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miércoles, 25 de agosto de 2021

EL MUNDO DESLUMBRANTE


Aprovechando la concesión del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 a Siri Hustvedt, estoy leyendo las novelas que no habia leido de la autora. 

Este Mundo entra en ese grupo de obras de Hustvedt que no acaban de "llegarme";  en ella a través de testimonios, diarios y declaraciones se cuenta la historia de Harriet Burden, artista plástica, mujer especial, persona incompleta y desgraciada, para resaltar la teoría de que las mujeres artistas lo tienen mucho más difícil sólo por el hecho de ser mujeres. La tesis es interesante y cierta, el desarrollo farragoso e insatisfactorio. 

Me quedo con la Hustvedt de El verano sin hombres o Todo cuanto amé, esta me resulta abstrusa y obsesiva e incluso un  poquito aburrida.⛅

Sinopsis (ed. Alfaguara) 

"Harriet Burden fue una personalidad enigmática del arte neoyorquino de los años ochenta y ahora, años después de su muerte, su figura es objeto de una indagación académica. Una indagación detectivesca, porque la personalidad de Harriet es poliédrica, provocadora y desconcertante. Conocida en vida como esposa del poderoso marchante Felix Lord, madre de dos hijos, perfecta anfitriona de cenas que reunían a lo más selecto del mundillo cultural neoyorquino y mecenas de jóvenes artistas, Harriet fue, ante todo y pese a la incomprensión de muchos, una artista ninguneada por su condición de mujer en un entorno marcado por un soterrado machismo. Y, para denunciar esta situación, puso en marcha un experimento artístico transgresor, exponiendo su obra a través de tres jóvenes promesas masculinas que se convertirían en sus máscaras: Anton Tish, Phineas Q. Eldridge y el desquiciado Rune.

Pero en este ambicioso y arriesgado juego con la manipulación de la identidad no todo está bajo control, y los egos, los anhelos y las pulsiones sexuales desatarán unas tempestades cuyos resultados escapan al dominio de quien ha puesto en marcha el mecanismo y desembocarán en una muerte ritual y perturbadora."

#LIBROS #reseñas2019


 

RECUERDOS DEL FUTURO


 

Tengo un conflicto con Siri Hustvedt,  me encantan sus novelas de ficción pura (El verano sin hombres, Todo cuanto amé, Elegía para un americano) aunque todas ellas tengan un trasfondo autobiográfico y un "toque auster" al que no puedo sustraerme por más que lo intento; pero otra cosa es cuando empieza a bucear en sus inicios como escritora y sus pensamientos más  recurrentes, con estructuras "originales" y desarrollos "extraños"; a este grupo pertenece Recuerdos del futuro que, por cierto, es también el titulo de un libro de 1968 escrito por Erich von Däniken. 

Los Recuerdos del futuro de Siri Hustvedt son otra vuelta de tuerca al pasado, sus conexiones con Los ojos vendados son evidentes y al igual que este, me ha resultado pesado y manido a partes iguales. 

Hustvedt escribe bien pero no me convence la terapia a través de la novela, será que busco otra cosa en mis lecturas.⛅

SINOPSIS (ed. Planeta)

"Dos mujeres, una ciudad, un misterio: una historia entre la realidad y la ficción, entre el thriller psicológico y la novela de formación.

Una escritora consagrada que trabaja en sus memorias redescubre los viejos diarios de su primer año en Nueva York, a finales de la década de 1970. Recién salida de un pueblo de Minnesota, sin apenas dinero y con hambre de nuevas experiencias, se deslumbra por todo lo que le ofrece la ciudad: su primer amor, los esbozos de su primera novela, la escena literaria que se abre ante ella, y, sobre todo, la obsesión por su vecina, una mujer joven que cada noche entona extraños monólogos en su apartamento y que la protagonista anota febrilmente en sus cuadernos. Conforme estas confesiones se vuelven más perturbadoras, su interés por descubrir la verdad detrás de la puerta de al lado también se intensifica.  Cuarenta años después de aquello, esas notas y diarios sirven a la escritora para reflexionar sobre temas como el paso del tiempo, el deseo o el papel de la mujer en la sociedad, y para constatar que son los recuerdos del pasado los que en gran medida conforman quienes seremos en el futuro.  Entre la metaliteratura y el feminismo, entre el thriller psicológico y el bildungsroman..."

