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miércoles, 4 de octubre de 2017

REGRESO A TU PIEL


RESEÑADO por Noelia Vallina para LIBROS,  el 8 de Julio de 2014.
"Regreso a tu piel" de Luz Gabás ofrece un pequeño momento histórico de la zona norte de Aragón durante el sigo XVI, no quiero explicar de qué trata para manteneros en vilo...aunque sí puedo adelantar que hay más romanticismo de que esperaba y no me importó, jeje.

Sinopsis (Ed. Planeta)
Brianda de Lubich, única heredera del señor más importante del condado de Orrun, ve como el mundo a su alrededor se desmorona tras la muerte de su progenitor. En una tierra convulsionada por las guerras, en la que ella y otras veintitrés mujeres serán acusadas de brujería, solo podrá aferrarse a un hombre: aquel a quien juró amar más allá de la muerte.
El desenlace de esta historia de amor inquebrantable llegará siglos después, cuando una joven ingeniera comience a recuperar fragmentos de un mundo pretérito y a sentir un amor irracional hacia un extranjero llegado a un recóndito lugar de las montañas para reconstruir la mansión familiar heredada de sus ancestros.
Los impenetrables paisajes que separan la Francia y la España del siglo XVI albergan una historia única de lucha, amor y justicia.

Regreso a tu piel (fragmento)

1.—Estoy aquí —oyó que decía alguien con suavidad, mientras la acariciaba—. Ya ha pasado. Brianda abrió los ojos lentamente. Había pasado, pero ella sabía que sus pesadillas volverían. ¿Qué demonios le estaba sucediendo? En los últimos meses, la frecuencia de esas peleas con las sombras nocturnas había aumentado considerablemente. Y esas escenas siempre terminaban en llanto. Parpadeó varias veces para acostumbrar la vista a la luz y despejar las lágrimas. Enseguida comenzó a ser consciente de su entorno, pero se mantuvo aferrada en ademán de silenciosa súplica a los brazos que la rodeaban. El corazón le latía tan deprisa que le dolía el pecho y sentía el cuerpo pegajoso por el sudor.
—Esteban... —Su voz sonó ronca. Quiso añadir algo más, pero no supo qué decirle. Nadie, ni siquiera él, podría ayudarle, porque no sabía a qué temer.
—Tranquila, cariño... —Esteban esperó en silencio unos segundos a que la mirada ausente de ella desapareciera del todo y regresara la expresión conocida. Entonces se incorporó, apoyó la espalda contra el cabecero y la atrajo hacia su pecho—. ¿Estás mejor?
Brianda asintió, acompañando el gesto con una leve sonrisa con la que pretendía tranquilizar a Esteban, pero se sentía inquieta. Reconocía que él estaba teniendo con ella mucha paciencia; tal vez demasiada. En todo ese tiempo no había mostrado ningún indicio de rechazo o hartazgo. Ni siquiera había exteriorizado una simple recriminación. Se preguntó si ella actuaría con tanta tranquilidad si fuera al revés; si Esteban la despertara a cualquier hora hecho un manojo de nervios. Se incorporó y se sentó al borde de la cama. Le dolía la cabeza. El dolor de cabeza se estaba convirtiendo en una constante en su vida.
—No sé qué me pasa... —dijo en un susurro. No podía descansar ni de día ni de noche. Se llevó una mano a la garganta. La sentía áspera, como su espíritu. —Seguro que es por la reunión de hoy. —Esteban le dio unos golpecitos en la mano—. En unas horas habrá terminado. —Miró el despertador. Eran las siete—. Yo me levanto ya. Me espera un día duro.