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domingo, 6 de noviembre de 2022

EL TIEMPO DE LAS MOSCAS


Siempre me gusta como escribe Claudia Piñeiro y esta vez no ha sido la excepción, su prosa es igual de directa y magnífica que siempre. La historia tampoco falla, está bien concebida y con un desarrollo que, aunque previsible, atiende a la lógica narrativa. En mi opinión falla la estructura, con una alternancia de historias, varias de las cuales son absolutamente prescindibles (el coro de mujeres y las interminables descripciones de insectos y sus costumbres) y distraen de lo principal haciendo la lectura larga y un puntito pesada.
Aún así, me ha gustado mucho🌞🌞

SINOPSIS 
«Mujeres estafadas por un hombre hay muchas, pero repudiadas tanto por la madre como por la hija, no tantas.»
El tiempo de las moscas es la nueva y esperada novela de Claudia Piñeiro, que retoma la historia de Inés, la recordada protagonista de Tuya, un relato de coraje y amistad que nos retrata cabalmente como sociedad.
Inés sale en libertad, después de quince años presa por haber asesinado a Charo, la amante de su ex marido. Su vida ha cambiado, pero así también la sociedad: el avance del feminismo, las leyes de matrimonio igualitario y del aborto, el lenguaje inclusivo. Inés, una ama de casa tradicional y a quien la maternidad no le resultó algo feliz, entiende que debe ser práctica y adaptarse a la nueva realidad. Aunque le cueste.
Se asocia con la única amiga que hizo dentro de la cárcel, la Manca, y ponen una empresa doble: ella se ocupa de hacer fumigaciones y su socia de investigar como detective privada. Como unas Thelma y Louise del conurbano, Inés y la Manca enfrentan situaciones complicadas, con el deseo de reinventarse.
Hasta que, inesperadamente, una de las clientas de Inés, la Señora Bonar, le propone un intercambio muy inquietante; como salida de las tinieblas del pasado, la propuesta puede inclinar la balanza peligrosamente hacia el lado desfavorable. Pero también puede cambiarles la vida.

FICHA TÉCNICA 
Editorial:ALFAGUARA
Edición en papel: (19/01/2023)
Páginas: 400
Edición en Ebook: 1/10/2022
ISBN:9788420473666

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martes, 28 de diciembre de 2021

LAS VIUDAS DE LOS JUEVES


 Después de tanto tiempo, he releído Las viudas de los jueves, creo que la primera novela que leí de Claudia Piñeiro (dudo entre esta y Betibú) y, de nuevo, me ha maravillado la capacidad de la escritora para ahomdar en las vidas y los sentimientos sin, por ello, perder un ápice de agilidad narrativa. 
Magnífica ayer, hoy y siempre.🌞🌞🌞

He elegido esta portada de Alfaguara para recomendar, sin duda, la magnífica película basada en la novela y es que ver a los personajes que nos imaginamos interpretados tan fabulosamente, merece la pena😍


Sinopsis (ed. Alfaguara) 

Detrás de las altas paredes perimetrales, más allá de los portones reforzados por barreras y flanqueados por garitas de vigilancia, se encuentra Altos de la Cascada. Afuera, la ruta, la barriada popular de Santa María de los Tigrecitos, la autopista, la ciudad, el resto del mundo.

En Altos de la Cascada viven familias que llevan un mismo estilo de vida y que quieren mantenerlo cueste lo que cueste. Allí, en el country, un grupo de amigos se reúne semanalmente lejos de las miradas de sus hijos, sus empleadas domésticas y sus esposas, quienes excluidas del encuentro varonil, se autodenominan, bromeando, «las viudas de los jueves».

Pero una noche la rutina se quiebra y ese hecho permite descubrir, en un país que se desmorona, el lado oscuro de una vida perfecta.

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lunes, 15 de noviembre de 2021

CUÁNTO VALE UNA HELADERA y otros textos de teatro


 

Qué maravilloso rato he pasado con estas piezas teatrales que muestran la genialidad de Claudia Piñeiro en cualquier género que se proponga. Me gustaría ver alguna de ellas representada en un teatro, sobre todo la primera que dá nombre al libro.

La editorial habla de tres comedias y tres dramas, yo creo que las seis tienen una mezcla interesante entre lo cómico y lo dramático que las hace más humanas, más plausibles y más cercanas.

