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sábado, 26 de agosto de 2017

LOS MILLONES


RESEÑADA por Gloria González para LIBROS el 13 de Noviembre de 2013.
"Los millones", de Santiago Lorenzo.

Madrid, 1986. A uno del GRAPO le tocan doscientos millones en la Primitiva y no puede cobrarlos porque no tiene DNI.
Os recomiendo esta obra por muchos motivos: porque es una historia de humor-amor-intriga-aventura, porque te hace revivir los ochenta sin necesidad de recurrir a la “movida”, porque la trama es adictiva, porque ríes y sufres a partes iguales, porque cada personaje que aparece da para otra novela, porque es una novela original, para haberse escrito ahora, a lo que contribuye incluso la faja desplegable del libro editado por Blackie Books, etc.

Santiago Lorenzo ha escrito también “Los huerfanitos” (¡me la pido!), ha sido guionista, director y productor de cine y es un artista que elabora juguetes artesanalmente.
Un autor interesante.

Los millones (fragmento)

1"La cárcel de Palencia se llama La Moraleja. El nombre le hacía mucha gracia a Francisco García. El resto de reclusos no entendía el chiste, porque ninguno era de Madrid. La Moraleja es uno de los barrios más postineros de la capital.
Hacía tres semanas que la sala de Modelismo Ferroviario de la prisión albergaba la exposición «En-Cárcel Arte 88». La componían treinta y dos cuadros realizados con todo tipo de material escolar (ceras, Plastidecor, rotuladores gordos y finos, témperas Pelikán, etc.). Malos a rabiar, parecían reírse de tantos cumplidos que recibían de los visitantes, destinados a que los presos se animaran, recobraran sus puntos de autoestima y sopesaran la posibilidad de dejar de delinquir.
Había un solo óleo en la exposición. Era distinto a todos. El cuadro representaba un reloj de pared, con sus agujas marcando las doce y siete, y debía de ser obra de algún recluso que se figuraba así sus días: a tiempo parado. Ocurría con el lienzo lo que a veces ocurre con cierta obra plástica de aficionados que se encuentra por bares, por domicilios particulares, por entidades de gestión: que la pintura, tras una pésima ejecución de manual, muestra la impronta de un espíritu derruido, que lame a pincel sin vigor alguno y que, plasmando así su cansancio desmochado, retrata la desesperación con cruda verdad. Con más exactitud, en definitiva, que el espabilado que durmió a pierna suelta, desayunó bien, se puso frente al caballete en soleado estudio y trazó con desparpajo su ejercicio de simulada angustia."