viernes, 4 de agosto de 2017

EL CUARTO MANDAMIENTO


Y el libro de hoy es, Los magníficos Ambersons, también publicada en España con el título El cuarto mandamiento, Premio Pulitzer de novela en 1919, es un "novelón" sobre el ascenso y caída de una aristocrática familia norteamericana, con todas los "tics" que ello supone.
Una novela larga y contundente que, a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, no ha perdido actualidad.
El fragmento de hoy es el comienzo de la novela y estoy segura de que sentiréis auténticas ganas de seguir leyendo:
 
El Cuarto Mandamiento (The Magnificent Ambersons) Fragmento

"El Comandante Amberson hizo su fortuna el año 1873, precisamente cuando otras gentes andaban perdiendo las suyas, y de entonces data el comienzo de la magnificencia de los Amberson. Es la magnificencia, como la importancia de un caudal, relativa siempre, y así lo descubriría el mismísimo Lorenzo el Magnífico si su espíritu visitara el Nueva York contemporáneo; fueron magníficos los Amberson para su época y para la ciudad en que vivían. Su esplendor subsistió durante todos los años que vieron a su ciudad del Midland* extenderse y tornarse sombría hasta llegar a ser una gran urbe, mas alcanzó su mayor brillo en aquella época en que todas las familias pudientes y con niños tenían un perro de Terranova.
En aquella ciudad, y en aquellos tiempos, todas las mujeres que gastaban sedas y terciopelos conocían a todas las mujeres que gastaban sedas y terciopelos, y si alguna compraba un abrigo de piel de foca, hasta las inválidas eran llevadas a la ventana para que lo vieran pasar por la calle. En las tardes de invierno, briosos trotones corrían presurosos por National Avenue y Tennessee Street arrastrando trineos; caballos y conductores eran de todos conocidos; y también los conocían cuando llegado el verano eran los veloces y ligeros tílburis los que renovaban las competencias de las carreras del invierno. Todo el mundo conocía los coches familiares de los demás y podía identificarlos en la calle a media milla de distancia, habilidad en extremo útil para asegurarse de quién iba de compras, quién a una fiesta, o a casa desde la oficina o la tienda, ya fuera para el almuerzo, ya para la cena. "

Sin que sirva de precedente, voy a recomendar la película dirigida por Orson Wells y estrenada en 1942,  cuyo guión escribió el propio Wells basándose en la novela de Tarkington.
The Magnificent Ambersons contó entre sus intérpretes con:
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Fue comparada en su momento con Ciudadano Kane y recibió varias nominaciones al Oscar, no consiguió ninguno pero ello no merma su calidad.
En el siguiente enlace pueden ver el montaje realizado por un estudiante de cine al que se pidió captar en pocos minutos la esencia de la película
https://youtu.be/tkgkKpJEdtw

jueves, 3 de agosto de 2017

ESNOBS


«Los ingleses, sean de la clase que sean, son adictos a la exclusividad. Deja a tres hombres en una habitación e inventarán una regla que evite que se les una un cuarto». J. Fellowes
Absténganse los no-adictos al british puro y duro.
Alta sociedad en su salsa, todos los tics de la aristocracia británica en un tono de comedia que, la verdad, no acaba de cuajar completamente. Quizás le sobran unas cuantas páginas, pero es una buena opción "palomitera" para el borde de la piscina y para aquellos que quieran conocer en profundidad todos los "recovecos" de una "clase" que hemos visto en numerosas obras y películas del imperio británico.
Visto lo visto, prefiero a Fellowes como guionista de Gosford Park o Downton Abbey¡¡¡

Un fragmento ilustrará perfectamente el tono general de la novela:

Esnobs (fragmento)

"No sé con exactitud cómo Edith Lavery llegó a entrar en la vida de Isabel Easton. Probablemente tuvieran algún amigo común, o pertenecían al mismo club, o tal vez fueran sencillamente a la misma peluquería. Pero lo que sí puedo recordar, por alguna extraña razón, es que Isabel decidió desde el primer momento que Edith sería su buena obra del momento, ese alguien un tanto especial que se puede imponer a los vecinos del campo en pequeñas dosis. La historia demostraría que tenía razón, desde luego, aunque cuando yo la conocí no existiera prueba indiscutiblemente clara de que así fuera a ser. Edith era muy guapa, pero no tanto como lo sería después, cuando encontrara su estilo, como dicen los diseñadores. Encajaba en un estereotipo, si bien en uno de clase superior: la inglesa rubia de ojos grandes y modales exquisitos."

