sábado, 30 de diciembre de 2017

TORMENTA DE NIEVE Y AROMA DE ALMENDRAS


A estas alturas tocaba ya una novela totalmente navideña de esas que lees mientras ves un programa de cocina, comes un polvorón, asas un pollo de corral y montas nata para el tronco de navidad....
Y así ha sido, esta colección de relatos en los que la nórdica Lackberg pretende imitar a doña Agatha.
Puede leerse mientras se hacen otras tareas navideñas y no se necesita concentración ya que es flojita, muy flojita.
Como en otras cuestiones de la vida, también en la literatura, entre el original y la copia, me quedo con el original!!!

Sinopsis (Ed. Maeva)
Falta menos de una semana para Navidad. Enmarcada entre un fondo de rocas grises y un mar de hielo, con sus casitas de madera cubiertas por la nieve, Fjällbacka regala una imagen de postal. Martin Molin, el joven policía ayudante de Patrik Hedström, viaja a una isla cercana a la costa de Fjällbacka para pasar las fiestas navideñas con la adinerada familia de su novia. En medio de una fuerte tormenta, Ruben, el abuelo y patriarca de la familia, poseedor de una inmensa fortuna, muere en circunstancias extrañas. Martin percibe el sutil aroma a almendras amargas que flota en el aire, claro indicio de un envenenamiento. Inquietos e incomunicados, los invitados tendrán que esperar a que amaine la tormenta.
El libro contiene, además, cuatro relatos cortos, independientes, situados en la constelación de Fjällbacka y de sus personajes.

Tormenta de nieve y aroma de almendras (fragmento)

De nuevo olía a nieve. Faltaba menos de una semana para Navidad y el mes de diciembre ya había traído su lote de frío y nieve. Durante varias semanas, una gruesa capa de hielo había cubierto el mar, pero, con la subida de las temperaturas durante los últimos días, se había vuelto quebradiza y traicionera.
Martin Molin se encontraba en la proa del barco que enfilaba hacia Valö por el canal que la lancha de salvamento marino había abierto en el hielo. Se preguntaba si habría tomado la decisión correcta. Lisette había insistido mucho para que fuera, tanto que había llegado a suplicárselo. Las reuniones familiares no eran su fuerte, le había dicho ella, y se lo pasaría mucho mejor si él la acompañaba. Pero un encuentro familiar daría a entender que su relación iba en serio y él no lo sentía así.
Aunque ahora ya no había vuelta atrás. Se lo había prometido y ahí estaba, de camino a la isla de Valö y a la antigua colonia de vacaciones transformada en hotel donde pasaría dos días con la familia de Lisette.
Se giró. Fjällbacka era de una belleza extraordinaria, sobre todo en invierno, cuando sus casitas rojas quedaban ocultas entre tanta blancura. Protegida por la roca gris de la montaña, ofrecía un espectáculo único y sugerente. Tal vez debería abandonar Tanumshede para mudarse allí, se dijo, riéndose de su idea disparatada. Si algún día le tocara la lotería, quién sabe.
–¿Me lanza el cabo? –gritó el hombre del embarcadero.

