miércoles, 23 de agosto de 2017

PARADERO DESCONOCIDO


Dos amigos y socios se cartean entre Noviembre de 1932 y Marzo de 1934. Las cartas van y vienen entre San Francisco y Múnich, y al ritmo epistolar cambian los hombres, el mundo, los sentimientos y las ideas.
En apenas año y medio nada volverá a ser igual.
Una novela cortísima, apenas 50 páginas que se publicó por primera vez en 1938 y estuvo prohibida y olvidada hasta su reedición en los años 60.
Una visión del mundo previo a la II Guerra Mundial que os recomiendo encarecidamente¡¡¡

Paradero desconocido (fragmento)

"SCHULSE-EINSESTEIN GALLERIES
SAN FRANCISCO, CALIFORNIA,
EEUU
12 de noviembre de 1932
Herrn Martin Schulse
Schloss Rantzenburg
Múnich, Alemania

Querido Martin:
¡De vuelta en Alemania! ¡Cómo te envidio! Aunque no la he visto desde que era un niño de escuela, escribir Unter den Linden todavía me conmueve… La amplitud de horizontes de la libertad intelectual, las discusiones, la música, el desenfado de la camaradería. Y ahora el viejo espíritu aristócrata, la arrogancia prusiana y el militarismo han desaparecido. Llegas a una Alemania democrática, a una tierra profundamente culta, donde la preciosa libertad política está en sus comienzos. Será una vida maravillosa. Tu nueva dirección no puede ser más sugestiva. Me alegro de que la travesía haya sido tan agradable para Elsa y los pequeños.
En cuanto a mí, no puedo decir que esté tan feliz. La mañana del domingo me encuentra hecho un solterón solitario sin objetivo alguno. Mi hogar de los domingos se ha trasladado a través de los anchos mares. ¡Aquel antiguo caserón en la colina… tu bienvenida diciéndome que el día no llegaba del todo hasta que no estábamos otra vez juntos! Y nuestra querida y jovial Elsa, que salía radiante a recibirme, me cogía de la mano, gritaba «¡Max, Max!» y me empujaba adentro para abrir mi Schnaps favorito. Y también la preciosidad de los chiquillos, sobre todo tu guapísimo pequeñín Heinrich. Será un hombre hecho y derecho antes de que vuelva a ponerle los ojos encima.
Y la comida… ¿Habrá esperanzas de que vuelva a comer como comía? Ahora voy a un restaurante y, por encima de mi desolado roast beef veo borbotear el gebackner Schinken en su salsa burgundesa, el Spätzle, ¡ah, el Spätzle y Spargel! No, nunca me resignaré a mi dieta norteamericana. Y los vinos, deslizados con tanto cuidado a tierra de los barcos alemanes, y las promesas que nos hacíamos, cuando los vasos rebosaban por cuarta, quinta y sexta vez."




LA GUERRA MÁS FRÍA


Segunda novela del Tríptico de Asclepia.

Bien sabido es que no soy aficionada, en absoluto, a la ciencia ficción, por eso tuve mis reservas a la hora de leer a Tregillis, y la verdad es que me ha sorprendido agradablemente.
Historia alternativa sobre la Guerra Fría en la que los espías persiguen a seres "extraordinarios" cuyas habilidades inimaginables pueden decantar la victoria en un segundo, trufada con historias personales tan corrientes que podría ocurrirle a cualquiera.
Me ha mantenido entretenida durante un par de días.
300 páginas de realidad fantástica que continuará......¡¡¡

La Guerra más fría (fragmento)

1


"Gretel tocó el brazo de Klaus con un dedo.
—Espera — susurró.
Transcurrieron varios segundos mientras Gretel consultaba alguna cronología privada que solo existía en su cabeza. Klaus reconoció la expresión: su hermana estaba recordando el futuro, atisbando unos pocos segundos por delante del momento actual.
—Ahora, hermano — dijo entonces.
Klaus absorbió de su batería robada un diminuto reguero de corriente, la cantidad justa de Götterelektron para desmaterializar su mano. Era un riesgo, un riesgo que Gretel le había asegurado que daría sus frutos. Por eso llevaba semanas practicando.
Su mano fantasmal se introdujo en el hormigón armado. Cerró los dedos en torno a uno de los cerrojos que mantenían sellada la cámara acorazada. Klaus se concentró, enfocando su Willenskraft como un bisturí, y sacó de la pared un trozo de acero de un dedo de longitud. Gretel atrapó el fragmento metálico antes de que cayera al suelo con un estrépito que los delatara."

