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lunes, 4 de diciembre de 2017

EL ÚLTIMO DÍA DE TERRANOVA


"En la gente es imprevisible la relación entre vida y lecturas. Siempre se dijo: Somos lo que leemos. Pero muchas veces, somos lo que no leemos". El último día de Terranova (Manuel Rivas)

Hay novelas que una no puede dejar de leer aunque quiera, aunque quiera dormir, comer, salir, hablar...., una no puede dejarlas; y El último día de Terranova es una de ellas, no es sólo la historia "sentimental" de... una librería de mi ciudad, es la historia de las librerías del mundo, de las ciudades del mundo y de los lectores del mundo.
Es la historia de los libros prohibidos y los libreros valientes, del fin de la dictadura en España, de la dictadura Argentina y la represión que las iguala, de los desaparecidos en vida o en muerte; es la historia de todos nosotros contada "a saltos" en la voz de Vincenzo Fontana Ponte, un "pobre cojito" que recorre A Coruña y el mundo desde Terranova.
No he podido parar de leerla y ahora me arrepiento porque me hubiese gustado que hubiera durado un poco más.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
La nueva novela de Manuel Rivas. La historia de una librería donde confluyen historias de amores, libros prohibidos, náufragos de la vida y la memoria oculta de nuestra historia reciente. Querrás entrar en Terranova.
Hay lugares que nunca deberían desaparecer.
«Estoy de pie frente al mar y tengo miedo a girarme y que todo desaparezca para siempre. Que cuando me vuelva, solo encuentre un inmenso vacío partido por la Línea del Horizonte, una línea fósil, sin recuerdos que se muevan en ella como ahora lo hace Garúa en bicicleta con su lote de libros en las alforjas.»
La vida de Vicenzo Fontana está a punto de entrar en Liquidación Final cuando su librería se ve asediada por la codicia implacable de los especuladores inmobiliarios. Es el año 2014 y Terranova corre peligro de desaparecer tras más de sesenta años de resistencia ante los temporales más duros de la historia. Décadas en las que, dirigida primero por sus padres -Amaro y Comba- y por su tío Eliseo, y luego por él, fue siempre refugio para disidentes, perseguidos, libros prohibidos y contrabandistas de cultura. Un territorio de la memoria con una geografía propia, un sitio donde el exilio nunca ocurrió.
Aunque Terranova fue su hogar, Vicenzo, que arrastra en la vejez las secuelas de una enfermedad infantil, se rebela en su juventud contra los libros. Alejado del ambiente familiar, conoce en Madrid a Garúa, una enigmática chica argentina con la que regresa a Terranova a finales de 1975. En entonces cuando aprende de los libros todo lo importante, aquello que su familia siempre supo: cómo fingen, cómo ayudan, cómo enseñan a amar, cómo acompañan y cómo salvan.
El último día de Terranova es el relato de una lucha silenciosa contra la barbarie. Con la sensibilidad y el dominio del lenguaje que caracterizan su narrativa, Manuel Rivas construye una emocionante historia protagonizada por seres al tiempo valerosos y vulnerables, cuya vida es la suma de todo lo que cuentan, lo que imaginan y lo que jamás llegan a decir.

El último día de Terranova (fragmento)

Liquidación Final

Galicia, otoño de 2014

Están ahí los dos, al pie del Faro, en las rocas fronterizas. Ella y él. Los furtivos.
Estoy de pie frente al mar y tengo miedo a girarme, a darles la espalda, y que todo desaparezca para siempre. También ellos. Que cuando me vuelva, solo encuentre un inmenso vacío partido por la Línea del Horizonte, una línea fósil, sin recuerdos que se muevan en ella como ahora lo hace Garúa en bicicleta con su lote de libros en las alforjas. Que de pronto se encienda de día la linterna del Faro y un destello de luz negra, humeante, recorra la ciudad y enfoque acusador la fachada de Terranova y el letrero del escaparate en el que escribí: Liquidación final de existencias por cierre inminente.
No, no debería haber escrito ese aviso.
Imagino las miradas examinando las últimas existencias, sopesando el valor, el estado de salud, el color, la musculatura, la resistencia del lomo, y las existencias atónitas, empezando a no sentir el suelo, en un estado de desaparición.


