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viernes, 30 de octubre de 2015

NOSOTROS, LOS AHOGADOS


«… Pero esa noche bailamos con los ahogados, y ellos éramos nosotros.»

Esta novela fue reseñada por nuestro amigo Juan Antonio Carrera Castillo, para LIBROS el 17 de Marzo de 2012; las palabras exactas de su reseña, las reproducimos a continuación:

"He leído Nosotros los ahogados de Carsten Jensen. Novela que describe de modo admirable la vida y la muerte de los marinos de un pueblo costero de Dinamarca desde 1850 a 1945. Del barco de vela al de vapor y al de motor. Pescadores de altura, marinos mercantes, soldados en la primera y segunda guerra mundial, siempre en el mar, luchando contra las adversidades y desarrollando a bordo una camaradería con frecuencia heroica. Y junto a esos marinos que sienten desde niños la llamada del mar están sus madres, sus esposas, que no saben nunca cuándo volverán o ni siquiera si volverán. Un libro de aventuras, lleno de emoción. Me ha gustado." Juan Antonio Carrera Castillo (17 de Marzo de 2012)

Sólo se me ocurre, ante tan magnífica reseña, decir que coincido por completo con Juan Antonio y añadir que Nosotros, los ahogados  (Vi, de druknede), es una novela clásica, una novela para leer y volver a leer. Premiada con el más prestigioso galardón literario danés es una novela única sobre un tema único. Una novela de aventuras con gran calidad literaria y con todos los ingredientes para no despegar la mirada del libro ni un segundo!!
Un fragmento para que los incrédulos se hagan creyentes:

«Se inclinó y cogió del suelo una caracola. La llevó a su oído y escuchó el bramido procedente de su interior. (…) La caracola poseía muchas melodías, una para cada persona que aplicaba el oído a ella. A los jóvenes, les hablaba de tierras extrañas y costas lejanas; a los viejos, de ausencia y pena. Tenía una canción para los jóvenes, otra para los viejos, una para los hombres y otra para las mujeres. La que dirigía a éstas siempre hablaba de lo mismo: pérdida, pérdida, con la misma monotonía del oleaje en la playa. Para ellas aquella melodía no tenía nada de seductor, era pura lamentación».