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jueves, 7 de diciembre de 2017

NO LLORAR


Historia reciente de nuestro pobre país, historia de un verano y una mujer, relato muy conveniente para los que quieren olvidar y para los que recuerdan sólo lo que conviene.
Narración en "primera-tercera" persona que me ha conmovido, divertido y sobre todo, me ha hecho pensar.
No será una obra maestra, pero me ha gustado.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
Hija de un andaluz y una catalana, Lydie Salvayre, cuyo apellido de nacimiento es Arjona, narra en No llorar la historia de su madre, Montse, nacida en un pueblo de Lérida, que en 1936, con apenas quince años, se va a Barcelona con su hermano anarquista. En la ciudad la joven vivirá el despertar al amor y el júbilo revolucionario de los días posteriores al estallido de la Guerra Civil.
En la novela se conjuga el presente desde el que Montse desgrana sus recuerdos de aquellos maravillosos días de libertad de agosto del 36 con la narración de la estancia de Georges Bernanos en Mallorca y su proceso de escritura de Los grandes cementerios bajo la luna –la condena de un católico durante la sangrienta represión fascista–. Montse Monclús narra la vuelta de Barcelona a su tierra natal y su matrimonio, el de la hija de una familia humilde con el vástago del cacique del pueblo.
A través de la resurrección de la lengua materna, con su prosa Salvayre construye un apasionante relato coral sobre el complejo entramado político de la Guerra Civil, y sobre el exilio y la herencia que dejó a los hijos de los que tuvieron que dejar España para salvar sus vidas. Como si la primera marcha de Montse de su pueblo natal hubiera marcado para siempre un destino en fuga.
«Uno de los más bellos textos de la rentrée literaria, en que la lengua se dota de una poderosa inventiva. Para nosotros, fue un feliz reencuentro con esta autora faro, sin concesiones, en una palabra, auténtica, en la cima de sus ambiciones literarias» (Les Inrockuptibles).

No llorar (fragmento)

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, su ilustrísima el obispo-arzobispo de Palma señala a los justicieros, con mano venerable en la que refulge el anillo pastoral, el pecho de los pobres malos. Lo dice Georges Bernanos. Lo dice un católico ferviente.
Estamos en España en 1936. La guerra civil está a punto de estallar, y mi madre es una pobre mala. Una pobre mala es una pobre que abre la boca. Mi madre, el 18 de julio de 1936, abre la boca por primera vez en su vida. Tiene quince años. Vive en un pueblo perdido de la Cataluña alta, donde, desde hace siglos, los grandes terratenientes mantienen a familias como la suya en la más extrema pobreza.
Por esas mismas fechas, el hijo de Georges Bernanos se dispone a luchar en las trincheras de Madrid con el uniforme azul de la Falange. Durante unas semanas, Bernanos piensa que el alistamiento de su hijo en las filas de los nacionales es justificado y legítimo. Tiene las ideas que todo el mundo conoce. Ha militado en Action Française. Admira a Drumont. Se declara monárquico, católico y heredero de las antiguas tradiciones francesas, y se muestra más afín al espíritu de la aristocracia obrera que a la burguesía adinerada, a la que aborrece. Presente en España en el momento del alzamiento de los generales contra la República, no calibra de entrada la magnitud del desastre. Pero no tarda en rendirse a la evidencia. Ve practicar a los nacionales una depuración sistemática de los sospechosos, mientras, entre dos asesinatos, los dignatarios católicos los absuelven en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Iglesia española se ha convertido en la Puta de los militares depuradores.

viernes, 6 de febrero de 2015

EL MAPA Y EL TERRITORIO



¿Puede reunirse en una novela, ironía, actualidad, crítica literaria, amor, crimen, esperpento, humor negro, estupidez, finanzas, muerte, vida, calentadores de gas, pintura, arquitectura, artes, oficios, mapas.....? 
Puede y Houellebecq lo hace, y lo hace con una maestría tal que se transita por su novela como por un territorio inexplorado que cuando parece aburrir, sorprende y ataca la mente del lector para no dejarle en paz hasta terminar las 250 páginas más brillantes que he leído últimamente. 
La lectura de este libro, primero en mi haber de Houellebecq y seguro que no el último, tengo que agradecérsela a Vera Saez, amiga de esta página, y sagaz descubridora de escritores para nosotros.

No puedo terminar esta reseña de un libro que mereció el Goncourt 2010, sin dejar un fragmento de la prosa electrizante de Houellebecq, un fragmento revelador sobre el protagonista de El Mapa y el Territorio, un fragmento sobre Jed Martin, un retazo de su vida:

“Muchos años después, cuando llegó a ser célebre, a Jed le interrogarían en numerosas ocasiones sobre lo que, en su opinión, significaba ser artista. Ser artista, en su opinión, era ante todo ser alguien sometido. Sometido a mensajes misteriosos, imprevisibles, que a falta de algo mejor y en ausencia de toda creencia religiosa había que calificar de intuiciones; mensajes que no por ello ordenaban de manera menos imperiosa, categórica, sin dejarte la menor posibilidad de escabullirte, a no ser que perdieras toda noción de integridad y de respeto por ti mismo.”

lunes, 22 de diciembre de 2014

EL SOL DE LOS SCORTA

El pasado mes de  Julio se cumplieron 118 años de la muerte de Edmond de Goncourt, escritor mediocre que en su testamento creó Los Premios Goncourt en memoria de su hermano Jules. Este premio literario de novela, sin duda, el más importante de Francia, nos ha dado novelas legendarias, y hoy reseñamos  una de ellas, la premiada en 2004. 
El sol de los Scorta, es la  tercera novela de Laurent Gaudé,  genial desde la primera página, aún más desde la dedicatoria y las palabras de Césare Pavese, desde la accidentada concepción de Rocco Scorta hasta la última frase del último capítulo:

"Bajo el sol de Montepuccio, los hombres, como las aceitunas, eran eternos"

Asistimos a la creación, crecimiento, consolidación, hundimiento-resurgimiento de una saga familiar digna de la gran literatura. Es, ni más ni menos que, una historia familiar en la Italia profunda llena de secretos, silencios, crímenes y sol.
Cierro esta breve reseña, con las palabras que Raffaele Scorta dirige a sus hermanos, sobrinos e hijos y que encierran la filosofía de la novela en una frase:

 “Hablar de una vez. Para dar un consejo, para transmitir lo que se sabe. Hablar. Para no ser simples animales que viven y mueren bajo el silencio del sol”