domingo, 7 de enero de 2018

LOS CRÍMERNES DEL MONOGRAMA


La autora de un blog que respeto profundamente (Mis detectives favoritos), define estos libros como Pastiches de Hércules Poirot, yo sería incapaz de definirlo mejor.

Me gustó el título, me encantó la portada, me ilusionó encontrarme de nuevo con Monsieur Poirot y...., diréis vosotros ¿Cómo se te ocurre?
Pues lo mismo digo yo, ahora que he logrado "superar con dificultades" las más de 200 páginas de este "engendro" que alguien ha dado en bautizar como "Un nuevo caso de Hércules Poirot" porque de Poirot tiene eso, sólo eso, la propaganda de la portada, de Agatha Christie, nada de nada.
El personaje llamado Poirot no se parece en nada al agudo detective creado por Mrs. Christie, la historia es pobre, embrollada y absurda, los personajes patéticos y, que decir del estilo narrativo de Sophie Hannah...., no se me ocurre un epíteto lo suficientemente contundente para calificarlo, por eso y antes de caer en la grosería, lo dejaré aquí.
En cuanto al nieto de Agatha Christie que, según he leído, autorizó esta publicación, le aconsejaría que releyese las novelas de su abuela y luego dedicase el resto de su vida a meditar.
Malo, malo, malísimo¡

Sinopsis (Ed. Espasa)
Vuelve Hércules Poirot, el detective más famoso y brillante de la historia de la novela negra, que ha conquistado a más de 2 billones de lectores.
Londres, 1929. Hércules Poirot está cenando en el café Pleasant cuando una mujer irrumpe en el local y le confía que alguien está a punto de matarla. Le ruega que no investigue, pues con su muerte, dice, se habrá hecho justicia.
Unas horas más tarde, tres personas son asesinadas en un elegante hotel londinense. Poirot no puede evitar involucrarse en el caso, pero, mientras él se esfuerza en ordenar todas las piezas, el asesino se prepara para volver a matar.
Desde la publicación de su primera obra en 1920, Agatha Christie escribió treinta y tres novelas, dos obras de teatro y más de cincuenta historias breves con el personaje de Hércules Poirot. Ahora, por primera vez, los albaceas de su legado han aprobado la creación una nueva novela protagonizada por el personaje más querido de la Dama del Crimen.
En manos de Sophie Hannah, autora de varios bestsellers internacionales, Poirot se sumerge en un misterio ambientado en el Londres de los años 20, un puzle diabólicamente inteligente que solo puede ser resuelto por el talento sin par del gran detective belga y su «materia gris».
«La idea de Sophie para la trama era tan adictiva y su pasión por el trabajo de mi abuela tan fuerte que tuvimos la certeza de que había llegado el momento de escribir una nueva Christie.» Mathew Prichard, director de Agatha Christie Limited y nieto de Agatha Christie.
Los crímenes del monograma (fragmento)

Capítulo 1
Jennie la fugitiva

—Lo único que digo es que esa mujer no me gusta —susurró la camarera del pelo eléctrico. Fue un susurro en voz alta, fácilmente audible para el cliente solitario del café Pleasant, que se preguntó si «esa mujer» sería otra camarera o una clienta habitual del establecimiento, como él—. ¿Acaso es obligatorio que me guste? Si tú tienes otra opinión, eres muy libre.
—A mí me pareció simpática —replicó la camarera bajita de cara redonda con menos convencimiento que un momento antes.
—Está así porque tiene el orgullo herido. En cuanto se recupere, volverá a destilar veneno por la lengua. Es el mundo al revés. He conocido a muchas como ella y no puedes confiar en ese tipo de gente.
—¿El mundo al revés? ¿Por qué lo dices? —quiso saber la camarera de cara redonda. Hércules Poirot, el único cliente del café, pasadas las siete y media de la tarde de un jueves de febrero, comprendió lo que quería decir la camarera del pelo eléctrico y sonrió para sus adentros. No era la primera vez que le oía una observación perspicaz.
—Si alguien está pasando una mala racha y te dice una impertinencia, se lo puedes perdonar. Yo también lo he
 hecho alguna vez y no me importa reconocerlo. Pero cuando estoy bien, quiero que todo el mundo esté igual de contento. Así es como debe ser. Sin embargo, los que son como ella te tratan peor cuanto mejor están. No te fíes de esa gente.
«Bien vu —pensó Hércules Poirot—. De la vraie sagesse populaire.»

