sábado, 30 de diciembre de 2017

NOSOTROS EN LA NOCHE


RESEÑADA por Clara Glez. para LIBROS, 15 Diciembre de 2016.

Ir cumpliendo años tiene sus ventajas y sus inconvenientes. la soledad, el poder repasar tu vida desde otra perspectiva, atreverte a cosas sin importante el que dirán...
En esta novela, cortita, entrañable, agridulce se manejan los sentimientos sin sobresaltos, con la serenidad que dan los años, y porque no decirlo también con la valentía que supone el haber recorrido ya mucha parte del camino.
Una septuagenaria, visita a su vecino para proponerle dormir juntos, no pasar frio por las noches ..y compartir "sus soledades" así empieza esta novela... y mientras se comparte almohada, se comparten confidencias, recuerdos, historias...
Merece la pena, la recomiendo.

Y esta es mi opinión sobre esta magnífica novela:
"Y entonces llegó el día en que Addie Moore pasó a visitar a Louis Waters. Fue un atardecer de mayo justo antes de que oscureciera.
Vivían a una manzana de distancia en la calle Cedar, en la parte más antigua de la ciudad, con olmos y almezos y un arce que crecían a lo largo del bordillo y jardines verdes que se extendían desde la acera hasta las casas de dos plantas. Durante el día había hecho ca
...lor, pero al anochecer había refrescado. Addie recorrió la acera bajo los árboles y giró ante la casa de Louis.
Cuando él salió a la puerta, Addie le preguntó: ¿Puedo entrar a hablar de una cosa contigo?" Our souls at night
Esta novela me la recomendó una amiga de LIBROS, gracias Clara, y yo os la recomiendo a tod@s!!!!!
No sé si calificarla de historia de amor o amistad, sé, eso sí, que es una joya literaria cuyo título original describe mucho mejor la profundidad de la obra, de los sentimientos y del encuentro de dos almas que en la noche comparten vida, pensamientos, desdicha, felicidad y alejan la soledad.
Me ha encantado!!!

Sinopsis (Ed. Literatura Random House)
Nosotros en la noche es una joya escondida: una historia concisa, conmovedora, agridulce pero a la vez inspiradora, con el revelador sentido del humor que solo poseen aquellos que han llegado a una edad en la que poco importa lo que puedan decir los demás.

Louis Waters y Addie Moore llevan gran parte de su vida siendo vecinos en la apacible localidad de Holt, en Colorado. Ambos enviudaron hace años y acaban de franquear las puertas de la vejez, por lo que no han tenido más opción que acostumbrarse a estar solos, sobre todo en las horas más difíciles, después del anochecer. Pero Addie no está dispuesta a conformarse. De la forma más natural, decide hacer una inesperada visita a su vecino: «Me preguntaba si vendrías a pasar las noches conmigo. Y hablar...». Ante tan sorprendente propuesta, Louis no puede hacer otra cosa que acceder.
Al principio se sienten extraños, pero noche tras noche van conociéndose de nuevo: hablan de su juventud y sus matrimonios, de sus esperanzas pasadas y sus miedos presentes, de sus logros y errores. La intimidad entre ambos va creciendo y, a pesar de las habladurías de los vecinos y la incomprensión de sus propios hijos, vislumbran la posibilidad real de pasar juntos el resto de sus días.

Nosotros en la noche (fragmento)

1

Y entonces llegó el día en que Addie Moore pasó a visitar a Louis Waters. Fue un atardecer de mayo justo antes de que oscureciera.
Vivían a una manzana de distancia en la calle Cedar, en la parte más antigua de la ciudad, con olmos y almezos y un arce que crecían a lo largo del bordillo y jardines verdes que se extendían desde la acera hasta las casas de dos plantas. Durante el día había hecho calor, pero al anochecer había refrescado. Addie recorrió la acera bajo los árboles y giró ante la casa de Louis.
Cuando él salió a la puerta, Addie le preguntó: ¿Puedo entrar a hablar de una cosa contigo?
Se sentaron en el salón. ¿Te traigo algo de beber? ¿Un té?
No, gracias. Puede que no me quede el tiempo suficiente para beberlo. Addie miró a su alrededor. Bonita casa.
Diane siempre tenía la casa bonita. Yo lo he intentado.
Sigue bonita. Hacía años que no entraba.
Addie miró por las ventanas al jardín lateral donde caía la noche y a la cocina donde una luz brillaba sobre la pila y las encimeras. Todo estaba limpio y ordenado. Louis la observaba. Era una mujer atractiva, a él siempre se lo había parecido. De joven había tenido el pelo moreno, pero ahora era blanco y corto. Todavía conservaba la figura, aunque algo rellenita en la cintura y las caderas.
Te preguntarás qué hago aquí, dijo ella.
Bueno, no creo que hayas venido a decirme lo bonita que está la casa.
No. Quiero proponerte algo.
¿Sí?
Sí. Tengo una propuesta.
Vale.
No es de matrimonio, dijo ella.
Tampoco se me había ocurrido.

En el año 2017 se estrenó la película basada en la novela, dirigida por Ritesh Batra e interpretada por Jane Fonda y Robert Redford, en los papeles protagonistas.
En el siguiente enlace todos los detalles y algunas críticas sobre la película:
https://www.filmaffinity.com/es/film356408.html





BOTAS DE LLUVIA SUECAS


He terminado esta mañana la última novela de Henning Mankell y todo el día he estado meditando que escribir sobre ella.....
En Botas de lluvia suecas el protagonista que conocimos en Zapatos Italianos tiene 8 años más y los mismos problemas, soledad, egoísmo, remordimientos, incapacidad de expresar sus sentimientos y un deseo irracional de "arreglarlo todo" en la última fase de su vida. Si todo es...to no fuese suficiente su casa se incendia y aquí se inicia una "trama" con claras reminiscencias "wallanderianas" de investigación, sospechas y muertes en cadena.
Escrita con la maestría habitual de Mankell es una novela en la que los temas importantes son personales pero tangencialmente se vuelven sociales, resultando una crítica contundente de una sociedad que quiere encerrarse en si misma y achaca todos sus problemas a lo que "llega de fuera" sin analizar que desde dentro, a veces, acecha lo peor.
Nuestro protagonista quiere unas botas de lluvia SUECAS y al final las consigue......
Muy recomendable.