Muy recomendable🌞🌞🌞

Sinopsis (ed. Alfaguara) 

Seis piezas breves de teatro, tres comedias y tres dramas, escritas por una de las autoras más leídas en Argentina y en el mundo: Claudia Piñeiro.

Este libro reúne las seis obras de teatro escritas por Claudia Piñeiro, tres comedias y tres dramas. Seis historias de gente común en situaciones que pueden mover a la risa o al espanto.

Una mujer reclama una heladera nueva porque la suya se quemó por una bajada de tensión, pero su apellido se escribe con la letra ñ y las computadoras de la empresa no la reconocen como la propietaria; los hijos de una anciana con Parkinson se pelean para ver quién va a cuidarla; un hombre es asesinado unos días antes de casarse y en su velorio se descubren unas cuantas verdades; una madre y su hija dialogan sobre el genocidio armenio en paralelo al genocidio de la última dictadura en la Argentina; un joven vuelve al pueblo que abandonó años atrás para reencontrarse con su historia; el robo a una escribanía deja a la escribana y a su empleado atados uno junto al otro, en un diálogo incómodo.

Con una enorme capacidad para la evocación de escenas cotidianas, con diálogos precisos, con el oído siempre atento a las inflexiones de la oralidad, la autora desliza sutiles sugerencias para la puesta en escena: una mirada, una luz, una canción nos llevan directo al corazón de las historias. Un libro delicioso que confirma que Claudia Piñeiro brilla en todos los géneros literarios.

#LIBROS #reseñas2021#novedades2021 #bookstagram #bookstagrammer #bookstagramespaña #booksaddict #bookish #teatro #instabook


jueves, 2 de septiembre de 2021

CATEDRALES


 Siempre es reconfortante leer a una autora que no engaña, ni en el fondo, ni en la forma. Claudia Piñeiro nos relata en esta historia la nefasta influencia de la religión sobre las personas y sus vidas. La traición, el engaño, los prejuicios, el egoismo y la destrucción. 
Novela negra, muy negra.
Muy recomendable 💜🌞🌞🌞

Sinopsis (ed. Alfaguara) 
"Hace treinta años, en un terreno baldío de un barrio tranquilo, apareció descuartizado y quemado el cadáver de una adolescente. La investigación se cerró sin culpables y su familia -de clase media educada, formal y católica- silenciosamente se fue resquebrajando Pero, pasado ese largo tiempo, la verdad oculta saldrá a la luz gracias al persistente amor del padre de la víctima.
Esa verdad mostrará con crudeza lo que se esconde detrás de las apariencias; la crueldad a la que pueden llevar la obediencia y el fanatismo religioso; la complicidad de los temerosos e indiferentes, y también, la soledad y el desvalimiento de quienes se animan a seguir su propio camino, ignorando mandatos heredados."
Como en Las viudas de los jueves, en Elena sabe y en Una suerte pequeña, Claudia Piñeiro ahonda con maestría en los lazos familiares, en los prejuicios sociales y en las ideologías e instituciones que marcan los mundos privados, y nos entrega una novela conmovedora y valiente, certera como una flecha clavada en el corazón de este drama secreto.

#LIBROS #reseñas2020 #novedades2020 #novelanegra😎


miércoles, 25 de agosto de 2021

QUIÉN NO


 

Claudia Piñeiro nunca defrauda, da igual novela, cuento o relato, capta la esencia humana en un toque, en un golpe de efecto, en una mirada. 

Estos relatos son como el juego de ¿Quien no? y desvelan todo aquello que no y lo qué si. Dieciseis cuentos que escarban en las relaciones familiares, la mentira, las apariencias, el amor y todo aquello que ocultamos, conscientemente o no...!

Muy recomendable🌞🌞🌞

Sinopsis: (ed. Alfaguara) 

Los relatos de Quién no presentan breves escenas cotidianas con las que todos podemos sentirnos identificados. Algunas son rarezas que pasan inadvertidas, pequeñas obsesiones que hacen su juego en medio de la rutina de los días; otras pueden llevar al crimen, pero siempre anidan en lo más secreto de las personas.

Un hombre egoísta realiza un acto generoso, un muerto puede hablar a través de sus pertenencias, un solitario vive su noche de amor de la manera más absurda, una pareja crea su propio infierno, un escritor famoso se oculta en su prestigio, y así, como ellos, todos los protagonistas de estas historias se ven enfrentados a fantasmas más o menos reales.