EL AZAR Y LA VENGANZA


Quinta entrega de la serie de novelas protagonizadas por

A veces estoy en la inopia...jeje
Ya había leído algún libro de esta autora y me sorprendieron los giros y expresiones que utiliza, pero los atribuí a la traducción.
Hoy me entero que es una autora argentina que escribe bajo varios pseudónimos y que se dedica a la novela romántica...o algo así.
He de reconocer que los títulos de la serie protagonizada por la librera y detective aficionada Greta Lindberg, son muy inspirados y..., ahí termina la inspiración.
La descripción de Suecia y los suecos chirría, el pueblo es una "coña", a la librera le faltan dos dedos de frente o algo más, al novio no sé como calificarlo pero es algo como "machista soft", las tramas penosas y las resoluciones de traca. Me es imposible describir al departamento de policía del pueblo y no voy a abundar en las descripciones de encuentros sexuales porque me cabreo.
Eso sí, aprendes expresiones como "ponerse en puntas de pie", "escuchar un largo y tendido sermón", etc.....
Que más puedo decir.....que no os fieis de las sinopsis que hablan de un pueblecito de Suecia en el que una intrépida joven con una librería especializada en novela negra y policiaca, propietaria de una lora llamada Miss Marple, resuelve casos complicados...
Nada de esto es real, se trata de novelitas románticas con aspiraciones de intriga y misterio, nula calidad literaria y escasa imaginación.
Me voy con Indridason que, por lo menos, es nórdico y sabe de lo que habla.

Sinopsis (Ed. Vestales)
El verano llega enardecido al pueblo de Mora: la ciudad cambia su fisonomía, se llena de turistas, las plazas hoteleras y los restaurantes se ven sobrepasados, y el lago Siljan se puebla de personas en traje de baño.
Como todo lo que es cíclico, el verano regresa con la fuerza de lo conocido y lo inesperado a la vez. Por esa misma fuerza se siente alcanzada Greta Lindberg cuando descubre que Stephan Bringholm, su antiguo novio, está de vacaciones en Mora. Las cosas entre Stephan y Greta –de más está decirlo– no terminaron de la mejor manera, lo que precipitó que ella dejara la ciudad de Söderhamn, donde ambos residían. Es, entonces, una sensación amarga –como una moneda que cae del lado al que no le apostamos para decirnos que el azar está en nuestra contra– la que recorre a Greta al saber que Stephan, junto a su actual pareja, Elin Rosenberg y algunos amigos están alojados en el complejo Paradis, a orillas del lago.
Un asesinato, el de Elin Rosenberg, precisamente, levanta la temperatura ya caldeada del pueblo. Las sospechas recaen sobre la confusa vida sentimental de Stephan Bringholm, sobre sus actitudes violentas, sobre el acoso al que ha sometido a Greta.
El azar y la venganza, con una Greta Lindberg que cada vez encarna mejor el personaje del detective astuto pero con cierta ingenuidad, apasionado pero frío a la vez, relata el preciso instante en que la moneda decide de qué lado caer, y todo cambia de golpe.

El azar y la venganza (fragmento)

Capítulo I
Pudo sentir como la fría y afilada hoja de  metal subía con lentitud por su cuello bañado en sudor. Milímetro a milímetro, acercándose de forma peligrosa a  la garganta. Contuvo el aliento cuando la mano temblorosa que sostenía el puñal, se detuvo de repente. A pesar del terror que le minaba cada rincón del cuerpo y le impedía moverse, era consciente de que el más mínimo descuido podía resultar fatal y que aquel rostro transformado por la furia, sería lo último que verían sus ojos. No quería grabarse en la retina aquella terrible imagen.
En vano intentó pensar en cosas bonitas, la pesada respiración de su atacante se lo impedía.

