sábado, 7 de octubre de 2017

LOS ESCUPITAJOS DE LAS CUCARACHAS


RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 21 de Agosto de 2014.
No puedo negar que siento especial predilección por este autor, Andreu Martín, y con este libro y este título 'Los escupitajos de los escarabajos no llegan al séptimo subterráneo del pedestal donde se levanta mi estatua' sigue para bingo.
Por mucho que insistan los editores no es Camilleri ni Márkaris, ni falta que le hace. Vale que también habla de crisis, de banqueros, de valores... pero Barcelona no es Vigatà ni Atenas. Ni el ritmo, los diálogos y el, posible, sentido del humor es el mismo.
Me gusta Martín y me gustó el libro pero es más 'palomitero', va más a saco y es más de andar por casa que los otros dos. Por tanto, si sois de los de leer primero la contraportada, ni caso.
Leedlo si os entra por los ojos, pero a lo de detrás, ni caso.

Sinopsis (Ed. Cientocuarenta)
El brutal asesinato de dos socios de una asesoría financiera desencadena una gran operación policial que compromete a Germán Rojo, un personaje poderoso que se cree intocable, investido del don de la inmunidad y muy por encima del resto de los mortales. Para él no son más que simples cucarachas
repulsivas que puede pisotear a su antojo.
Pero tiene un punto débil. Melba, una joven a la que conoció por casualidad, está decidida a demostrarle que incluso las cucarachas luchan a muerte cuando se trata de sobrevivir... o de
vengarse.
Corrupción, escándalos, blanqueo de capitales, espionaje, violencia, sexo... son algunos de los ingredientes de esta novela negra en la que Andreu Martín retrata de un modo extraordinariamente
crítico los tiempos que estamos viviendo. Una obra actual y oportuna, con diálogos vivos y mordaces.

Los escupitajos de las cucarachas (fragmento)

LUNES, 17 DE AGOSTO
1
CONTABILIDAD 08:00 h
Aquí viene la Teresa, con aquella manera de moverse tan suya. No mide más de metro sesenta y debe pesar unos ochenta kilos. Es esférica.
Ha salido de la boca del metro de la plaza de Cataluña, ante El Corte Inglés, y sube por paseo de Gracia hasta Casp.
Blusa floreada, muy ligera sin llegar a la transparencia, y falda negra, cilíndrica, que tiene tendencia a girarle alrededor del abdomen y ahora se le ha puesto la cremallera delante como si fuera una bragueta de señor. Zapato plano, cómoda, porque hace años que renunció a ser esbelta. En la peluquería pidió «algo así como Uma Thurman en Pulp Fiction», y se lo hicieron, o menos.
Se detiene en el  Bracafé para tomar un cortado y un donut y, tras consultar el reloj, sigue su camino hasta la reja metálica de la empresa donde trabaja.
Aquí le espera el Martínez, el guardia de seguridad, tan amargado como siempre.
-Buenos días.
-Buenos días.
En el otro lado de la reja, las tablas en penumbra y las pantallas de ordenador cubiertas con protectores de color blanco.
-Parece que hará calor, eh.
-Y tanto.
Teresa acciona la llave en el mecanismo de apertura y la reja sube sin prisas, majestuosa como si este ritual fuera tan importante como la apertura de la caja fuerte.
-Bueno, es lo que toca. Hoy nos quejamos del calor, y en invierno nos quejaremos del frío.
-Y tanto
Qué asco de hombre.

LA ÚLTIMA NOCHE EN TREMORE BEACH


RESEÑADO por Dani Tavares para LIBROS,  el 20 de Agosto de 2014.
Bueno, pues me he acabado "La última noche en Tremore Beach" de Mikel Santiago y la verdad es que no deja de ser una novelita ágil, simpática muy cinematográfica y con sus dosis de misterio pero ya está, parece ser que en verano nos relajamos y bajamos mucho el listón porque sino no entiendo las maravillosas críticas a esta novela, la verdad bastante del montón y simplona, que he leído estos últimos días.

Sinopsis (Ediciones B)
Un compositor que ha perdido la inspiración.
Una casa aislada en una playa irlandesa.
Una noche de tormenta que puede cambiarlo todo.
Peter Harper es un prestigioso compositor de bandas sonoras que, tras un traumático divorcio, se refugia en un rincón perdido de la costa de Irlanda para recuperar la inspiración. La casa de Tremore Beach, aislada en una enorme y solitaria playa, parece el lugar indicado para lograrlo. Todo parece perfecto... hasta que llega la noche de la gran tormenta.