#LIBROS #reseñas2019 #novedades2019


lunes, 22 de enero de 2018

ELEGÍA PARA UN AMERICANO


"Las historias que nos contamos van cambiando, tienen agujeros. Tratamos de establecer los vínculos que juntan los trozos de la vida, una vida que necesariamente salta por encima de esos huecos. Siempre hay cosas que faltan. Toda historia que nos contamos es un intento de salvar esto". Siri Hustvedt
Una de las pocas novelas de Hustvedt que me faltaba por leer y, la verdad, el equivoco comienza en el título que la editorial española ha elegido, el titulo original responde mejor al discurrir del texto, The sorrows of an American. El segundo equívoco se produce con el protagonista que, teóricamente, es un trasunto del padre de la escritora, un americano de origen noruego; pero yo no lo he percibido como protagonista real de la novela. El tercer equívoco es intentar escribir como tu marido ( y mira que me fastidia decir esto) pero los paralelismos con Brooklyn Follies son tan evidentes que cabrean, eso sí, salvando las distancias porque Auster es excelso y Hustvedt corriente.
En fin, la muerte del padre como leit motiv y dos hermanos rebuscando en el pasado e intentando enfocar el futuro.
No me ha disgustado pero tampoco me ha conquistado.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Pocos días después del funeral del padre, Erik Davidsen y su hermana Inga encuentran entre los papeles del muerto una breve nota del año 1937 que alude a una tragedia, quizá un asesinato. Erik es psicoanalista, un hombre que escucha relatos. Inga es escritora, y en su último libro habla de los recuerdos que son vueltos a imaginar en palabras. A partir de entonces, los hermanos intentan reconstruir la historia de su familia de emigrantes noruegos. Pero Inga y Erik también deben enfrentarse a sus propios secretos y relatos. Erik se ha divorciado hace poco tiempo, y la soledad lo ha convertido en alguien que jamás imaginó ser. Inga, que estuvo casada con un escritor de culto, muerto cinco años antes, tiene que proteger a su hija, y protegerse a sí misma, del acoso de un vengativo periodista. O, como dice ella, tiene que reescribir su propia historia de principio a fin...

Elegía para un americano (fragmento)

Mi hermana decía que fue «la época de los secretos», pero con el tiempo he llegado a la conclusión de que lo importante de aquellos años no era lo que había sino lo que faltaba. En una ocasión una de mis pacientes dijo: «Tengo fantasmas que deambulan dentro de mí, pero no siempre hablan. A veces no tienen nada que decir.» Sarah solía entrecerrar los ojos o mantenerlos casi siempre cerrados porque temía que la luz la cegara. Creo que todos llevamos fantasmas dentro y que es preferible que hablen a que no lo hagan. Una vez muerto mi padre, ya no pude volver a conversar con él en persona, pero continué haciéndolo en mi mente. No dejaba de verlo en sueños ni de oír sus palabras. Sin embargo, lo que habría de mantenerme ocupado durante un largo período de mi vida fue lo que nunca nos dijo, lo que nunca nos contó. Al final resultó que él no era la única persona que guardaba secretos. Fue el seis de enero, cuatro días después de su entierro, cuando Inga y yo encontramos la carta en su estudio.

sábado, 5 de agosto de 2017

TODO CUANTO AMÉ


Ser la esposa de Paul Auster y escritora, debe ser una carga casi insoportable, intentar parecerse a el en las novelas, intencionadamente o no, es un imposible.
Esta es la segunda novela de Hustvedt que leo, y al igual que a la primera (El verano sin hombres) le sobran unas cuantas páginas, en este caso casi todas las dedicadas a extensas descripciones artísticas o deslavazadas descripciones científicas. Es indudable que Hustvedt escribe bien, es delicada en la construcción de los personajes y su prosa fluye agradablemente; las tramas de la novela están bien construidas y aceptablemente resueltas, pero.....en mi opinión dos defectos aquejan a esta escritora en general, y alguno más a esta novela en particular.
Los defectos generales son la excesiva extensión injustificada de algunos capítulos de sus novelas, tal pareciera que se las pagan a peso y el tono general depresivo, que contagia al lector hasta límites insospechados.
En cuanto a esta novela, la elección del narrador un historiador de arte de origen judío no acaba de cuajar, Hustvedt construye un personaje tan irreal que acaba "cabreando", toda la historia judía de las familias protagonistas parece calcada de alguna novela de su consorte sin la genialidad y el toque Auster, las relamidas descripciones de arte y medicina, podría habérselas evitado tranquilamente. Ahora dirán ustedes, no te ha gustado, pues la verdad es que si me ha gustado, es una buena novela y bien escrita, pero........Hustvedt no es Auster aunque sea su esposa y haría bien en evitar este tipo de tramas que su marido domina a la perfección.
¿Recomendable????, con reservas.

Todo cuanto amé (Fragmento)