VENTAJAS DE VIAJAR EN TREN



Esta novela de 2000 me fue recomendada por una querida amiga de LIBROS y la verdad, me la he leído en un "vuelo" pero todavía no he digerido lo leído.
Es una novela rara, muy rara, de hecho en un momento pensé que era un libro de relatos y puede que lo sea....porque relata y relata historias que no sé bien si son cruzadas o se encastran entre ellas en una especie de puzle perverso y, en algunos ...momentos, ininteligible.
Es posible que mi aversión a las historias que tratan de forma superficial el calvario de la enfermedad mental me haya hecho "resistente" a la novela y el hecho añadido de la obsesión del autor con la coprofilia, coprofagia, basura, mal olor....no ha contribuido a mejorar las cosas.
Creo que el autor escribe bien pero su afán por sorprender le ha conducido por caminos escabrosos que no me han convencido.
He terminado la novela, es corta, y me ha dejado mal sabor y pocas ganas de leer, de nuevo, a Antonio Orejudo.


RESEÑA DE CLARA GLEZ para LIBROS, 18 de Febrero de 2017

Ventajas de viajar en tren – Antonio Orejudo
Es uno de esos libros que aparcas, y un día alguien comenta y te lo sacas para leer.
Eso justo fue lo que ayer me pasó. Y lo comencé. Y no pude parar de leer. Me lo ...devoré en una noche.
La sensación no puedo explicarla. Desde su primera frase:” ¿Le apetece que le cuente mi vida?” empiezas en una locura de historias entremezcladas, de personajes reales, o ficticios, donde la locura predomina en todos ellos, en una forma u otra. Donde cada historia sale de otra como esas muñecas rusas. Donde entre tanta locura no faltan algunos guiños que te hacen reír.
Un humor fino, que hace más llevadera las tremendas historias.
Al final te queda una duda…¿es todo producto de esquizofrenias y paranoias?¿ Hay algún personaje real? Lo que no cabe duda es la imaginación del autor, la forma de narrar, que hace que sigas y sigas. Qué mitad de algo terrible, no puedas evitar sonreír. Que te metas en el pellejo de esas historias que guarda la “carpeta roja” .

Sinopsis (Ed. Tusquets)
La novela que situó a Antonio Orejudo entre los autores más admirados de la literatura española actual.
Después de dejar a su marido ingresado en un hospital psiquiátrico en el norte, una mujer regresa en tren a Madrid. En el vagón, un desconocido, para amenizar el viaje, le pregunta de pronto: «¿Le apetece que le cuente mi vida?». Se trata de Ángel Sanagustín, psiquiatra que trabaja en la misma clínica y estudioso de los trastornos de la personalidad a través de los relatos y los escritos de los pacientes. Esos textos son los que guarda en una carpeta roja que lleva consigo. Hay casos de esquizofrenia, de dobles vidas, de paranoicos convencidos del control gubernamental a los ciudadanos mediante la clasificación de sus desperdicios. Cuando el psiquiatra baja un momento en una de las paradas en busca de un refresco y pierde el tren, la mujer tiene en sus manos la carpeta con los escritos. Irresistiblemente, querremos leerlos con ella.

