martes, 23 de enero de 2018

LATIDOS


Octava entrega de la serie de novelas protagonizadas por Franck Sharko,  comisario en la Dirección Central de la Policía Judicial de París y Lucie Henebelle, teniente de policía en Lille

Sharko y Hennebelle por fin son felices, tienen gemelos y planean un cambio de casa, pero el mal nunca descansa y les alcanzará como un ciclón.
En esta nueva entrega de las novelas protagonizadas por la pareja de policías parisinos, Thilliez introduce nuevos personajes como la gendarme Camille Thibault y da mayor protagonismo a algunos de los existentes en sus novelas anteriores, caso de Nicolas Bellanger.
Como es habitual, varias tramas se mezclan y confluyen en la novela; trasplantes de órganos, trafico de niños, crueldad, venganza y amor.
Me ha gustado a pesar de la tendencia al gore que tiene este escritor y, muy a pesar, de haberse convertido en el rey de "cliffhanger".....
Recomendable para pasar un rato.

Sinopsis (Ed. Planeta)
La sensación del thriller francés: más de 4 millones de libros vendidos.
Camille Thibault es una joven policía que sufre de horribles pesadillas desde que recibió un trasplante de corazón años atrás. En ellas aparece siempre la misma joven pidiéndole ayuda de forma desesperada. Cuando su nuevo corazón empieza a dar signos de rechazo, Camille tendrá una única obsesión: encontrar a su donante y descubrir su pasado.

Mientras, el investigador de la policía de París Franck Sharko deberá hacer frente al caso más difícil de su carrera: la muerte de doce jóvenes y la conexión con una mujer que reaparece, ciega, tras pasar mucho tiempo bajo tierra. Pero algo extraño sucede: a cada pista sobre la investigación que Sharko persigue, una mujer policía se le adelanta…
Se llama Camille, es policía y vive con el corazón de un asesino.

Latidos (fragmento)

1Viernes, 10 de agosto de 2012
Una joven automovilista de veintitrés años, implicada en un accidente de coche, ha sido encontrada muerta varias horas después del suceso, a un kilómetro escaso de su domicilio familiar, a las afueras de Quiévrain.
Sentada frente a su escritorio, la brigada Camille Thibault subrayó «encontrada muerta» y no se tomó la molestia de seguir leyendo. Cerró el periódico belga La Province, edición del 28 de julio de 2011, y pasó al siguiente sobre, que contenía un ejemplar del diario suizo 24 Heures, de la misma fecha. Fue directamente a la sección de «Sucesos» y encontró de un vistazo lo que buscaba.
Se habían producido dos accidentes de carretera aquel 28 de julio, a unos treinta kilómetros de distancia. El primero no había sido mortal, ya que el impacto lateral no le había causado al conductor más que un traumatismo craneoencefálico. Camille desestimó el artículo al instante.
Los vivos no le interesaban.
En la foto del segundo aparecía una moto de gran cilindrada empotrada contra un quitamiedos. El titular decía: «Terrible drama en la carretera de Meikirch». La joven brigada bebió un trago de té verde sin azúcar, como queriendo alargar el  momento, y por último se centró en el texto. El accidente había tenido lugar al filo de la medianoche, en una autovía. El conductor de un vehículo, bajo los efectos del alcohol, no había visto al motorista y se había desviado hacia la izquierda cuando éste circulaba a más de ciento cincuenta kilómetros por hora. El exceso de velocidad por un lado, el alcohol por el otro: dos circunstancias que habían desembocado inevitablemente en un baño de sangre. Encontraron al motorista a treinta y tres metros de su moto, una Ninja 1000 trucada.

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