de acuerdo con los estereotipos raciales que tanto gustaban al Ministerio de Propaganda, podrían haberlo sido: todas eran alemanas de nariz grande, ojos oscuros y cabello más oscuro aún. Por un momento dio la impresión de que Meyer se había atragantado por la emoción, y, cuando por fin fue capaz de hablar, tenía lágrimas en los ojos.

MENDEL EL DE LOS LIBROS


RESEÑADO por Rosi Torres para LIBROS,  Marino el 16 de Diciembre de 2014.
No me ha defraudado. Tan buenas eran las críticas y comentarios que lo leí con recelo pese a que Zweig ya me gustaba.
Maravilloso párrafo final, broche de oro para una novela corta que contiene muchos puntos de reflexión.

Sinopsis (Ed. Acantilado)
Escrito en 1929, Mendel el de los libros narra la trágica historia de un excéntrico librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en uno de los muchos cafés de la ciudad de Viena. Con su memoria enciclopédica, el inmigrante judío ruso no sólo es tolerado, sino querido y admirado por el dueño del café Gluck y por la culta clientela que requiere sus servicios. Sin embargo, en 1915 Jakob Mendel es enviado a un campo de concentración, acusado injustamente de colaborar con los enemigos del Imperio austrohúngaro. Un breve y brillante relato sobre la exclusión en la Europa de la primera mitad del siglo xx.


Mendel el de los libros (fragmento)
"Por eso, cuando vi la mesa de mármol de Jakob Mendel, aquella fuente de oráculos, vacía como una losa sepulcral, dormitando en aquella habitación, me sobrevino una especie de terror. Sólo entonces, al cabo de los años, comprendí cuánto es lo que desaparece con semejantes seres humanos. En primer lugar, porque todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme. Y además, llevado por un hondo presentimiento, el joven inexperto que fui había sentido un gran aprecio por Jakob Mendel. Gracias a él me había acercado por vez primera al enorme misterio de que todo lo que de extraordinario y más poderoso se produce en nuestra existencia se logra sólo a través de la concentración interior, a través de una monomanía sublime, sagradamente emparentada con la locura. Que una vida pura en el espíritu, una abstracción completa a partir de una única idea, aún pueda producirse hoy en día, un enajenamiento no menor que el de un yogui indio o el de un monje medieval en su celda, y además en un café iluminado con luz eléctrica y junto a una cabina de teléfono… Este ejemplo me lo dio, cuando yo era joven, aquel pequeño prendero de libros por completo anónimo más que cualquiera de nuestros poetas contemporáneos. Y, sin embargo, había sido capaz de olvidarle. Por supuesto, en los años de la guerra y entregado a la propia obra de una manera similar a la suya. Pero entonces, delante de aquella mesa vacía, sentí una especie de vergüenza frente a él, y al mismo tiempo una curiosidad renovada.
Porque, ¿adónde había ido a parar? ¿Qué había sido de él? Llamé al camarero y le pregunté. No, lo lamento, no conozco a ningún señor Mendel. Por el café no viene ningún señor con ese nombre. Pero tal vez el jefe de camareros sepa algo. De inmediato su prominente barriga se aproximó avanzando con torpeza. Vaciló, reflexionó un poco. No, tampoco él conocía a ningún señor Mendel. Aunque tal vez yo me estuviera refiriendo al señor Mandl: el señor Mandl de la mercería de la calle Floriani. Sentí un regusto amargo en los labios. El regusto de la fugacidad. ¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas? Durante treinta años, tal vez cuarenta, una persona había respirado, leído, pensado, hablado, en aquella habitación de unos cuantos metros cuadrados, y bastaba con que pasaran tres o cuatro años, que viniera un nuevo faraón, y ya no se sabía nada de José. En el café Gluck ya no sabían nada de Jakob Mendel. ¡De Mendel el de los libros! Casi con rabia pregunté al jefe de camareros si no podría hablar con el señor Standhartner, si no quedaba alguien del viejo personal en la casa. Oh, el señor Standhartner; oh, Dios mío, hace tiempo que vendió el café. "

COSAS POR LAS QUE LLORAR CIEN VECES


RESEÑADO por Rosi Torres Marino para LIBROS,  el 16 de Diciembre de 2014.
Definitivamente no acabo de tener suerte con la literatura japonesa. No me ha gustado...o mas bien no ha acabado de llegarme. Le reconozco eso sí, que trate con naturalidad y sin mucho artificio temas que otros autores adornan, detallan y en el peor de los casos utilizan y sodomizan.

