miércoles, 24 de enero de 2018

CAÍDA LIBRE


"En qué momento dejó de atreverse a decir “no”? ¿Cuándo renunció a ser “ella”? ¿Por qué acepto perder la libertad? Estas son algunas de las preguntas que se plantea Emma..."

Sue Kaufman relata la vida de una mujer rica en New York cuando pierde pie y no es capaz de entender que ocurre.
Independientemente del lugar, la época, la clase social y otras circunstancias Emma representa un paradigma de las mujeres en la sociedad occidental, aparentemente todo va bien, en el fondo hay huecos tan oscuros y profundos que cuando tus pies los tocan entras en caída libre y nada, ni nadie puede detenerte; sólo tú puedes hacerlo.
Ácida e hilarante, a ratos, he disfrutado de la prosa de Kaufman y seguiré haciéndolo.

Sinopsis (Ed. Círculo de Tiza)
Y pensar que se había sentido culpable y avergonzada, que se había echado en cara su miedo a los cuerpos en caída libre.Emma podría considerarse una mujer afortunada. Casada con un prestigioso editor literario y madre de un adolescente, su vida se mece en la seguridad económica y la estabilidad familiar en un lujoso barrio de Nueva York.
Hasta que todo lo que conformaba su apacible horizonte se viene abajo.
Su tiránica madre muere después de una dolorosa enfermedad y ella misma sufre una dolencia de origen desconocido. Su delicada salud le obliga a contratar una asistenta latina que irrumpe en las vidas de todos como un huracán. Además, en medio del naufragio de lo que había sido una existencia privilegiada, Emma presencia la caída de un hombre desde un rascacielos, lo que es para ella la premonición de un mundo, el suyo, que se derrumba.
A partir de ahí, Emma comienza un repaso de su propia vida, jalonada de renuncias y sutiles humillaciones que han ido marcando su biografía. La sumisión femenina entendida como el código de conducta de la alta sociedad, la represión sistematizada de las mujeres, la resignación como alineación… Y la valentía para romper con todo, recuperar su identidad y arrancarse el miedo.
Caída Libre es el relato de porqué hay que tocar fondo para volver a tomar impulso. Contada con humor irreverente, la novela se mueve entre el milagro y el desastre. Un libro que demuestra que la liberación de la mujer, como toda revolución, empieza con el reconocimiento de una verdad que duele. Una novela construida con la mirada inteligente y afilada de la autora de Diario de un ama de casa desquiciada.

Caída libre (fragmento)

Una especie en extinción

Lunes, 8.21

—Em. ¿Has visto eso?
Emma rio.
—Fue lo primero que vi cuando volví del hospital. Pero no entiendo. ¿Acaso no lo habías visto tú antes?
—Sí, pero parece haberse expandido de un día para otro. Ocupa toda la jodida pared. ¿Y qué es? ¿Qué se supone que es? ¿Un ordenador o algo así?
—No. Le pregunté y me dijo que no.
—Tal vez un conjunto de consolas como las que tenían en el Centro de Control. ¿Te acuerdas de que le interesaban más las imágenes de Houston que las que transmitían en directo de la nave espacial o de la Luna?
—Me acuerdo. Y también se lo pregunté. Se puso muy molesto y me dijo que, si se le ocurriera construir algo así de tonto y arcaico (sí: arcaico), se las arreglaría para darle el aspecto que supuestamente debía tener. Dijo que esa era la apariencia necesaria: un montón de equipamiento eléctrico y componentes viejos.
—Sí. En fin. Sin duda es eso. ¿Y sirve para algo? ¿Funciona?
—¿… servir? ¿Funcionar?
—Bueno, que si se enciende o zumba o hace sonar campanitas.
Emma volvió a reírse.
—No. Faltaría más. Me juró que ninguno de los cables estaba conectado a los enchufes ni a baterías. Lo cual es un alivio. Porque menudo riesgo de incendios hubiera podido ser.
A juzgar por el sonido que hizo Harold, quedó claro que él hubiera preferido con mucho el riesgo de incendios.
Estaban los dos de pie ante la puerta del cuarto de su hijo, Benjy: Emma Sohier, pálida y débil por efecto de una enfermedad reciente, aún en pijama y en bata; Harold Sohier, robusto y rozagante, vestido para ir al trabajo, con el maletín en la mano. Eran las ocho y veintitrés minutos de una calurosa mañana de octubre. Benjy se había marchado al colegio a las ocho. Harold, a punto de salir, había pasado delante de la habitación de Benjy y se había parado en seco y llamado a Emma. Aun sintiéndose mareada, Emma había acudido a su lado, y miraban en un silencio desanimado aquella cosa que había llevado a Harold a detenerse: la pared izquierda cubierta de arriba abajo por estanterías, excepto en el espacio central que ocupaba un escritorio de arce con su silla. Un carpintero había colocado los estantes cuando se habían mudado el año anterior, y hasta hacía un mes estos habían albergado cosas acumuladas a lo largo de once años, las posesiones de un niño totalmente normal de once años que, como era obvio, era incapaz de tirar nada.