En estos cuentos certeros, cercanos y valientes corre la sangre, a veces a borbotones, y otras como un filo hilo rojo sobre cualquier tejido, para recordarnos que nadie e stá a salvo de la violencia y que detrás de nuestras máscaras de gente normal todos somos «un poco raros».

#LIBROS #reseñas2019 #novedades2019 



lunes, 23 de agosto de 2021

LAS GRIETAS DE JARA


 

Creo que este es uno de los pocos libros de Claudia Piñeiro que no había leído, por eso agradezco a Alfaguara su reedición en España (la primera es de 2009) que me ha dado la oportunidad de subsanar esta carencia.

Las grietas de Jara es una novela de arquitectos, de ahí las grietas literales y de personas, de ahí las grietas figuradas. Su protagonista tiene 45 años y una vida aparentemente perfecta, pero las grietas acechan en cualquier lugar, en cualquier pared y, hasta aqui puedo leer...

Un thriller psicológico, una novela negra típicamente Piñeiro, una novela que me ha "quitado el sueño".

Muy recomendable!!!🌞🌞🌞

Autora galardonada con el Premio Pepe Carvalho de Novela Negra 2019

La autora de Las viudas de los jueves demuestra una vez más su capacidad para construir personajes y contar historias en las que el suspense no impide la pintura social ni la crítica

Novela ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010

Sinopsis (ed. Alfaguara) 

¿Qué precio hay que pagar para dar una vuelta de timón y decidirse a vivir los propios sueños?

Aunque Pablo Simó quiere construir la torre de sus sueños, se limita a dibujarla: hace veinte años que trabaja en un estudio de arquitectura que no puede o no quiere dejar. Veinte años son también los que lleva casado con Laura, a quien solo lo unen la costumbre y una hija típicamente adolescente.

Cuando una joven llegue inesperadamente al estudio buscando a Nelson Jara, comenzará a revelarse la trama en la que Simó está implicado junto a su jefe y una compañera de trabajo. La aparición de la muchacha y las derivaciones de ese hecho del pasado abrirán una grieta en la precaria estabilidad del arquitecto, que verá derrumbarse una a una las certezas que lo sostenían.

#LIBROS #reseñas2019


sábado, 6 de enero de 2018

ELENA SABE


"Elena sabe desde hace un tiempo que ya no es ella la que manda sobre algunas partes de su cuerpo, los pies por ejemplo. Manda él. O ella. Y se pregunta si al Parkinson habría que tratarlo de él o de ella, porque aunque el nombre propio le suena masculino no deja de ser una enfermedad, y una enfermedad es femenina. Como lo es una desgracia. O una condena. Entonces decide que lo va a llamar Ella, porque cuando la piensa, piensa “que enfermedad puta”. Y puta es ella, no él. Con perdón de la palabra, dice. Ella"

Acostumbrada a la sutil ironía y el velado humor que Claudia Piñeiro vierte en sus novelas, inicié la lectura de Elena sabe, una de las pocas obras de la autora que no había leído. Y no hay humor, ni tan siquiera ironía; hay bofetadas de realidad cruel, sentimientos antiguos y nuevos, dolor, enfermedad, prohibiciones, negación, frustración, muerte, relaciones patológicas, maternidad....
Elena sabe, transcurre en un solo día en el que se repasa una vida y se investiga una muerte. Es una lectura tan desasosegante que menos mal que tiene sólo 175 páginas porque de ser más larga tendría que haberla dejado a medias.
Elena sabe me ha dejado un poso amargo que tardaré en borrar de mi mente y eso es prueba de la maestría de Claudia Piñeiro, a pesar de la escasa empatía con los personajes, una no puede dejar de leer.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Un relato que rompe el silencio y se pronuncia en alta voz sobre la libertad de elegir.
Poco después de que Rita aparece muerta en la iglesia que suele frecuentar, la investigación se da por cerrada, y su madre es la única que no renuncia a esclarecer el crimen. Pero jaqueada por la enfermedad, es también la menos indicada para encabezar la búsqueda del asesino. Un penoso viaje de los suburbios a la Capital, una vieja deuda de gratitud, una conversación reveladora.
Una novela que desnuda los secretos de sus personajes y las facetas ocultas del autoritarismo y la hipocresía que conforman nuestra sociedad.
Elena sabe ganó en Alemania el certamen LiBeraturpreis 2010, que premia a la mejor novela escrita por una mujer.