Sinopsis (Ed. EMECE)
El protagonista y narrador de la historia es un joven japonés. Él y su novia deciden ir a vivir juntos para probar su convivencia después de que él la pidiera en matrimonio y ella sugiriera primero un periodo de prueba. Poco después de esto, ella enferma de un cáncer. Debe ingresar en el hospital y él la acompaña siempre que puede, hablan de todo, se
aman tiernamente, hasta que ella muere. Un tiempo después, él encuentra un cuaderno de ella en el que había escrito su «sí quiero».

Cosas por las que llorar cien veces (fragmento)

Uno
Mi madre me dijo por teléfono que la perra se estaba muriendo.
No había vuelto a casa de mis padres desde que conseguí un trabajo, así que hacía unos cuatro años que la había visto por última vez. Me la encontré la primavera en que terminé el bachillerato, por lo que ahora debía de tener unos ocho años. Supuse que estaría entrando en la edad de los perros viejos, pero me parecía que todavía era pronto para que se muriera.
Traté de recordar cómo era. Mestiza, pequeña y cubierta de largo pelo castaño. Hembra. Una monada de perra, con la frente redondeada y unas grandes pupilas.
Mi madre hablaba despacio al teléfono.

EL CASO COLLINI


RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 16 de Diciembre de 2014.
Creo que simplemente por saber que los tribunales alemanes están compuestos por un jurado donde hay unas personas denominadas escabinos, el libro ya vale la pena.
Gracias a Dios no es lo único por lo que lo vale.
¿Un libro sobre un caso judicial alemán? ¿Y vale la pena? Pues sí. Por la diferencia, por el ritmo, por el estilo, porque se lee en una tarde y porque el señor Schirach lo hace verdaderamente bien.
¡Ah! Y porque no sólo de Perry Mason vive el hombre. Los abogados a este lado del charco también pueden ser muy buenos.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Primera novela de Ferdinand von Schirach -conocido de nuestro público por sus extraordinarios volúmenes de relatos Crímenes y Culpa-, El caso Collini combina una historia criminal de una concisión y una desnudez sobrecogedoras con la revelación de grandes deficiencias en el funcionamiento de la justicia en Alemania. Su publicación suscitó un encendido debate y el libro, como sus dos anteriores, ocupó los primeros puestos en las listas de ventas en su país. 
Empleado diligente, de una discreción modélica, Fabrizio Collini trabajó como operario durante treinta y cuatro años en la Mercedes-Benz. Pero un día, ya jubilado, acude al legendario Hotel Adlon de Berlín, a dos pasos de la puerta de Brandenburgo, y asesina a sangre fría a un hombre anciano, sin motivo aparente. La defensa de Collini recae de oficio en el joven e inexperto abogado Caspar Leinen, y lo que al principio parece una oportunidad para su incipiente carrera se convierte en un acuciante dilema profesional, ya que la víctima, un conocido y respetado empresario, es el abuelo de su primer amor, quien a su vez reaparece después de tantos años para pedirle que renuncie al caso. 
Así pues, Leinen no sólo se ve obligado a defender a un hombre que renuncia a defenderse y se niega a revelar el motivo del crimen, sino también debe resolver el conflicto de intereses. Su reputación y su carrera están en juego, más aún cuando el hallazgo de una pista apunta a un inquietante capítulo de la historia de la justicia alemana.