La última noche en Tremore Beach (fragmento)

1El temporal, que algún agente del servicio de meteorología amante de lo bíblico había bautizado como el Luzbel, llevaba días anunciándose. Iba a ser un tanto excepcional incluso para Donegal, así que ojo: quizá volasen algunas tejas, o alguna farola del tendido eléctrico. El tipo de Radio Costa nos avisaba cada sesenta minutos: «Llenen el depósito de sus generadores. ¿Cómo van de congelados? ¿Latas de judías en tomate? ¿Suficientes? Y tampoco se olviden de comprar velas y cerillas. Y para los que viven muy cerca de la costa, amarren bien sus botes. Y si pueden, saquen los veleros a dique seco por una noche».
Esa misma mañana habían avisado de vientos de cincuenta y cinco nudos y recomendaron evitar la conducción en carretera a partir de la media tarde. También recomendaron prepararse para fuertes lluvias e inundaciones en el interior. En cuanto a las casas de la costa, todo el mundo se preparaba para una noche de mil demonios.
Yo había ido a Clenhburran bien temprano para hacer unos recados y compras de última hora. Clenhburran era el único pueblito en varias millas a la redonda, lo cual significa mucho cuando todo lo que te une al mundo exterior es una tortuosa y estrecha carretera entre rocas y acantilados.
La primera tarea de mi lista aquella mañana era llevar a reparar mi segadora en el almacén de John Durran.

LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS


RESEÑADO por Rossana Cabrera  para LIBROS, el 20 de Agosto de 2014.
Creo que voy a decir algo muy políticamente incorrecto, y eso que me cuido y mucho, pero éste libro, en el que tantas ilusiones había puesto, no me gustó nadita. Pero nadita en serio.
Hasta ahora no he leído un sólo lector que no lo encumbre y a mi me ha parecido malo con ganas.
Para gustos, colores.

Coincido plenamente con la valoración de Rossana Cabrera, un mal libro totalmente sobrevalorado por crítica y público.

Sinopsis (Ed. Planeta)
Alice Gould es ingresada en un sanatorio mental. En su delirio, cree ser una investigadora privada a cargo de un equipo de detectives dedicados a esclarecer complicados casos. Según una carta de su médico particular, la realidad es otra: su paranoica obsesión es atentar contra la vida de su marido. La extrema inteligencia de esta mujer y su actitud aparentemente normal confundirán a los médicos hasta el punto de no saber a ciencia cierta si Alice ha sido ingresada injustamente o padece realmente un grave y peligroso trastorno psicológico.
Los renglones torcidos de Dios se convirtió en todo un éxito de ventas en la España de los años 80, siendo llevada al cine con gran éxito.

Los renglones torcidos de Dios (fragmento)

"—Qué piensa usted de las artes?
—El arte es la ciencia de lo inútil.
El médico frunció la frente sorprendido. Aquella respuesta no cuadraba con la personalidad que había creído adivinar en su paciente.
—¿Quisiera decir que desprecia usted las artes; que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer?
—¡Nada de eso doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!
—Explíquese mejor.
—El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, dino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigase, sino que añade, a esta función elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué sirve al estómago la salsa Cumberland o un Chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente “añadido a la pura necesidad”... ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.
—Dígame, señora de Almenara, ¿dónde ha leído ese ensayo sobre la inutilidad? ¡Me gustaría conocerlo!
—¡No necesito leer a los demás para formarme una opinión doctor!
—Prosiga, señora: me tiene usted absolutamente fascinado.
—Pues bien -continuó Alicia-. En el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones, nacieron las grandes Artes: la Poesía, la Danza, la Música y la Pintura.
—Olvida la Arquitectura.
—Considero que la Arquitectura, como a la Gastronomía, un añadido inútil a una necesidad “primaria”. La Danza, en cierto modo, también tiene este lastre, pero se aleja más de la necesidad. Es... ¿Cómo explicarme?, una...una...¡una mímica sublimada! ¡Eso es lo que quería decir! Tal vez la Danza sea anterior al lenguaje y tuviera en sus orígenes una intencionalidad práctica: con carga erótica, reverencial o religiosa. ¡Yo no estaba allí, y no sé qué “intencionalidad” tenía! Pero no hay duda que encerraba un “propósito”, encaminado a la consecución de un fin. No sé si me explico, perola intencionalidad es algo muy superior a la “necesidad primaria”. Está ya directamente relacionada con el juicio y la voluntad. “Quiero esto y voy a demostrarlo con gestos y ademanes rítmicos”. ¡Y la Humanidad se puso a danzar! ¡De ahí a la Paulova o a Nureyev no había más que un paso! La Pintura pertenece a un género superior. ¡Es más inútil todavía! Tiene un lejanísimo parentesco con la escritura ideográfica, mas una vez añadida su carga de inutilidad, la distancia entre lo necesario y lo que no sirve para nada, se hace tan grande que la considero entre las primeras Artes Mayores. ¿No opina lo mismo, doctor?"


