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sábado, 25 de noviembre de 2017

BALZAC Y LA JOVEN COSTURERA CHINA


RESEÑADO por Rossana Cabrera para LIBROS,  el 3 de Noviembre de 2014.
Lo terminé hace unos días y se me pasó comentarlo aquí. A ver que penitencia se me ocurre para compensarlo
Quizás se me pasó porque el libro se me fue sin pena ni gloria.
Se lee en un plis-plas y está ambientado en la China de Mao, aquella de la reeducación rural de los jóvenes burgueses.
Está interesante como lugar literario diferente. Poco más me aportó a mi, a pesar de las críticas a su favor que he leído.

Sinopsis (Ed. Salamandra)
Dos adolescentes chinos son enviados a una aldea perdida en las montañas del Fénix del Cielo, cerca de la frontera con el Tíbet, para cumplir con el proceso de «reeducación» implantado por Mao Zedong a finales de los años sesenta. Soportando unas condiciones de vida infrahumanas, con unas perspectivas casi nulas de regresar algún día a su ciudad natal, todo cambia con la aparición de una maleta clandestina llena de obras emblemáticas de la literatura occidental. Así pues, gracias a la lectura de Balzac, Dumas, Stendhal o Romain Roland, los dos jóvenes descubrirán un mundo repleto de poesía, sentimientos y pasiones desconocidas, y aprenderán que un libro puede ser un instrumento valiosísimo a la hora de conquistar a la atractiva Sastrecilla, la joven hija del sastre del pueblo vecino.
Con la cruda sinceridad de quien ha sobrevivido a una situación límite, Dai Sijie ha escrito este relato autobiográfico que sorprenderá al lector por la ligereza de su tono narrativo, casi de fábula, capaz de hacernos sonreír a pesar de la dureza de los hechos narrados. Además de valioso testimonio histórico, Balzac y la joven costurera china es un conmovedor homenaje al poder de la palabra escrita y al deseo innato de libertad, lo que sin duda explica el fenomenal éxito de ventas que obtuvo en Francia el año pasado, con más de cien mil ejemplares vendidos apenas dos meses después de su publicación.

Balzac y la joven costurera china (fragmento)
"Dos palabras sobre la reeducación: en la China roja, a finales del año 1968, el Gran Timonel de la Revolución, el presidente Mao, lanzó cierto día una campaña que iba a cambiar profundamente el país: las universidades fueron cerradas y los "jóvenes intelectuales", es decir, los que habían terminado sus estudios secundarios, fueron enviados al campo para ser "reeducados por los campesinos pobres. Nos negaron la entrada en el instituto y nos obligaron a cargar con el papel de jóvenes intelectuales a causa de nuestros padres, considerados enemigos del pueblos... Mis padres ejercían la medicina. "

viernes, 25 de agosto de 2017

TRES VIDAS CHINAS


RESEÑADA POR GLORIA GONZÁLEZ para LIBROS, el 11 de Abril de 2013.
"Tres vidas chinas", de Dai Sijie

Son tres relatos que transcurren en la ficticia isla de Nobleza. A esta isla, de bello nombre, van a parar todos los desechos eléctricos y electrónicos de China: ordenadores, televisores, neveras... El paisaje que se nos describe está formado por montañas de estos desechos y enormes contenedores, donde sus más... pobres habitantes extraen el mercurio, aluminio, zinc, cobre, plomo, plata, etc., contaminantes de cerebros, cuerpos y vidas.

Con una sencillez en la escritura, es capaz sin embargo de impresionarnos con las imágenes que transmite, de gran fuerza metafórica, imágenes terribles que perturban e incomodan. Cada historia nos presenta un final que fluctúa entre el drama y el terror. En cada una, el arte representado por unos toques de tambor, unos movimientos de patinaje artístico, unos poemas, pueden alejar a unos jóvenes sin nombre (Sobrino, Patinadora, Hijo Menor) de las vidas trágicas, absurdas, míseras, subyugadas, de los adultos que les rodean.

Para mí ha sido como contemplar tres dibujos o fotografías que me atraen por su sencillez y ¿belleza?, al mismo tiempo que me dejan tocada por su crudeza o su significado.

