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sábado, 7 de octubre de 2017

LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS


RESEÑADO por Rossana Cabrera  para LIBROS, el 20 de Agosto de 2014.
Creo que voy a decir algo muy políticamente incorrecto, y eso que me cuido y mucho, pero éste libro, en el que tantas ilusiones había puesto, no me gustó nadita. Pero nadita en serio.
Hasta ahora no he leído un sólo lector que no lo encumbre y a mi me ha parecido malo con ganas.
Para gustos, colores.

Coincido plenamente con la valoración de Rossana Cabrera, un mal libro totalmente sobrevalorado por crítica y público.

Sinopsis (Ed. Planeta)
Alice Gould es ingresada en un sanatorio mental. En su delirio, cree ser una investigadora privada a cargo de un equipo de detectives dedicados a esclarecer complicados casos. Según una carta de su médico particular, la realidad es otra: su paranoica obsesión es atentar contra la vida de su marido. La extrema inteligencia de esta mujer y su actitud aparentemente normal confundirán a los médicos hasta el punto de no saber a ciencia cierta si Alice ha sido ingresada injustamente o padece realmente un grave y peligroso trastorno psicológico.
Los renglones torcidos de Dios se convirtió en todo un éxito de ventas en la España de los años 80, siendo llevada al cine con gran éxito.

Los renglones torcidos de Dios (fragmento)

"—Qué piensa usted de las artes?
—El arte es la ciencia de lo inútil.
El médico frunció la frente sorprendido. Aquella respuesta no cuadraba con la personalidad que había creído adivinar en su paciente.
—¿Quisiera decir que desprecia usted las artes; que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer?
—¡Nada de eso doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!
—Explíquese mejor.
—El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, dino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigase, sino que añade, a esta función elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué sirve al estómago la salsa Cumberland o un Chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente “añadido a la pura necesidad”... ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.
—Dígame, señora de Almenara, ¿dónde ha leído ese ensayo sobre la inutilidad? ¡Me gustaría conocerlo!
—¡No necesito leer a los demás para formarme una opinión doctor!
—Prosiga, señora: me tiene usted absolutamente fascinado.
—Pues bien -continuó Alicia-. En el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones, nacieron las grandes Artes: la Poesía, la Danza, la Música y la Pintura.
—Olvida la Arquitectura.
—Considero que la Arquitectura, como a la Gastronomía, un añadido inútil a una necesidad “primaria”. La Danza, en cierto modo, también tiene este lastre, pero se aleja más de la necesidad. Es... ¿Cómo explicarme?, una...una...¡una mímica sublimada! ¡Eso es lo que quería decir! Tal vez la Danza sea anterior al lenguaje y tuviera en sus orígenes una intencionalidad práctica: con carga erótica, reverencial o religiosa. ¡Yo no estaba allí, y no sé qué “intencionalidad” tenía! Pero no hay duda que encerraba un “propósito”, encaminado a la consecución de un fin. No sé si me explico, perola intencionalidad es algo muy superior a la “necesidad primaria”. Está ya directamente relacionada con el juicio y la voluntad. “Quiero esto y voy a demostrarlo con gestos y ademanes rítmicos”. ¡Y la Humanidad se puso a danzar! ¡De ahí a la Paulova o a Nureyev no había más que un paso! La Pintura pertenece a un género superior. ¡Es más inútil todavía! Tiene un lejanísimo parentesco con la escritura ideográfica, mas una vez añadida su carga de inutilidad, la distancia entre lo necesario y lo que no sirve para nada, se hace tan grande que la considero entre las primeras Artes Mayores. ¿No opina lo mismo, doctor?"