martes, 16 de agosto de 2016

LAS VOCES BAJAS-----AS VOCES BAIXAS


Yo no sé, si aquellos que no compraron el pan en la tienda de Asunción; no fueron con sus padres, y luego con sus amigos, a tomar vinos al Dos Ciudades;  los que no conocieron el río Monelos y el barrio de Monte Alto o la república independiente de Castro de Elviña, tal como eran, sabrán encontrar lo que yo he hallado en esta maravillosa novela, no lo sé, pero creo que si...¡ 
Creo que encontrarán su infancia, su juventud, a sus padres y sus abuelos, a sus hermanos y hermanas, su vida entera en, apenas, 140 paginas poéticas y duras, irónicas y serias, de risas y llanto, de aventuras, de libros, de radio y fútbol, de amor, de mucho amor¡¡¡ 
As voces baixas (Las voces bajas), las hemos oído y todavía resuenan en nuestra memoria, bajas y secretas, como la propia vida. 
La he leído en gallego y en castellano, a todo el que pueda y quiera le recomiendo el gallego, un idioma hermoso que en la pluma de Manolo Rivas es, sencillamente, sublime. 
Querida amiga Calipso Breogan, tienes que leerla inmediatamente, en ella estamos tu y yo aunque nuestros nombres no se mencionen, ahí estamos tod@s¡

Por si mi presentación no ha sido lo suficientemente convincente, un fragmento (dos fragmentos) para convencer a los descreídos y a los que nunca hayan leído a Manuel Rivas.

1. El primer miedo

Estábamos solos, María y yo, abrazados en el cuarto de baño. Fugitivos del terror, nos escondimos en aquella cámara oscura. Los días de tempestad se podía oír allí el bramar marino. Lo de hoy era el refunfuñar oxidado, asmático, de la cisterna. Por fin, oímos su voz. Llamaba por nosotros. Primero con desasosiego. Luego, con creciente angustia. Deberíamos responder. Dar señal de vida. Pero ella se anticipaba. Oímos su jadeo, el atropello de sus pasos, como el olfatear excitado de quien encuentra el rastro. María abrió el pasador. Ella empujó la puerta, arrastrando la luz, todavía con la tormenta en los ojos. Su miedo era el de quien llega a casa y no encuentra a los hijos que dejó tranquilos y jugando. Nuestro miedo era todavía más primitivo: era el primer miedo. (Página 9) Versión en castellano


Capítulo II
Sentado na maleta do emigrante

Durante un ano, o meu asento no estrano parvulario foi unha maleta. Era como estar sentado na Estación Marítima ou en Aduanas.
Despois do primeiro medo, o do ataque dos cabezudos, miña nai decidiú que non podíamos ficar sós tanto tempo a miña irmá María e mais eu, mentres ela facía a súa ruta de leiteira. Ás veces coidaba de nos a miña madriña Amelia, que vivia no andar veciño. Pepe Couceiro, meu padriño,  era un apaixonado da mecánica e do progreso científico. Durante un tempo centrou o seu enxeño nos motores de explosión. Foi quén de construir un automobil bipraza a partir da estrutura dunha motocicleta. A súa intención era percorrer con aquela especie de cápsula as estradas galegas e mesmo ir mais aló dos Pireneos, a Europa. Tiña unha frase enigmática. Nos países avanzados, "todo o campo é paisaxe". E ollaba o horizonte próximo con fatalidade científica, coa magóa de que o país galego non se redimiría endexamais  nin un centímetro. (Páxina 19) Versión en galego