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domingo, 27 de agosto de 2017

EL TEMOR DE UN HOMBRE SABIO



RESEÑADO por losrelatosdepatri para LIBROS, el 18 de Abril de 2013.
He terminado "El temor de un hombre sabio" de Patrick Rothfuss.
Me ha gustado más que su primera parte "El nombre del viento", cierto que se hace a veces un poco largo, son 1200 páginas y hay algunas partes que podrían ser más breves, como la parte de Felurian o la del Ademre, pero aún así la novela, para mí, está más elaborada, los personajes van creciendo, sobre todo Kvothe, y tiene mucha más trama. Me gusta todo lo que va aprendiendo Kvothe en este libro, tanto en la Universidad como en sus viajes, y se ve como va tomando forma su leyenda. Me ha gustado mucho la parte de los Adem, me llamó la atención esa cultura, que en cierto modo me recuerda a las culturas orientales, pero como un protagonismo muchísimo mayor de las mujeres.
Es una buena trilogía de fantasía que para mí va creciendo en intensidad y madurez.

El temor de un hombre sabio (fragmento)

PRÓLOGO

Un silencio triple

"Amanecía. En la posada Roca de Guía reinaba el silencio, un silencio triple.
El silencio más obvio era una calma inmensa y resonante, constituida por las cosas que faltaban. Si hubiera habido una tormenta, las gotas de lluvia habrían golpeado y tamborileado en la enredadera de selas de la fachada trasera de la posada. Los truenos habrían murmurado y retumbado y habrían perseguido el silencio calle abajo como hacían con las hojas secas del otoño. Si hubiera habido viajeros agitándose dormidos en sus habitaciones, se habrían removido inquietos y habrían ahuyentado el silencio con sus quejidos, como hacían con los sueños deshilachados y medio olvidados. Si hubiera habido música... pero no, claro que no había música. De hecho, no había ninguna de esas cosas, y por eso persistía el silencio.
En la posada Roca de Guía, un individuo moreno cerró con cuidado la puerta trasera. Moviéndose en la oscuridad más absoluta, cruzó la cocina y la taberna con sigilo y bajó por la escalera del sótano. Con la facilidad que confiere una larga experiencia, evitó los tablones sueltos que pudieran crujir o suspirar bajo su peso. Cada paso lento que daba solo producía un levísimo tap en el suelo. Su presencia añadía un silencio, pequeño y furtivo, al otro silencio, resonante y mayor. Era una especie de amalgama, un contrapunto.
El tercer silencio no era fácil reconocerlo. Si pasabas largo rato escuchando, quizá empezaras a notarlo en el frío del cristal de la ventana y en las lisas paredes de yeso de la habitación del posadero. Estaba en el arcón oscuro que había a los pies de una cama dura y estrecha. Y estaba en las manos del hombre allí tumbado, inmóvil, atento a la pálida insinuación de la primera luz del amanecer."