Elena sabe (fragmento)

1

Se trata de levantar el pie derecho, apenas unos centímetros del suelo, moverlo en el aire hacia adelante, tanto como para que sobrepase al pie izquierdo, y a esa distancia, la que sea, mucha o poca, hacerlo bajar. Apenas de eso se trata, piensa Elena. Pero ella piensa, y aunque su cerebro ordena movimiento, el pie derecho no se mueve. No se eleva. No avanza en el aire. No vuelve a bajar. No se mueve, no se eleva, no avanza en el aire, no vuelve a bajar. Eso apenas. Pero no lo hace. Entonces Elena se sienta y espera. En la cocina de su casa. Tiene que tomar el tren que sale para la Capital a las diez de la mañana; el siguiente, el de las once, ya no le sirve porque la pastilla la tomó a las nueve, entonces piensa, y sabe, que tiene que tomar el de las diez, poco después de que la medicación logre que su cuerpo cumpla con la orden de su cerebro. Pronto. El de las once no, porque entonces el efecto de la medicación habrá declinado hasta desaparecer y ella estará igual que ahora, pero sin esperanza de que la levodopa actúe. Levodopa se llama eso que tiene que circular por su cuerpo una vez disuelta la pastilla; conoce el nombre desde hace un tiempo. Levodopa. Así le dijeron, y ella misma lo anotó en un papel porque sabía que no iba a entender la letra del médico. Que la levodopa circule por su cuerpo, sabe. Eso es lo que espera, sentada, en la cocina de su casa. Esperar es todo lo que puede hacer por el momento. Cuenta calles en el aire. Recita nombres de calles de memoria. De atrás para adelante y de adelante para atrás. Lupo, Moreno, 25 de Mayo, Mitre, Roca. Roca, Mitre, 25 de Mayo, Moreno, Lupo. Levodopa. Sólo la separan cinco cuadras de la estación, no es tanto, piensa, y recita, y sigue esperando. Cinco. Calles que todavía no puede andar con sus pasos esforzados aunque sí repetir sus nombres en silencio. Hoy no quiere encontrarse con nadie. Nadie que le pregunte por su salud ni que le dé el pésame tardío por la muerte de su hija. Cada día se le aparece alguna persona que no pudo velarla o no pudo estar en el entierro. O no se atrevió. O no quiso. Cuando alguien muere como murió Rita, todos se sienten invitados a su funeral. Por eso las diez no es una buena hora, piensa, porque para llegar a la estación tiene que pasar por delante del banco y hoy se pagan las jubilaciones, entonces es muy probable que se cruce con algún vecino. Con varios vecinos. Aunque el banco abra recién a las diez, cuando su tren esté entrando en la estación y ella con el boleto en la mano se acerque al borde del andén para tomarlo, antes de eso, Elena sabe, ya va a encontrar jubilados haciendo la cola como si tuvieran miedo de que la plata alcanzara sólo para pagarle a los que primero llegan.


domingo, 31 de diciembre de 2017

LAS MALDICIONES


RESEÑADO por Clara Glez. para LIBROS 26 de Mayo de 2017.

Tenía interés por leer este libro, más que nada porque había oído hablar de la maldición de la piedra fundacional de la ciudad de Buenos Aires. Y la verdad es que no me ha desagradado.
Aparte de tratar ese tema, que sirve para forjar la trama de la novela, es una lección magistral de las nuevas formas de la política. De cómo se trata la información para que haga su efecto en las masas.
En medio de todo ese mundo hay una historia que te hace leer y leer hasta ver su desenlace.
Sus personajes bien definidos. La historia con su intriga, su pellizco, y en medio la política, con todos sus matices: egoísmo, poder, ambiciones, miedo …
Me imagino que a los argentinos esta historia les será en parte conocida. Aunque en el fondo es una historia que desgraciadamente se repite en todas partes. A mí me ha gustado y lo recomiendo.
Y como consecuencia personal, me doy cuenta que no soy yo sola la que tiene el carnet del partido caducado.