EN EL ABISMO


Teóricamente,  décima entrega de la serie de novelas protagonizadas por Erlendur Sveinsson, policía en Reikiavik, Islandia.


Otra tomadura de pelo, y van tres, no sé si propiciada por la editorial española o por el propio Indridason, eso me hace pensar que quizás ha llegado el momento de abandonar.
Publicitada como la decima entrega de la serie de novelas protagonizadas por el inspector Erlendur Sveinsson, nuestro inspector brilla por su ausencia (ya lo hizo en la entrega anterior, retitulada como Río Negro) y si en la ...novena entrega, la protagonista era Elinborg (compañera de comisaría); en esta ocasión el protagonista es Sigurður Óli, otro compañero de comisaría.
Pues bien, al margen de la trama, el mayor interés de las novelas de Indridason, en mi caso, es Erlendur Sveinsson, su compleja personalidad, sus relaciones personales, su proceso deductivo y su capacidad de introspección; ausente Erlendur la calidad y la negrura bajan muchos enteros....
Tendré que pensar si sigo leyendo a Indridason.

Sinopsis (Ed. RBA)

El agente Sigurður Óli tiene serios problemas. Tras haber aceptado ir a ver a una pareja de chantajistas para hacerle un favor a un amigo, Sigurður Óli se encuentra con que la mujer yace en medio de un charco de sangre. Cuando esta fallece en el hospital, el agente se enfrenta a la investigación sin poder justificar qué hacía en la escena del crimen.

En el abismo (fragmento)

1
Sacó la máscara de cuero de la bolsa de plástico. No era ninguna obra de arte, y no le había quedado todo lo bien que a él le hubiera gustado, pero le serviría.
Lo que más temía era toparse con algún agente de policía por el camino, aunque, de todas maneras, pasaba totalmente desapercibido.  La bolsa contenía otros objetos además de la máscara. Había comprado dos botellas de brennivín en la licorería, y un martillo contundente y un clavo en la tienda de bricolaje.
El día anterior había adquirido el material necesario para elaborar la máscara en un mayorista que importaba piel y cuero. Se había afeitado con esmero y se había puesto sus mejores galas. Sabía lo que necesitaba y lo había encontrado sin dificultad: cuero, hilo y una buena aguja de zapatero.
A esas horas de la mañana las calles estaban prácticamente desiertas, así que no corría el riesgo de ser visto. Con la cabeza agachada para evitar mirar a quien pudiera pasar, caminaba a grandes zancadas hacia la casa de madera de la calle Grettisgata. Bajó a toda velocidad las escaleras de acceso al sótano, abrió la puerta, entró rápidamente y cerró con cuidado.
Se detuvo en la penumbra. Ahora ya conocía la distribución de las habitaciones y podía orientarse a oscuras. Al fin y al cabo, no era un apartamento de grandes dimensiones. El baño carecía de ventanas y se hallaba al final del pasillo, a la derecha. La cocina se encontraba en el mismo lateral, con una gran ventana que había tapado con una manta gruesa, orientada hacia el patio trasero. Enfrente de la cocina estaba el salón y, a su lado, el dormitorio. La ventana del salón, también tapada con cortinas recias, daba a Grettisgat. Al dormitorio solo se había asomado una vez; en lo alto de la pared había otra ventana, esta vez cubierta por una bolsa de plástico negra.
En lugar de encender la luz, buscó la vela que guardaba en el estante del pasillo, la encendió con una cerilla y el resplandor fantasmal de la llama lo guio hacia el salón. Escuchó los gritos ahogados del malnacido, sentado en una silla con las manos atadas al respaldo y la boca amordazada.