Ventajas de viajar en tren (fragmento)"A la mañana siguiente —proseguía la carta de Amelia Urales de Úbeda—, mi hermano comprobó ciertos extremos de su declaración, y vio que era verdad. Él, que, según nos decía en sus cartas, había hablado con una cabeza recién decapitada; él, que había visto a una mujer comiéndose a su hijo, y hombres desinflados, a los que se les había ido la vida por el ano, que se habían muerto de diarrea mientras soltaban un hilo de agua infinito; él, que había visto tripas sujetas con cinta aislante; que había visto nacer un niño de una mujer muerta; que había visto rostros devorados por las hormigas; y a una rata comerse los ojos de una mujer inmóvil de pena, tuvo que sentarse en el suelo, porque no podía con su desconsuelo, y se echó a llorar. Elevó su informe, pero sus superiores se lo devolvieron por un defecto de forma. Insistió. Que se olvidara del asunto, le dijeron; pero él se negó. Entonces lo juzgaron por insumiso, lo ingresaron en un psiquiátrico y borraron todo vestigio de su paso por el Ejército. Cuando nos lo contó, mi madre y yo le creímos, pero mi padre, que de cosas del Ejército entendía más que nosotras, dijo que era mentira, y dio un puñetazo tan fuerte en la mesa, que la partió en dos. Toda la comida salió por los aires, y una croqueta le dio en la frente a mi hermano, que indignado cogió la puerta y se marchó por donde había venido. Desde entonces no hubo día que mi madre y yo no lo pasáramos llorando y afeándole la reacción a mi padre, quien, por su parte, se encerró en un mutismo absoluto y consagró su vida a mirar por la ventana o a sentarse en el patio frontal, a ver pasar la gente los días de toros, en los que nuestra calle se animaba un poco más. No hizo otra cosa el hombre hasta que la muerte se lo llevó una tarde, después de merendar, en plena actividad observadora. Mi madre y yo tratamos de ponernos en contacto con mi hermano dando aviso al servicio de socorro de Radio Nacional de España, pero no hubo manera de localizarlo; llegamos a pedirle perdón públicamente en un conocido programa de televisión, pero él no dio señales de vida. Resignada a no volverlo a ver nunca más, mi madre murió de pena a los pocos meses, sin que mi hermano apareciera.
Justa o injustamente, mi hermano ha cumplido su condena, pero ni siquiera ahora le permiten rehacer su vida, y los servicios secretos de inteligencia quieren aniquilarlo, darle muerte civil, y van por ahí diciendo que si está loco, y que si va por la vida convenciendo a la gente para que se tire al camión de la basura. No tengo más que decir. Suya atentamente Amelia Urales de Úbeda.
Le sorprenderá que me la sepa de memoria, ¿verdad? Es que la leí muchas veces y además he desarrollado una gran capacidad de retentiva. A lo que vamos: la carta sonaba rara, pero era difícil saber a ciencia cierta si aquella mujer mentía o decía la verdad. Lo que sí hice fue averiguar dónde vivía. Lo deduje de sus palabras: «Mi padre por su parte se encerró en un mutismo absoluto y se dedicó a sentarse en el patio frontal, a ver pasar la gente los días de toros, en los que nuestra calle se animaba un poco más, hasta que se murió». Llegué a la conclusión de que esta mujer vivía en una casita baja, con patio, en las inmediaciones de la plaza de toros de Las Ventas. Como no tenía nada mejor que hacer, en un plano de Madrid tracé una circunferencia con centro en Las Ventas y radio de un kilómetro, que abarcara todas las casitas de la zona con patio frontal, ubicadas en calles y callejuelas cuyo tráfico y afluencia de transeúntes pudieran verse afectados por la celebración de corridas. Es cierto que todo aquello podía ser un cuento, palabras, pero es que si nos ponemos así, no hacemos nada en la vida; siempre nos sucederá lo mismo; que lo único que tenemos son palabras. Por eso es tan difícil averiguar la verdad algunas veces. No es que yo sea un nihilista, nada de eso; me limito a constatar un hecho. Lo único que dejamos las personas cuando nos esfumamos es un puñado de palabras. Pero una cosa son las palabras y otra muy distinta la verdad. Algunas veces coinciden y otras no. Las palabras están ahí, las podemos leer y escuchar, aunque muchas veces tampoco sepamos qué significan exactamente; pero la verdad es muy difícil señalarla con el dedo. Lo cual, para mí, dicho sea de paso, tampoco es muy grave; al fin y al cabo nos pasamos la vida buscando personas que no existen, lugares y estados mentales imaginarios que nos han dicho que son reales, pero que jamás hemos experimentado por nosotros mismos. Fíjese, mucha gente se muda de ciudad y de pareja mil veces y a continuación otras mil, y en ninguno de esos cambios encuentra el estado literario de la felicidad, sino que topa siempre con su propia melancolía. Así es que, como comprenderá, no me asustaba pasarme dos o tres días buscando la casa inexistente de Amelia Urales de Úbeda. Pero el caso es que sí existía. Una tarde, perdida ya toda esperanza, como suele decirse, di con un viejo y descuidado chalet de inquietante aspecto, por cuyas paredes, húmedas y desconchadas, trepaban enjutas parras como nervios momificados. No sé por qué, pero al verlo supe que había llegado, que había encontrado la casa de los Urales. Tenía los postigos echados, parecía deshabitada y sobre todo parecía milagroso que hubiera sobrevivido entre los modernos bloques de pisos. Todavía está en pie, si quiere verla, en la calle Martínez Izquierdo, en el número veintiuno, creo, no me invento nada. Yo había pasado por allí en varias ocasiones y no había reparado jamás en ella; era como si hubiese aparecido de repente, por arte de magia. Abrí la cancela, que estaba comida por la herrumbre; atravesé el patio, que había sido conquistado por toda clase de hierbas silvestres, y llamé a la puerta. Tras un largo intervalo de tiempo, en el que estuve a punto de marcharme, pensando que no había nadie, me abrieron, y en el umbral apareció una mujer de mediana edad, más bien madura; pero muy atractiva. Se quedó pasmada cuando le dije quién era yo; no podía entender que me hubiera tomado la molestia de localizarla. "