El caso Collini (fragmento)

1Después todos se acordarían: el camarero del servicio de habitaciones, las dos ancianas del ascensor, el matrimonio del pasillo de la cuarta planta. Dijeron que el hombre era enorme, y todos mencionaron el olor: a sudor.
Collini subió a la cuarta planta. Fue mirando los números, habitación 400, suite Brandemburgo. Llamó a la puerta.
—¿Sí?
El hombre que apareció en el marco de la puerta tenía ochenta y cinco años, pero parecía mucho más joven de lo que esperaba Collini, a quien le corría el sudor por la nuca.
—Buenos días. Soy Collini, del Corriere della Sera.
—Lo dijo de manera casi ininteligible, preguntándose si el hombre le pediría que le enseñara una acreditación.
—Ya, encantado. Pase, por favor. Será mejor que hagamos aquí la entrevista.
El hombre le tendió la mano y Collini reculó: no quería tocarlo. Todavía no.

EL ENVIADO DEL FUEGO


RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS,  el 17 de Diciembre de 2014.
Cuando lo terminé pensé ¿trascenderá fronteras? Porque es de una coloquialidad extrema. Y hermosa.
Y luego me dije: si Mujica, que es lo más extremo en coloquialidad que tengo conocido se entiende a lo largo de todos los charcos, entonces este Fosforito, protagonista del libro, también.
Dulcísimo y precioso.
" El "estaba escrito" es una expresión literaria que quiere decir algo como a lo profundo, pero no es más que bobeo, no dice nada.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Fosforito es un interno de un hospital psiquiátrico, que inicia al lector en un viaje insólito a través de los territorios contiguos de la locura y la realidad, la alucinación y la fantasía, la crueldad y la ternura, el amor real y el imposible. El autor despliega su forma particular de identificarlas motivaciones de la conducta humana. Rosencof, que fue dirigente del Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) ha escrito obras de teatro, crónicas, cuentos para niños y las novelas "Vincha brava", "El bataraz" y "Las cartas que no llegaron".






LA BRISCA DE CINCO


Primera entrega de la serie de novelas Bar Lume.

RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 19 de Diciembre de 2014.
Cuatro viejecitos nada adorables, un camarero con unas costumbres muy peculiares sobre lo que necesitan tomar sus clientes, un policía extremadamente tonto, un forense, una camarera de buen ver, un cadáver, unos cuantos sospechosos, secundarios aparentes...,  nada nuevo bajo el sol.
Como tengo la trilogía en una edición completa de un solo libro, intentaré acabarla del todo pero necesita mejorar aunque no suspende.
Se salva por las peculiaridades de los personajes principales, quizás excesivamente pintorescas y trilladas pero que le dan su chispa.
Veremos.

Sinopsis (Ed. Destino)
De un contenedor de basura en un aparcamiento periférico asoma el cadáver de una chica jovencísima. Estamos en un pueblo de la costa de Livorno, el imaginario Pineta, convertido en una localidad balnearia de moda: donde estaba el bar con petanca han puesto un discopub al aire libre, en la pineda hay un gimnasio exterior de body-building y ya no hay bancos, sólo aparcamientos para las motos. El homicidio parece ser un asunto de droga y sexo, y las sospechas recaen sobre dos amigos de la víctima, malcriada hija de buena familia de licenciosa conducta.
Pero la casualidad quiere que, por amor al cotilleo y para matar el tiempo, el grupo de los viejecitos del Bar Lume comience a hablar sobre el crimen, a discutir, a reñir y, por último, a indagar. El propietario del bar, Massimo, nieto de uno de ellos, se acaba erigiendo como el verdadero y desganado investigador, al que los jubilados, como un coro griego, discuten sus intuiciones, las desmontan y las perfeccionan, pasándolas por un cómico cedazo de irreverencias, y convirtiendo la investigación, más allá de la intriga policíaca, en una expresión de testaruda supervivencia de los habitantes del pueblo frente a la devastación del consumismo turístico modelado por la televisión
.

