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domingo, 5 de abril de 2015

LOS NOVIOS


Hoy recomiendo,  un verdadero "novelón del XVII",  la obra más famosa del escritor y poeta italiano Alessandro Manzoni, irreverente, rebelde y anticlerical en su juventud; adherido a la más estricta ortodoxia en su madurez y con una vida plagada de incidentes que seguramente se reflejan en sus libros. 
Esta obra Los novios (I Promessi Sposi) supuso su consagración como escritor y es la más famosa de su bibliografía, está considerada una de las primeras novelas modernas de la literatura italiana y su versión definitiva fue publicada en 1842. 
Al leerla no he podido sustraerme a un emocionante viaje de juventud, esos novelones interminables que leía en mi adolescencia durante las largas tardes de verano o de vacaciones (semana santa y navidad) cuando no había más que dos canales de televisión y ningún centro comercial donde perder el tiempo y el dinero. 
Se trata de un drama clásico (o tragedia según se mire...) en el Milán y la región lombarda del siglo XVII, todavía bajo la dominación española, y tiene todos los ingredientes para conquistar, a saber, amor, injusticia, lucha de clases, clero, corrupción......y un trasfondo histórico, bien documentado, que hace de sus más de 500 páginas un suspiro lector. Recomendable para retomar la pasión por el romanticismo realista de la literatura decimonónica.
Como anotación debo decir que en cierto modo y, salvando las distancias, me ha recordado un poquito al El sol de los Scorta de Laurent Gaudé, no se parecen, sólo una brisa italiana me ha hecho unirlas¡

Un fragmento para picar la curiosidad lectora:
"Ese ramal del lago de Como, que tuerce hacia el Mediodía, entre dos cadenas ininterrumpidas de montañas, todo él ensenadas y golfos, según sobresalgan o se internen aquéllas, viene, casi repentinamente, a estrechase, y a tomar curso y aspecto de río, entre un promontorio a la derecha, y un amplio declive al otro lado; y el puente, que allí enlaza las dos orillas, parece hacer aún más evidente a la vista esta transformación, y señalar el punto en el que el lago cesa, y recomienza al Adda, para luego volver a tomar el nombre de lago allí donde las riberas, alejándose de nuevo, dejan al agua dilatarse y remansarse en nuevos golfos y ensenadas. El declive, formado por los aluviones de tres grandes torrentes, desciende apoyado en dos montes contiguos, llamado el uno de San Martino, y el otro, con vocablo lombardo, el Resegonei, por sus muchos picachos en fila, que en verdad lo asemejan a una sierra: de tal manera que no hay quien, al verlo por primera vez, siempre que sea de frente, como por ejemplo desde lo alto de las murallas de Milán que miran hacia el norte, no lo distinga al punto, por esa señal, entre aquel largo y vasto macizo, de los otros montes de nombre más oscuro y forma más común. (...)
Por una de esas veredas, volvía plácidamente de su paseo hacia casa, en el atardecer del día 7 de noviembre del año 1628, don Abbondio, párroco de uno de los pueblos antes mencionados: ni el nombre de éste, ni el apellido del personaje, se encuentran en el manuscrito, ni en este lugar ni en otro. Rezaba tranquilamente su oficio, y de cuando en cuando, entre un salmo y otro, cerraba el breviario, dejando dentro, como señal, el dedo índice de la mano derecha, y, juntando luego ésta con la otra detrás de la espalda, proseguía su camino, mirando al suelo, y lanzando con un pie contra el muro los guijarros que estorbaban en el sendero: luego alzaba el rostro, y, girando ociosamente los ojos en torno suyo, los fijaba en la parte de un monte, donde la luz del sol ya desaparecido, huyendo por las hendiduras del monte frontero, se dibujaba aquí y allá sobre los peñascos salientes, como en anchos y desiguales jirones de púrpura. "