Sinopsis (Ed. Tusquets)
Una entrañable narración sobre las ganas de vivir, y de enamorarse, en el otoño de la vida.
Una noche de otoño, Fredrik Welin —el protagonista de la exitosa novela Zapatos italianos— se despierta cuando un incendio arrasa su casa. A sus sesenta y nueve años, este solitario médico jubilado sale penosamente de entre las llamas, calzado con unas botas de lluvia (pero ambas pertenecen al pie izquierdo). Sólo quedan, a la mañana siguiente, unas ruinas malolientes: ha perdido su casa y todas sus pertenencias, y tiene que mudarse a un remolque, una caravana que pertenece a su hija. Cuando por el archipiélago se extiende el rumor de que él mismo ha provocado el fuego, la policía lo interroga, sin llegar a acusarlo. De pronto, Louise, la hija de Fredrik, viaja hasta la isla por motivos misteriosos. Todos esos acontecimientos sumen en el desconcierto a Fredrik, que ese otoño ve como se acerca a la vejez, también a la muerte, y desea saldar todas sus cuentas con la vida. Sin embargo, al conocer a Lisa Modin, una periodista que trabaja para el diario local y que investiga el incendio, se despiertan en él sentimientos que llevaban mucho tiempo muertos. Cuando en Nochevieja decide celebrar una fiesta a la que invita a sus amigos, se desata un incendio en otra casa del archipiélago.

Botas de lluvia suecas (fragmento)

1
Mi casa se quemó una noche de otoño hace casi un año. Fue un domingo. Había empezado a levantarse viento a primera hora de la tarde. Al anochecer pude ver en el anemómetro que las ráfagas de aire superaban los veinte metros por segundo.
El viento era del norte y muy frío a pesar de que aún estábamos a principios del otoño. Cuando me acosté a las diez y media, pensé que esa era la primera tormenta otoñal que cruzaba la isla que había heredado de mis abuelos maternos.
Otoño, pronto invierno. Una noche, el agua del mar empezaría a helarse lentamente.
Era la primera vez ese otoño que me metía en la cama con calcetines. El frío lanzaba su primera embestida.
El mes anterior había arreglado el tejado haciendo un gran esfuerzo. Fue un trabajo enorme para un pequeño artesano. Había muchas tejas viejas y rotas. Mis manos, que una vez sujetaron bisturís en complicadas operaciones quirúrgicas, no estaban hechas para manejar ásperas tejas.
Ture Jansson, que había sido cartero aquí fuera, en las islas, durante toda su vida profesional, pero ya estaba jubilado, se había encargado de transportar las tejas nuevas desde el puerto. No quiso ni siquiera cobrar por ello. Como yo he instalado una consulta improvisada en mi cobertizo para ocuparme de todos los achaques imaginarios de Jansson, quizá pensara que debería devolverme el favor.
Durante todos estos años he examinado abajo, en el embarcadero junto al cobertizo, sus supuestos dolores de brazos y espalda. He alcanzado el estetoscopio colgado de un señuelo para cazar eíderes y he constatado que sus pulmones y su corazón sonaban como debían. En todos esos reconocimientos repetitivos, Jansson siempre ha demostrado encontrarse en perfectas condiciones. Su miedo a enfermedades imaginarias ha sido tan exagerado, que yo, durante los muchos años que ejercí de médico, nunca vi nada parecido. Ha sido cartero y, además, hipocondriaco a tiempo completo.

NADA CRECE A LA LUZ DE LA LUNA



Me conquistó la portada, me encandiló el título, me atrajo la editorial y me convenció la sinopsis:
"..en la estación de tren de una gran ciudad, un paseante, casi un voyeur, descubre a una mujer todavía joven que deambula solitaria ya de noche. La mujer sigue al hombre hasta la casa de éste, y allí le ofrece o su cuerpo o su historia, como en los cuentos del lejano Oriente. El hombre elige conoce...r la vida de la mujer...." Por tanto me traje esta novela de la biblioteca y me ha costado mucho trabajo leerla, la he terminado porque no me gusta dejar libros a medias y por si en algún momento la historia tenía "una vuelta" que la hiciese única; pero ha resultado un largo monólogo de una mujer patológicamente enamorada de un maltratador emocional, un individuo despreciable que ha arruinado su vida con la inestimable colaboración de ella, todo ello relatado prolijamente a un desconocido, con toques de análisis social de la clase trabajadora y crítica al ambiente opresivo de los pueblos pequeños. Teniendo en cuenta que la novela fue publicada en los años 40 he de reconocerle el mérito pero me ha resultado tremendamente aburrida.

RESEÑA DE CLARA GLEZ. para LIBROS, 4 de Abril de 2017

Nada crece a la luz de la luna - Torborg Nedreaas
Me cuesta trabajo escribir sobre este libro, con todo lo que me ha sacado, con lo que me hi...zo pensar.
No conocía a la autora, y llegó a mis manos de forma casual, leí un poco de su biografía y sin más me puse a leerlo, no suelo leer ni la sinopsis. Y de pronto una desconocida me pregusta si la dejo contarme su historia…Ella no podía dejar de hablar, y yo no podía dejar de escucharla.
Así de esta manera empieza el libro, con una desconocida contando su vida a un desconocido, entre vino y tabaco.
Tanto el hombre desconocido como yo no podíamos hacer otra cosa que escuchar su relato.
Un relato donde nos cuenta su vidas, sus amores, su vida agobiante en un pueblo noruego donde como en casi todos los pueblos hay unos visillos desde donde clasificar a la gente, juzgarla.
Una vida donde hay amores secretos, ocultos, miedo represión.
Una vida donde el desamparo, la soledad, el miedo, la incomunicación están presentes... Y de pronto esta mujer está dispuesta a contar su historia, a un desconocido. Puede que así le sea más fácil, puede que así pueda escaparse de esa cárcel en la que se ha convertido su vida.
No puedo dejar de oír el grito de este libro, el grito de mujeres condenadas a vidas y a decisiones difíciles , como el aborto, como la desigualdad… No puedo más que invitar a que lo leáis.
Y acabo con este párrafo que he releído varias veces:
"¿Sabes lo que me dijo un hombre una vez?… No, ya se desbocan mis pensamientos, pero quiero contarte lo que un hombre me dijo una vez. Me dijo: «Nada crece a la luz de la luna». Bueno, me desespero terriblemente porque no consigo expresar lo que quiero que entiendas ahora… Tenemos demasiado miedo a que nos dé directamente la ardiente luz del sol. Anhelamos el sol, pero nos sentimos más seguros bajo la luz de la luna. Lo entiendes, ¿verdad? En fin, tal vez lo entiendas cuando esta noche haya acabado."