LA VEGETARIANA


“«Todo esto no tiene ningún sentido.
No puedo aguantar más.
No puedo seguir adelante.
No quiero seguir adelante.»
Volvió a recorrer con la vista los objetos de la casa. Nada de lo que había allí era suyo. Del mismo modo que su vida no había sido nunca su vida.”
...

Recomendadísima, por diversos medios y amigos, por fin me he decidido a leer La vegetariana, novela un tanto antigua que ha florecido gracias al Man Booker Prize 2016.
La vegetariana cuenta la historia de una mujer coreana, a tres voces:
- La de su marido, un espécimen egoísta y despreciable que justifica todo lo que hace sin pensar en nada más que en si mismo.
- La de su cuñado, un "artista" vago y autocomplaciente que vive sin trabajar porque su esposa trabaja 24 h al día.
- La de su hermana mayor, perfecta, exitosa y obsesiva.
Todos nos cuentan la historia y ninguno llega al fondo del sufrimiento de una mujer que en su delirio se autodestruye para purificarse.
Muchos la comparan con La metamorfosis porque todo nace de un sueño, pero La vegetariana es una exploración de la violencia contra las mujeres y de la violencia que las propias mujeres ejercen contra si mismas.
La novela es violenta, sórdidamente violenta y original, sórdidamente original.....
Me ha gustado, pero no tanto como esperaba.

Sinopsis (Ed. RATA)
La vegetariana relata la historia de una mujer corriente, Yeonghye, que por la simple decisión de no volver a comer carne convierte una vida normal en una perturbadora pesadilla. Narrada a tres voces, La vegetariana cuenta el desprendimiento progresivo de la condición humana de una mujer que ha decidido dejar de ser aquello que le obligan a ser. El lector, como un pariente más, asiste atónito a ese acto subversivo que fracturará la vida familiar de la protagonista y transformará todas sus relaciones cotidianas en un vórtice de violencia, vergüenza y deseo.

La vegetariana (fragmento)
"Antes de que mi mujer se hiciera vegetariana, nunca pensé que fuera una persona especial. Para ser franco, ni siquiera me atrajo cuando la vi por primera vez. Ni muy alta ni muy baja, con una melena que no era ni muy larga ni muy corta, tenía la piel descamada y amarillenta, ojos sin pliegues, pómulos ligeramente prominentes y vestía ropas sin color como si tuviera miedo de verse demasiado personal. Calzada con unos zapatos muy sencillos, se acercó a la mesa en que yo estaba sentado, con un paso que no era ni rápido ni lento ni enérgico ni débil.
Me llenó la nariz el olor a perro que las semillas de perilla no lograban tapar. Recuerdo sus ojos reflejándose en la sopa, los ojos con los que me miraba cuando vomitaba sangre con espuma.
Durante la vigilia, me entran ganas de matar a las palomas que caminan delante de mí, tengo ganas de retorcerle el cuello al gato del vecino. Si pudiera dormir... si pudiera dejar de estar consciente aunque sea una hora. "



EL HILO DE SANGRE


Quinta entrega de la serie de novelas protagonizadas por el comisario Lascano, apodado El perro, policía en Buenos Aires durante la dictadura militar.

Última entrega publicada de las negrísimas "aventuras" del Perro Lascano y como es habitual, Ernesto Mallo no defrauda.
El pasado siempre vuelve y nos "agarra por las solapas" sin compasión.
Magnífica novela!!!

Sinopsis (Ed. Siruela)
Ernesto Mallo, figura insoslayable del panorama negro-criminal, cierra poderosamente la serie dedicada a su mítico investigador.

«Las novelas de Mallo pertenecen a ese capítulo de la novela negra que podríamos denominar novela histórica de crímenes: la novela negra como crítica moral de una época».
JUSTO NAVARRO, Babelia