sábado, 6 de enero de 2018

ELENA SABE


"Elena sabe desde hace un tiempo que ya no es ella la que manda sobre algunas partes de su cuerpo, los pies por ejemplo. Manda él. O ella. Y se pregunta si al Parkinson habría que tratarlo de él o de ella, porque aunque el nombre propio le suena masculino no deja de ser una enfermedad, y una enfermedad es femenina. Como lo es una desgracia. O una condena. Entonces decide que lo va a llamar Ella, porque cuando la piensa, piensa “que enfermedad puta”. Y puta es ella, no él. Con perdón de la palabra, dice. Ella"

Acostumbrada a la sutil ironía y el velado humor que Claudia Piñeiro vierte en sus novelas, inicié la lectura de Elena sabe, una de las pocas obras de la autora que no había leído. Y no hay humor, ni tan siquiera ironía; hay bofetadas de realidad cruel, sentimientos antiguos y nuevos, dolor, enfermedad, prohibiciones, negación, frustración, muerte, relaciones patológicas, maternidad....
Elena sabe, transcurre en un solo día en el que se repasa una vida y se investiga una muerte. Es una lectura tan desasosegante que menos mal que tiene sólo 175 páginas porque de ser más larga tendría que haberla dejado a medias.
Elena sabe me ha dejado un poso amargo que tardaré en borrar de mi mente y eso es prueba de la maestría de Claudia Piñeiro, a pesar de la escasa empatía con los personajes, una no puede dejar de leer.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Un relato que rompe el silencio y se pronuncia en alta voz sobre la libertad de elegir.
Poco después de que Rita aparece muerta en la iglesia que suele frecuentar, la investigación se da por cerrada, y su madre es la única que no renuncia a esclarecer el crimen. Pero jaqueada por la enfermedad, es también la menos indicada para encabezar la búsqueda del asesino. Un penoso viaje de los suburbios a la Capital, una vieja deuda de gratitud, una conversación reveladora.
Una novela que desnuda los secretos de sus personajes y las facetas ocultas del autoritarismo y la hipocresía que conforman nuestra sociedad.
Elena sabe ganó en Alemania el certamen LiBeraturpreis 2010, que premia a la mejor novela escrita por una mujer.

Elena sabe (fragmento)

1

Se trata de levantar el pie derecho, apenas unos centímetros del suelo, moverlo en el aire hacia adelante, tanto como para que sobrepase al pie izquierdo, y a esa distancia, la que sea, mucha o poca, hacerlo bajar. Apenas de eso se trata, piensa Elena. Pero ella piensa, y aunque su cerebro ordena movimiento, el pie derecho no se mueve. No se eleva. No avanza en el aire. No vuelve a bajar. No se mueve, no se eleva, no avanza en el aire, no vuelve a bajar. Eso apenas. Pero no lo hace. Entonces Elena se sienta y espera. En la cocina de su casa. Tiene que tomar el tren que sale para la Capital a las diez de la mañana; el siguiente, el de las once, ya no le sirve porque la pastilla la tomó a las nueve, entonces piensa, y sabe, que tiene que tomar el de las diez, poco después de que la medicación logre que su cuerpo cumpla con la orden de su cerebro. Pronto. El de las once no, porque entonces el efecto de la medicación habrá declinado hasta desaparecer y ella estará igual que ahora, pero sin esperanza de que la levodopa actúe. Levodopa se llama eso que tiene que circular por su cuerpo una vez disuelta la pastilla; conoce el nombre desde hace un tiempo. Levodopa. Así le dijeron, y ella misma lo anotó en un papel porque sabía que no iba a entender la letra del médico. Que la levodopa circule por su cuerpo, sabe. Eso es lo que espera, sentada, en la cocina de su casa. Esperar es todo lo que puede hacer por el momento. Cuenta calles en el aire. Recita nombres de calles de memoria. De atrás para adelante y de adelante para atrás. Lupo, Moreno, 25 de Mayo, Mitre, Roca. Roca, Mitre, 25 de Mayo, Moreno, Lupo. Levodopa. Sólo la separan cinco cuadras de la estación, no es tanto, piensa, y recita, y sigue esperando. Cinco. Calles que todavía no puede andar con sus pasos esforzados aunque sí repetir sus nombres en silencio. Hoy no quiere encontrarse con nadie. Nadie que le pregunte por su salud ni que le dé el pésame tardío por la muerte de su hija. Cada día se le aparece alguna persona que no pudo velarla o no pudo estar en el entierro. O no se atrevió. O no quiso. Cuando alguien muere como murió Rita, todos se sienten invitados a su funeral. Por eso las diez no es una buena hora, piensa, porque para llegar a la estación tiene que pasar por delante del banco y hoy se pagan las jubilaciones, entonces es muy probable que se cruce con algún vecino. Con varios vecinos. Aunque el banco abra recién a las diez, cuando su tren esté entrando en la estación y ella con el boleto en la mano se acerque al borde del andén para tomarlo, antes de eso, Elena sabe, ya va a encontrar jubilados haciendo la cola como si tuvieran miedo de que la plata alcanzara sólo para pagarle a los que primero llegan.