Sinopsis (Ed. errata naturae)
Esta fascinante novela comienza de un modo tan sugerente como misterioso: en la estación de tren de una gran ciudad, un paseante, casi un voyeur, descubre a una mujer todavía joven que deambula solitaria ya de noche. La mujer sigue al hombre hasta la casa de éste, y allí le ofrece o su cuerpo o su historia, como en los cuentos del lejano Oriente. El hombre elige conocer la vida de la mujer.
Así, a lo largo de una noche sabremos quién fue ella, quién fue aquel profesor y amante al que veneró de jovencita, cuáles fueron sus deseos y sus esperanzas, sus ansias y sus frustraciones, cuál fue su amor tormentoso y clandestino. Café, alcohol y cigarrillos, los ruidos de la noche, unos pasos en el piso de arriba, un portazo que se oye en casa de algún vecino, un tranvía que frena al final de la calle… son los elementos que se acompasan con la voz de la desconocida. Pasan las horas, y la voz de la mujer, como un susurro a veces ingenuo, a veces desgarrador, entrega al hombre (pero en realidad a los lectores) su íntimo caudal de recuerdos, liberando así un apasionante relato que llevaba demasiado tiempo escondido. Publicada por primera vez en Noruega en 1947, Nada crece a la luz de la luna es uno de los grandes clásicos modernos nórdicos, leído por las distintas generaciones desde entonces, e incluso convertido en obra de teatro y película décadas después de su publicación. Es, seguramente, la novela idónea para presentar a los lectores en español la obra de esta autora clave, Torborg Nedreaas: maestra en atmósferas tan dramáticas como sensoriales y llenas de matices, muy crítica con las desigualdades sociales a la vez que atenta a la prodigiosa naturaleza de Noruega.

Nada crece a la luz de la luna (fragmento)"Lo que mi madre revelaba de la ignorancia de nuestra clase —esa que se nos impone, esa a la que se nos somete a la fuerza— era lo que convierte a muchas de nuestras mujeres en poco más que unas sucias rameras cuando se enfrentan a duras pruebas. En la desesperación de mi madre asomaba la detestable escoria de la estupidez, la obscena cara oculta de la estupidez, la estúpida crueldad de quien pierde la cabeza a causa de la impotencia y no logra superar la prueba.
Y mi padre se hallaba solo bajo la sombra de lo innegable, que se aproximaba sin tapujos. Era el hombre más solo que la muerte ha visto jamás. Yo debí haberle entendido. Era su hija. Pero huí. Me encerré en mí misma y me aferré con avaricia a mi felicidad sin querer adentrarme en la sombra de su agonía, pues la silenciosa lucha contra la mezquindad de mi casa, la lucha contra un cansancio que quería encadenarlo a una silla y apartarlo del trabajo, la lucha contra aquello que le quitaba el aliento con la intención de ahogarlo… Era una lucha contra una muerte horrible.
Ya lo he dicho. Traicioné a mi padre en el momento más difícil. Buscaba la embriaguez en casa de Johannes. Me aferraba a esa embriaguez sin querer ver nada más. Sólo en una ocasión sentí algo por los míos. Fue una noche en que mi hermana estaba llorando en la cama. Me acosté con ella para consolarla. Pero ya te he contado esto, ¿no?
Sentí algo vivo en su interior. Algo que vivía en su barriga. Y puesto que me sentía tan sola y… Bueno, fue muy extraño porque no había nada vivo en mi interior. Amaba, era feliz, pero sólo se trataba de mi cuerpo, nada dentro de él. Pero ya te he hablado de esto antes. No te impacientes. Bueno, voy a contarte ahora qué ocurrió.
Ocurrió durante el otoño. Una buena y mala época. Pero aparté a un lado lo malo y me desentendí de ello. Mi vida estaba junto a Johannes. Eran las noches en que me escapaba a su casa al amparo de la oscuridad y la lluvia otoñal. Él me esperaba y me amaba. Pero en casa se dieron cuenta. Se dieron cuenta de que pasaba las noches fuera y de que por la mañana estaba cansada y a menudo llegaba tarde a la oficina. La situación era incómoda en la oficina y mi madre se puso ordinaria, como las madres suelen hacer con la mejor intención. En casa yo era fría y rencorosa, pero me volvía cálida y alegre cuando salía en la oscuridad sabiendo que Johannes me esperaba sentado en su apacible salita de estar tras las cortinas cerradas.
Y entonces ya no pude más. Un día ya no pude más. Por supuesto, yo veía que me había vuelto insoportable en casa. Me defendía poniéndome en plan grosero. Me sentía vulgar y horrible por ello, y muy enferma. Y ya no pude más. "