miércoles, 2 de agosto de 2017

EL VERANO SIN HOMBRES


Historia de un verano femenino, un verano de "Pausa", pero, un verano al fin, en el que nada cambia, todo vuelve a ser como antes al terminar el verano.
Apenas 150 páginas de lectura agradable, si exceptuamos, cierta dosis excesiva de pseudofeminismo y jerga "científica", lo mejor el toque sarcástico.
La verdad,  esperaba más de esta novela a la que, creo,  que le sobran algunas cosas.
Los pasajes descriptivos y los diálogos están bien concebidos y el  final abrupto es pero no por ello inesperado, como dicen algunos críticos, de hecho es la única certeza a lo largo de toda la novela. Para una tarde de verano desocupada se deja leer.
Aunque espero cosas mejores de Siri Hustvedt

El verano sin hombres (fragmento)
" Cuando asistía distraída a sus conversaciones durante los minutos previos a la clase y después de finalizarla, a menudo pensaba que la forma de hablar de las chicas era intercambiable, que no había en ellas ningún signo de individualidad. Tenían una especie de jerga que el rebaño había acordado utilizar, con la excepción de Alice, cuya dicción no estaba tan infectada de los o sea o sabes, pero incluso ella caía en el uso de aquel curioso y estúpido dialecto adolescente. Sin embargo, cuando todas se sentaban alrededor de la mesa, Alice se diferenciaba de inmediato de las demás, como si se hubiera roto un hechizo y por fin pudiese hablar por sí misma. Poco a poco fueron aflorando retazos de su vida familiar que alteraron la percepción que tenía yo de ella. Descubrí que en la familia de Ashley eran cinco hermanos y que sus padres se habían divorciado cuando ella tenía tres años; que Emma tenía una hermana pequeña con distrofia muscular y que el padre de Peyton vivía en California. Iría a visitarlo a finales de agosto, como solía hacer todos los veranos. Él era quien tenía caballos. Alice llevaba viviendo en Bonden sólo dos años. Antes había vivido en Chicago y sus continuas referencias a la metrópolis perdida provocaban inevitablemente un contagioso intercambio de miradas entre las demás. Joan y Nikki eran amigas desde tercero. Los padres de Jessica eran devotos practicantes de alguna de las muchas confesiones cristianas, quizá una de esa nueva variedad que mezcla psicología popular con religión, pero no estaba segura.
Con el fin de llegar a rozar el mundo interior de aquellas niñas, un mundo que yo presentía igual de diverso que sus historias personales, empezamos a trabajar en poemas acerca de «mi yo secreto». Puse el ejemplo de una grieta abierta entre la percepción que tenemos del mundo externo y la propia sensación de nuestra realidad interna, de los malentendidos que a veces pueden marcar nuestra relación con los demás, de ese sentimiento que tenemos la mayoría de nosotros de custodiar un ser oculto en nuestro interior, ese ser solitario enfrentado al ser social, etcétera, etcétera. Dejé bien claro que aquél no era el juego de Verdad o Mentira, un juego que recordaba de mi juventud, ni un ejercicio para confesar o revelar unos secretos que preferimos mantener ocultos. Les sugerí enfrentar dos versos que empezaran: Crees que soy… y Pero en realidad… Hablamos de algunas metáforas, de la posibilidad de usar algún animal o cosa en lugar de un adjetivo. "

DEJA EN PAZ AL DIABLO


Tercera novela de John Verdon con el detective Dave Gurney como protagonista.
Ummmm¡¡¡ más de lo mismo, crítica de la tele-basura, Gurney padece injusticias sin fin, Madeleine sigue siendo tan tocapelotas como siempre, aparece el hijo del detective, las descripciones son interminables..............buh¡
Mientras tanto un loco campa por sus respetos y nadie parece ser capaz de hacer nada para pararle. Larga y repetitiva.
No la recomiendo salvo que no tengáis nada más a mano¡