LAS CHICAS


Esta aclamadísima novela la tenia en mi "lista de pendientes" desde hace tiempo y ahora en las vacaciones navideñas he tenido tiempo para abordarla como se merece.
Realmente la joven Cline no se ha devanado mucho los sesos en busca de argumento, de hecho si clickais en Google, Familia Manson, os saldrá una aproximación bastante certera de como transcurre esta novela, solo tendréis que realizar el fácil ejercicio de cambiar los nombres y taaaacháaaan! !!! ya tenéis servido el hilo argumental de principio a fin....
La autora se ha permitido sólo dos licencias, el cambio de nombres, antes mencionado e incluir como narradora a una jovencita perdida que busca su propia identidad por todos los medios a su alcance.
Descartada, pues, la originalidad argumental he buscado lo positivo de la novela y me ha gustado la prosa fluida con que Cline relata los hechos a través de la misma narradora en dos épocas de su vida (adolescencia y madurez), me ha gustado la descripción de situaciones y la confusión de sentimientos adolescentes que conduce al final previsto...., algunos personajes adolecen de profundidad lo cual produce alguna incongruencia que la propia trama soluciona pero que resta complejidad a la novela y la hace más superficial.
Recomendable por su curiosidad y la prosa cuidada que exhibe aunque no una obra maestra como se ha intentado vender.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
California. Verano de 1969. Evie, una adolescente insegura y solitaria a punto de adentrarse en el incierto mundo de los adultos, se fija en un grupo de chicas en un parque: visten de un modo descuidado, van descalzas y parecen vivir felices y despreocupadas, al margen de las normas. Días después, un encuentro fortuito propiciará que una de esas chicas –Suzanne, unos años mayor que ella– la invite a acompañarlas. Viven en un rancho solitario y forman parte de una comuna que gira alrededor de Russell, músico frustrado, carismático, manipulador, líder, gurú.
Fascinada y perpleja, Evie se sumerge en una espiral de drogas psicodélicas y amor libre, de manipulación mental y sexual, que le hará perder el contacto con su familia y con el mundo exterior. Y la deriva de esa comuna que deviene secta dominada por una creciente paranoia desembocará en un acto de violencia bestial, extremo…
Esta novela es obra de una debutante que, dada su juventud, ha dejado boquiabierta a la crítica por la inusitada madurez con la que cincela la compleja psicología de sus personajes. Emma Cline construye un retrato excepcional de la fragilidad adolescente y del tormentoso proceso de hacerse adulto. También aborda el tema de la culpa y las decisiones que nos marcarán toda la vida. Y recrea aquellos años de paz y amor, de idealismo hippie, en los que germinaba un lado oscuro, muy oscuro. La autora se inspira libremente en un episodio célebre de la crónica negra americana: la matanza perpetrada por Charles Manson y su clan. Pero lo que le interesa no es la figura del psicópata demoniaco, sino algo mucho más perturbador: aquellas chicas angelicales que cometieron un crimen atroz y sin embargo durante el juicio no perdían la sonrisa… Sobre ellas  –¿qué les llevó a traspasar los límites?, ¿Cuáles fueron las consecuencias de unos actos que las perseguirán siempre?– versa esta novela que deslumbra e inquieta.

Las chicas (fragmento)

Volví la mirada por las risas, y seguí mirando por las chicas. Lo primero en lo que me fijé fue en su pelo, largo y despeinado. Luego en las joyas, que relucían al sol. Estaban las tres tan lejos que sólo alcanzaba a ver la periferia de sus rasgos, pero daba igual: sabía que eran distintas al resto de la gente del parque. Las familias arremolinadas en una cola difusa, esperando las salchichas y hamburguesas de la barbacoa. Mujeres con blusas de cuadros acurrucadas bajo el brazo de sus novios, niños lanzando bayas de eucalipto a las gallinas de aspecto silvestre que invadían la franja de parque. Aquellas chicas de pelo largo parecían deslizarse por encima de todo lo que sucedía a su alrededor, trágicas y distantes. Como realeza en el exilio. Las examiné con una mirada boquiabierta, flagrante y descarada: no parecía probable que fuesen a echar un vistazo y reparar en mí. La hamburguesa había quedado olvidada en mi falda, la brisa traía consigo el tufo a pescado del río. En aquella época, analizaba y puntuaba de inmediato a las demás chicas, y llevaba un registro constante de todas mis carencias. Vi al momento que la de pelo negro era la más guapa. Ya me lo esperaba, antes incluso de distinguir sus caras. Un atisbo de ensueño flotaba en torno a ella; llevaba un vestido ancho que apenas le tapaba el culo. Iba flanqueada por una pelirroja flacucha y una chica algo mayor, vestidas ambas con la misma improvisada dejadez. Como si acabasen de rescatarlas del fondo de un lago. Sus sortijas baratas eran como una segunda hilera de nudillos. Jugaban con una línea muy frágil, belleza y fealdad al mismo tiempo; una oleada de atención las siguió por el parque. Las madres buscaron con la mirada a sus hijos, llevadas por algún sentimiento que no sabrían identificar. Las mujeres cogieron a sus novios de la mano. El sol despuntaba entre los árboles, como siempre – los sauces soñolientos, las rachas de viento cálido soplando sobre las mantas de pícnic–, pero la familiaridad del día quedó perturbada por el camino que trazaban las chicas a través del mundo corriente. Gráciles y despreocupadas, como tiburones cortando el agua.