LA NOVENA


Siempre es un placer leer a Marcela Serrano.
La novena es su décima novela en la que, aparentemente, un hombre es protagonista....., digo aparentemente porque la verdadera protagonista es una mujer y todas las mujeres que han vivido antes que ella, viven en ella y vivirán después de ella.
Es verdad que en esta ocasión Serrano recurre en demasía a los estereotipos sociales y culturales y trufa su novela de "casualidades" a veces un poco forzadas pero aun así es un placer leer su prosa sencilla y su relato de una época que aún está clavada en el corazón de Chile como si fuera un puñal.
Para no olvidar la ignominia, leed a Marcela Serrano es como un bálsamo que no cura pero alivia.
Sinopsis (Ed. Alfaguara)
La esperada nueva novela de la autora de Diez mujeres es la historia de una traición.
Un conmovedor relato en el que Marcela Serrano nos interna en los afectos de varias generaciones de mujeres que enfrentan el desgarro de ser traicionadas y el de traicionar a su vez.
«¿Quieres saber quiénes me han traicionado? Todos.»
Producto de un accidente absurdo Miguel Flores, un estudiante universitario, es detenido en una protesta contra la dictadura de Pinochet. Tras unos días en el calabozo del cuartel policial es enviado a una zona agrícola cercana a la capital, pero aislada de toda actividad política.
Sin recursos y obligado a firmar a diario en el retén de Carabineros, sus días transcurren en soledad y con el mínimo para subsistir. Su presencia genera temor u odio entre los lugareños, salvo en Amelia, una mujer de mediana edad, viuda y dueña del fundo La Novena. Ella acoge al relegado, le abre las puertas de su casa y con ello las de un mundo cultural y social que representa todo lo que Miguel más detesta.
Poco a poco la relación entre ellos hace que él cuestione sus prejuicios, en tanto que sus sentimientos pasan del profundo deseo de odiarla a una atracción y un vínculo permanente. Pero el azar y la actividad política de Miguel provocarán un giro en extremo, doloroso e irreparable para ambos.

La Novena (fragmento)

Santiago de Chile, septiembre 2005

Cuando alguna vez le preguntaron cómo soportaba nadar en las aguas tan frías del Pacífico sur, ella respondió, eso no importa, si ya estoy congelada. Con aquel testimonio en la memoria, Miguel Flores abre las puertas del viejo armario blanco y con el dedo sigue la huella de la pátina cobriza que recorre la veta de la madera. Ha aprendido que vestirse cada mañana es contar una historia de sí mismo. Aún no está seguro de qué debe contar, de qué quiere contar en este día. Verifica distraído que una de las bisagras de la puerta del armario está a punto de vencerse y romper toda complicidad con los pequeños tornillos que la sujetan. Rememora con alguna nostalgia su llegada al país y la mañana aquella en que compró este mueble en el Parque de los Reyes, lo complicado que fue el traslado hasta su departamento porque no cabía en el ascensor, y la mala cara de los de la mudanza al verse obligados a subir las escaleras con ese enorme trasto a cuestas. Mira sus trajes con esmerada atención: cuál será el más adecuado, de ningún modo el pantalón gris con chaqueta azul, no, odia por principio el rebaño de la ciudad, manso, aburrido, uniforme. Quiere ir muy atildado, presentar sus respetos vestido de un solo color, ojalá oscuro de acuerdo a las circunstancias, gris quizás, o tal vez ese terno marengo que usa para las reuniones con los clientes más importantes, buen corte, solo dos botones, la caída elegante e impecable, hasta lo confundieron con un miembro del directorio de la empresa a la que iba a asesorar la última vez que se lo puso, él en un directorio, para la risa. Sí, a Amelia le habría gustado este traje marengo, qué lástima, ella nunca lo vio bien vestido, un adefesio, le decía sin ningún escrúpulo, que cuál era el afán de andar tan desastrado. Los zapatos y los calcetines siempre deben ser negros, pero se pregunta por la camisa, blanca o celeste, no es tan obvio, aunque el blanco solemniza, por Dios, qué cantidad de camisas blancas, en qué momento las ha acumulado, tan prístinas y bien planchadas, qué trabajo se da la Brígida todos los martes, plancha que te plancha, porque los jueves cocina y pasa la aspiradora, ella tiene sus reglas. Elije la que más le gusta, roza el sólido algodón y la huele, qué placentero es el olor a limpio. Ahora la corbata. Como si con cierta pereza lo hubiese postergado porque siempre le resulta lo más difícil, mira el colgador donde tiene agrupadas las corbatas y se marea un poco, el celeste, el amarillo y el rojo son los colores que priman en ese revoltijo de sedas, rayas, círculos, óvalos, flores de lis, incluso algunos animalitos, no es que falte el diseño. Luego de una lenta inspección elige una azul oscura con un leve toque de amarillo, las líneas diagonales parecen ranuras de luz que se han ladeado, delgaditas, muy delgaditas, interrumpiendo la severidad del azul. Ya enteramente vestido se mira con descaro en el espejo, igual que Mary Anne en Manchester cada vez que salían de fiesta, tanto que te miras, le decía, y ahora es él quien lo hace porque algo adentro, bien adentro, le pide estar a la altura. De reojo, al partir, por décima vez, echa un fugaz vistazo al recorte de su barba.

UN HOMBRE OCIOSO


En una hermosa edición, muy propia de la editorial Gallo Nero, he leído la primera de las dos novelas escritas por Yusuf Atilgan, escritor turco desconocido, hasta ahora, para mi.
Y en Un hombre ocioso, Atilgan relata en cuatro estaciones la vida de C. un hombre que vive de rentas y dedica su tiempo infinito a oponerse a todo lo que conoce, a todos los convencionalismos y a todas las opiniones que considera alienantes y absurdas. Dedica su tiempo infinito, además, a la búsqueda de la mujer perfecta porque, en el fondo, C. es un hombre profunda y absolutamente solo.
Narrada con gran precisión en algunos momentos se hace pesada por la dificultad insuperable de empatizar con los personajes, aun así se trata de una propuesta literaria original que me ha gustado leer por la exploración de los sentimientos y el estilo narrativo.

Sinopsis (Ed. Gallo Nero)
«Amo a Yusuf Atilgan, el escritor intensamente turco que se inspiró en Faulkner.»
Orhan Pamuk
Un hombre que se opone a todo, que se enfrenta a todo, que resiste a todo: un hombre ocioso. Ni tan siquiera tiene nombre. «C.» es como Yusuf Atilgan lo llama, así, escuetamente.
C. no aguanta lo ordinario, lo monótono, las comodidades de la rutina, es superior a sus fuerzas. Hombre extraño y ansioso, desilusionado del amor, deambula por las calles de Estambul decidido a no sucumbir a las expectativas de la familia y de la sociedad.
Publicada en 1959 y a menudo comparada con El extranjero de Albert Camus, Un hombre ocioso desafió los valores de la joven República de Turquía poniendo de manifiesto el sentido de alienación del hombre moderno.