Y esta es la opinión de mi querido Ricardo Cortat:
RESEÑADA POR RICARDO CORTAT para LIBROS, el 4 de Abril de 2013.
Acabé el tercero de John Verdon "Deixa en pau el dimoni" ("Deja en paz al diablo")
Si le quitamos el rollo psiquiátrico - filosófico que acompaña a la "profiler" del FBI está entretenido.
Fallos. El asesino podría ser cualquiera. Escribes los nombres de todos los personajes en un papelito, los metes en una bolsa y sacas uno. Ese es el malo, malísimo. Lo vuelves a meter en la bolsa. Sacas otro papel. Ese también podría serlo. Y los motivos serían los mismos.
Y eso nos lleva al plural de fallo, a fallos. A que hay más de uno. Quizás no los motivos, pero sí el porqué de los asesinatos. Y es tan, tan, tan evidente y está tan, tan, tan insinuado que es casi insultante que el detective Gurney se de cuenta a escasas páginas del final y que además sea como un chispazo en su mente.
Es de esas cosas que si anda como un pato, nada como un pato y habla como un pato... tiene que ser un pato ¡y desde hace 100 folios!
Por lo demás, bien.

Deja en paz al diablo (Fragmento)

"El primer día de primavera
La puerta cristalera estaba abierta.
Desde su posición, de pie junto a la mesa del desayuno, Dave Gurney vio que los últimos restos de nieve del invierno, como glaciares reacios, habían retrocedido desde el prado abierto y ya sólo sobrevivían en las zonas más recónditas y umbrías del bosque de alrededor.
Las ricas fragancias de la tierra recién levantada y del heno sin segar del verano anterior flotaban hasta la gran cocina de la casa. Eran olores mágicos que en algún momento habían tenido el poder de cautivarlo. Ya apenas lo emocionaban. Le resultaban agradables, sin más. Agradables si, pero sin importancia.
-Deberías salir- dijo Madeleine desde el fregadero donde estaba lavando el bol de los cereales.- Sal, hay un sol espléndido.
-Sí, ya lo veo- contestó Dave, sin moverse.
-Tómate el café en una de las sillas de fuera- propuso ella dejando el bol en el escurreplatos de la encimera- Te vendrá bien un poco de sol.
-Hum- Dave asintió mecánicamente y tomó otro sorbo de la taza que sostenía- ¿es el mismo café que estábamos usando?
-¿Qué tiene de malo?
-No he dicho que tenga nada de malo
-Si, es el mismo
Dave suspiró"

CASA DE VERANO CON PISCINA


¿Que haría usted si.....? esta pregunta se planteó en La cena, anterior novela de Herman Koch publicada en castellano y vuelve a plantearse en Casa de verano con piscina, ¿que haría si.....?
Al igual que La cena, esta es una novela envolvente, bien es verdad que tras la experiencia anterior uno está más prevenido contra las "trampas" del escritor y espera un "final inesperado", como mínimo y razón tendrá al hacerlo.
Con esta novela Koch pone fin a una especie de trilogía sobre la decadencia moral de la sociedad, la hipocresía reinante, y el absoluto adocenamiento de la burguesía.
En España no se ha publicado la primera novela de esta trilogía esperemos que le pongan remedio pronto¡¡¡
Entretanto recomiendo esta novela de un holandés lúcido que nos hace sentir, facilmente, en la piel de esos padres e hijos que tan acertadamente retrata¡


La opinión de nuestra querida Rosi Torres Marino es la siguiente:

