Mostrando entradas con la etiqueta Edith Wharton. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Edith Wharton. Mostrar todas las entradas

sábado, 11 de noviembre de 2017

LA SOLTERONA


Increíblemente, todavía no había leído esta novela de Edith Wharton, al empezar me percaté de que había visto la película protagonizada por Bette Davis hace mil años o mas.....
Por supuesto, seguí leyendo y no me he arrepentido, una magnífica novela profundamente feminista, para la época en la que fue escrita, una maravilla en la forma y en el fondo.
Absolutamente recomendable.

Sinopsis (Ed. Impedimenta)
Edith Wharton firma una nouvelle magistral, que explota la que fuera una de sus obsesiones recurrentes: las opciones de la mujer de su tiempo y estatus en la tramoya social que la coarta.
En 1850 la alta burguesía neoyorquina disfruta de una desentendida prosperidad. Delia, «reina» del endogámico clan de los Ralston, ultima los detalles de su vestuario para brillar en el acontecimiento social del año: el enlace de su prima Charlotte Lovell con Joe Ralston, que además sellará una alianza entre las dos familias hegemónicas de Nueva York. Cuando nada parece poder desbaratar tan idílico porvenir, una desquiciada Charlotte irrumpe en casa de Delia para desvelarle un secreto que alterará para siempre la placidez de sus vidas y que, de saberse, tumbaría los códigos éticos de los que ambas se han venido nutriendo. Los destinos de Charlotte y Delia quedan trágicamente atados bajo la inviolabilidad del secreto que comparten, consolidándose entre ambas una tormentosa relación en la que convergerán los celos, la compasión, el amor filial y la suspicacia.

La solterona (fragmento)
"A Delia nunca se le había ocurrido pensar que su influencia sobre Tina pudiese suscitar rencores. Descubrirlo ahora proyectaba un instantáneo haz de luz sobre el abismo que había separado siempre a ambas mujeres. Sin embargo, al cabo de unos minutos, Delia se reprochó haberle atribuido a su prima sentimientos de celos. ¿No debía más bien atribuírselos a sí misma? Charlotte, como madre de Tina, tenía todo el derecho a desear estar cerca de ella, en todos los sentidos posibles. ¿Qué derecho tenía Delia a oponerse a aquel privilegio natural? A la mañana siguiente dio instrucciones de trasladar las cosas de Charlotte a la habitación contigua a la de Tina. Esa misma noche, a la hora de acostarse, Charlotte y Tina subieron juntas; Delia se demoró en el salón con el pretexto de escribir unas cartas. En realidad, temía el momento de traspasar el umbral donde, noche tras noche, la había retenido la alegre risa de las jóvenes mientras Charlotte Lovell dormía su sueño de solterona en el piso superior. Delia sufrió un espasmo al pensar que a partir de ahora se vería privada de aquel pretexto para preservar su cercano contacto con Tina. Una hora más tarde, cuando subió las escaleras, Delia se percató con cierta sensación de culpabilidad de que estaba caminando lo más sigilosamente posible sobre la tupida alfombra del pasillo y de que estaba tardando más de lo necesario en apagar la lámpara de gas del descansillo. "

miércoles, 12 de agosto de 2015

LOS NIÑOS


El miedo y la soledad son los hilos conductores de esta sorprendente novela de Edith Wharton, el miedo a los sentimientos, al futuro, a los otros... y la soledad,  rodeados de gente, de fiestas, de viajes y lujo. 
Martin Boyne y Judith Weather nos conducen a través de su viacrucis particular por la Europa de los años 20, hacia el país de "nunca jamás". 
Una novela aparentemente sencilla, un relato sin complicaciones que oculta lo más profundo de las relaciones familiares y personales, bajo el paraguas de la frivolidad aparente. 
Una novela de argumento imposible, que me ha encantado¡
Como siempre, para los escépticos, un fragmento:

"Las palabras de Boyne resonaron en sus oídos como si alguien las pronunciara a través de un altavoz desde algún lugar de la habitación. Se desplomó en la silla más próxima, enfadado, acalorado, avergonzado, con la garganta tan seca como si hubiera pronunciado un mitin al aire libre un día de polvo.
La señora Sellars, frente a el, seguía con las manos suspendidas sobre las cartas. Boyne sintió que la visión del zafiro le abrasaba.
- Martin... ¡pero si estas enamorado de ella! - exclamó la señora Sellars. Se detuvo un momento y luego, más deprisa añadió -: Creo que siempre lo he sabido.
Se sentaron y se miraron sin hablar"