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viernes, 8 de diciembre de 2017

LA VÍSPERA DE CASI TODO


Esta es la primera novela que leo de Víctor del Árbol, ha sucedido por recomendación mis amigas "facebookeras" y creo que no será la última. Gracias amigas¡¡¡
No es que me haya hecho fan del escritor, de la noche a la mañana, su novela no me ha desagradado pero tampoco es la obra maestra que much@s anuncian (el premio recibido tenía que haberme avisado).....
Hay en esta novela una "intensidad" fuera de lo normal, y eso casi nunca presagia nada bueno, tantos personajes, tantas situaciones, tanta patología, tanto pasado, tanto presente...se va volviendo difícil de resolver a medida que la "madeja se enreda" y hay que ser Tolstoi para hacerlo bien, de lo contrario ocurre lo de siempre, finales apresurados y "traídos por los pelos" de historias que quizás mereciesen algo mejor.
No me ha encantado, pero me ha gustado, tanto como para darle al escritor una segunda oportunidad (sin premios de por medio).

Sinopsis (Ed. Destino)
Una magnífica novela sobre el pasado que siempre vuelve.
Unos personajes que luchan por volver a empezar y seguir siempre adelante.
Germinal Ibarra es un policía desencantado al que persiguen los rumores y su propia conciencia. Hace tres años que decidió arrastrar su melancolía hasta una comisaría de La Coruña, donde pidió el traslado después de que la resolución del sonado caso del asesinato de la pequeña Amanda lo convirtiera en el héroe que él nunca quiso ni sintió ser. Pero el refugio y anonimato que Germinal creía haber conseguido queda truncado cuando una noche lo reclama una mujer ingresada en el hospital con contusiones que muestran una gran violencia.
Una misteriosa mujer llamada Paola que intenta huir de sus propios fantasmas ha aparecido hace tres meses en el lugar más recóndito de la costa gallega. Allí se instala como huésped en casa de Dolores, de alma sensible y torturada, que acaba acogiéndola sin demasiadas preguntas y la introduce en el círculo que alivia su soledad.
El cruce de estas dos historias en el tiempo se convierte en un mar con dos barcos en rumbo de colisión que irán avanzando sin escapatoria posible.

La víspera de casi todo (fragmento)

La Coruña, viernes, 20 de agosto de 2010 00.15 h
A través de la cortina de listones de su despacho, Ibarra observa la calle desierta con sus pasos de peatones, que brillan reflejando los cambios de color de los semáforos sin nadie que los cruce. Hay algo fantasmagórico en esta quietud lunar y fría, en esta soledad. Cada franja horaria tiene su carácter y sus habitantes; es como si las horas avanzaran hacia un horizonte que nadie puede ver, ajenas a la voluntad de quienes las habitan. Antes le gustaba la noche porque no hay sombras en ella. Todo estaba claro en la oscuridad. Él y los otros, el resto del mundo, separados por una membrana invisible pero impenetrable. Ahora no. Ahora le asusta pensar tanto, tener que cubrir el silencio del ambiente con los ruidos de su cabeza.
Esta noche habrá lluvia de estrellas fugaces, y en el noticiero de la radio aconsejan a quien quiera verlas que busque un lugar con poca contaminación lumínica y que tenga a mano un deseo que pedir. La gente está convencida de que existe algo mágico en esa luz que apenas dura un parpadeo. Para Ibarra, sin embargo, las estrellas fugaces son cosas muertas que se extinguen sin dejar nada, pedazos de roca que se consumen al entrar en la atmósfera; el fuego que las hace brillar no les pertenece, no les sale de dentro sino de la fricción externa. No hay nada mágico en eso.