Tres vidas chinas (fragmento)
"Tenía la osamenta muy endeble. Medía un metro setenta y pesaba apenas cincuenta kilos. Cuando jugaba a ponerse a cuatro patas, torciendo la boca, resoplando, escupiendo, para admirar la forma de sus manos y sus pies impresa sobre la arena, parecía fascinado por la ligereza de su propio cuerpo, que apenas rozaba el suelo. En cambio, cuando se quedaba parado ante el umbral de su casa para sentarse acurrucado, con la barbilla sobre las rodillas, parecía un viejo mono agonizante.
Casa no es la palabra exacta para designar el lugar don­de vivía: un cajón de hierro, más exactamente un contenedor abandonado en el suelo, al final de una larga cuesta, al otro lado del puente de piedra que cruza el río Min.
La isla de la Nobleza era el punto en que se hallaba la mayor parte de los módulos, la isla que generaba el flujo más importante de desechos electrónicos, que en su mayoría, por no decir todos, llegaban en contenedores; y de todos, aquel contenedor era sin duda uno de los más antiguos. Su pintura de origen, verde oscuro, se había vuelto tan pálida que resultaba irreconocible; poco a poco se había ido agrietando, se había puesto amarilla, llena de escamas, y ahora el hierro, comido por el orín, se filtraba por todas partes. A pesar de su deplorable estado, todavía se podía leer en él la inscripción de una fecha y un lugar de fabricación: 1983, Tianjing, así como los nombres de sus sucesivos inquilinos, que daban testimonio de momentos de gloria y de decadencia, de risas y de llantos: restaurante de fideos, perrera para perros policía, puesto de seguridad regional, centro de detención para delincuentes (cámara de asfixia, a juzgar por las palabras grabadas en la pared por las uñas de los presos), depósito de mercancías… En su interior, había trazas negras de fuego, abollamientos, gotas de estaño fundido incrustadas en el suelo, brillantes, y sobre todo un olor particular, vago como un espectro, pero fácil de identificar, el olor del plástico quemado, que daba fe de su larga carrera en el reciclaje de desechos electrónicos.
Aquel módulo, alquilado por cien yuanes al mes a un vendedor de apuestas deportivas, tenía dos ventanas en una de las fachadas. A la derecha había una puerta y encima un cartel que decía: «Tofu de la muda», colgado de una varita de hierro que el viento balanceaba en las noches de invierno, y que, vencido por el orín, había terminado por enmudecer, como su propietaria, nadie sabía en qué momento. "


jueves, 12 de marzo de 2015

LA ACROBACIA DE CONFUCIO



El 11 de Marzo de 2012, nuestro amigo Ricardo Cortat, relató así su experiencia con este libro:

"Me planto con "la acrobacia aerea de confucio" de Dai Sijie. Me aburre de forma mortal. Y además es absurdo, en el texto y en las disgresiones.
Ya es la segunda vez que me pasa. Su "Balzac y..." me pareció genial pero el resto... No me parece el mismo autor.
En fin, a otra cosa, mariposa." Ricardo Cortat (11 de Marzo de 2012)

No es el primer plantón que me han comunicado, al respecto de esta novela y aun así me he arriesgado a leer las aventuras del emperador Zheng De, de la dinastía Ming, sus "aventuras" en la China del siglo XVI, no tienen ni el humor trepidante, ni la fina ironía que se nos anuncia en la contraportada del libro y su lectura es tan tediosa que, a punto he estado, también, de abandonar. Parece mentira que el autor de Balzac y la joven costurera china, sea el mismo que ha escrito esta deslavazada historia de 224 páginas, a la que le sobran 200....
No recomiendo esta obra, en absoluto, mi acuerdo con Ricardo Cortat es total y os dejo unas cuantas frases del libro, como ejemplo:
"La hierba, fresca y exuberante, era tan blanda que parecían caminar sobre bollos al vapor” 
“el vello de todos los brazos se erizaba al soplo de la brisa marina” 
“Si hemos de creer a Rabelais, médico francés que vivía en esa misma época, si un niño está a cargo de una nodriza de tetas blandas, en las que puede hundir la cara como si fueran de mantequilla, tendrá una nariz grande. Las nodrizas de tetas duras, por el contrario, achatan las narices.” 

Pareciera que siendo tan delirante podría ser divertido, pero no lo es.