La brisca de cinco (fragmento)


PrólogoCuando empiezas a tambalearte sobre las piernas; cuando te enciendes otro cigarrillo para que pasen otros cinco minutos (aunque la garganta te arda y tengas la boca tan pastosa que parece que te hayas comido un neumático) y que así también los demás se enciendan uno y os quedéis ahí todavía un rato; en fin, cuando todo eso ocurre, ha llegado verdaderamente la hora de irse a la cama.
Eran las cuatro y diez de la mañana en pleno agosto y tres chicos estaban de pie junto a un Micra verde. Habían bebido más de lo estrictamente necesario; el propietario del Micra, más que los otros, que trataban de convencerlo de que no condujera.
—A ver, ya te llevo yo a casa — decía el más bajo de los tres, que llevaba el pelo rapado salvo en la coronilla, lo que le confería el aspecto de una palmera—. Dejas el coche aquí y te llevo yo.

GATO QUE APARECE EN LA NOCHE


RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS,  el 20 de Diciembre de 2014.
Henry Trujillo es uno de los autores uruguayos que me gusta más.
Y tiene una "modernidad" y un ritmo que muchos de nuestros autores desconocen.
Esta edición reúne dos novelas: Torquator y El vigilante.
Ambas tienen misterio, suspenso y esa cosa de thriller psicológico que está tan de moda. Aunque no son novelas demasiado nuevas.
Y tiene también tres cuentos que me recordaron un poco a Poe. Son muy buenos.

Sinopsis (Ed. Banda Oriental)
Con sus dos nouvelles, Torquator y El Vigilante, el autor, oriundo de Mercedes, ha atrapado la atención de la crítica y los lectores que lo sitúan en la primera línea de los jóvenes narradores uruguayos. Seguro de sí y sabiendo desde el comienzo hacia dónde nos quiere llevar, con un estilo sutilmente tenso y nervioso, Trujillo nos arrastra a una lectura apremiante en la que siempre queda algo por resolver, como en la mejor novela policial. Este volumen, que incluye también tres cuentos breves, confirma la maestría del escritor para el manejo de los tiempos narrativos y el suspenso.

Gato que aparece en la noche (fragmento)

Llovía. En el atardecer las gotas dibujaban extrañas imágenes en la ventana del pequeño cuarto donde X rumiaba su pobreza. Había estado buscando trabajo todo el día y, al regresar, el chubasco lo había sorprendido. Un tanto deprimido, X se recostó en su cama. Poco a poco, el rectángulo de cielo que contemplaba fue haciéndose más gris y apagado hasta que al fin dejó la habitación en penumbras. X, entonces, procedió a hacer un breve inventario de sus posesiones. Primero, su mirada se posó en el ropero; allí descansaban unas pocas y pobres prendas, limpias pero apolilladas. Al lado del ropero encontró la mesa; sobre ella un plato, un vaso, un tenedor, un cuchillo y la cocinilla a querosene. Más allá el termo, el mate, un paquetito con yerba y un recipiente con algo de leche que había comprado temprano para que le sirviera de desayuno, almuerzo y cena. Y eso era todo. No, algo más le pertenecía: la bolsita de tabaco que tenía en el bolsillo de la camisa.
Palpó la bolsa con una mezcla de placer y dolor. Dos cigarros. Tenía tabaco para armar dos cigarros y algo le decía que serían los últimos. No los fumaría ahora. Un mate caliente y un cigarro fumado con fruición eran un tesoro que él no cambiaría por el de un jeque árabe. X sabía qué era la vida, conocía el sabor agridulce de las pequeñas alegrías, agradecía cada rayo de sol que entibiaba sus párpados cansados. Y si era invierno, el calor de la cocinilla empañando la ventana azotada por el frío transformaba el cuarto en un palacio. Él, entonces, solo y en paz, se quedaba mirando ese mundo feroz, allá fuera, tan lejos.
Pero ahora ese mundo había invadido su pobre hogar envolviéndolo en un abrazo de hielo y la desolación había pintado las paredes de gris. ¿Qué le quedaba? Solo los cigarros y una cebadura de yerba. Era verdad, siempre se podía luchar. Siempre se podía lanzar un desesperado puñetazo contra esa pared invisible y dura. Siempre podía uno levantarse de sus propias cenizas y mostrar los dientes al infortunio. Pero, pensó X, ¿para qué?