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domingo, 9 de noviembre de 2014

EL CUARTETO DE ALEJANDRÍA


Una prosa magnífica, personajes interesantes y complejos, Alejandría en el fondo y  la forma, ¿se puede pedir algo más?. Se puede y se debe¡ 
Durrell nos lo ofrece con esta tetralogía de amor e intriga política que transcurre en la época anterior y durante la II Guerra Mundial. Cada personaje lo ve desde una óptica particular, cada libro es un mundo en sí mismo y toda la estructura del cuarteto es tan exótica como el nombre de la ciudad que lleva por título. Os invito a sumergiros en Justine, Balthazar, Mountolive y Clea, no lo olvidareis jamas¡
De los cuatro libros, tres están narrados en primera persona (Justine, Balthazar y Clea) sólo en Mountolive el narrador es omnisciente. Yo los he leído en orden, pero pueden leerse de la forma que uno quiera, son igual de buenos juntos que por separado.
Justine, historia de Alejandría, cosmopolita y exótica, a través de una mujer sofisticada. El amor.
Balthazar, historia de la cábala y la adivinación, a través de un médico amigo de Justine. La sabiduría.
Mountolive, historia de intriga a través de un diplomático. La política.
Clea, toda la historia reunida a través de una pintora. La historia.
Fiel a mi costumbre, os dejo un fragmento de la primera novela de esta tetralogía "redonda", si este fragmento no os anima a leerla, no podré hacer nada más:

"Me he refugiado en esta isla con algunos libros y la niña, la hija de Melissa. No sé por qué empleo la palabra "refugiado". Los isleños dicen bromeando que sólo un enfermo puede elegir este lugar perdido para restablecerse. Bueno, digamos, si se prefiere, que he venido aquí para curarme... De noche, cuando el viento brama y la niña duerme apaciblemente en su camita de madera junto a la chimenea resonante, enciendo una lámpara y doy vueltas en la habitación pensando en mis amigos, en Justine y Nessim, en Melissa y Balthazar. Retrocedo paso a paso en el camino del recuerdo para llegar a la ciudad donde vivimos todos un lapso tan breve, la ciudad que se sirvió de nosotros como si fuéramos su flora, que nos envolvió en conflictos que eran suyos y creíamos equivocadamente nuestros, la amada Alejandría." (Justine)