AGATHA RAISIN Y LA QUICHE LETAL


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Agatha Raisin, mujer de mediana edad que se ha "retirado" a un cottage en las Midlands (Reino Unido) donde ejerce de detective aficionada.

Lectura puramente vacacional, pueblecito inglés, detective aficionada, vecinas cotillas, concursos de pastelería y asesinatos....!
Agatha Raisin un personaje amable y una serie para disfrutar sin complicaciones.

Sinopsis (Ed. arroba books)
UNA NOVELA CON INGREDIENTES DE PRIMERA: UN CADÁVER AL ESTILO AGATHA CHRISTIE, UNA PROTAGONISTA EXQUISITA Y MUCHO SENTIDO DEL HUMOR.
A sus cincuenta y tres años, Agatha Raisin quiere empezar de cero: ha decidido cerrar su empresa de relaciones públicas y cambiar su piso de Londres por una casita de ensueño en Carsely, un pueblo en el corazón de la Inglaterra rural. El problema es que empezar de cero no es tan fácil: Agatha se siente sola, echa de menos su vida social londinense y, por si fuera poco, percibe que sus nuevos vecinos la tratan con una frialdad que para una mujer acostumbrada a salirse con la suya puede resultar ofensiva.
Dispuesta a hacer lo que sea por ganarse la simpatía del vecindario, Agatha decide participar en un concurso de quiches. Para asegurarse el triunfo, compra una quiche en una tienda de comida preparada de la City. ¿Qué es entonces lo peor que puede pasarle, además de no ganar un concurso dotado con un premio de diez míseras libras? Que uno de los miembros del jurado muera envenenado… Señalada por medio pueblo como principal sospechosa, Agatha Raisin iniciará las pesquisas por su cuenta y riesgo.
Agatha Raisin y la quiche letal (fragmento)

1La señora Agatha Raisin se sentaba a la mesa que acababa de despejar en su oficina de South Molton Street, en el barrio londinense de Mayfair. Desde la antesala le llegaba el murmullo de voces y el tintineo de vasos: el personal se disponía a despedirse de ella.
Agatha había decidido jubilarse anticipadamente. Había levantado la empresa de relaciones públicas dedicándole muchos años de arduo trabajo. Había prosperado, dejando muy atrás sus orígenes de clase obrera en Birmingham. Había sobrevivido a un matrimonio desgraciado, se había divorciado y lo había superado, con el espíritu maltrecho pero resuelta a salir adelante en la vida. Todo el esfuerzo que había puesto en su trabajo se encaminaba a un fin, el cumplimiento de un sueño: una casa de campo en los Cotswolds.
Los Cotswolds, en las Midlands, son probablemente uno de los escasos paisajes hermosos creados por la mano del hombre en el mundo: pintorescas aldeas de casas de piedra dorada, preciosos jardines, serpenteantes caminos verdes e iglesias antiguas. A Agatha la habían llevado a los Cotswolds de niña a pasar unas breves y mágicas vacaciones. Y si bien a sus padres no les habían gustado nada y manifestaron que deberían haber ido a cualquier hotel de la cadena Butlin’s Holiday Camp, como siempre, para Agatha los Cotswolds representaban todo cuanto anhelaba en la vida: belleza, tranquilidad y seguridad. Así que, ya de niña, había decidido que algún día viviría en una de aquellas preciosas casitas de campo, en un pueblo tranquilo, lejos del ruido y los malos olores de la ciudad

MANUAL PARA MUJERES DE LA LIMPIEZA


RESEÑADO por Clara Glez, para LIBROS, 22 Octubre de 2016.