Y esta es mi opinión, acerca de la novela:
La nueva novela de Claudia Piñeiro aborda la "nueva política" ¿hay algún tema más actual?.
La vida y obra de Fernando Rovira (cambien un par de letras del apellido) un líder "carismático" que va a cambiar la vida de los argentinos con sus "ideas".....
Con un estilo muy reconocible la escritora relata el desembarco de un político y sus asesores, paralelamente las vidas privadas llenan la novela de ...realidad, la realidad de "cambiar todo para que nada cambie", la realidad de considerar a los votantes menores de edad, la realidad del marketing y el engaño, la pura realidad!!!
Quizás le sobren datos históricos aunque a mí me ha gustado esa "contrahistoria argentina" pero con un mínimo de reflexión sientes un escalofrío de miedo recorriendo tu columna vertebral!!!
La recomiendo, mucho!!!
Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Un joven ingresa al mundo de la política por las razones equivocadas y debe afrontar las dramáticas consecuencias.
Alguien puede llegar a la política por muchos motivos. Unos más legítimos, otros menos. También por error, por desidia. O por no saber decir que no.»

Román Sabaté entra al mundo de la política casi por casualidad, pero es allí donde se sella su destino. La permanente tensión entre la necesidad de trabajo de un joven de provincia y las ocultas intenciones del político que lo ha elegido como secretario privado es lo que mueve los hilos de esta novela: dos hombres en conflicto en una historia en la que hasta la paternidad está en juego. Magia, doble discurso o crimen, todo vale. Las maldiciones desnuda la verdad de la llamada "nueva política", basada en un pragmatismo absoluto que esconde la inescrupulosidad del engaño y la ambición sin límites.
Claudia Piñeiro ha escrito una novela certera, conmovedora y actual, que pone el foco en las perversiones de los gobernantes, pero que también les hace lugar a las historias de lealtad y amor más verdaderas.

Las maldiciones (fragmento)

1

Cada hombre, cada mujer, carga con su propia maldición. Hay quienes dedican toda su vida a desbaratarla, a vencerla; son los que se creen capaces de burlarse de ella, poderosos, y así pelean del primer día al último en una batalla absurda, desigual, inútil. Por otro lado están aquellos que no luchan contra su maldición sino que conviven con ella, los que aprenden a llevarla de paseo, como una mochila, intentando que pese lo menos posible; la observan de reojo, la controlan sin combatirla, saben que está ahí, de principio a fin, y aunque se preocupan por que no se ensañe con ellos, le prestan la mínima atención. Pero hay una tercera categoría, la privilegiada, la que integran los que ni siquiera son conscientes de que esa maldición existe. Román Sabaté es uno de esos privilegiados. Por más que, como todos, también esté maldecido, lo desconoce, y eso lo hace libre. A Román ni se le cruza por la cabeza que su vida esté condicionada por maldición alguna; es ignorante y, por lo tanto, sabio.
Sin embargo, Román hoy siente náuseas y un fuerte dolor en la boca del estómago. No advierte una relación entre ese dolor y una maldición. Busca su origen en lo que lo rodea. Mira a su alrededor. Huele. Cree que ese malestar que se le instaló en medio de las costillas lo provoca el lugar donde está, a la espera de que salga su ómnibus. Desestima el cansancio y los nervios; no son los que hacen que se sienta mal, menos aún la culpa. Tampoco el miedo. El bar de la terminal de Retiro le resulta un sitio horrendo. Busca otra palabra y no la encuentra; sabe muy bien quién la usa cada dos o tres frases. O solía usarla, se corrige. No quiere recordar esa palabra justo en este momento. Él no la usa, nunca la usó, preferiría no hacerlo ahora pero descarta cualquier otro sinónimo y se le impone a pesar del esfuerzo por evitarla: horrendo. La luz de tubo le lastima los ojos irritados de poco sueño, esa luz blanca y fría se le clava como una aguja justo en el lagrimal izquierdo. Las sillas de caño negro no ayudan; enclenques de tanto que deben de haberlas arrastrado de un lado a otro sobre el mosaico gris, con la cuerina rota que deja ver una goma espuma vieja, sucia, inflada, que se derrama deforme en cada tajo. El olor a comida se mezcla con el de un producto de limpieza indefinido pero potente que llega desde el baño, y el resultado de ese encuentro de olores es peor que el que cada uno de ellos podría producir por separado. Un aparato de televisión de última generación, instalado en un soporte gris que cuelga en un ángulo, casi del techo, está sintonizado en un canal de noticias, sin voz. Román sospecha que ese televisor, que desentona por su modernidad con el resto del mobiliario, debe de estar allí desde el último Mundial de Fútbol. Recuerda dónde vio la mayoría de aquellos partidos, en un LED de 60 pulgadas con HD que parecía un microcine, rodeado de sushi que él no comía ni come, y del equipo. Equipo, otra palabra que quisiera evitar.