EL CUERPO HUMANO


Cuanto más leo sobre la guerra, más crece en mi un sentimiento antibelicista que no tiene vuelta atrás.
Esta no es una "novela de guerra" es una novela sobre los destrozos que la guerra causa en un grupo de jóvenes, que no son especialmente idealistas, ni especiales, son jóvenes perdidos en un mundo desconocido que saca lo peor de cada uno de ellos y, en mayor o menor medida, destroza sus vidas. Primera novela que leo de Paolo Giordano que sin ser una obra maestra, ha mantenido mi interés a lo largo de sus 300 páginas.
Para todos lo que quieran realizar un ejercicio de reflexión (bien escrita) sobre la guerra de nuestros días, la recomiendo¡¡

El cuerpo humano (fragmento)
" Tres miembros integran la comisión disciplinaria, según la denomina pomposamente el folio de convocatoria. Dos son externos: un sargento mayor y otro oficial que no lleva los grados, ambos con acento del sur; Egitto no los conoce. Sentado en el centro, la preside el coronel Matteo Caracciolo, a quien frecuenta desde hace tanto tiempo que lo suyo bien podría pasar por una amistad, pese a que se caracteriza por un cierto e insuperable desapego. Al menos de palabra, Caracciolo está de su parte. Si lo deja en sus manos —le ha dicho en privado—, todo irá bien, el incidente será rápidamente reabsorbido (ha empleado justo este término, «reabsorbido», como si fuera un traumatismo craneal). A renglón seguido, sin embargo, se ha negado a aclararle la naturaleza exacta de las acusaciones, como si eso lo incomodase. ¡Por supuesto que puede dormir tranquilo, teniente Egitto! Será sólo una sarta de estupideces, las habituales minucias típicas del ejército.
El coronel sigue tuteándolo ante los otros dos militares, pese a que a éstos esa falta de formalidad no parece gustarles. Ha abierto la sesión dejando claro que en su opinión es de todo punto insensato desenterrar unas circunstancias que se remontan a hace más de un año, cuando ya está hablándose de una nueva misión para su brigada. Pero ¿qué pueden hacer? Los tiempos de la burocracia no coinciden forzosamente con los de los hombres, mejor dicho, casi nunca coinciden.
En la sala sofocante, ocupada casi por completo por la mesa rectangular de madera oscura, el aire está viciado. A Egitto se le cierran los ojos. A pesar de las palabras de ánimo, ha pasado la noche sin dormir y ahora está desfallecido, aniquilado, presa del mismo mal humor de los peores días antes del tratamiento. Teme que no sea una mañana adecuada para una investigación sobre él; el cansancio lo hace siempre poco propenso a las componendas. Además, se ha dado cuenta ya de que le gusta esa libertad que la vida concede en ocasiones de ponerlo todo patas arriba en unos segundos. Antes aún de que entren de lleno en la materia, está seguro de que encontrará la manera de liarla bien. "

REENCUENTRO


Hace pocos días en otra página dedicada a la literatura se planteó un debate sobre si ya se habían escrito suficientes libros sobre la guerra civil española, lo que me recordó el gran número de libros que se han escrito sobre la persecución a los judíos, el holocausto y sus consecuencias....
Si tenía alguna duda esta se ha resuelto al leer esta pequeña joya de, apenas, 100 páginas en la que Uhlman nos relata con sensibilidad totalmente exenta de sentimentalismo una historia de amistad adolescente en el mundo hostil de la Alemania pre-nazi.
Una historia cuya aparente sencillez no esconde la marea subterránea que agita los corazones y las mentes de los protagonistas y su mundo.
Una tarde ganada al tiempo es la que he empleado en leer esta novela que les recomiendo encarecidamente, después de agradecer a Vera Sáez que me hiciera conocer este libro y a su autor.

