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jueves, 21 de diciembre de 2017

EL PESO DE LOS MUERTOS



Reedición de la primera novela de Victor del Árbol que recibió el premio Tiflos hace unos años.
Creo que no acabo de "pillarle" el punto a este escritor......, esta novela en la que acontecimientos vitales se pasan por encima, los personajes son raros y están desdibujados, el nivel de expresión esta en ocasiones a la altura de Corín Tellado y todo va encajando sin saberse muy bien porqué o porque no, me ha decepcionado y tardaré en leer algo más del escritor.
He usado la imagen de portada de la reedición ya que la portada de la edición original era muy poco apropiada usando un cuadro de Hooper, bien conocido por los visitantes de LIBROS, que no tiene ni el más mínimo vínculo con esta historia y parece casi una broma.

Sinopsis (Ed. Alrevés)
Nos gusta creer que podemos enterrar el pasado, pero la memoria reside en nuestro inconsciente, y nuestra historia es a menudo el fruto de nuestra imaginación. Por eso cuando en septiembre de 1975 Lucía recibe una llamada en su casa de Viena desde España, decide que es el momento de regresar a Barcelona y enfrentarse a los fantasmas que la esclavizan. Intuye que su mundo no es tal y como lo ha concebido y ya está cansada de huir y de mentirse, por lo que no puede posponer afrontar su verdadera realidad. Pero, como temía, sus muertos regresan veinte años después en cuanto pisa las calles de Barcelona y retorna otra vez el dolor, la angustia y los temores. Franco agoniza, pero aún deambula lo más duro del régimen, con perso- najes como el moro Ulises y sus cómplices, en una España en decadencia que se debate entre un sistema decrépito y los nuevos aires de cambio. Mientras, en la prisión Modelo, reside desde hace tres décadas Liviano, quizás la única persona capaz de reconstruir la verdadera historia del  general Quiroga y su mujer Amelia al comienzo de la dictadura, la de Nahúm Márquez, la del padre de Lucía y, cómo no, su propia existencia, en un duelo entre el amor y el tormento. El peso de los muertos nos adentra en lo más profundo de la memoria y los miedos de su propio significado. 
El peso de los muertos (fragmento)"Para cuando el moro Ulises asomó al final de la calle Imperio, la Virtudes ya estaba prevenida y esperaba, con el ojo pegado a la mirilla de la puerta. A pesar de estar alerta, la sorprendió de pronto el perfil alargado del inspector al otro lado. Retrocedió justo a tiempo para que la frágil puerta, derribada de una patada, no se le viniese encima. El moro irrumpió en la casa y se vio rodeado por el aroma del ajenjo.
Una quemadura antigua se adivinaba en el escote medio desnudo de la Virtudes, que llevaba puesta una bata desabrochada que le venía demasiado grande. Al principio, el moro casi no reparó en la mujer; miraba por encima de ella el interior de la casa.
—¿Estás sola?
—No sé nada —gimió la mujer. No era la primera vez que la policía venía en su busca desde que habían metido a su marido en la cárcel dos años atrás por espiar a los Quiroga. La cicatriz de las quemaduras en el pecho era testimonio de esas visitas.
El moro Ulises pasó levemente el dedo por encima de la mesa, sin tocar a la mujer.
—Yo sí. Sé que han soltado a tu marido esta mañana. Pero lo he vuelto a detener —dijo, mirándose la yema manchada de polvo pegadizo—. Ahora está en comisaría, sangrando como un cerdo.
—¿Por qué lo han detenido? Seguro que no ha hecho nada. —La mujer sabía que detrás de cada ventana había unos ojos mirando y unos oídos escuchando. Juan tenía un prestigio en el barrio, era un sindicalista de los duros, de los que no se dejaba amedrentar por un policía de la secreta. Y de lo que ella hiciese o dijese dependía que esa fama se mantuviera.
—Siéntate —le ordenó el moro Ulises.
La luz de la calle llegaba con tacañería al interior de la casa. La madrastra de Lucía se sentó en el sofá, frente al aparato de radio apagado, con la concentración pasmada en la botonera dorada del dial. Sus párpados, acostumbrados a la oscuridad, temblaron al ver reflejada en la pared la silueta del moro de pie, a su espalda, mirándola con intensidad. "