Mostrando entradas con la etiqueta Ransom Riggs. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ransom Riggs. Mostrar todas las entradas

jueves, 17 de agosto de 2017

EL HOGAR DE MISS PEREGRINE PARA NIÑOS PECULIARES


Tengo que decir que me picó la curiosidad desde la primera vez que vi este libro, la portada, el título, la historia de las fotografías.
Primero llegó a mis manos en inglés pero no me decidí a leerlo por la dificultad añadida del idioma en un libro, relativamente, largo. Hace unas semanas lo conseguí en castellano y tras pensarlo poco, me puse a ello y......sinceramente imaginación no le falta al autor, pero lo único que me hizo terminar el libro fue conocer el final de una historia que iba, cada vez más, adentrándose en un "jardín sin salida".
Sólo puedo decir sobre esto que creo que el autor piensa exprimir el filón y no será esta la última historia sobre el mismo tema.
En resumen historia para un público juvenil (muy juvenil) que no me ha aportado nada.

El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares (fragmento)

UNO"Pasé la última tarde del Antes construyendo una reproducción a escala 1/10.000 del Empire State Building con cajas de pañales para adultos. Era una auténtica belleza; la base medía metro y medio y se alzaba imponente por encima del pasillo de los cosméticos, el tamaño gigante para los cimientos, los normales para la terraza panorámica y las cajas de prueba apiladas con meticulosidad para conseguir la icónica aguja. Era casi perfecto, salvo por un detalle crucial.
—Usaste «Siempre Seco» —dijo Shelley, observando mi obra con una expresión escéptica—. Las cajas en liquidación son las de «Siempre Fijo». —Shelley era la encargada de la tienda, y sus hombros hundidos y su expresión adusta formaban parte de su uniforme, tanto como los polos azules que todos teníamos que llevar.
—Pero tú dijiste «Siempre Seco» —me quejé, porque eso había dicho.
—«Siempre Fijo» —insistió ella, sacudiendo la cabeza con pesar, como si mi torre fuera un caballo de carreras lisiado y ella la portadora de la pistola con las cachas de nácar.
Hubo un breve pero incómodo silencio durante el cual ella siguió sacudiendo la cabeza y pasando los ojos de mí a la torre y de vuelta a mí. La contemplé con mirada inexpresiva, como si no consiguiera captar lo que quería decir con su actitud pasivoagresiva.
—¡Ahhhhhh! —dije por fin—. ¿Te refieres a que quieres que vuelva a hacerlo?
—Lo que sucede es que usaste «Siempre Seco» —repitió.
—No pasa nada. Ahora lo arreglo.
Con la punta de mi zapatilla de deporte de color negro di un golpecito a una de las cajas de los cimientos. En un instante la espléndida construcción se derrumbó en cascada a nuestro alrededor, cubriendo el suelo como un enorme maremoto de pañales; las cajas hicieron carambola contra las piernas de unos sobresaltados clientes y rodaron hasta la puerta automática, que se abrió, dejando entrar el sofocante calor de agosto."