Reencuentro (fragmento)
" Y así pasaron los días y los meses sin que nada perturbara nuestra amistad. Desde fuera de nuestro círculo mágico llegaban rumores de conmoción política, pero el ojo de la tormenta estaba lejos: en Berlín, donde, según las informaciones, se producían choques entre nazis y comunistas. Stuttgart parecía el lugar tranquilo y sensato de siempre. Es cierto que de cuando en cuando se producían pequeños incidentes. Aparecían esvásticas en las paredes, hostigaban a un ciudadano judío, apaleaban a unos pocos comunistas, pero la vida en general se desarrollaba como de costumbre. Los Höhenrestaurants, la Ópera, los cafés al aire libre estaban abarrotados. Hacía calor, los viñedos estaban cargados de uvas, y los manzanos empezaban a encorvarse bajo el peso de la fruta madura. La gente conversaba acerca de los lugares adonde iría a pasar sus vacaciones: mis padres mencionaban Suiza y Konradin me dijo que se reuniría con sus padres en Sicilia. Aparentemente, no había nada de qué preocuparse. La política era cuestión de adultos y nosotros debíamos resolver nuestros propios dilemas. Y a nuestro juicio, entre éstos el más apremiante consistía en descubrir la mejor forma de aprovechar la vida, lo cual era muy distinto a dilucidar qué sentido tenía, si es que tenía alguno, y cuál sería la condición humana en ese cosmos alarmante e inconmensurable. Estos eran los problemas de trascendencia auténtica y eterna, mucho más importantes para nosotros que la existencia de figuras tan efímeras y ridículas como Hitler y Mussolini.
Fue entonces cuando sucedió algo que nos conmovió profundamente a ambos y que influyó mucho sobre mí.
Yo siempre había dado por supuesta la existencia de un Dios todopoderoso y benévolo, creador del Universo. Mi padre nunca me hablaba de religión, y no se inmiscuía en mis creencias. En una oportunidad oí sin proponérmelo cómo le decía a mi madre que no obstante la ausencia de pruebas contemporáneas él creía que había existido un Jesús histórico, un maestro judío de moral, muy sabio y dulce, un profeta como Jeremías o Ezequiel, pero que le resultaba absolutamente inconcebible que alguien pudiera definir a ese Jesús como «Hijo de Dios». Le parecía blasfema y repulsiva la idea de un Dios omnipotente capaz de contemplar pasivamente cómo Su Hijo padecía esa muerte cruel y lenta en la cruz, la idea de un «Padre Divino» menos propenso que un padre humano a correr en ayuda de su hijo.
Sin embargo, aunque mi padre había declarado no creer en la divinidad de Cristo, sospecho que era más bien agnóstico que ateo, y que si yo hubiera querido convertirme al cristianismo no se habría opuesto... no con más vehemencia, en verdad, que si hubiera resuelto convertirme al budismo. Por otro lado, estoy seguro de que habría procurado impedir que me transformara en un monje de cualquier confesión, por considerar que la vida monástica y contemplativa era irracional y desperdiciada.
En cuanto a mi madre, parecía flotar muy satisfecha en un estado de confusión. Acudía a la sinagoga el Día del Perdón, pero cantaba «Stille Nacht, Heilige Nacht» en Navidad. Acostumbraba a hacer donaciones a los judíos para ayudar a los niños judíos de Polonia, y a los cristianos para la catequización de los judíos. Cuando era pequeño me había enseñado algunas oraciones sencillas en las que imploraba a Dios que me ayudara y que fuera misericordioso con papá, mamá y nuestro gatito. Esto era casi todo. Al igual que mi padre, parecía no necesitar ninguna religión, pero era trabajadora, buena y generosa, y estaba convencida de que seguramente su hijo seguiría el ejemplo de ellos dos. Y así me crié entre judíos y cristianos, entregado a mí mismo y con mis propias ideas acerca de Dios, sin creer vehementemente y sin poner seriamente en duda la existencia de un espíritu rector benévolo y omnímodo, ni el hecho de que el mundo era el centro único del Universo y de que nosotros, judíos y gentiles, éramos los hijos favoritos de Dios.
Nuestros vecinos eran los Bauer, quienes tenían dos hijas de cuatro y siete años, y un hijo de doce. No había intimado con ellos —los niños eran demasiado pequeños para que yo les hiciera partícipes de mis juegos— pero los conocía de vista y había observado a menudo, no sin envidia, cómo padres e hijos retozaban juntos en el jardín. Recuerdo vívidamente cómo el padre empujaba a una de las niñitas, sentada en un columpio, que se remontaba a una altura cada vez mayor, y cómo el vestido blanco y la cabellera rojiza de la chiquilla parecían una vela encendida al desplazarse velozmente entre las frescas hojas verdes de los manzanos. "