viernes, 1 de diciembre de 2017

UNA SUERTE PEQUEÑA


Me ha robado horas de sueño la historia de Mary Lohan, me ha desvelado y me ha hecho derramar unas cuantas lágrimas...
No sé como se las arregla Claudia Piñeiro para tocar el corazón de los que la leemos, no se como se arregla para transmitir sentimiento sin ser "sentimental" y para lograr que Una suerte pequeña pueda suceder a cualquier mujer, en cualquier lugar del mundo.
En primera persona, Mar...y Lohan, narra su vida y, sin detenerse en detalles innecesarios, logra transmitir vívidamente, infancia, adolescencia y edad adulta; un tránsito difícil que se dirige inexorablemente hacia el principio, hacia donde todo empezó....
¿Es una novela triste?, no, es una novela real con las pequeñas miserias que nos acompañan, las pequeñas alegrías, los pequeños triunfos y los fracasos (pequeños o grandes); no es una historia pequeña, es la vida misma¡
Me ha encantado¡¡¡

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Después de veinte años, una mujer vuelve a Argentina, de donde se ha ido escapando de una desgracia porque no ha podido afrontar de otra manera su sentimiento de culpa y la condena social de un entorno pueblerino acostumbrado a juzgar y condenar.

En las dos décadas pasadas en los Estados Unidos, esa mujer dañada ha reconstruido su vida, gracias al amor y al apoyo de un ser generoso, aunque la vieja herida sigue allí, bajo una fina capa de piel. De vuelta en el suburbio donde ha vivido, deberá enfrentarse con sus fantasmas y, cuando el pasado vuelva como un torrente, habrá llegado el momento no sólo de encontrarse con aquellos que formaron parte de su drama personal sino con su propia capacidad para convertir el presente en un futuro sanador.

Una suerte pequeña (fragmento)

La barrera estaba baja. Frenó, detrás de otros dos autos. La campana de alerta interrumpía el silencio de la tarde. Una luz roja titilaba sobre la señal ferroviaria. Barrera baja, alerta y luz roja anunciaban que un tren llegaría. Sin embargo, el tren no llegaba. Dos, cinco, ocho minutos y ningún tren aparecía. El primer auto esquivó la barrera y pasó. El siguiente avanzó y tomó su lugar.
Debería haber dicho que no, que no era posible, que no podía viajar. Decir lo que fuera. Pero no lo dije. Me di explicaciones a mí misma, una y mil veces, acerca de por qué, aunque debería haber dicho que no, terminé aceptando. El abismo atrae. A veces sin que seamos conscientes de esa atracción. Para algunos, atrae como un imán. Son los que pueden asomarse, mirar hacia abajo y sentirse capaces de saltar. Yo soy una de ellos. Capaz de soltarme en el vacío, de caer para ser —al fin— libre. Aunque se trate de una libertad inútil, una libertad que no tendrá después. Libre sólo en el instante que dure la caída.

lunes, 21 de agosto de 2017

UN COMUNISTA EN CALZONCILLOS


Creo que es la novela más autobiográfica de Claudia Piñeiro y, también, podría ser la mía.
Otro país, otra época o casi la misma, otros colegios, otras dictaduras, otras piscinas y otros veranos, pero me siento como si estuviese leyendo una parte de mi historia, como si hubiese vivido en la Argentina de Isabelita y mi padre fuese ese "comunista en calzoncillos" tierno y duro, silencioso y hablador, que todo lo comprende y no comprende nada.
Diferente a otras novelas de Piñeiro, pero aun así me ha gustado y la recomiendo¡

Un comunista en calzoncillos (fragmento)