¿ Qué cosas pueden pasar en tu vida, que siendo una gran escritora, dejas la escritura a un lado para seguir malviviendo?
Eso me pregunté cuando acabé de leer Manual para mujeres de la limpieza, e indagué en la vida de su autora, buscando más lib...ros.
Esta mujer que a sus 30 años, lleva a sus espaldas tres matrimonios, 4 hijos, alcohol para llenar un bar y un enfermedad que le obliga a llevar corsé, a pesar de ser premiada, se convierte en una de esa estirpe de escritores malditos, esos que triunfan una vez muertos.
Este libro consta de unos 47 relatos, sobre gente común, sobre sus miserias, su vida, sin florituras, contando esas escenas que se fue encontrando a lo largo de su vida, mientras se mudaba de un lugar a otro, y aceptaba cualquier tipo de trabajo para sacar adelante lo poco o mucho que tenía.
En estos relatos cuentas muchas cosas, muchas vidas, muchos momentos, quizás todos autobiográficos, quizás no… pero todos narrados con una sinceridad de espanto, sin florituras ni
paños calientes. Cuenta muchas cosas, pero con pocas palabras, describe muy bien lo que quiere transmitir, pero no se recrea en su explicación, lo suelta sin más. Y te hace vivir todos esos cuentos, como si fueras tu quien vive esas realidades, duras, hasta sucias me atrevería a decir, pero donde siempre parece asomar un halo de esperanza, de buen humor en las peores situaciones.
Indagando un poco en su vida, decía que se reconoció al cabo de los años, en las historias que escribió 30 años antes.
Era partidaria de contar las historias, sin apenas modificar la realidad, y creo que lo consiguió, pero si era así…, que dura tuvo que ser su vida.
Manual para mujeres de la limpieza – Lucía Berlín señora, yo lo hice después de leer el libro, y me cuadraron muchos de sus relatos, por no decir todos.

Y esta es mi opinión acerca de esta novela:
Lo terrible de los grandes descubrimientos editoriales es que te hacen tirarte de cabeza, incluso, a géneros literarios que nunca te han interesado...., a veces aciertan y otras veces maldices mil veces el nombre del recomendador y le deseas una larga y angustiosa lectura del peor libro que imaginarse pueda.
Atraída por la crítica y las comparaciones (Carter, Chejov, Auster.....) Me sumergí en la lectura de esta recopilación póstuma de los relatos de Lucía Berlín, desconocida para mi hasta entonces y transmutada en una suerte de heroína postmoderna por obra y gracia de la crítica, la cosa empezó mal con un prólogo y una introducción a cargo de Lydia Davis y Stephen Emerson tan laudatorios que hacen sospechar que algo falla....., por cierto, la extensión de ambos es incomprensible.
Luego, 43 relatos, autojustificación novelada de una vida desperdiciada, irresponsable y autocomplaciente que trasluce un egoísmo tan brutal que me resulta imposible comprender y disfrutar. Es increíble que alguien ose comparar estos relatos con los de Chejov o Auster, con los que puedo identificarme a pesar de ser, ambos, hombres y culturalmente lejanos a mi.  En ningún momento he podido identificarme con la prosa, a veces ramplona, a veces pedante de Lucía Berlín por no decir que sus vivencias me importan un bledo y me aburren soberanamente.
¿Podría rescatar alguno de estos cuentos morbosos y narcisistas?, pues me resultaría muy difícil. No me interesa esta mujer, no me interesa su vida y a eso se reduce todo.
¿Su forma de escribir?, prescindible.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Tras años de injusto olvido, Alfaguara se suma al fenómeno editorial del descubrimiento de Lucia Berlin, el secreto mejor guardado de la literatura estadounidense, una auténtica revolución literaria.
«Recién aparecido en Estados Unidos ya ha arrasado en los suplementos literarios y tiene todos los puntos para convertirse en un libro de culto.»
Sergio Vila-Sanjuán,La Vanguardia
«Lucia Berlin pasó su vida en la oscuridad. Ahora se la reverencia como a un genio literario.»
Brigit Katz,The New York Times
Con su inigualable toque de humor y melancolía, Berlin se hace eco de su vida, asombrosa y convulsa, para crear verdaderos milagros literarios con episodios del día a día. Las mujeres de sus relatos están desorientadas, pero al mismo tiempo son fuertes, inteligentes y, sobre todo extraordinariamente reales. Ríen, lloran, aman, beben: sobreviven.
Uno de los mejores libros del año segúnThe New York Times,The Guardian,NPRyThe Boston Globe. En la lista de los más vendidos en Estados Unidos desde su publicación. Tarducida a más de 14 idiomas.