Un hombre ocioso (fragmento)

« A su lado pasaba un vendedor de roscas con la tabla en la cabeza y la hora pegada: lo paró y le compró una.»
"Como los asideros del tranvía. Te estiras y te agarras. Unos se agarran a su riqueza, otros a su puesto de director, otros, a su trabajo, a su arte. Los hay que se agarran a sus hijos. Todo el mundo cree que su asidero es el mejor, el más alto. No ven que es ridículo."


TORMENTA DE NIEVE Y AROMA DE ALMENDRAS


A estas alturas tocaba ya una novela totalmente navideña de esas que lees mientras ves un programa de cocina, comes un polvorón, asas un pollo de corral y montas nata para el tronco de navidad....
Y así ha sido, esta colección de relatos en los que la nórdica Lackberg pretende imitar a doña Agatha.
Puede leerse mientras se hacen otras tareas navideñas y no se necesita concentración ya que es flojita, muy flojita.
Como en otras cuestiones de la vida, también en la literatura, entre el original y la copia, me quedo con el original!!!

Sinopsis (Ed. Maeva)
Falta menos de una semana para Navidad. Enmarcada entre un fondo de rocas grises y un mar de hielo, con sus casitas de madera cubiertas por la nieve, Fjällbacka regala una imagen de postal. Martin Molin, el joven policía ayudante de Patrik Hedström, viaja a una isla cercana a la costa de Fjällbacka para pasar las fiestas navideñas con la adinerada familia de su novia. En medio de una fuerte tormenta, Ruben, el abuelo y patriarca de la familia, poseedor de una inmensa fortuna, muere en circunstancias extrañas. Martin percibe el sutil aroma a almendras amargas que flota en el aire, claro indicio de un envenenamiento. Inquietos e incomunicados, los invitados tendrán que esperar a que amaine la tormenta.
El libro contiene, además, cuatro relatos cortos, independientes, situados en la constelación de Fjällbacka y de sus personajes.

Tormenta de nieve y aroma de almendras (fragmento)

De nuevo olía a nieve. Faltaba menos de una semana para Navidad y el mes de diciembre ya había traído su lote de frío y nieve. Durante varias semanas, una gruesa capa de hielo había cubierto el mar, pero, con la subida de las temperaturas durante los últimos días, se había vuelto quebradiza y traicionera.
Martin Molin se encontraba en la proa del barco que enfilaba hacia Valö por el canal que la lancha de salvamento marino había abierto en el hielo. Se preguntaba si habría tomado la decisión correcta. Lisette había insistido mucho para que fuera, tanto que había llegado a suplicárselo. Las reuniones familiares no eran su fuerte, le había dicho ella, y se lo pasaría mucho mejor si él la acompañaba. Pero un encuentro familiar daría a entender que su relación iba en serio y él no lo sentía así.
Aunque ahora ya no había vuelta atrás. Se lo había prometido y ahí estaba, de camino a la isla de Valö y a la antigua colonia de vacaciones transformada en hotel donde pasaría dos días con la familia de Lisette.
Se giró. Fjällbacka era de una belleza extraordinaria, sobre todo en invierno, cuando sus casitas rojas quedaban ocultas entre tanta blancura. Protegida por la roca gris de la montaña, ofrecía un espectáculo único y sugerente. Tal vez debería abandonar Tanumshede para mudarse allí, se dijo, riéndose de su idea disparatada. Si algún día le tocara la lotería, quién sabe.
–¿Me lanza el cabo? –gritó el hombre del embarcadero.

LAS CHICAS


Esta aclamadísima novela la tenia en mi "lista de pendientes" desde hace tiempo y ahora en las vacaciones navideñas he tenido tiempo para abordarla como se merece.
Realmente la joven Cline no se ha devanado mucho los sesos en busca de argumento, de hecho si clickais en Google, Familia Manson, os saldrá una aproximación bastante certera de como transcurre esta novela, solo tendréis que realizar el fácil ejercicio de cambiar los nombres y taaaacháaaan! !!! ya tenéis servido el hilo argumental de principio a fin....
La autora se ha permitido sólo dos licencias, el cambio de nombres, antes mencionado e incluir como narradora a una jovencita perdida que busca su propia identidad por todos los medios a su alcance.
Descartada, pues, la originalidad argumental he buscado lo positivo de la novela y me ha gustado la prosa fluida con que Cline relata los hechos a través de la misma narradora en dos épocas de su vida (adolescencia y madurez), me ha gustado la descripción de situaciones y la confusión de sentimientos adolescentes que conduce al final previsto...., algunos personajes adolecen de profundidad lo cual produce alguna incongruencia que la propia trama soluciona pero que resta complejidad a la novela y la hace más superficial.
Recomendable por su curiosidad y la prosa cuidada que exhibe aunque no una obra maestra como se ha intentado vender.

Sinopsis (Ed. Anagrama)
California. Verano de 1969. Evie, una adolescente insegura y solitaria a punto de adentrarse en el incierto mundo de los adultos, se fija en un grupo de chicas en un parque: visten de un modo descuidado, van descalzas y parecen vivir felices y despreocupadas, al margen de las normas. Días después, un encuentro fortuito propiciará que una de esas chicas –Suzanne, unos años mayor que ella– la invite a acompañarlas. Viven en un rancho solitario y forman parte de una comuna que gira alrededor de Russell, músico frustrado, carismático, manipulador, líder, gurú.
Fascinada y perpleja, Evie se sumerge en una espiral de drogas psicodélicas y amor libre, de manipulación mental y sexual, que le hará perder el contacto con su familia y con el mundo exterior. Y la deriva de esa comuna que deviene secta dominada por una creciente paranoia desembocará en un acto de violencia bestial, extremo…
Esta novela es obra de una debutante que, dada su juventud, ha dejado boquiabierta a la crítica por la inusitada madurez con la que cincela la compleja psicología de sus personajes. Emma Cline construye un retrato excepcional de la fragilidad adolescente y del tormentoso proceso de hacerse adulto. También aborda el tema de la culpa y las decisiones que nos marcarán toda la vida. Y recrea aquellos años de paz y amor, de idealismo hippie, en los que germinaba un lado oscuro, muy oscuro. La autora se inspira libremente en un episodio célebre de la crónica negra americana: la matanza perpetrada por Charles Manson y su clan. Pero lo que le interesa no es la figura del psicópata demoniaco, sino algo mucho más perturbador: aquellas chicas angelicales que cometieron un crimen atroz y sin embargo durante el juicio no perdían la sonrisa… Sobre ellas  –¿qué les llevó a traspasar los límites?, ¿Cuáles fueron las consecuencias de unos actos que las perseguirán siempre?– versa esta novela que deslumbra e inquieta.