HOTEL FLORIDA. VERDAD, AMOR Y MUERTE EN LA GUERRA CIVIL



RESEÑADO por Marc Serra Majem para LIBROS,  el 15 de Agosto de 2014.
Recién terminado "Hotel Florida, verdad, amor y muerte en la guerra civil". Impresionante visión de la guerra civil desde las vivencias de Hemingwai, Martha Gellhorn, Robert Capa, Greda Taro, Antonio Barea e Ilsa Kulcsar. Ameno, intenso y real en formato novela. Muy muy recomendable.

Sinopsis (Ed. Turner)
Hemingway necesitaba un éxito. Martha Gellhorn quería vivir peligrosamente. Barea sentía que su vida era una contradicción. Ilsa Kulcsar vivía para sus ideas. Gerda Taro y Robert Capa querían olvidarse de su pasado. Los seis, cada uno con su equipaje y su modo de mirar, llegan a Madrid y pasan por el hotel Florida, donde se reunían los periodistas extranjeros, los fotógrafos, los espías, los militares, bajo el estruendo de las bombas, en una guerra que los cambió a todos para siempre.
Hotel Florida «no es un estudio académico ni una ficción. Es una reconstrucción basada en cartas, diarios y memorias, documentos oficiales, películas, biografías, historias y noticias de la época». Un gran fresco de la Guerra Civil española, día a día, personaje a personaje. Una guerra sobre la que se han escrito cientos de libros, pero ninguno como este.

LOS DUEÑOS DEL MUNDO


RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS,  el 11 de Agosto de 2014.
Esta no va a ser solamente una reseña de un libro, va a ser, y perdonadme el atrevimiento, una conminación a que, si no han leído nada de Sacheri, corran a la libreria más próxima y salgan de ese no. Ya. Ahora. Inmediatamente.
Es el autor de "La mentira de sus ojos", de variados libros de cuentos, y de una novela que para mi, es una novela perfecta : Papeles en el viento.
Dicho todo eso, este libro de relatos, no es uno de sus mejores libros, pero tiene ese candor y esa inocencia y esa ironía y esa cosa preciosa, que hace que cada relato, se transforme en el tuyo, en tus amigos, en tus carreras, en tus dolores y en tus navidades.


RESEÑADO por Rosi Torres Marino para LIBROS,  el 1 de Diciembre de 2014.
Con "Papeles en el viento" me emocioné y envidié secretamente a sus protagonistas. Con estos cuentitos que son un regalo y recogen los recuerdos de la niñez me he reído como pocas veces leyendo un libro. Y eso que mi niñez esta muy distante de la de el escritor, pero...¿ Hay algún momento en nuestras vidas en el que nos parezcamos mas unos a otros que en esa etapa? Llena de sonrisas y hasta carcajadas y llena también de ese sentido común que perdemos al hacernos grandes.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Una evocación de la niñez suburbana de Eduardo Sacheri a través de relatos breves de las andanzas de su grupo de amigos. Los recuerdos del fútbol, la bici, los juegos y travesuras compartidas por el autor de Esperándolo a Tito, La pregunta de sus ojos y Papeles en el viento.

Los amigos del barrio. La época en que la vida entera se presenta por delante. Héroes de carne y hueso. Aventuras.
En este libro Eduardo Sacheri convoca a sus amigos, mediante una interesante amalgama entre la ficción y la realidad. El fútbol, las carreras en bicicleta, los rompeportones en Navidad y las tensiones entre barras; carnavales, personajes ilustres y algunos mitos del barrio. No se sabe dónde terminan los hechos reales y empieza la fantasía. Allí reside el encanto. Las palabras se transforman en una cámara que proyecta imágenes de un grupo de amigos que vive la epopeya de saberse los dueños del mundo.

