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viernes, 5 de enero de 2018

YERULDELGGER, MUERTOS EN LA ESTEPA


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por  Khaltar Guichyguinnkehn Yeruldelgger comisario de la brigada criminal de la policía en Ulán Bator, Mongolia

Cuando yo era jovenzuela, los pasaportes franquistas (si es que te lo concedían) hacían dos excepciones para los viajeros españoles....URSS y Mongolia Exterior, de esta última sólo sabíamos su capital Ulán Bator, exótica reminiscencia de la geografía del bachillerato y que había sido territorio de Genghis Khan, leyenda alimentada por las aventura de Marco Polo. Si alguien en ese momento me hubiese... hablado de un detective que desentierra muertos en la estepa mongola me hubiese reído sin parar!!
Y aquí estoy con las aventuras de Khaltar Guichyguinnkehn Yeruldelgger comisario de la brigada criminal de la policía en Ulán Bator, Mongolia; debo decir que empecé el libro con recelo ya que el título no anima y la extensión es considerable pero.....lo he devorado!!!
Dejando aparte el escenario exótico y sus costumbres, comidas, evolución histórica y cambio político (todo ello nuevo para mi) los personajes son muy de novela negra, desgraciados y misteriosos (como debe ser), la corrupción y la marginalidad campan a sus anchas por el país y las tramas personales son interesantes y pueden dar mucho de sí.
Resumiendo, que la iba a reservar para vacaciones de SS y ya me la he "pulido" en un plis-plas.
La recomiendo, por su originalidad y su ritmo que no da tregua al lector.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
En la inhóspita inmensidad de las estepas mongolas, una familia de nómadas realiza un macabro descubrimiento: el cuerpo de una niña de cinco años enterrada junto con su triciclo. El comisario Yeruldelgger, un tipo temperamental marcado por la tragedia y a quien su trabajo ha llevado casi al límite de la locura, observa la escena del crimen con una mezcla de perplejidad y agotamiento infinitos. Apenas cinco horas antes se encontraba en Ulán Bator, en las oficinas de una empresa china, investigando la aparición de tres cadáveres salvajemente mutilados, y ahora, por extraños motivos, su jefe lo ha apartado del caso.
Esto no significa, claro está, que un tipo como él vaya a quedarse de brazos cruzados. Empeñado en aclarar este monstruoso crimen que le revuelve las tripas, Yeruldelgger inicia una investigación paralela con la colaboración de la inspectora Oyun, una mujer intrépida, descarada y un poco enamorada de él, y de la forense Solongo, con la que el comisario mantiene una compleja relación sentimental. Poco a poco, van surgiendo vínculos inesperados entre ambos casos, y en su camino se cruzarán desde fantoches de baja estofa hasta una red de políticos y empresarios sin escrúpulos que anteponen los negocios a la vida humana. En última instancia, lo más preocupante será la corrupción policial que sostiene esa estructura diabólica, dispuesta a todo para mantener el statu quo. Así pues, desde la sombra, Yeruldelgger y su equipo se jugarán la vida para esclarecer la verdad y librar al país de una plaga que se expande por su tejido más profundo.
Ganadora de múltiples premios en Francia —entre ellos el prestigioso Premio SNCF du Polar, el Premio de las Lectoras de Elle y el Premio de los Lectores Quais du Polar/20 Minutes—, Yeruldelgger, muertos en la estepa aporta al público un ámbito geográfico exótico y desconocido, el de una Mongolia compuesta tanto por las tribus nómadas de las llanuras como por los habitantes de Ulán Bator, un nido de crimen, vicio y racismo, donde el nivel de vileza en todas las esferas convierte el trabajo policial en un desafío quijotesco.

Muertos en la estepa (fragmento)

1
Una especie de felicidad...


Yeruldelgger observaba el objeto sin entender. Al principio, había mirado, incrédulo, la inmensidad de las estepas de Delgerkhaan. Unas estepas que lo rodeaban como océanos de hierbajos que el viento agitaba con un oleaje irisado. Durante un buen rato, en silencio, había procurado convencerse a sí mismo de que estaba de verdad en aquel lugar, y sí, de verdad estaba allí. En medio de extensiones infinitas, al sur de la provincia de Hentiy y a cientos de kilómetros de cuanto hubiera podido justificar de algún modo la presencia incongruente de semejante objeto.

El policía de distrito se mantenía respetuosamente a un metro de distancia detrás de él. Los miembros de la familia nómada que lo habían alertado estaban enfrente, a varios metros. Todos lo miraban, esperando que diera alguna explicación satisfactoria a la presencia del objeto que sobresalía, inclinado, de la tierra. Yeruldelgger respiró hondo, frotándose el rostro fatigado con las anchas palmas de sus manos, y luego se agachó delante del objeto para observarlo mejor.
Se sentía vacío, agotado, consumido por aquella vida de poli cuyo control sin duda había perdido. Esa mañana, a las seis, lo habían enviado a investigar la aparición de tres cadáveres hechos picadillo en las oficinas de administración de una empresa china situada en los suburbios de Ulán Bator, y cinco horas más tarde se encontraba en la estepa sin comprender siquiera por qué lo habían enviado hasta allí. Hubiera preferido con mucho quedarse en la ciudad para investigar con su equipo el asunto de los cadáveres chinos. Sabía por experiencia, y por afición a la adrenalina, que la primera hora en el escenario de un crimen es crucial. No acababa de gustarle no estar allí, a pesar de que confiaba plenamente en la inspectora Oyun, a quien había dejado a cargo del asunto. Ella sabía qué hacer y lo pondría al corriente si fuera necesario.