Uno
"Ayer encontré las cartas de Violet a Bill. Su dueño las tenía escondidas entre las páginas de uno de sus libros, y al abrirlo cayeron al suelo. Hacía años que sabía de su existencia, pero ni él ni ella me habían hablado nunca de su contenido. Lo que sí me dijeron es que a los pocos minutos de leer la quinta y última carta, Bill cambió de opinión con respecto a su matrimonio con Lucille, salió del edificio de Greene Street y se dirigió directamente al apartamento de Violet en el East Village.
Yo, mientras las sostenía en la mano, percibí en ellas ese misterioso peso que tienen las cosas que se han visto hechizadas por historias relatadas y vueltas a relatar una y otra vez. Mi vista ya no es tan buena como antes, por lo que tardé largo rato en leerlas, pero al fin conseguí descifrar hasta la última palabra, y cuando terminé con ellas supe que iba a comenzar a escribir este libro hoy mismo.
«Allí, tumbada en el suelo del estudio —decía Violet en la cuarta misiva—, me dediqué a observarte mientras me pintabas. Me fijé en tus brazos y en tus hombros, y especialmente en tus manos mientras trabajabas en el lienzo. Hubiera querido que te volvieras hacia mí y te aproximaras y me frotaras la piel igual que frotabas la pintura. Quería que me oprimieras la carne con el pulgar del mismo modo que hacías con el cuadro, y pensé que si no me tocabas me volvería loca, pero ni me volví loca ni tú me tocaste una sola vez. Ni siquiera me estrechaste la mano.»
La primera vez que vi el cuadro al que se refería Violet fue hace veinticinco años, en una galería del SoHo situada en Prince Street. Por entonces aún no conocía a ninguno de los dos.
La mayor parte de los lienzos de aquella muestra colectiva eran insustanciales obras minimalistas que no me interesaron. El cuadro de Bill pendía en solitario de una de las paredes. Era un cuadro grande, de un metro ochenta de alto por dos y medio de ancho aproximadamente, y mostraba a una joven tendida en el suelo de una habitación vacía. Aparecía reclinada sobre un codo y daba la impresión de estar contemplando algo situado fuera de uno de los bordes del lienzo, desde el que una luz brillante inundaba la estancia y le iluminaba el rostro y el pecho. Su mano derecha reposaba a la altura del pubis, y al aproximarme advertí que sostenía en la mano un taxi diminuto, una versión en miniatura de los omnipresentes taxis amarillos que van y vienen por las calles de Nueva York."

miércoles, 2 de agosto de 2017

EL VERANO SIN HOMBRES


Historia de un verano femenino, un verano de "Pausa", pero, un verano al fin, en el que nada cambia, todo vuelve a ser como antes al terminar el verano.
Apenas 150 páginas de lectura agradable, si exceptuamos, cierta dosis excesiva de pseudofeminismo y jerga "científica", lo mejor el toque sarcástico.
La verdad,  esperaba más de esta novela a la que, creo,  que le sobran algunas cosas.
Los pasajes descriptivos y los diálogos están bien concebidos y el  final abrupto es pero no por ello inesperado, como dicen algunos críticos, de hecho es la única certeza a lo largo de toda la novela. Para una tarde de verano desocupada se deja leer.
Aunque espero cosas mejores de Siri Hustvedt

El verano sin hombres (fragmento)
" Cuando asistía distraída a sus conversaciones durante los minutos previos a la clase y después de finalizarla, a menudo pensaba que la forma de hablar de las chicas era intercambiable, que no había en ellas ningún signo de individualidad. Tenían una especie de jerga que el rebaño había acordado utilizar, con la excepción de Alice, cuya dicción no estaba tan infectada de los o sea o sabes, pero incluso ella caía en el uso de aquel curioso y estúpido dialecto adolescente. Sin embargo, cuando todas se sentaban alrededor de la mesa, Alice se diferenciaba de inmediato de las demás, como si se hubiera roto un hechizo y por fin pudiese hablar por sí misma. Poco a poco fueron aflorando retazos de su vida familiar que alteraron la percepción que tenía yo de ella. Descubrí que en la familia de Ashley eran cinco hermanos y que sus padres se habían divorciado cuando ella tenía tres años; que Emma tenía una hermana pequeña con distrofia muscular y que el padre de Peyton vivía en California. Iría a visitarlo a finales de agosto, como solía hacer todos los veranos. Él era quien tenía caballos. Alice llevaba viviendo en Bonden sólo dos años. Antes había vivido en Chicago y sus continuas referencias a la metrópolis perdida provocaban inevitablemente un contagioso intercambio de miradas entre las demás. Joan y Nikki eran amigas desde tercero. Los padres de Jessica eran devotos practicantes de alguna de las muchas confesiones cristianas, quizá una de esa nueva variedad que mezcla psicología popular con religión, pero no estaba segura.
Con el fin de llegar a rozar el mundo interior de aquellas niñas, un mundo que yo presentía igual de diverso que sus historias personales, empezamos a trabajar en poemas acerca de «mi yo secreto». Puse el ejemplo de una grieta abierta entre la percepción que tenemos del mundo externo y la propia sensación de nuestra realidad interna, de los malentendidos que a veces pueden marcar nuestra relación con los demás, de ese sentimiento que tenemos la mayoría de nosotros de custodiar un ser oculto en nuestro interior, ese ser solitario enfrentado al ser social, etcétera, etcétera. Dejé bien claro que aquél no era el juego de Verdad o Mentira, un juego que recordaba de mi juventud, ni un ejercicio para confesar o revelar unos secretos que preferimos mantener ocultos. Les sugerí enfrentar dos versos que empezaran: Crees que soy… y Pero en realidad… Hablamos de algunas metáforas, de la posibilidad de usar algún animal o cosa en lugar de un adjetivo. "