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lunes, 2 de octubre de 2017

LA PROMOCIÓN DEL 49


RESEÑADO por Ricardo Cortat para LIBROS,  el 27 de Mayo de 2014.
De los porrecientos libros que leo cada año apenas un puñado son míos. Y de esos, los menos son comprados. Vamos, que vivo del préstamo, del gorreo o del regalo. Básicamente porque leo más que lo que podría guardar en casa y porque si el libro es malo, que sea de la biblioteca lo hace más llevadero.
El último que compré, allí por febrero, fue una recomendación de la librera. Yo iba a por uno del que he olvidado el título y acabé con 'La promoción del 49' de Don Carpenter. Me dio a elegir entre 3 de la misma editorial, Gallo Nero, y me quedé con ese.
No son cuentos pero tampoco es una novela al uso. Un libro melancólico, lleno de imágenes en blanco y negro, 24 capítulos que abarcan desde Navidad hasta el invierno del año siguiente.
La historia de esa promoción estudiantil: sus sueños, sus amoríos, su pandilla, sus estudios, su futuro...,  un retrato de la Portland posterior a la 2ª GM.
'La promoción del 49' acaba el instituto con nota. Con buena nota.
Por una vez, acerté con la compra.

Sinopsis (Ed. Gallo Nero)
Don Carpenter nos ofrece un retrato de grupo de una treintena de compañeros de instituto durante el año crucial de sus vidas. Es el año de la pérdida de la inocencia y de las aspiraciones frustradas en Portland, una ciudad que se desmorona. Un álbum amarillento que se compone de veinticuatro instantáneas, retratos melancólicos de una generación marcada por la guerra e inmortalizada en ese momento de la juventud en el que todo parece posible, ese momento en el que se mezclan ingenuidad, pasión y frustración.

La promoción del 49 (fragmento)

«En cuanto la casa quedó vacía, se quitó el traje negro y la camisa blanca, se puso unos Levi`s y una sudadera y bajó a la sala de estar. Le gustaba su casa cuando estaba desierta, pero no esa noche; desprendía una opresiva sensación de soledad. Se dejó caer en una silla. Y entonces empezó a llover, al principio solo un poco y luego cada vez más fuerte. Se levantó, fue hasta la ventana y miró a la calle que brillaba bajo las farolas; los goterones blanquecinos se iluminaban al pasar junto al haz de luz, miles, millones de gotas de lluvia que bañaban el oeste de Oregón, empapaban trajes vistosos y vestidos de gala y chafaban las permanentes y los tupés; la lluvia de Portland que todo mojaba y todo estropeaba.»