RESEÑADO por Rosi Torres Marino para LIBROS,  el 21 de Julio de 2014.
Lo leí de manera intermitente, me coincidió con las vacaciones y ni tiempo tuve de abrirlo, pero al llegar a casa lo terminé en un suspiro.
Decía Gurisa cuando empecé a leerlo y comenté lo desagradable que me parecía que a ella le resultó feo y fascinante, hoy que lo termino no encuentro una definición mejor que la suya.
Me pasó también con La cena, te cuestionas todo aquello en lo que el autor se adentra y hasta te dejas llevar por esos pensamientos oscuros que todos tenemos.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Autor de gran renombre en los Países Bajos —su anterior novela, La cena, fue Libro del Año y ganó el Premio del Público de ese país—, Herman Koch vuelve con otra estimulante historia de suspense donde una trama tejida a la perfección es el soporte para explorar sin ambages temas tan actuales como la ética profesional, la falsedad de las relaciones sociales o la difícil comunicación entre padres e hijos, así como los límites de la libertad sexual o el sentido de culpa en el seno de una sociedad permisiva y autocomplaciente.
Próspero médico de cabecera en Ámsterdam, Marc Schlosser ejerce su profesión con cierta dosis de cinismo. Su nutrida clientela valora especialmente el tiempo que dedica a las consultas, pero esta aparente generosidad esconde unas intenciones menos nobles, que Marc disimula con habilidad. Cuando uno de sus pacientes, el famoso actor Ralph Meier, lo invita a pasar unos días de verano junto a su familia, Marc acepta pese a las reticencias de Caroline, su esposa, molesta por la arrogante vulgaridad de Ralph y su actitud de seductor irresistible. Así, los Schlosser y los Meier, con sus respectivos hijos adolescentes, compartirán con un maduro director de Hollywood y su novia, cuarenta años más joven, una casa con piscina a pocos kilómetros de una playa mediterránea. Los días transcurren con apacible monotonía, entre comidas, paseos, largas conversaciones de sobremesa, excesos con el alcohol y flirteos más o menos inocentes, hasta que una noche se produce un grave incidente que interrumpirá las vacaciones y cambiará para siempre la relación entre las dos familias.
Casa de verano con piscina es una novela apasionante en la que nadie es del todo inocente, ni siquiera quienes parecen más frágiles e inofensivos. Herman Koch logra que el lector quede atrapado ante una incómoda encrucijada moral, que lo mantiene en vilo hasta la última página.


Casa de verano con piscina (fragmento)


"Sé por experiencia que durante una película es más fácil pensar en otras cosas que durante una representación teatral. En una obra de teatro eres consciente de tu propia presencia. De tu propia presencia y del transcurrir del tiempo. De tu reloj. Me compré un reloj con agujas fluorescentes expresamente para los estrenos de teatro. Durante una representación teatral, al tiempo le ocurre algo, algo para lo que aún no he sabido encontrar explicación. No es que se detenga, no: se cuaja. Miras a los actores y actrices, sigues sus movimientos, escuchas las frases que salen de sus labios, y es como si removieras con una cuchara una sustancia que se solidifica rápidamente. Llega un momento en que la cuchara se para. Se queda vertical en medio de la sustancia. No se puede seguir removiendo. Miro el reloj por primera vez. Lo más discretamente posible, por supuesto. Nadie quiere que le pillen mirando el reloj durante una representación teatral. Con cuidado, retiro un poco la manga de la chaqueta. Me rasco la muñeca como si me picara. A continuación lanzo una mirada fugaz a las agujas luminosas. La hora que indican es siempre una prueba fehaciente de que el tiempo real y el tiempo del teatro son dos magnitudes distintas. O mejor dicho: tiempos de dos dimensiones diferentes que discurren una junto a otra. Crees que ya habrá pasado media hora (esperas, ruegas, que haya pasado): pero las agujas del reloj te dicen que las luces de la sala apenas llevan doce minutos apagadas. No puedes gemir ni suspirar durante una representación teatral; si gimes o suspiras, llamas innecesariamente la atención. Un gemido o un suspiro demasiado alto desconcentran a los actores. Pero no es factible estar sin gemir ni suspirar. Y ahí mismo radica ya la principal diferencia con una película: uno no puede irse. Durante una película puedes escabullirte en la oscuridad sin que nadie se dé cuenta".

¡QUE VIENE EL LOBO!

Tras las Ovejas de Glenkill, la saga continua y "la novela negra ovina" lleva camino de convertirse en una saga famosa en el mundo entero.
¿Cómo resolverán las ovejitas el nuevo misterio que ha surgido en su rebaño y amenaza con terminar con ellas?
Esta novela está especialmente dedicada a nuestro amigo Dani Tavares, risas aseguradas con las ovejitas irlandesas que viajan a Francia, estas ovejitas "serie negra" con equipo investigador propio Miss Maple, Sir Ritchfield, Othello, Ramses, Zora, Heide, Cloud, Cordelia......vagarán por los bosques franceses y tendrán alguna que otra sorpresa. En ocasiones hilarante¡

¡Que viene el lobo! (fragmento)