Las chicas (fragmento)

Volví la mirada por las risas, y seguí mirando por las chicas. Lo primero en lo que me fijé fue en su pelo, largo y despeinado. Luego en las joyas, que relucían al sol. Estaban las tres tan lejos que sólo alcanzaba a ver la periferia de sus rasgos, pero daba igual: sabía que eran distintas al resto de la gente del parque. Las familias arremolinadas en una cola difusa, esperando las salchichas y hamburguesas de la barbacoa. Mujeres con blusas de cuadros acurrucadas bajo el brazo de sus novios, niños lanzando bayas de eucalipto a las gallinas de aspecto silvestre que invadían la franja de parque. Aquellas chicas de pelo largo parecían deslizarse por encima de todo lo que sucedía a su alrededor, trágicas y distantes. Como realeza en el exilio. Las examiné con una mirada boquiabierta, flagrante y descarada: no parecía probable que fuesen a echar un vistazo y reparar en mí. La hamburguesa había quedado olvidada en mi falda, la brisa traía consigo el tufo a pescado del río. En aquella época, analizaba y puntuaba de inmediato a las demás chicas, y llevaba un registro constante de todas mis carencias. Vi al momento que la de pelo negro era la más guapa. Ya me lo esperaba, antes incluso de distinguir sus caras. Un atisbo de ensueño flotaba en torno a ella; llevaba un vestido ancho que apenas le tapaba el culo. Iba flanqueada por una pelirroja flacucha y una chica algo mayor, vestidas ambas con la misma improvisada dejadez. Como si acabasen de rescatarlas del fondo de un lago. Sus sortijas baratas eran como una segunda hilera de nudillos. Jugaban con una línea muy frágil, belleza y fealdad al mismo tiempo; una oleada de atención las siguió por el parque. Las madres buscaron con la mirada a sus hijos, llevadas por algún sentimiento que no sabrían identificar. Las mujeres cogieron a sus novios de la mano. El sol despuntaba entre los árboles, como siempre – los sauces soñolientos, las rachas de viento cálido soplando sobre las mantas de pícnic–, pero la familiaridad del día quedó perturbada por el camino que trazaban las chicas a través del mundo corriente. Gráciles y despreocupadas, como tiburones cortando el agua.

AGATHA RAISIN Y LA QUICHE LETAL


Primera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Agatha Raisin, mujer de mediana edad que se ha "retirado" a un cottage en las Midlands (Reino Unido) donde ejerce de detective aficionada.

Lectura puramente vacacional, pueblecito inglés, detective aficionada, vecinas cotillas, concursos de pastelería y asesinatos....!
Agatha Raisin un personaje amable y una serie para disfrutar sin complicaciones.

Sinopsis (Ed. arroba books)
UNA NOVELA CON INGREDIENTES DE PRIMERA: UN CADÁVER AL ESTILO AGATHA CHRISTIE, UNA PROTAGONISTA EXQUISITA Y MUCHO SENTIDO DEL HUMOR.
A sus cincuenta y tres años, Agatha Raisin quiere empezar de cero: ha decidido cerrar su empresa de relaciones públicas y cambiar su piso de Londres por una casita de ensueño en Carsely, un pueblo en el corazón de la Inglaterra rural. El problema es que empezar de cero no es tan fácil: Agatha se siente sola, echa de menos su vida social londinense y, por si fuera poco, percibe que sus nuevos vecinos la tratan con una frialdad que para una mujer acostumbrada a salirse con la suya puede resultar ofensiva.
Dispuesta a hacer lo que sea por ganarse la simpatía del vecindario, Agatha decide participar en un concurso de quiches. Para asegurarse el triunfo, compra una quiche en una tienda de comida preparada de la City. ¿Qué es entonces lo peor que puede pasarle, además de no ganar un concurso dotado con un premio de diez míseras libras? Que uno de los miembros del jurado muera envenenado… Señalada por medio pueblo como principal sospechosa, Agatha Raisin iniciará las pesquisas por su cuenta y riesgo.
Agatha Raisin y la quiche letal (fragmento)

1La señora Agatha Raisin se sentaba a la mesa que acababa de despejar en su oficina de South Molton Street, en el barrio londinense de Mayfair. Desde la antesala le llegaba el murmullo de voces y el tintineo de vasos: el personal se disponía a despedirse de ella.
Agatha había decidido jubilarse anticipadamente. Había levantado la empresa de relaciones públicas dedicándole muchos años de arduo trabajo. Había prosperado, dejando muy atrás sus orígenes de clase obrera en Birmingham. Había sobrevivido a un matrimonio desgraciado, se había divorciado y lo había superado, con el espíritu maltrecho pero resuelta a salir adelante en la vida. Todo el esfuerzo que había puesto en su trabajo se encaminaba a un fin, el cumplimiento de un sueño: una casa de campo en los Cotswolds.
Los Cotswolds, en las Midlands, son probablemente uno de los escasos paisajes hermosos creados por la mano del hombre en el mundo: pintorescas aldeas de casas de piedra dorada, preciosos jardines, serpenteantes caminos verdes e iglesias antiguas. A Agatha la habían llevado a los Cotswolds de niña a pasar unas breves y mágicas vacaciones. Y si bien a sus padres no les habían gustado nada y manifestaron que deberían haber ido a cualquier hotel de la cadena Butlin’s Holiday Camp, como siempre, para Agatha los Cotswolds representaban todo cuanto anhelaba en la vida: belleza, tranquilidad y seguridad. Así que, ya de niña, había decidido que algún día viviría en una de aquellas preciosas casitas de campo, en un pueblo tranquilo, lejos del ruido y los malos olores de la ciudad

MANUAL PARA MUJERES DE LA LIMPIEZA


RESEÑADO por Clara Glez, para LIBROS, 22 Octubre de 2016.