"Ese verano, el verano siguiente a que lo despidieran de su trabajo, mi padre sostuvo la economía familiar vendiendo turboventiladores. Los turboventiladores eran, en aquel entonces, lo más novedoso que se podía encontrar para aliviar el calor del conurbano bonaerense. Y ese verano, el verano de 1976, hizo mucho calor en Buenos Aires y sus alrededores. Nosotros éramos de los que vivían en “sus alrededores”. “Gracias a Dios, hace calor”, decía mi padre, que no creía en dios alguno. Yo sí, todavía. Por las noches, cuando me acostaba, rezaba para que al día siguiente la temperatura llegara a valores aún más altos. Y pedía que no lloviera; cuando llueve refresca, con mis trece años ya lo sabía. Como también sabía que si hacía calor mi papá vendía muchos “turbos”, forma abreviada con la que llamábamos en nuestra casa a esos aparatos. Que si mi papá vendía muchos turbos volvía contento. Y que si él estaba contento, mi casa estaba tranquila.
“Los turboventiladores le traen alivio al pueblo.” Así decía mi padre. Y yo le creía. Por ese entonces, no conocía a nadie que tuviera en su casa aire acondicionado y los ventiladores comunes habían quedado desactualizados frente a esos artefactos cuadrados que podían inclinarse en distintas posiciones y que en los modelos más sofisticados permitían que la parrilla plástica frontal girara en sentido contrario a las paletas internas distribuyendo el aire de forma más equitativa. “Distribución de aire equitativa”, ésa era la frase exacta que mi papá usaba cuando ofrecía los turboventiladores más caros a los posibles clientes. La frase del alivio del pueblo la usaba sólo dentro de casa y la decía con entonación, como si imitara el discurso de un político. Salía por la mañana, con el baúl del auto cargado, y recorría las calles que el día anterior había marcado con fibra roja en fotocopias de la guía Filcar. Tocaba los timbres de cada casa ofreciendo el producto. Había turbos blancos, beige, símil madera y grises; no sé si eran lindos, pero a mí me parecía que lo eran. Sin embargo, nada es perfecto. Tampoco un turboventilador. Y el peor defecto que tenían no era el ruido que hacían sino la tierra que se juntaba entre las varillas de la parrilla frontal. Pero de eso, de los defectos, nunca hablé con mi papá. Ni del ruido ni de la tierra acumulada. Al turbo que teníamos en casa yo misma, todos los días, le repasaba las varillas con una franela, una por una, para que él no notara la suciedad."

sábado, 5 de agosto de 2017

BETIBÚ


Me gustan los personajes que dibuja esta escritora argentina "cosecha del 60", me gustan sus mujeres excesivas o excesivamente controladas, sus hombres psicoanalíticos y porreros, sus country clubs con aspiraciones anglófilas, sus jefes totalmente cabrones, sus crímenes tan elaborados, el pasado siempre vuelve, el presente es un reflejo.....me gusta Claudia Piñeiro y me ha gustado Betibú¡¡

Como no quiero desvelar nada acerca de esta novela "argentinamente policiaca" dejaré un fragmento del inicio y nada más....:

Betibú (Fragmento)

1

"Los lunes son los días que lleva más tiempo entrar en el Club de Campo La Maravillosa. La cola de empleadas domésticas, jardineros, albañiles, plomeros, carpinteros, electricistas, gasistas y demás obreros de la construcción parece no terminar nunca. Gladys Varela lo sabe. Por eso se maldice, ahí donde está, parada frente a la barrera de la que cuelga el cartel “Personal y proveedores”, detrás de por lo menos otras quince o veinte personas que, igual que ella, intentan entrar. Se maldice por no haber cargado la tarjeta electrónica que le permitiría el acceso directo. Pero es que la tarjeta vence cada dos meses y los horarios en los que se puede hacer el trámite para recargarla coinciden con los horarios en los que ella trabaja para el señor Chazarreta. Y el señor Chazarreta no tiene buen carácter. O al menos no tiene buena cara y a Gladys, esa cara, la intimida. Aunque ella no sabe si el gesto con que él la mira se debe a que es hosco, o seco, o de poco hablar. Pero sea lo que fuere, ésa es la razón por la que no se atrevió hasta ahora a pedirle salir antes o tomarse un rato para ir a la guardia a recargar su tarjeta de ingreso. Por la cara con que la mira. O no la mira, porque en realidad rara vez el señor Chazarreta lo hace. Mirarla. Mirarla a ella. Mira en general, mira alrededor, mira hacia el jardín, o mira una pared en blanco. Siempre con mala cara, serio, como enojado. También, con todo lo que tuvo que pasar, se entiende. Por suerte ella tiene, al menos, el permiso de ingreso firmado, eso sí; entonces tendrá que hacer la cola, como de hecho la está haciendo, pero nadie va a llamar al señor Chazarreta para que autorice su entrada al barrio.
Al señor Chazarreta no le gusta que lo despierten, y cada tanto él duerme hasta tarde. Cada tanto se acuesta a cualquier hora. Y toma. Mucho. Gladys cree, o sospecha. Porque ella con frecuencia encuentra un vaso y una botella de whisky en el lugar de la casa donde el señor Chazarreta cayó dormido la noche anterior. A veces es el dormitorio. Otras veces el living, o la galería, o el cine ese que tienen en la planta alta. Tienen no, tiene, porque el señor Chazarreta vive solo desde la muerte de su mujer. Pero de eso, de la muerte de su mujer, Gladys no pregunta, ni sabe, ni quiere saber. Con lo que vio en el noticiero le alcanza."