BETTÝ


"Si Bettý entra en tu vida, ya nada volverá a ser lo mismo. Ella es una mujer de una belleza única. Y también posee algo más. Una mujer de las que no se olvidan nunca, de las que saben lo que quieren y a las que no puedes responder con un no. Por una mujer como ella cualquiera podría llegar a cometer una locura." Bettý

«Bettý es un ejercicio de estilo virtuoso y una intensa novela negra… Brillan
...te». Le Figaro

«[Bettý] Encierra ese tipo de sorpresas que dejan totalmente atónito y casi empujan al lector a volver a empezar la novela desde el principio». La Liberté

«La manipulación entendida como un arte [en Bettý] alcanza una de sus cimas gracias a Arnaldur Indridason». Le Soir

Esta es la sinopsis y estas son las críticas de una novela que, realmente, no es una novedad sino que se publicó en Islandia en 2003 y......, Indridason, que se confiesa apasionado de la novela negra norteamericana, se lo planteó como un experimento en su carrera literaria; pues bien yo le recomendaría que volviese a la negra-nórdica porque aún a despecho de que Bettý tiene algún giro sorprendente es una novela mediocre en la que no se reconoce al narrador que nos ha conquistado con sus personajes, sus tramas y su ambientación oscura.
Dudé mucho antes de leer esta novela, y ahora creo que no habría debido hacerlo, no he reconocido la pluma de Indridason en ninguna de las líneas de esta novela, los diálogos artificiosos y la resolución apresurada no han contribuido a mejorar las cosas.
Por eso Mr. Indridason, los experimentos con gaseosa......!

Sinopsis (Ed. RBA)
¿Podría alguien haberse negado a los deseos de una mujer como Bettý? Probablemente nadie podría haberse resistido a ella, nadie podría haberse negado a todas y cada una de sus proposiciones. Desde el momento en que aparece una mujer así en tu vida ya nada vuelve a ser igual. Con Bettý es inevitable caer en un universo de sensualidad, pasión y también perversidad como jamás nadie había soñado.
Betty (fragmento)

1Todavía no he llegado a entender del todo lo que ocurrió, pero por fin sé cuál fue mi función en esta historia.
Llevo tiempo tratando de ensamblar las piezas, pero no es sencillo. Por ejemplo, no sé cuándo comenzó todo. Sé en qué momento entré en juego, recuerdo cuándo la vi por primera vez, pero quizá mi papel en aquella extraña maquinación estaba adjudicado desde hacía mucho tiempo. Mucho antes de que ella se acercara a hablar conmigo.
¿Podría haberlo visto venir? ¿Podría haberme percatado de lo que pasaba y haber escapado? ¿Haberle puesto fin y desaparecer? Ahora, tras haberse esclarecido lo que realmente sucedió, me doy cuenta de que podría haber adivinado hacia dónde se encaminaba todo. Debería haber detectado las señales de peligro. Debería haber entendido mucho antes lo que pasaba. Debería... debería... debería...
Qué fácil es cometer errores cuando se vive en la ignorancia. Ni siquiera son errores hasta que no nos damos cuenta, mucho tiempo después, de lo que ha ocurrido; hasta que no echamos la vista atrás y vemos cómo se han producido los acontecimientos y por qué. Cometí un error. Caí en una trampa tras otra. En ocasiones queriéndolo. En mi fuero interno sabía que era peligroso, pero había cosas que no sabía.
A veces pienso que seguramente volvería a caer otra vez en algunas de ellas, si tan solo tuviera la ocasión de hacerlo.