Un inesperado giro del destino ha hecho súbitamente rico al Perro Lascano: el comisario ha recuperado el amor de Eva y se ha jubilado de su puesto en la policía. Su vida se ha vuelto previsible, tranquila y segura. Pero, siendo desde siempre un hombre de acción, el Perro no sabe aburrirse. Por eso, cuando un criminal que agoniza en un hospital penitenciario dice saber quién asesinó a los padres de Lascano cuando este era solo un niño, el excomisario se embarca de inmediato en una obsesiva persecución entre Buenos Aires y Barcelona, poniendo así en peligro cuanto ama, para despejar la incógnita que lo ha acompañado toda la vida. Pero la verdad que le aguarda será muy distinta de cuanto hubiera podido imaginar...
Intenso, emocionante y conmovedor, el último caso del ya mítico investigador creado por el argentino Ernesto Mallo es mucho más que una novela policiaca. Se trata de un relato certero y desnudo sobre la condición humana, construido como un preciso mecanismo de relojería que, a la vez que tensa y pone en guardia todos los sentidos del lector, fascinado y temeroso por lo que pueda acontecer a continuación, lo empuja inevitablemente a volver la página y dejarse arrastrar de lleno por la inigualable potencia de lo narrado.

El hilo de la sangre (fragmento)

Causa Primera
1Hambre es mirar a otro ser humano como algo con que alimentarse. Quien la haya padecido no la olvidará jamás y hará lo que sea para no volver a sentirla. Sometido a las inclemencias de la vida, nada ampara al pobre del frío, de la lluvia, del abuso, de la ignorancia y de la injusticia. No puede darse el lujo de tener principios, solo puede tener un objetivo: sobrevivir. Carlos quisiera darse de martillazos para abrirse la cabeza y dejar de pensar en el abismo que se abrió en su vida arrojándolo a la indigencia. Solo una cosa sabe: ya no quiere ser pobre, está harto de la miseria. Quiere ser rico, porque los ricos no pasan hambre, frío ni calor; no hacen cola, sus empleados la hacen por ellos; meten a las mujeres más hermosas en su cama y, lo que es más importante, los ricos nunca van a la cárcel. Todos respetan a un tipo con mucho dinero.
Sale a la calle. Por todos lados ve riquezas: en las tiendas, en el camión de caudales que pasa, en las oficinas de los bancos, en el automóvil de lujo, en un reloj de oro, en la cámara del turista, en las mesas pletóricas de los restaurantes, en los escaparates de moda. Por todas partes billetes cambiando de manos. Lo que no ve es ninguna razón para no apropiarse de todo ello, solo debe encontrar la forma: la oportunidad no tardará en presentarse y él estará allí para aprovecharla.

martes, 23 de enero de 2018

RENDICIÓN



Ray Loriga en estado puro y mejorado, una novela que bajo la "piel de cordero" de una fábula postapocalíptica muestra al lobo de la sociedad en la que vivimos, borreguil, insolidaria, cotilla, obediente e inmersa en el autoengaño que acabará con nosotros si no ponemos remedio....
También tiene un toque de bondad e inconformismo que supone la única esperanza posible. Un hermoso principio y un gran final (escalofriante) para una novela que me ha gustado muchísimo.
Muy, muy recomendable.

Sinopsis (ED. Alfaguara)
Una fábula luminosa sobre el destierro, la pérdida, la paternidad y los afectos.
(De acta del jurado del Premio Alfaguara de novela 2017)
«Loriga se ha unido al selecto grupo de escritores que -como Houellebecq y Murakami- están redefiniendo la ficción del siglo XXI.»
Wayne Burrows, The Big Issue
¿Quiénes somos cuando nos cambian las circunstancias?
La guerra dura una década y nadie sabe a ciencia cierta cómo transcurre, qué bando fue el agresor y cuál el agredido. En la comarca, la vida ha continuado entre el temor a la delación y la añoranza de los que fueron al frente.
Cuando llega el momento de evacuar la zona por seguridad, él emprende camino junto a su mujer y al niño Julio, que ayuda a amortiguar el dolor por la ausencia de los hijos soldados. Un futuro protegido parece aguardarles en la ciudad transparente, donde todo es de dominio público y extrañamente alegre.
Allí los recuerdos desaparecen; no existe ninguna intimidad -ni siquiera la de sentir miedo- hasta el momento en que la conciencia despierta y se impone asumir las consecuencias.
«Una historia kafkiana y orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva, una parábola de nuestras sociedades expuestas a la mirada y al juicio de todos.»Del Jurado del XX Premio Alfaguara de novela

Rendición (fragmento)

Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos animen a pensar que algo puede mejorar. Crece solo, nuestro optimismo, como la mala hierba, después de un beso, de una charla, de un buen vino, aunque de eso ya casi no nos queda. Rendirse es parecido: nace y crece la ponzoña de la derrota durante un mal día, con la claridad de un mal día, forzada por la cosa más tonta, la misma que antes, en mejores condiciones, no nos hubiera hecho daño y que sin más consigue aniquilarnos, si es que coincide por fin ese último golpe con el límite de nuestras fuerzas. De pronto, aquello en lo que no habíamos reparado siquiera nos destruye, como las trampas de un cazador que nos supera en habilidad y a las que no prestábamos atención mientras nos distraíamos con el señuelo. A qué negar, en cambio, que mientras pudimos también cazamos así, utilizando trampas, señuelos y grotescos pero muy efectivos camuflajes.
Si uno mira con cuidado el jardín de esta casa, sabrá enseguida que vivió tiempos mejores, que la alberca vacía no desentona con el zumbido de los aviones que cada noche castigan no ya esta propiedad sino todas las de nuestro valle. Cuando ella se acuesta intento tranquilizarla, pero lo cierto es que sé que algo se derrumba y que no podremos levantar nada nuevo en su lugar. Cada bomba en esta guerra abre un agujero que no vamos a ser capaces de rellenar, lo sé yo y lo sabe ella, aunque jugamos y nos hacemos los tontos a la hora de dormir, buscando una tranquilidad que ya no encontramos, un tiempo como el de antes. Algunas noches, con tal de soñar mejor hasta recordamos.
En ese otro tiempo disfrutamos de lo que entonces pensábamos que iba a ser nuestro para siempre. El agua fresca del lago, lo llamábamos lago pero era más bien una charca grande, no sólo aliviaba los días de calor, sino que nos ofrecía toda clase de juegos y aventuras seguras. Esto último, «aventuras seguras», es sin duda una contradicción de la que entonces no éramos conscientes.

PANDEMIA


Novena entrega de la serie de novelas protagonizadas por Franck Sharko,  comisario en la Dirección Central de la Policía Judicial de París y Lucie Henebelle, teniente de policía en Lille

Sharko y Hennebelle, Thibault y Bellenger; dos parejas de policías protagonizan el nuevo thriller de Thilliez, un thriller oscurísimo lleno de amenazas y de muerte.
El bioterrorismo como leit motiv, la venganza como argumento, con un desenlace que, en este caso, si que es concluyente, o por lo menos, eso parece...
Me ha gustado, sin alharacas....

Sinopsis (Ed. Planeta)
La sensación del thriller francés: más de 4 millones de libros vendidos en todo el mundo.

Tres cisnes han sido hallados muertos por una enfermedad desconocida en el norte de Francia. Amandine Guérin, una investigadora del Institut Pasteur, es la encargada de una investigación que la llevará a colaborar con la pareja de policías Franck Sharko y Lucie Henebelle. Los tres tendrán que hacer frente a la extraña epidemia que se está extendiendo por todo el país y encontrar su origen. Y es que los causantes tienen relación con la red de tráfico de órganos que destaparon tiempo atrás. Así, su principal objetivo será descubrir quién es el hombre de negro que ha conseguido crear el pánico en el mundo desencadenando una pandemia de tales características.

Y deberán hacerlo a contrarreloj, porque la humanidad depende de ello.
ATENCIÓN: este thriller es contagioso.

Pandemia (fragmento)

1Viernes, 22 de noviembre de 2013
Amandine Guérin observaba una pequeña colonia de bacterias gramnegativas —unos centenares de unidades de Escherichia coli— bajo las lentes de un microscopio de gran aumento. Los organismos, coloreados con violeta de genciana, apenas medían tres millonésimas de metro y chapoteaban en una solución nutritiva. La microbióloga se apartó de la mesa de trabajo y le cedió su lugar al becario. —Ya verás, están un poco estresadas.
Adivinó que, detrás de la mascarilla respiratoria, Léo no las tenía todas consigo. Éste aproximó sus ojos azules a los oculares. En esa instalación de seguridad se manipulaban salmonelas, estafilococos y listerias que se extraían de congeladores a –80 ºC situados en un rincón del laboratorio. Unas bacterias rara vez mortales, pero que era necesario manipular con mucha precaución.
—El que está estresado soy yo.
—En el peor de los casos, puedes pillar una diarrea de tres o cuatro días. Dime, ¿cuáles son las causas del estrés de las bacterias?
—Los cambios de temperatura, el frío, el calor, las modificaciones del entorno desde el punto de vista químico..., la presión, la luminosidad.
—¿Y qué estrategias despliegan ante el estrés?