Los dueños del mundo (fragmento)

COLECTIVOS

Una de las mejores cosas que tenía el barrio de mi niñez era que, por la esquina de mi casa y todo a lo largo de Blanco Encalada, pasaba el colectivo. En esos tiempos de autos escasos y cuadras silenciosas, que por esa calle angosta y mansa apareciesen, cada quince o veinte minutos, esas moles rugientes y veloces, a nosotros nos parecía una aventura y un privilegio.
La línea era –sigue siendo– la 238. Lo decíamos cortado, como si fuera un número de teléfono que uno separa según su gusto: todo el mundo la llamaba “dos treinta y ocho”. No decíamos “doscientos treinta y ocho”, como hubiera correspondido. A unas cuadras pasaba el 136 y, tampoco sé por qué, la gente lo decía bien: “Ciento treinta y seis”.
Las dos líneas pertenecían a empresas diferentes: la 238 era de “Transportes Unidos de Merlo”. La TUM, para los íntimos. La 136 era de “Transportes del Oeste”. Los 238 eran rojos, los 136 eran celestes. En mi escuela cada empresa tenía su hinchada y sus fanáticos. Sosteníamos debates acalorados –y estúpidos– sobre cuál de las dos empresas era mejor, cuál hacía un recorrido más largo, cuál tenía colectivos más nuevos y mejor pintados. En mi barrio, por supuesto, todos éramos hinchas del dos treinta y ocho, y reconocíamos cada interno (el interno es el número chiquito que tienen al lado de la puerta y en la parte de atrás, y que lo identifica dentro de la empresa) a dos o tres cuadras de distancia. Verdaderos peritos en la materia. Festejábamos la compra de un colectivo nuevo como si fuera un éxito personal o de toda la barra, y en la escuela nos llenábamos la boca como si la enorme flota nos perteneciera. En realidad, eso de “enorme flota” nos quedaba un poco grande. Lo cierto es que la TUM era mucho más chica que la Transportes del Oeste, y hacía un recorrido minúsculo, comparado con el del 136, y sus internos lucían en general una cierta tendencia al destartalamiento. Pero el amor es el amor, y no conoce de razones. De manera que estábamos siempre dispuestos a defender al 238, con verdades, con mentiras o a puño limpio, si hacía falta.
Yo tenía un motivo personal para querer al 238, que no compartía con mis demás amigos salvo con Esteban: sus colectivos eran rojos, completamente rojos, parecidísimos a la camiseta de Independiente.

UN AÑO EN PROVENZA


RESEÑADO por Ricardo Cortat por LIBROS,  el 8 de Agosto de 2014.
Una pareja de ingleses que decide mudarse a la Provenza y que cuenta sus vivencias francesas a lo largo de un año.
Sin las pretensiones de ser una guía de viajes o un tratado de etnografía, por mucho que lo quieran vender así, no deja de ser un divertimento del autor para exorcizar sus demonios. (me gustaría tener claro cuanto tiempo pasó entre l...a mudanza y la escritura del libro)
Mucha burla de los propios ingleses, mucha rabia contenida hacia la forma de vida francesa y mucha, mucha comida, todo ello regado con bastante sentido del humor y vino tinto.
De todas maneras, el libro tiene 2 cosas para venderse: el deseo que todos sentimos de poder dejarlo todo y, sin preocupaciones económicas, mudarnos a la Provenza, la Toscana o las Alpujarras y que se come de vicio en cualquier parte y no se engorda nada.
Exclusivamente para leer al borde de la piscina. Y sólo si eres francófilo empedernido o no estás a dieta.

Sinopsis (Ed. Omega)
Este libro describe, mes a mes, las delicias y frustraciones que el autor y su esposa experimentaron durante su primer año de estancia en la remota comarca de Lubéron, mientras acondicionaban una casa de campo de doscientos años de antigüedad. El autor logra comunicarnos todos los placeres terrenales de la vida provenzal y permite que nos emocionemos con su ritmo. Este libro hará sonreír abiertamente a aquellos que conocen el país y, desde luego, preparará a aquellos que no lo conocen para disfrutar de él.