LA PUERTA DE LOS INFIERNOS


Si no conociese previamente la obra de Gaudé y sólo hubiese leído la contraportada de este libro, estoy segura de que no lo leería jamás, pero.......me encanta Gaudé y no he leído la contraportada. Aún así no me ha parecido la mejor obra que he leído de Gaudé,  hasta el momento.
Es una fábula sobre el bien y el mal, los sentimientos de pérdida y la recuperación absurda del pasado que no tiene, nunca, futuro.
Una historia de venganza apocalíptica que se salva gracias a la prosa magnífica de Gaudé.

La puerta de los infiernos (fragmento)
" Giuliana vagaba cada vez más a menudo por el barrio de Montesanto. Daba vueltas alrededor de la iglesia. Cada vez que pasaba por delante, depositaba una de sus notitas. Con el transcurso de los días, no tardó en haber decenas en la pared del templo. Quería cubrir la fachada de papelitos, que el cura supiera que ella estaba allí y que esperaba mucho de él.
Una noche, por fin, se sintió preparada. Fue a la iglesia. Eran casi las dos de la madrugada. El cielo estaba claro y las estrellas titilaban en la pureza nocturna. Se arrodilló ante la pesada puerta cerrada y murmuró su tercera imprecación.
—Estoy de rodillas ante usted, padre, pero no crea que soy débil. Soy fuerte. Confío en usted. Va a obrar para mí un milagro; ya siento correr la alegría por mis venas. Sé que los hombres como usted son capaces de cosas así. Quizá les cueste, pero están aquí abajo para eso, para aliviarnos de nuestras desgracias. Sé lo que se avecina. Los ciegos verán. Los paralíticos echarán a andar. Lo sé muy bien. Estoy preparada. Es la hora de la resurrección de los muertos. Todos, uno a uno, saldrán de debajo de la tierra y se pondrán a caminar. Espero con impaciencia. No será un milagro. Simplemente, la reconciliación del Señor con los hombres. Porque nos ofendió. También usted lo sabe. Mediante la muerte de Pippo, me arrojó al suelo y me pegó. Era un acto de crueldad, y lo maldije. Pero hoy ha llegado la hora del Perdón. El Señor va a arrodillarse ante nosotros y a pedirnos que lo perdonemos. Lo miraré largamente, lo besaré en la frente y lo perdonaré. Será entonces cuando los muertos se alcen, pues todo habrá acabado. Muy bien. Rezo para que llegue ese día. Ahora soy fuerte. Esperaré hasta mañana. Ya noto cómo ruge la tierra. Los cadáveres se revuelven. Se preparan y agitan con impaciencia. Sólo faltan unas horas para que el Señor se presente ante nosotros. Estoy ansiosa, padre, por verlo arrodillarse ante mí y llorar con humildad. "



CUANDO TODO CAMBIÓ


La protagonista de Cuando todo cambió, cree que un incidente, una llegada, un hombre, cambiaron su vida y la de su familia.
Realmente los secretos, el silencio y la huida cambiaron a todos.
Una historia familiar con todos los tópicos que un pueblo pequeño puede aportar, y aquí está la novedad, el ritmo de la novela, la narración en flashback controlada y una sensación de "verdad" que trasciende la historia y nos impulsa a seguir las desventuras de la familia Ward hasta que todo cambia y todo sigue igual¡
Creo que nuestro amigo Juan Font Osaba recomendó esta novela hace unas semanas y se lo agradezco, he disfrutado¡

Efectivamente, aquí está la opinión de Juan Font:

RESEÑADA por Juan Font Osaba para LIBROS el 8 de Junio de 2013.
He leído “Cuando todo cambió” de Donna Milner.
La novela, de género dramático, se sitúa en una granja al sur de Canadá, muy cerca de la frontera con EEUU, en la segunda mitad del siglo XX. Una familia con tres hijos y una hija verán alteradas sus vidas cuando llega a trabajar River, un joven americano que huye de su país por estar en contra de la... guerra de Vietnam. Muchas cosas van a ocurrir contadas por la hija que es la protagonista. Anoto dos frases que centran el fondo de la historia: “Esta familia nunca se pelea, no usa la palabras como armas. Usa el silencio. Y hiere igual o más. Dejáis que lo que os agobia, que no os decís los unos a los otros, se interponga entre vosotros” y otra que dice “Es que los secretos hacen más daño que la verdad”.
En ningún momento decae el interés mientras se van alternado sucesos del pasado con el presente hasta llegar a un final muy emocionante. Me ha gustado.

