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martes, 2 de enero de 2018

CUANDO APARECEN LOS HOMBRES



"Marian Izaguirre habla de 'Cuando aparecen los hombres': "No puedes construir tu identidad si nadie te ve"
Izaguirre, que de todas sus novelas se queda con 'La vida cuando era nuestra', que ha sido traducida a varios idiomas, ha apuntado que esta novela es "para lectores exigentes", debido a su estructura. "Yo siempre sigo un mandamiento que se lo leí a Milan Kundera: las novelas tienen que ser fáciles de leer y difíciles de entender", ha aseverado.
(c) 2015 Europa Press
Realmente se trata de una novela entretenida, pero las palabras de la autora me han hecho reflexionar acerca de la percepción que cada uno tiene de su propia obra y acerca de cuando es mejor estar callada....
Desde luego, Cuando aparecen los hombres es una novela entretenida, pero calificarla "para lectores exigentes" es, sin duda, ir un poco lejos....., la autora no escribe mal pero precisamente la confusión de personajes y planos temporales no facilita la lectura, eso sí la novela es facilísima de entender, dos mujeres nos cuentan su historia a lo largo de casi todo el siglo XX, vidas que quieren parecer poco comunes pero son como todas, con alegrías, penas, decepciones......, los personajes secundaria diarios que podrían resultar interesantes están dibujados con trazo grueso y pierden interés por su indefinición. Por último, las casualidades, ese truco mágico que estropea hasta las mejores novelas, en este caso, la autora usa y abusa....
En fin lectura light que no me ha aportado casi nada, excepto un rato de entretenimiento y el reconocimiento de que la escritora no escribe mal, son otras cosas las que fallan!

Sinopsis (Ed. Lumen)

Una novela sobre el pasado, sobre los secretos y sobre vidas que comparten un mismo destino a pesar del tiempo que las separa.
Si veis a un hombre mayor haciendo preguntas indiscretas, que nadie se sorprenda. Su nombre es Philippe, y hace años era maestro de esgrima en Perpiñán. Ahora dedica su tiempo a una búsqueda que se ha vuelto obsesiva: quiere saber qué fue de Teresa Mendieta, una alumna muy hábil con el florete, pero torpe a la hora de gobernar sus sentimientos.
Philippe investiga, y poco a poco va entregando al lector un retrato de Teresa en que los datos reales y la imaginación van de la mano: esa mujer hermosa y distante vivía sola en un caserón cerca de la Costa Brava; por su mente desfilaban los días de infancia al lado de su madre Ángela, un ser hermoso y siempre dispuesto para el amor, y en un armario escondía una vieja caja de dulce de membrillo llena de cartas y recetas escritas a principios del siglo XX por una pariente lejana de nombre Elizabeth.
¿Dónde está ahora Teresa? Es fácil imaginarla cabizbaja, leyendo esas viejas cartas de Elizabeth, recordando a Ángela y sus locuras, pero hay un nudo oscuro que une a estas tres mujeres, y solo lo soltaremos cuando esta espléndida novela de Marian Izaguirre llegue a su punto final.

Cuando aparecen los hombres (fragmento)

—Ya está todo.
Natalia acababa de entrar en la cocina. Llevaba todavía el uniforme de recepcionista: falda ajustada, chaqueta negra con un ribete rojo en el bolsillo, impecable, como siempre. Se había soltado el pelo y parecía contenta.
—¿Los muebles de la terraza también?
—Sí, Marçal los ha guardado en el cobertizo.
—Los habrá tapado con la lona, supongo…
—Sí, tranquila. Todo quedará en orden.
Teresa continuó rellenando las tartaletas con la muselina de erizos que el chef había dejado en la nevera la noche anterior.
—¿Te ayudo?
—Claro.
Natalia se acercó y al contemplar la muselina esbozó una sonrisa afectuosa, breve.
—¿La ha hecho Pierre?
—Sí. Y está perfecta, mira.
Teresa sostuvo la cucharilla de rellenar en alto. No se volcó una sola gota sobre la fuente.
—Es un buen chef —admitió Natalia—. No le costará ningún esfuerzo encontrar un nuevo trabajo.