LA GASTRITIS DE PLATÓN


A caballo ente novela y ensayo; entre intercambio de opiniones y venganza literaria; entre reconocimiento y desprecio..... "La gastritis de Platon es el título paradójico de un libro que nació de las reflexiones de Tabucchi provocadas por un artículo de Umberto Eco en el que se argumentaba que lo único que puede hacer un intelectual cuando la "casa se incendia" es llamar a los bomberos".
Pues bien, Tabucchi desarrolla sus tesis sobre la importancia de intelectuales y escritores en la labor de "guiar al pueblo" y lo hace sin nombrar a Eco pero debatiendo con virulencia todas sus tesis.....aburrido y prescindible, si quería aclarar algo, mejor hacerlo cara a cara.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
La gastritis de Platón es el título paradójico de un libro que nació de las rexlefiones de Tabucchi provocadas por un artículo de Umberto Eco en el que se argumentaba que lo único que puede hacer el intelectual cuando su casa se está quemando es llamar a los bomberos. Insatisfecho por este papel de telefonista diligente, Tabucchi introduce -en el club rígidamente institucionalizado de los «intelectuales»- la figura del escritor concebido como intelectual «clandestino»: socava así, cáusticamente, ese estereotipado icono que se supone sacerdotal o ejecutivo, acaso tolerablemente quejumbroso, pero en cualquier caso siempre doméstico y ornamental. Y reclama el derecho (y el deber) del escritor de indagar con su escritura en «lo que no se da a conocer».

La gastritis de Platón (fragmento)

La gastritis de Platón

La primera aserción de Eco, basada en la metáfora de los bomberos (políticamente muy correcta: ¿quién no llamaría a los bomberos si se le estuviera quemando la casa?) me parece, por decirlo de algún modo, insuficiente: basta considerar la solicitud que el benemérito cuerpo ha demostrado allá donde las italianas calamidades lo reclamaban. (Y los ciudadanos recordarán la eficacia de la actuación de nuestros bomberos en la estación de Bolonia tras la bomba de agosto de1980. Lo que ocurre es que no es tarea del jefe de bomberos, pobrecillo, identificar a quien colocó el artefacto que fue causa del incendio y de las ruinas -y, sobre todo, de los muertos-, y es eso loque a los ciudadanos, además de a los intelectuales, les gustaría saber).
La segunda aserción, es decir, la tarea atribuida al intelectual destinado a paciente educador de los nietecillos de un alcalde maleducado, me parece un tema de reflexión adecuado para un intelectual como Adriano Sofri
.¿Quién mejor que él, con una perspectiva de una veintena de años de «tiempo libre», para dedicarse a escribir un manual apropiado para la formación espiritual de los nietecillos de su acusador?
Así que decidí dirigir mis reflexiones de Micromega a Adriano Sofri, en forma de carta abierta.
Ello me pareció también un modo, acaso no beligerante, de invitar a la intelligentsia italiana a un partidillo dialéctico, no sólo en torno a abstractas teorías, sino sobre todo en torno a un fenómeno de naturaleza empírica, cuya anormalidad me pareció (y me sigue pareciendo)enormemente inquietante (me refiero a la condena de Sofri, Bompressi y Pietrostefani). Pero probablemente a causa de mi optimismo, que no había tenido en cuenta la jubilación a la que hansido condenados tanto el término «dialéctica» como el filósofo que hizo más uso de él, aparte dealgún peloteo con el destinatario de la carta (el patio de una cárcel no tiene evidentemente lasmismas características que el terreno de Wimbledon, ni su muro las de la red del tenis), meencontré jugando un partido semejante al que aparece en Blow Up de Antonioni, y de mis antítesis opuestas a las tesis de Eco resultó una síntesis bastante frugal, en la que al apetito siguió en la práctica un ayuno cuaresmal. De este magro, casi diría yo platónico banquete (y nunca el adjetivo resultó más apropiado), en el que los jugos gástricos segregados se nos muestran ridículamente desproporcionados respecto a lo exiguo de la digestión requerida por los alimentos que el convento nos pasa hoy a todos, quiere ser testimonio esta pequeña e inevitable Gastritis.