Cuando todo cambió (fragmento)

"Vino a pie. Como un espejismo, surgió entre las oleadas temblorosas de calor, por la carretera de tierra serpenteante que conducía hasta nuestra puerta. Lo vi desde las sombras del porche. Yo tenía catorce años aquel caluroso día de julio de 1966,y cumpliría los quince en menos de un mes. Me apoyé en el quicio de la puerta de entrada del porche y entrecerré los ojos hacia el sol, mientras los últimos restos de agua chorreaban del rodillo para escurrir la ropa que tenía delante. Fuera, la colada de toda la semana colgaba floja e inmóvil de las tres cuerdas para tender que atravesaban el jardín. Las sábanas, de un blanco hiriente a la intensa luz del sol, creaban un telón de fondo para la ordenada procesión de los atuendos de nuestra familia. Mi madre estaba de pie en la plataforma de madera de la colada, con la boca llena de pinzas para tender, de espaldas a la carretera. Se agachó y cogió una camisa de tela vaquera del cesto de mimbre que tenía a sus pies, sacudió la prenda con un chasquido de tela húmeda y la colgó de la cuerda.
Aquel día había algo distinto en mi madre. Cuando hacía la colada normalmente llevaba un pañuelo atado con un nudo enrollado en medio de la frente. Aquella tarde se había sujetado el pelo con pasadores y peinetas. Unos rizos rubios rebeldes y unos sencillos pendientes se escapaban en torno a su rostro, y por la nuca. Pero eso no era todo. Estaba alterada, incluso sofocada. Yo estaba segura de que se había puesto  un poco de colorete Avon en las mejillas. Antes la había sorprendido mirándose la cara mientras metía los vaqueros de mis hermanos en el rodillo."

LA DULCE ENVENENADORA


Los últimos años de Linnea Ravaska, una dulce anciana finlandesa que sólo quiere disfrutar de lo que le queda de vida.
Una novela con ese humor "negro" de Paasilinna que encierra más crítica social de la que parece a simple vista.
Se lee con agrado y se espera el desenlace que, no es sorprendente, pero encaja en la filosofía del escritor como "anillo al dedo".
Interesante Paasilinna¡

La dulce envenenadora (fragmento)

Capítulo 1"Una ancianita de aspecto agradable en un sereno paisaje campestre, lo que se dice una estampa encantadora.
En el jardín de la casita de color rojo, una abuelita delgaducha con una regadera amarilla en sus manos regaba su arriate de violetas. Gorjeantes golondrinas revoloteaban por encima de su cabeza en el claro cielo, los abejorros zumbaban, un gato perezoso dormitaba en la hierba.
Más lejos, junto al lindero del bosque, se erguía una pequeña sauna de madera gris; era por la tarde y la chimenea arrojaba bocanadas de humo azulado. A un lado del sendero que llevaba a la sauna había un pozo sobre el cual descansaban dos cubos de plástico rojo.
La propiedad era vieja, hermosa, y estaba bien cuidada. Al sur, a unos doscientos metros, se veía el resto de la aldea: alguna que otra casa grande, un invernadero de plástico, un granero y establos, y en los jardines traseros, armazones de coche oxidados, medio ocultos por las ortigas. Del pueblo llegaba el irritante zumbido de las motos y desde algún lugar lejano, el traqueteo rítmico de un tren.
Situada a cincuenta kilómetros de Helsinki, al norte del distrito de Siuntio, la aldea de Harmisto contaba con una tienda, una oficina de correos, una caja de ahorros, una nave industrial en proceso de oxidación y una treintena de granjas.
La anciana llenó en el pozo unos cuantos cubos de agua para llevar a la sauna, parándose de vez en cuando por el camino para descansar. En la sauna, atizó el fuego de la estufa y bajo el caldero del agua y cerró ligeramente el tiro."