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viernes, 19 de enero de 2018

TÚ NO ERES COMO OTRAS MADRES


RESEÑA DE CLARA GLEZ. para LIBROS, 22 de Enero de 2017
Tú No Eres Como Otras Madres - Angelika Schrobsdorff

Anoche me acabé Tu no eres como las otras madres, no tengo claro si seré capaz de escribir la reseña, porque es un libro complejo. No el libro, ni la forma de narrar que es muy sencilla, sino lo que cuenta...los sentimientos de sus personajes, sus relaciones, sus vidas, la guerra y como influye en todos ellos.
Ayer viendo el espectáculo del juramento del Trump, lo asocié a un comentario del libro, cuando Hitler empieza su carrera política, y la sociedad alemana, lo veía como un fantoche sin posibilidades...y fijaros como acabó la cosa...
Aun doy vueltas a la vida de esa madre, entiendo y no entiendo toda su trayectoria, su relación con maridos, amantes, e hijos..No tomas partido por nadie.. unas veces entiendes.. otras no. No sé explicar bien que me hizo sentir el libro.. Ni quisiera verme nunca en esas circunstancias, que aunque a veces eran de lo más estimulantes, también fueron de lo mas angustiosas.
Lo recomiendo, pero para quien no quiera vértigo, narración atrapante.. tampoco.. es un libro sosegado para leer sin prisas y aunque parezca que no pasa nada, no dejan de ocurrir cosas, cosas tremendas...,  en fin que lo recomiendo.

Sinopsis (Ed. Errata Naturae)
La narración de Angelika Schrobsdorff recons­truye la vida real e inconformista de su madre, una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el «exce­lente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro). Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de jo­ven: vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amara. Ésta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer al principio: el presente. Sin embargo, en la dura prueba del exilio, Else encontrará una realidad nueva y reveladora tras una vida que hasta entonces ha estado ente­ramente dedicada a las fiestas, los viajes y el amor.
Tú no eres como otras madres es un «relato real», como la Suite francesa de Irène Némirovsky, que nos sumerge por completo en una vida extraordinaria y nos hace partícipes de toda su riqueza y exaltación, revelándonos a través de esa existencia toda una época: los conciertos de música clásica y las novelas de Stefan Zweig, los cabarets y la pintura moderna, el nazismo y sus terribles leyes raciales… Así como tantos y tantos personajes que existieron durante ese tiempo de irrepetible pasión y energía, y que pasan por estas páginas fascinantes: soñado­res, artistas, agitadores, conspiradores, campesi­nos, espías, criados, intelectuales, falsificadores…
Medio millón de ejemplares vendidos en Alema­nia, traducciones al francés, inglés, ahora también al castellano… El aura y la fama de esta novela crecen. Algunos lectores se preguntan cada poco si el presente puede ofrecernos libros a la altura de los clásicos; pues bien, he aquí la respuesta, y no exageramos. Emocionante gran literatura.

Tu no eres como otras madres (fragmento)

LO COMPLETAMENTE DISTINTO

Hoy, 30 de junio, día de su cumpleaños, he sacado de mi baúl del pasado el librito largo y estrecho. Es de pasta dura con ornamentación marginal en negro y oro e inscripción en letra dorada.
VIDA

de nuestra hija
ELSE
Las esquinas están un poco descantilladas, por lo demás el libro parece nuevo. Tiene noventa y ocho años. También los primeros ricitos de la niña Else, adheridos a sus hojas, tienen noventa y ocho años, y se diría que han sido cortados anteayer. Son de color marrón, luego de rubio miel y finalmente, en 1897, cobrizos. ¿El pelo es imperecedero? ¿No se convierte en polvo? Resulta sedoso al tacto de mis yemas. Cuando conocí a Else, mi madre, tenía el cabello bronceado y recio como la crin de un caballo. Siempre parecía despeinada, aun cuando venía de la peluquería. Sus rizos cortos y tupidos eran indomables. No eran lo único que no se podía domar en ella. Me hubiera gustado heredar su cabello y su vitalidad. Pero en estos dos puntos —y algunos más— he salido a mi padre.