Manual para mujeres de la limpieza (fragmento)

Lavandería Ángel

Un indio viejo y alto con unos Levi’s descoloridos y un bonito cinturón zuni. Su pelo blanco y largo, anudado en la nuca con un cordón morado. Lo raro fue que durante un año más o menos siempre estábamos en la Lavandería Ángel a la misma hora. Aunque no a las mismas horas. Quiero decir que algunos días yo iba a las siete un lunes, o a las seis y media un viernes por la tarde, y me lo encontraba allí.
Con la señora Armitage había sido diferente, aunque ella también era vieja. Eso fue en Nueva York, en la Lavandería San Juan de la calle 15. Portorriqueños. El suelo siempre encharcado de espuma. Entonces yo tenía críos pequeños y solía ir a lavar los pañales el jueves por la mañana. Ella vivía en el piso de arriba, el 4-C. Una mañana en la lavandería me dio una llave y yo la cogí. Me dijo que si algún jueves no la veía por allí, hiciera el favor de entrar en su casa, porque querría decir que estaba muerta. Era terrible pedirle a alguien una cosa así, y además me obligaba a hacer la colada los jueves.
La señora Armitage murió un lunes, y nunca más volví a la Lavandería San Juan. El portero la encontró. No sé cómo.
Durante meses, en la Lavandería Ángel, el indio y yo no nos dirigimos la palabra, pero nos sentábamos uno al lado del otro en las sillas amarillas de plástico, unidas en hilera como las de los aeropuertos. Rechinaban en el linóleo rasgado y el ruido daba dentera.
El indio solía quedarse allí sentado tomando tragos de Jim Beam, mirándome las manos. No directamente, sino por el espejo colgado en la pared, encima de las lavadoras Speed Queen. Al principio no me molestó. Un viejo indio mirando fijamente mis manos a través del espejo sucio, entre un cartel amarillento de PLANCHA 1,50 $ LA DOCENA y plegarias en rótulos naranja fosforito. DIOS, CONCÉDEME LA SERENIDAD PARA ACEPTAR LAS COSAS QUE NO PUEDO CAMBIAR. Hasta que empecé a preguntarme si no tendría una especie de fetichismo con las manos. Me ponía nerviosa sentir que no dejaba de vigilarme mientras fumaba o me sonaba la nariz, mientras hojeaba revistas de hacía años. Lady Bird Johnson, cuando era primera dama, bajando los rápidos.
Al final acabé por seguir la dirección de su mirada. Vi que le asomaba una sonrisa al darse cuenta de que también yo me estaba observando las manos. Por primera vez nuestras miradas se encontraron en el espejo, debajo del rótulo NO SOBRECARGUEN LAS LAVADORAS.
En mis ojos había pánico. Me miré a los ojos y volví a mirarme las manos. Horrendas manchas de la edad, dos cicatrices. Manos nada indias, manos nerviosas, desamparadas. Vi hijos y hombres y jardines en mis manos.
Sus manos ese día (el día en que yo me fijé en las mías) agarraban las perneras tirantes de sus vaqueros azules. Normalmente le temblaban mucho y las dejaba apoyadas en el regazo, sin más. Ese día, en cambio, las apretaba para contener los temblores. Hacía tanta fuerza que sus nudillos de adobe se pusieron blancos.
La única vez que hablé fuera de la lavandería con la señora Armitage fue cuando su váter se atascó y el agua se filtró hasta mi casa por la lámpara del techo. Las luces seguían encendidas mientras el agua salpicaba arcoíris a través de ellas. La mujer me agarró del brazo con su mano fría y moribunda y dijo: «¿No es un milagro?».