miércoles, 2 de agosto de 2017

TUYA

Una persona que conozco dice que su abuela tenía una máxima que aplicó toda su vida: 
 "....si mi marido me engaña que no me entere, si me entero que no me importe y si me importa que me aguante..."
He recordado esto durante todas y cada una de las 160 páginas de Tuya, novela de Claudia Piñeiro, y no les digo más¡
Para leer en una tarde¡
Tuya (fragmento)
" Me puse el pijama y me metí en la cama. Estaba incómoda. Daba vueltas para un lado y el otro. Traté de relajarme. Respiración profunda y esas cosas. Nada. Me levanté y bajé al living. Me senté en el sillón. La lluvia era cada vez más fuerte. Me imaginé el barro que habría en los bosques de Palermo para ese entonces. Me imaginé a Ernesto dando vueltas con el auto para poner en claro sus ideas. Me lo imaginé en la ruta de camino a casa, manejando bajo esa lluvia. Me acordé de las escobillas, de las de mi auto. De esa que no barría y que tendría que haber cambiado hacía meses. La izquierda. Y me dije: "Mejor ocuparme en algo útil mientras espero". Y fui al garaje a cambiar las escobillas. Ernesto siempre tiene repuestos para el auto. Bujías, fusibles, esas cosas. Yo sé bastante de mecánica, pero él no sabe qué sé, porque ocuparse de los autos es una tarea de los hombres, y como decía mi mamá, el día que cambias un cuento, sonaste, porque ya creen que sos plomera diplomada y no agarran un destornillador ni que se esté inundando la casa. Abrí la caja donde Ernesto guardaba los repuestos y la revolví. Las escobillas estaban debajo de todo. En realidad debajo de todo no; cuando saqué las escobillas encontré un sobre que, por supuesto, abrí. Porque yo tengo mucha intuición, y sabía que tenía que abrirlo. ¿Y qué había adentro? Más cartas de Tuya. Con el rouge de Tuya. "¡Qué diálogo de mierda hay que tener para necesitar tanta carta!", pensé. Las leí. Eran una asquerosidad. "Este hombre es un reverendo idiota", pensé, "¿en cuántos lugares de la casa habrá dejado pistas de su romance?". Tiré las escobillas al cuerno y me puse a hacer una revisión a fondo de toda la casa. Yo ya le venía revisando desde hacía un tiempo bolsillos, attaché, cajones del escritorio, la mesita de luz, la guantera. Pero la caja de repuestos del auto supera la imaginación de cualquiera. Agité libros, desarmé bollos de medias, saqué fondos de valijas y bolsos. Sólo encontré una foto carnet de Ernesto, atravesada por los labios de Tuya. Adentro de una cajita de preservativos. La foto tenía una dedicatoria: "Para que los disfrutemos juntos". Fue en ese momento en que me quedó claro por qué Dios puso ese tronco donde lo puso. Guardé la foto y los preservativos con el material que había encontrado en mi primera revisión, unas semanas atrás. Pensé en quemar todo antes de que viniera Ernesto. Dadas las circunstancias, no se podía correr el riesgo de que alguien las encontrara. Pero no sé, las guardé. Una nunca sabe. Yo había armado una especie de escondite en el garaje cuando todavía no había abierto mi cuentita en el banco. Un trabajo verdaderamente prolijo: había aflojado un ladrillo, lo había sacado limpito, lo había partido al medio, y otra vez al lugar de donde lo había sacado. Pero esta vez sólo la mitad del ladrillo. Con los billetitos atrás claro. Los billetitos ahora están en un lugar más seguro. "¡Vaya uno a saber dónde terminan estas porquerías!", pensé mientras doblaba las fotos y las notas para que entraran. "