¿ Qué cosas pueden pasar en tu vida, que siendo una gran escritora, dejas la escritura a un lado para seguir malviviendo?
Eso me pregunté cuando acabé de leer Manual para mujeres de la limpieza, e indagué en la vida de su autora, buscando más lib...ros.
Esta mujer que a sus 30 años, lleva a sus espaldas tres matrimonios, 4 hijos, alcohol para llenar un bar y un enfermedad que le obliga a llevar corsé, a pesar de ser premiada, se convierte en una de esa estirpe de escritores malditos, esos que triunfan una vez muertos.
Este libro consta de unos 47 relatos, sobre gente común, sobre sus miserias, su vida, sin florituras, contando esas escenas que se fue encontrando a lo largo de su vida, mientras se mudaba de un lugar a otro, y aceptaba cualquier tipo de trabajo para sacar adelante lo poco o mucho que tenía.
En estos relatos cuentas muchas cosas, muchas vidas, muchos momentos, quizás todos autobiográficos, quizás no… pero todos narrados con una sinceridad de espanto, sin florituras ni
paños calientes. Cuenta muchas cosas, pero con pocas palabras, describe muy bien lo que quiere transmitir, pero no se recrea en su explicación, lo suelta sin más. Y te hace vivir todos esos cuentos, como si fueras tu quien vive esas realidades, duras, hasta sucias me atrevería a decir, pero donde siempre parece asomar un halo de esperanza, de buen humor en las peores situaciones.
Indagando un poco en su vida, decía que se reconoció al cabo de los años, en las historias que escribió 30 años antes.
Era partidaria de contar las historias, sin apenas modificar la realidad, y creo que lo consiguió, pero si era así…, que dura tuvo que ser su vida.
Manual para mujeres de la limpieza – Lucía Berlín señora, yo lo hice después de leer el libro, y me cuadraron muchos de sus relatos, por no decir todos.

Y esta es mi opinión acerca de esta novela:
Lo terrible de los grandes descubrimientos editoriales es que te hacen tirarte de cabeza, incluso, a géneros literarios que nunca te han interesado...., a veces aciertan y otras veces maldices mil veces el nombre del recomendador y le deseas una larga y angustiosa lectura del peor libro que imaginarse pueda.
Atraída por la crítica y las comparaciones (Carter, Chejov, Auster.....) Me sumergí en la lectura de esta recopilación póstuma de los relatos de Lucía Berlín, desconocida para mi hasta entonces y transmutada en una suerte de heroína postmoderna por obra y gracia de la crítica, la cosa empezó mal con un prólogo y una introducción a cargo de Lydia Davis y Stephen Emerson tan laudatorios que hacen sospechar que algo falla....., por cierto, la extensión de ambos es incomprensible.
Luego, 43 relatos, autojustificación novelada de una vida desperdiciada, irresponsable y autocomplaciente que trasluce un egoísmo tan brutal que me resulta imposible comprender y disfrutar. Es increíble que alguien ose comparar estos relatos con los de Chejov o Auster, con los que puedo identificarme a pesar de ser, ambos, hombres y culturalmente lejanos a mi.  En ningún momento he podido identificarme con la prosa, a veces ramplona, a veces pedante de Lucía Berlín por no decir que sus vivencias me importan un bledo y me aburren soberanamente.
¿Podría rescatar alguno de estos cuentos morbosos y narcisistas?, pues me resultaría muy difícil. No me interesa esta mujer, no me interesa su vida y a eso se reduce todo.
¿Su forma de escribir?, prescindible.

Sinopsis (Ed. Alfaguara)
Tras años de injusto olvido, Alfaguara se suma al fenómeno editorial del descubrimiento de Lucia Berlin, el secreto mejor guardado de la literatura estadounidense, una auténtica revolución literaria.
«Recién aparecido en Estados Unidos ya ha arrasado en los suplementos literarios y tiene todos los puntos para convertirse en un libro de culto.»
Sergio Vila-Sanjuán,La Vanguardia
«Lucia Berlin pasó su vida en la oscuridad. Ahora se la reverencia como a un genio literario.»
Brigit Katz,The New York Times
Con su inigualable toque de humor y melancolía, Berlin se hace eco de su vida, asombrosa y convulsa, para crear verdaderos milagros literarios con episodios del día a día. Las mujeres de sus relatos están desorientadas, pero al mismo tiempo son fuertes, inteligentes y, sobre todo extraordinariamente reales. Ríen, lloran, aman, beben: sobreviven.
Uno de los mejores libros del año segúnThe New York Times,The Guardian,NPRyThe Boston Globe. En la lista de los más vendidos en Estados Unidos desde su publicación. Tarducida a más de 14 idiomas.

Manual para mujeres de la limpieza (fragmento)