viernes, 29 de diciembre de 2017

LOS CRÍMENES DEL ACORDEÓN


Localicé a la autora en una de las múltiples listas de aspirantes al Nobel de Literatura 2016 (vana ilusión), me la traje de la biblioteca con la emoción del autor nuevo y el libro pendiente pero creo que he elegido mal la novela con la que inicio el conocimiento de Annie Proulx.
Los crímenes del acordeón es una novela cuya sinopsis anuncia grandes cosas:
"Todo comienza en Sicilia en 1890, cuando, al terminar su mejor obra —un acordeón de diecinueve botones de marfil y tapa laqueada—, un artesano sueña con América..."
Pero, fundamentalmente, se trata de una serie de capítulos que pueden ser leídos de forma independiente ya que su hilo conductor es el acordeón, con personajes planos basados en el estereotipo de cada nacionalidad, con situaciones que pretenden ser originales y no lo son y con un discurrir que podría calificar, suavemente, de aburrido.
La prosa de Proulx es excelente, pero hace falta algo más para que una novela pueda ser calificada de buena, a esta le falta ritmo, conexión, realidad y "punch".
En resumen he estado a punto de dejarlo a medias, pero he hecho un gran esfuerzo para "tragarme" las más de 400 páginas de una novela que no me ha conquistado en ningún momento-
Sinopsis (Ed. Tusquets)
Todo comienza en Sicilia en 1890, cuando, al terminar su mejor obra —un acordeón de diecinueve botones de marfil y tapa laqueada—, un artesano sueña con América. Junto con su hijo de once años, y sin más pertenencias que el instrumento, se embarca rumbo al abigarrado puerto de Nueva Orleans. Allí le espera un insospechado mundo hostil e implacable al que sólo sobrevivirá el acordeón. Con él asistiremos a la fundación de una ciudad en el estado de Iowa, en el seno de otra comunidad de emigrantes, esta vez alemanes. Luego pasará por las manos sucesivas de varias familias, que conocen la riqueza y la ruina en el nuevo mundo, y así, de Iowa a Texas, de Maine a Louisiana, entre africanos, polacos, noruegos, irlandeses, vascos y franco-canadienses, seguiremos sus pasos por una América ásperamente racista que se construye a sí misma, una América cuyo último vínculo con el pasado será la voz humilde y destartalada de un acordeón.


LECTURAS DE LOS REHENES


Me atrajo desde el principio la bella factura de esta novela, muy propia de la editorial funambulista, la foto de la portada avanza misterio y aislamiento, las dimensiones del libro lo hace idóneo para leer en cualquier lugar. Leer la sinopsis no supuso un plus para mi, pero me intrigó la resolución de un argumento que se anuncia como: "un grupo terrorista toma como rehenes a unos turistas japoneses en un país extranjero...."
Y así, poco a poco, me he encontrado con un prólogo y 9 relatos; nueve instantes de una vida, nueve momentos especiales que sirven, como los relatos de Sherezade, para ahuyentar a la muerte, para conquistar la individualidad, para reafirmar la existencia, para huir del temor recordando el amor, la familia, el trabajo, la amistad.
Relatos para compartir con los compañeros de cautiverio, relatos para vivir; no se cual de ellos me ha emocionado más, sé que volvería a leerlos, sin dudar.
Y así, El bastón, Las galletas Eco, La sala B de reuniones, El lirón que hibernaba, La virtuosa del consomé, El joven lanzador de jabalina, La abuela difunta, El ramo de flores y Las hormigas cortadoras de hojas; se transforman en el mayor homenaje a la literatura otorgándole la capacidad de trascender las situaciones más adversas, transformando al narrador en el guía que nos conduce a lugares lejanos y hace que olvidemos el presente para no olvidar nunca el relato.
Muy recomendable!

Sinopsis (Ed. Funambulista)
Un grupo terrorista toma como rehenes a unos turistas japoneses en un país extranjero. Después de una primera movilización de los medios de comunicación, pasa el tiempo y las negociaciones se vuelven más complicadas. La atención de la prensa internacional y de la opinión pública va decayendo y todo el mundo parece olvidar a los turistas secuestrados. Pasados los años, salen a la luz unas grabaciones de unas escuchas realizadas en la cabaña donde los terroristas habían recluido a sus víctimas. En ellas están recogidas las historias que cada uno de los rehenes escribió y, luego, leyó en voz alta a los demás: una idea que, en un primer momento,  sirvió para combatir el tedio y el abatimiento, y que luego se convirtió en una manera para vencer el miedo a un futuro incierto explorando un pasado que llevaban en su interior y que nadie podría arrebatarles.
Yoko Ogawa, la autora de la aclamada La fórmula preferida del profesor, en el marco de esta conmovedora historia, hace revivir a través de las voces de unos seres sobre los que se cierne la sombra de la muerte, una serie de relatos, unos recuerdos, que representan un legado de vida y esperanza.

Lecturas de los rehenes (fragmento)

"Se trataba de una acción similar a la de orar, cuyo propósito era hacer llegar sus voces hasta un lugar mucho más lejano de lo que podían imaginar, donde habría alguien con quien no podían comunicarse solamente por medio de las palabras."

