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jueves, 24 de agosto de 2017

UNA COMEDIA EN TONO MENOR


RESEÑADA POR RICARDO CORTAT para LIBROS,  el 25 de Marzo de 2013.
Acabo "Una comedia en tono menor".
Una pareja holandesa esconde a un judío durante la II GM pero este tiene la poca delicadeza de morirse.
A los problemas de esconder a alguien en tu casa se le añade el problema de hacer desaparecer el cadáver.
Planteado así, pensaba que me iba a morir de risa. Pues no. Digamos que más bien es tirando a sosote, o igual a mi me lo ha parecido porque me esperaba otra cosa.
Los personajes están bien detallados: la esposa siempre preocupada, el marido siempre conciliador y el refugiado siempre ansioso. Y ya.
No es mal libro, lo que está mal explicada la contraportada. O yo no la he entendido.

Una comedia en tono menor (fragmento)

I"—Ahí están de nuevo —dijo el doctor de pronto y se enderezó. De improviso, como sus propias palabras, el  sonido de los motores de los aviones había penetrado furtivamente en la quietud de la cámara mortuoria. El doctor echó la cabeza hacia atrás, entrecerró los ojos y aguzó el oído.
El zumbido de los escuadrones nocturnos fue creciendo de intensidad, como si de pronto una pequeña dinamo se hubiera puesto en marcha y girara cada vez más deprisa, oculta en algún lugar de la casa. También podría provenir del sótano (eso pareció al principio) o de la casa de los vecinos... Pero eran los bombarderos nocturnos, no había duda, que se anunciaban. Llegaban desde Inglaterra con su gran envergadura, cruzando la playa del mar del Norte, situada a pocos kilómetros de allí, lanzaban sus bengalas luminosas, que debían indicar la vía de entrada a Holanda a los aviones que vendrían más tarde, y desaparecían en la noche por la frontera oriental. Unas horas más tarde, se los oía regresar por un punto más meridional o septentrional del país. Su rumor se alejaba en dirección al mar. También el hombre y la mujer, que aguardaban con gesto indeciso junto a la cama, con la actitud propia de quienes actúan impulsados al mismo tiempo por el miedo y la tristeza, alzaron ligeramente la mirada y escucharon con atención.
—Tan pronto... —susurró el doctor para sí. Wim lo miró de soslayo, desconcertado, como si tuviera alguna duda acerca del significado de aquella observación."