Un año en  Provenza (fragmento)

PrólogoAgosto de 2003
El día que murió mi madre, crecí de repente. Fue aquel caluroso veinte de julio de 1935. Papá nos había dejado dos años antes y, como solo me tuvieron a mí, comprendí que me había quedado sola. Una hermana de la abuela había viajado desde Saint Malo hasta París para ayudarme con el entierro y hacerme compañía. Florence se llamaba, ahora lo recuerdo. Cada día me cuesta más retener los nombres, las caras las olvidé hace mucho tiempo.
La tía me llevó hasta la habitación de mi madre y abrió el armario.
—Ahora estás sola, Marissa. Yo soy vieja y poco puedo hacer. Tienes que salir adelante por ti misma —me advirtió, señalándome los zapatos de mamá.
Bajé la vista a los míos y comprendí qué quería decir. Me senté en la cama, me descalcé y mientras desnudaba mis pies supe que me estaba quitando para siempre aquellos calcetines calados de perlé. Mi vieja tía me indicó con la cabeza que mirase bajo las perchas, apremiándome a hacerlo. Cogí los zapatos de charol negro de mamá y me los puse.
—Me aprietan un poco.
—Con el tiempo irán cediendo, como el dolor que sientes ahora —me dijo.
Contemplé mi aspecto en la luna del armario. Era la primera vez que llevaba tacón. No tenía a nadie que cuidara de mí, así que ya era una mujer…
Monique sintió una extraña congoja al leer aquellos párrafos rasgueados con la caligrafía vacilante de una persona enferma o muy mayor.

EL ORIGEN DE LA TRISTEZA


RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS,  el 8 de Agosto de 2014.
Cuando leí el primer párrafo y vi que empezaba con "Como todos los domingos, el bar del uruguayo estaba lleno", lo puse inmediatamente en la pila de libros que quiero leer.
No me decepcionó, para nada.
Es realmente, el origen de la tristeza.
Tres relatos que hubieran merecido ser tres novelas.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
En esta novela con mucho de autobiográfico, Pablo Ramos exhibe sus extraordinarias dotes de narrador a través de una escritura luminosa y precisa, de ritmo apasionante, que sabe que el humor es más poderoso que la autocompasión y que, si se la deja vibrar, la vida se abre paso incluso donde no se ve camino.
Gabriel está dejando de ser niño. Crece en su barrio, El Viaducto, entre la villa Mariel, las vías del Roca y el arroyo Sarandí. Gabriel tiene un amigo grande que duerme en el cementerio. Aprende mucho de él y de las tumbas. En el barrio de Gabriel, el agua podrida del Sarandí se incendia. Juega con una barra de pibes, aunque jugar, cuando se vive en El Viaducto, también es jugar con la muerte.
Un país está dejando de existir. Los ochenta están comenzando y la infancia va quedando atrás entre damajuanas de vino, colectas para pagar por sexo, amistades probadas en el peligro y el miedo. Hay muerte y hay pérdida al final de la infancia. Pero lo que nunca se pierde es el deseo, y El origen de la tristeza no renuncia a la alegría.
En esta novela con mucho de autobiográfico, Pablo Ramos exhibe sus extraordinarias dotes de narrador a través de una escritura luminosa y precisa, de ritmo apasionante, que sabe que el humor es más poderoso que la autocompasión y que, si se la deja vibrar, la vida se abre paso incluso donde no se ve camino.

El origen de la tristeza (fragmento)

Como todos los domingos, el bar del Uruguayo estaba lleno. Me acerqué a Rolando que, más que sentado, parecía derrumbado sobre la barra. Me subí a una de las banquetas y lo sacudí un poco.
—Está nocaut, pibe —me dijo el Uruguayo, repasó una copa con un trapo mugriento, la miró a trasluz, la volvió a repasar y la enganchó en los viejos rieles de madera que colgaban del techo, boca abajo, como si fuera un murciélago.
—Rolando —dije—, ¿te olvidaste de lo de mi vieja?
El Uruguayo se agachó hasta desaparecer por completo debajo del mostrador, reapareció con el trapo empapado y se lo apretó a mi amigo contra la nuca.
—Che, bella durmiente —le dijo—, te habla el pibe del Negro, el Gavilán te habla, che. ¿No era que hoy tenías que darle una clase?
—Lécson námber guán —dijo Rolando como si se hubiera despabilado de repente; se incorporó, levantó una mano apuntando al techo y volvió a caerse.
—Mejor venite a la noche —me dijo el Uruguayo—, éste tiene para unas horas de meditación.
—Lo que pasa es que tenemos hasta el domingo nada más —dije, hablando más para mí que contestándole al Uruguayo. Me volví hacia mi amigo e insistí—. Por qué no te tomás un café, Rolando —a la vez que le daba un montón de sacudones cortitos.
Mi amigo movió la cabeza diciéndome claramente que sí. Eso me alentó: todavía había esperanzas. El Uruguayo sirvió un café doble y lo puso frente a mí. Lograr que Rolando se lo tomara fue un problema aparte, porque el café estaba muy caliente y porque él ni siquiera podía mantener la cabeza en su lugar.