VUELO ESTÁTICO


Últimamente he seleccionado algunos libros por su "hermosura exterior", es indudable que en la Editorial Impedimenta son especialistas en presentar sus obras de una forma especialmente atractiva y, así, a través de la belleza externa he ido descubriendo "almas literarias" que la mayor parte de las veces, se corresponden con la envoltura y, en ocasiones incluso la mejoran.
Mi conocimiento de Estonia es escasísimo fuera de saber que pertenece al "trío báltico" y su capital es Tallin, de su literatura desconozco prácticamente todo.
Pues bien, con este escaso bagaje abordé una de las consideradas "obra cumbre" de la literatura estonia, escrita por uno de los "padres" de la misma, candidato al Nobel en varias ocasiones.
Y ¿Qué me ha parecido Vuelo estático? Pues ha sido una revelación, en muchos sentidos; me ha descubierto un país, a un escritor y a una época.
Vuelo estático (título magníficamente elegido) es la historia de Estonia y sus gentes en el siglo XX, una historia marcada por el ansia de volar libre y la cruda realidad que les condena a "sobrevolar sin moverse" todos los acontecimientos que les arrastran sin piedad. Vuelo estático es la historia de un joven de talento extraordinario que desperdicia su vida en oficios sin orden ni concierto, mientras su país se sumerge en la irrelevancia, la censura, la pobreza, la burocracia y el exilio interior.
Novela para leer con calma, dada su profundidad.
Me ha gustado!!!!

Sinopsis (Ed. Impedimenta)
Crónica viva de Estonia, este imponente drama de emigración interior es, sin duda, uno de los mejores relatos de supervivencia jamás contados.
¿Puede un simple fabricante de maletas convertirse en el símbolo de toda una generación? Precisamente eso es Vuelo estático, una de las mejores obras del prolífico Jaan Kross, referencia de las letras estonias y varias veces candidato al Nobel de Literatura. La novela narra la vida de Ullo Paerand, un joven con una memoria prodigiosa que se ve obligado a sobrevivir ejerciendo profesiones tan dispares como las de periodista deportivo, fabricante de maletas o miembro del gabinete del primer ministro. A través de las aventuras y desventuras de Paerand, Kross dibuja un fresco de un momento clave del pasado reciente de los países bálticos y, a su vez, de todo el continente europeo. Pero Vuelo estático no es solo la historia de Ullo, es Historia con mayúsculas, la de toda una generación que asistió impotente a la lucha por la independencia de su país ante las sucesivas ocupaciones de diversas potencias extranjeras.

Vuelo estático (fragmento)

I
Pues bien, he aquí la historia de mi viejo amigo, Ullo Paerand, objeto de mi simpatía, de mis dudas y de mi admiración.
De pasada, ya he hablado de él en algún sitio. Pero necesita más espacio. Necesita un tratamiento distinto, cobrar mayor protagonismo. En primer lugar, por ser quien es, sin más. Pero también por el papel que tuvo en un proceso anterior, el de la construcción de su propia historiografía. Y, finalmente, por el que desempeñó en el trasfondo histórico en el que figuraba. No fue un papel protagonista, pero sí, al menos, decorativo.
Nos conocimos en la famosa Academia Wikman. Y el hecho de que quedase fuera del círculo de los chicos de Wikman, círculo que inspiró mi novela así titulada, se debe sencillamente a que allí la acción se desarrolla casi en exclusiva entre compañeros de clase, y él era cuatro o incluso cinco años mayor que nosotros. A lo que he de agregar otra razón para dejarle al margen de aquella galería: ya entonces intuía que a Ullo no le bastaría con que le tratara como a uno más de la pandilla, sino que sería necesario que me ocupase de él extensa e individualmente.
Conque la primera vez que me llamó la atención debió de ser en las escaleras de Wikman, o en su amarillo salón de actos, en torno al año 1933 o 1934, cuando yo tenía unos doce o trece años y él entre dieciséis y dieciocho. Yo estaría, me imagino, en el último curso de la escuela primaria y él ya en el décimo curso de la secundaria. O puede que hasta fuese ya a bachillerato. En cualquier caso, era alto, flaco, tenía la cara estrecha y una nariz más bien larga, delicada, y la nuez grande… En definitiva, Ullo era un chico larguirucho que a menudo parecía estar resfriado.