"Aquella desconocida las sacaba de quicio. En realidad no olía a oveja, no se comportaba como una oveja y, sobre todo, no parecía una oveja, sino más bien una piedra grande, informe, musgosa, un carnero peludo.
Miss Maple, la oveja más lista del rebaño y tal vez del mundo, afirmaba que pese a todo era una oveja. Una oveja solitaria a la  que nadie esquilaba desde hacía años, con un mazacote  de lana gris, densa y enmarañada en el lomo y una historia que nadie conocía.
- Se acostumbrarán- afirmó Rebeca cuando, con ayuda del cabrero, había sacado el extraño carnero del manzanar y lo llevó al prado.
El cabrero entornó los ojos y tosió, o quizás fuese una risa polvorienta.
No se habían acostumbrado, en absoluto. Al contrario: cada día que pasaba el carnero peludo les parecía un poco más raro. Y distante.
Estaba entre ellas, pero no con ellas, se movía en un rebaño, pero no en su rebaño. A veces tenían la sensación de que el desconocido ni siquiera las veía. Veía otras ovejas, unas ovejas que nadie más podía ver.
Ovejas espíritu.
Fantasmas"


TUYA

Una persona que conozco dice que su abuela tenía una máxima que aplicó toda su vida: 
 "....si mi marido me engaña que no me entere, si me entero que no me importe y si me importa que me aguante..."
He recordado esto durante todas y cada una de las 160 páginas de Tuya, novela de Claudia Piñeiro, y no les digo más¡
Para leer en una tarde¡
Tuya (fragmento)
" Me puse el pijama y me metí en la cama. Estaba incómoda. Daba vueltas para un lado y el otro. Traté de relajarme. Respiración profunda y esas cosas. Nada. Me levanté y bajé al living. Me senté en el sillón. La lluvia era cada vez más fuerte. Me imaginé el barro que habría en los bosques de Palermo para ese entonces. Me imaginé a Ernesto dando vueltas con el auto para poner en claro sus ideas. Me lo imaginé en la ruta de camino a casa, manejando bajo esa lluvia. Me acordé de las escobillas, de las de mi auto. De esa que no barría y que tendría que haber cambiado hacía meses. La izquierda. Y me dije: "Mejor ocuparme en algo útil mientras espero". Y fui al garaje a cambiar las escobillas. Ernesto siempre tiene repuestos para el auto. Bujías, fusibles, esas cosas. Yo sé bastante de mecánica, pero él no sabe qué sé, porque ocuparse de los autos es una tarea de los hombres, y como decía mi mamá, el día que cambias un cuento, sonaste, porque ya creen que sos plomera diplomada y no agarran un destornillador ni que se esté inundando la casa. Abrí la caja donde Ernesto guardaba los repuestos y la revolví. Las escobillas estaban debajo de todo. En realidad debajo de todo no; cuando saqué las escobillas encontré un sobre que, por supuesto, abrí. Porque yo tengo mucha intuición, y sabía que tenía que abrirlo. ¿Y qué había adentro? Más cartas de Tuya. Con el rouge de Tuya. "¡Qué diálogo de mierda hay que tener para necesitar tanta carta!", pensé. Las leí. Eran una asquerosidad. "Este hombre es un reverendo idiota", pensé, "¿en cuántos lugares de la casa habrá dejado pistas de su romance?". Tiré las escobillas al cuerno y me puse a hacer una revisión a fondo de toda la casa. Yo ya le venía revisando desde hacía un tiempo bolsillos, attaché, cajones del escritorio, la mesita de luz, la guantera. Pero la caja de repuestos del auto supera la imaginación de cualquiera. Agité libros, desarmé bollos de medias, saqué fondos de valijas y bolsos. Sólo encontré una foto carnet de Ernesto, atravesada por los labios de Tuya. Adentro de una cajita de preservativos. La foto tenía una dedicatoria: "Para que los disfrutemos juntos". Fue en ese momento en que me quedó claro por qué Dios puso ese tronco donde lo puso. Guardé la foto y los preservativos con el material que había encontrado en mi primera revisión, unas semanas atrás. Pensé en quemar todo antes de que viniera Ernesto. Dadas las circunstancias, no se podía correr el riesgo de que alguien las encontrara. Pero no sé, las guardé. Una nunca sabe. Yo había armado una especie de escondite en el garaje cuando todavía no había abierto mi cuentita en el banco. Un trabajo verdaderamente prolijo: había aflojado un ladrillo, lo había sacado limpito, lo había partido al medio, y otra vez al lugar de donde lo había sacado. Pero esta vez sólo la mitad del ladrillo. Con los billetitos atrás claro. Los billetitos ahora están en un lugar más seguro. "¡Vaya uno a saber dónde terminan estas porquerías!", pensé mientras doblaba las fotos y las notas para que entraran. "