SEGÚN VENGA EL JUEGO


María (pronúnciese maraia) Wyeth, actriz de dudoso talento, vive una vida sin vivir en ella, nada le es propio y nada decide, ocupa su tiempo en conducir por el desierto y sus pensamientos vagan de una cosa a otra sin propósito y sin decisión. Son los años 70 y es la meca del cine, es el "american way of life" a la inversa.
Según venga el juego es la crónica de una mujer rota, sin sentimientos, sin pensamiento y sin nada a que aferrarse, es una crónica de locura individual y de soledad colectiva.
Es posible que en el momento de su publicación fuese un "bombazo" literario pero actualmente hay muchos relatos que le igualan e incluso le superan.
Me ha gustado, más por el estilo de la autora, que por los personajes que son profundamente antipáticos, del primero al último; o por las situaciones descritas que se llevan al extremo en aras de la originalidad o la crítica salvaje.
La recomiendo para aquellos que quieran explorar una narrativa nueva en su momento, pero superada en la actualidad.

Sinopsis (Ed. Literatura Random House)
De la autora de El año del pensamiento mágico, una novela perturbadora sobre la realidad de ser mujer. Un clásico de la literatura norteamericana.
A sus treinta años, Maria Wyeth se encuentra emocionalmente a la deriva y ajena a todo lo que la rodea. Su carrera de actriz se ha limitado a papeles en películas de tercera y siempre ha vivido a la sombra de su marido, un reconocido director de Hollywood que nunca le ha permitido tomar sus propias decisiones con respecto a su hija de cuatro años, recluida en un centro médico para niños con necesidades especiales, ni con respecto a su nuevo embarazo.
Con una mirada implacable y una voz inconfundible, Didion disecciona sin contemplaciones la sociedad estadounidense de finales de los años sesenta, explorando por un lado la realidad de ser mujer en una sociedad en la que siempre han prevalecido las necesidades masculinas y, por otro, capturando el estado de ánimo de toda una generación que vive bajo el engaño de las apariencias, la amoralidad, las consecuencias del liberalismo extremo y el hastío generalizado del individuo contemporáneo.
Incluida por la revista Time en su lista de las mejores cien novelas en lengua inglesa publicadas entre 1923 y 2005, Según venga el juego está considerada, después de más de cuatro décadas desde su publicación, un clásico moderno de las letras norteamericanas y una de las mejores novelas de Joan Didion.

Según venga el juego (fragmento)

MARIA

¿Qué hace malvado a Iago?, preguntan algunos. Yo nunca pregunto.
Otro ejemplo, uno que me viene a la cabeza porque esta mañana la señora Burstein ha visto una cascabel pigmea entre las alcachofas y desde entonces está intratable: yo nunca pregunto por las serpientes. Por qué debería Shalimar atraer a los búngaros. Por qué habría de necesitar una serpiente de coral dos glándulas de veneno neurotóxico para sobrevivir mientras que una serpiente rey, tan similar, no necesita ninguna. Dónde queda la lógica darwiniana. Podrías preguntarlo. Yo nunca lo hago, ya no. Recuerdo un incidente recogido no hace mucho en el Herald-Examiner de Los Ángeles: cerca de Boca Ratón encontraron muerta en su caravana a una pareja de luna de miel, oriunda de Detroit; una serpiente de coral seguía enroscada en la manta térmica. ¿Por qué? A menos que estés dispuesto a pensar a largo plazo, no existe una «respuesta» satisfactoria para tales preguntas.

DERECHO NATURAL


RESEÑA DE CLARA GLEZ. para LIBROS, 25 de Marzo de 2017.

