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domingo, 13 de agosto de 2017

APUNTES DE UN VENDEDOR DE MUJERES


RESEÑADO POR RICARDO CORTAT para LIBROS
25 de Febrero de 2013
"Apuntes de un vendedor de mujeres" de Giorgio Faletti.
Milán 1978. Aldo Moro es rehén de las Brigadas Rojas y la noche es refugio seguro para delincuentes, artistas y prostitutas.
Y aquí empieza un pedazo de novela negra llena de humo de tabaco, café y acertijos....
Y me ha gustado mucho más de lo que esperaba.
Curiosidad. En 1978, los italianos respetaban los semáforos y las normas de circulación. Al menos en las novelas.
Pega. El epílogo y esa obsesión en dejarlo todo atado y bien atado. No le sobra, pero no le hacía falta.

Apuntes de un vendedor de mujeres (fragmento)

PRÓLOGO

"Me llamo Bravo y no tengo picha. Así podría presentarme.
Llevar un apodo en lugar del nombre verdadero no quiere decir nada. Cada cual es quien es, por muchas estelas burocráticas que arrastre como serpentinas tras una noche de Carnaval. Mi vida no habría cambiado un ápice de haber dado cualquier otro nombre junto con la mano que estrechar. Ni más ni menos. Ni subidas ni bajadas, ni mares en calma o agitados en los que bregar o añorar haber bregado. Carecer de nombre era como un generoso rincón de sombra en el que esconderme, como tener un rostro que apenas se ve, un cuerpo que apenas se percibe, era no ser nada, era no ser nadie. Siendo yo quien era, esta condición me ofrecía todo lo que necesitaba en lo práctico, sin opciones ni excepciones.
En cuanto a lo otro, al detalle anatómico, merece la pena que nos detengamos. No nací así. No hubo en su día ninguna mirada atónita de médico que me viera salir de la raja en cuestión enteramente desguarnecido, ni ojeada perpleja a una madre sacudida aún por el último y definitivo espasmo del parto. No hubo ternezas para un niño lisiado de tan singular miembro y que podía ser objeto de sangrientas burlas en el futuro. Ni hubo tremendas confesiones de adolescente con la cabeza gacha y los ojos clavados en la punta de los zapatos.
Cuando vine al mundo todo estaba en su lugar. Incluso demasiado en su lugar, a juzgar por lo que había de ocurrir. Y , hasta cierto día, todo eso que estaba en su lugar causó diversas desazones a una serie de señoras y señoritas más bien ligeras de cascos que no deseaban otra cosa. Yo siempre pensé que era problema de ellas.
Pero un día el problema de una de ellas se convirtió en mi problema."