viernes, 19 de enero de 2018

EL SILENCIO ES UN PEZ DE COLORES


No sé qué tiene Annabel Pitcher que sus novelas siempre me conquistan. He leído El silencio es un pez de colores, casi de un tirón, y me ha dejado, como siempre, una sensación agridulce.
La protagonista de esta novela es una jovencita de 15 años, Tess, que entra en crisis tras un descubrimiento inesperado que hace que su frágil mundo adolescente se venga abajo.
Pitcher es capaz de transmitir, con lenguaje sencillo y elegante, el torbellino de sentimientos que gobiernan la adolescencia y hace de chicos y chicas frágiles barcos a merced de cualquier vendaval....
Me ha gustado mucho!!!

Sinopsis (Ed. Siruela)
¿Es posible seguir adelante cuando 617 palabras escritas en un blog desmontan tu vida por completo? ¿Cómo pides ayuda si sientes que tu voz ya no te pertenece?
Tess siempre se ha sentido fuera de lugar, y la noche en que lee por casualidad lo que su padre ha escrito en una inesperada página web, comprende definitivamente que nunca conseguirá encajar en ninguna parte. Su silencio y un pez de colores serán sus mejores aliados en la nueva vida que tendrá que empezar a construirse; por no hablar perderá a su mejor amiga, encontrará a una nueva alma gemela y aprenderá una lección fundamental: el silencio es muy poderoso, pero las palabras lo son aún más.
En esta emotiva y maravillosamente escrita novela, narrada desde la perspectiva de una joven de quince años que intenta encontrar su lugar en el mundo, la exitosa autora de Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea y de Nubes de kétchup explora de manera tierna y original cuestiones como la identidad, la comunicación y la importancia de las siempre complejas relaciones familiares.
El silencio es un pez de colores (fragmento)

Capítulo 1En internet tiene que haber alguna lista de qué comprar en caso de querer irte de casa, pero mi teléfono, como de costumbre, está muerto. Juraría que siempre decide apagarse en el momento en el que las cosas se ponen feas. Ahora lo llevo grogui en el bolsillo y no puedo buscar una lista de artículos indispensables para la vida del fugitivo, aunque una linterna infantil con forma de pez de colores me parece una elección muy sensata. Tiene una pinta bastante simpática con esa carita naranja y, sin duda, un amigo me vendría de perlas ahora mismo, así que a la cesta que va. Desde allí me observa con unos ojitos negros y brillantes mientras cojo tampones, pañuelos, dos chocolatinas y una revista.
El trayecto en tren desde Manchester a Londres dura dos horas, así que voy a necesitar algo para leer y para ocultarme porque, conociendo mi suerte, Jack llamará a la policía en cuanto me eche en falta y, para cuando llegue a la estación Euston, habrá fotos mías empapelando las paredes de los servicios con un letrero que diga «Encuentren a mi Tessie-T» en fuente negrita extragrande.
No nos engañemos, Jack no es el tipo de persona que le hace ascos a un buen drama, y que tu hijo desaparezca debe de ser lo peor que le puede ocurrir a un padre. Cuando pienso en ello me dan ganas de tirar la cesta y correr de vuelta a casa, de manera que tengo que recordarme a mí misma que mi supuesto padre es ahora, y desde que vi lo que vi en su ordenador, mi enemigo número uno. Sin embargo, me duele en el alma imaginarme la expresión de su cara, con la mirada fija en mi cama vacía y en el nórdico de Star Wars. Lo compré el año pasado fingiendo que se trataba de una sarcástica declaración de intenciones, cuando en realidad lo hice porque quería dormir con Luke Skywalker. Como para no querer, viendo cómo maneja su espada láser...

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