Derecho Natural – Ignacio Martinez de Pisón
Quizás no sea lo mejor que le he leído a este autor, pero aun así mereció la pena hacerlo.
Situada en la época de la transición española, esta novela relata las vicisitudes de una familia típica de la época....
Una madre a caballo entre la vieja escuela, y la apertura de los nuevos tiempos, un padre despreocupado de todo, irresponsable y vividor, y unos hijos con una personalidad distinta y derivada de estos factores, que le harán caminar por distintos caminos y derroteros.
Narrada en primera persona por Ángel, el hijo mayor, cuenta las raíces de su familia afincada en la Barcelona de los 70, y su devenir por los nuevos tiempos.
Además de la vida familiar, se nos cuenta de una manera impecable, el proceso político que se vivió en estos años, el cómo las personas de aquella sociedad se fue adaptando a los tiempos, los mítines, el referéndum constitucional, la ley del divorcio, la movida, la irrupción de las drogas, el golpe de estado, la objeción de conciencia.
Quizás esté contado con una cierta dosis de benevolencia, sin querer hacer sangre. Sin sacar de madre a los personajes, que aunque tienen sus “ lados” malos , estos no llegan a mayores. Ahí es donde yo le pondría cierto fallo.
Pero a pesar de todo es una buena novela, o será que como me tocó vivir aquellos años , hasta aquel comienzo de carrera en enero, como una de las protagonistas, me ha gustado mucho. Ha identificado a sus personajes, con otros que formaron parte de mi entorno cercano, de aquellos personajes que por una causa o por otra permanecen en los recuerdos.

Sinopsis (Ed. Seix Barral)
La nueva novela de Ignacio Martínez de Pisón PREMIO NACIONAL DE NARRATIVA.

Al tiempo que pasa de la infancia a la edad adulta en una España en pleno proceso de apertura tras la Transición, en el interior de Ángel, el protagonista de Derecho natural, late la imperiosa necesidad de dotar de sentido a las cosas, de encontrar un orden, dado que su familia ha sido un modelo de inestabilidad y desorden. El padre, errático actor de películas de serie B e imitador de Demis Roussos, tiene una irrefrenable tendencia a la huida. Sus apariciones y desapariciones estelares dejan huellas invisibles pero indelebles en cada uno de sus cuatro hijos. La madre, por su parte, es una mujer enamorada que, harta de creer en él, tendrá que hacer esfuerzos sobrehumanos para tomar las riendas de su propia vida en una España que aún no ha despertado del todo del franquismo. A través de la voz conciliadora de Ángel, que estudiará Derecho y buscará una reconciliación con el padre, nos asomamos a la Barcelona de los años setenta y al Madrid de los ochenta.
Derecho natural recoge en su título aquellos años en que se empezó a construir un desarrollo legislativo pleno, en abierta contradicción con el largo tiempo en que no había coincidencia entre derecho y justicia. 
«¿Cómo se resume una vida?», se pregunta el narrador en un momento dado. Según dónde se coloque el punto final, ese resumen adoptará la forma de drama o de comedia. En la reconstrucción que él hace, comedia y drama conviven en una intimidad inextricable que una y otra vez nos lleva de la emoción a la risa.

Derecho natural (fragmento)

1
Entre mis recuerdos más antiguos está el del primer regreso de mi padre, una madrugada del año 67. Vivíamos en Barcelona, en la calle Vilamarí, muy cerca de la plaza de toros de Las Arenas. Hacía dos años que mi padre no daba señales de vida, y mi madre, al oír ruidos en la cerradura, creyó que eran ladrones tratando de entrar. Lo primero que hizo fue correr a mi cuarto y abrazarme con fuerza. Estaba en bata y camisón, llevaba puestas las gafas y temblaba. Luego fue a la cocina y agarró el cuchillo de cortar el pan.
—¿Quién anda ahí? —dijo, casi sin voz—. ¡Acabo de llamar a la policía!
Me acuerdo muy bien de esta frase porque en ese piso no había teléfono. Al otro lado de la puerta seguían forcejeando con la cerradura.
—¡Acabo de llamar a la policía! —repitió con más aplomo, y añadió—: ¡Váyanse!
Hubo entonces una larga pausa y varios golpes en la puerta. Golpes suaves, dados con la palma de la mano. Salté de la cama y me asomé al pequeño recibidor. La única luz encendida era la de la cocina. Mi madre, de espaldas a mí, se interponía entre la puerta y yo, pero en el espejo ovalado del perchero veía su expresión de espanto, los labios apretados, los ojos muy abiertos.
—¡Soy yo! —oímos.