Lavandería Ángel

Un indio viejo y alto con unos Levi’s descoloridos y un bonito cinturón zuni. Su pelo blanco y largo, anudado en la nuca con un cordón morado. Lo raro fue que durante un año más o menos siempre estábamos en la Lavandería Ángel a la misma hora. Aunque no a las mismas horas. Quiero decir que algunos días yo iba a las siete un lunes, o a las seis y media un viernes por la tarde, y me lo encontraba allí.
Con la señora Armitage había sido diferente, aunque ella también era vieja. Eso fue en Nueva York, en la Lavandería San Juan de la calle 15. Portorriqueños. El suelo siempre encharcado de espuma. Entonces yo tenía críos pequeños y solía ir a lavar los pañales el jueves por la mañana. Ella vivía en el piso de arriba, el 4-C. Una mañana en la lavandería me dio una llave y yo la cogí. Me dijo que si algún jueves no la veía por allí, hiciera el favor de entrar en su casa, porque querría decir que estaba muerta. Era terrible pedirle a alguien una cosa así, y además me obligaba a hacer la colada los jueves.
La señora Armitage murió un lunes, y nunca más volví a la Lavandería San Juan. El portero la encontró. No sé cómo.
Durante meses, en la Lavandería Ángel, el indio y yo no nos dirigimos la palabra, pero nos sentábamos uno al lado del otro en las sillas amarillas de plástico, unidas en hilera como las de los aeropuertos. Rechinaban en el linóleo rasgado y el ruido daba dentera.
El indio solía quedarse allí sentado tomando tragos de Jim Beam, mirándome las manos. No directamente, sino por el espejo colgado en la pared, encima de las lavadoras Speed Queen. Al principio no me molestó. Un viejo indio mirando fijamente mis manos a través del espejo sucio, entre un cartel amarillento de PLANCHA 1,50 $ LA DOCENA y plegarias en rótulos naranja fosforito. DIOS, CONCÉDEME LA SERENIDAD PARA ACEPTAR LAS COSAS QUE NO PUEDO CAMBIAR. Hasta que empecé a preguntarme si no tendría una especie de fetichismo con las manos. Me ponía nerviosa sentir que no dejaba de vigilarme mientras fumaba o me sonaba la nariz, mientras hojeaba revistas de hacía años. Lady Bird Johnson, cuando era primera dama, bajando los rápidos.
Al final acabé por seguir la dirección de su mirada. Vi que le asomaba una sonrisa al darse cuenta de que también yo me estaba observando las manos. Por primera vez nuestras miradas se encontraron en el espejo, debajo del rótulo NO SOBRECARGUEN LAS LAVADORAS.
En mis ojos había pánico. Me miré a los ojos y volví a mirarme las manos. Horrendas manchas de la edad, dos cicatrices. Manos nada indias, manos nerviosas, desamparadas. Vi hijos y hombres y jardines en mis manos.
Sus manos ese día (el día en que yo me fijé en las mías) agarraban las perneras tirantes de sus vaqueros azules. Normalmente le temblaban mucho y las dejaba apoyadas en el regazo, sin más. Ese día, en cambio, las apretaba para contener los temblores. Hacía tanta fuerza que sus nudillos de adobe se pusieron blancos.
La única vez que hablé fuera de la lavandería con la señora Armitage fue cuando su váter se atascó y el agua se filtró hasta mi casa por la lámpara del techo. Las luces seguían encendidas mientras el agua salpicaba arcoíris a través de ellas. La mujer me agarró del brazo con su mano fría y moribunda y dijo: «¿No es un milagro?».

viernes, 29 de diciembre de 2017

LOS CRÍMENES DEL ACORDEÓN


Localicé a la autora en una de las múltiples listas de aspirantes al Nobel de Literatura 2016 (vana ilusión), me la traje de la biblioteca con la emoción del autor nuevo y el libro pendiente pero creo que he elegido mal la novela con la que inicio el conocimiento de Annie Proulx.
Los crímenes del acordeón es una novela cuya sinopsis anuncia grandes cosas:
"Todo comienza en Sicilia en 1890, cuando, al terminar su mejor obra —un acordeón de diecinueve botones de marfil y tapa laqueada—, un artesano sueña con América..."
Pero, fundamentalmente, se trata de una serie de capítulos que pueden ser leídos de forma independiente ya que su hilo conductor es el acordeón, con personajes planos basados en el estereotipo de cada nacionalidad, con situaciones que pretenden ser originales y no lo son y con un discurrir que podría calificar, suavemente, de aburrido.
La prosa de Proulx es excelente, pero hace falta algo más para que una novela pueda ser calificada de buena, a esta le falta ritmo, conexión, realidad y "punch".
En resumen he estado a punto de dejarlo a medias, pero he hecho un gran esfuerzo para "tragarme" las más de 400 páginas de una novela que no me ha conquistado en ningún momento-
Sinopsis (Ed. Tusquets)
Todo comienza en Sicilia en 1890, cuando, al terminar su mejor obra —un acordeón de diecinueve botones de marfil y tapa laqueada—, un artesano sueña con América. Junto con su hijo de once años, y sin más pertenencias que el instrumento, se embarca rumbo al abigarrado puerto de Nueva Orleans. Allí le espera un insospechado mundo hostil e implacable al que sólo sobrevivirá el acordeón. Con él asistiremos a la fundación de una ciudad en el estado de Iowa, en el seno de otra comunidad de emigrantes, esta vez alemanes. Luego pasará por las manos sucesivas de varias familias, que conocen la riqueza y la ruina en el nuevo mundo, y así, de Iowa a Texas, de Maine a Louisiana, entre africanos, polacos, noruegos, irlandeses, vascos y franco-canadienses, seguiremos sus pasos por una América ásperamente racista que se construye a sí misma, una América cuyo último vínculo con el pasado será la voz humilde y destartalada de un acordeón.


LECTURAS DE LOS REHENES


Me atrajo desde el principio la bella factura de esta novela, muy propia de la editorial funambulista, la foto de la portada avanza misterio y aislamiento, las dimensiones del libro lo hace idóneo para leer en cualquier lugar. Leer la sinopsis no supuso un plus para mi, pero me intrigó la resolución de un argumento que se anuncia como: "un grupo terrorista toma como rehenes a unos turistas japoneses en un país extranjero...."
Y así, poco a poco, me he encontrado con un prólogo y 9 relatos; nueve instantes de una vida, nueve momentos especiales que sirven, como los relatos de Sherezade, para ahuyentar a la muerte, para conquistar la individualidad, para reafirmar la existencia, para huir del temor recordando el amor, la familia, el trabajo, la amistad.
Relatos para compartir con los compañeros de cautiverio, relatos para vivir; no se cual de ellos me ha emocionado más, sé que volvería a leerlos, sin dudar.
Y así, El bastón, Las galletas Eco, La sala B de reuniones, El lirón que hibernaba, La virtuosa del consomé, El joven lanzador de jabalina, La abuela difunta, El ramo de flores y Las hormigas cortadoras de hojas; se transforman en el mayor homenaje a la literatura otorgándole la capacidad de trascender las situaciones más adversas, transformando al narrador en el guía que nos conduce a lugares lejanos y hace que olvidemos el presente para no olvidar nunca el relato.
Muy recomendable!

Sinopsis (Ed. Funambulista)
Un grupo terrorista toma como rehenes a unos turistas japoneses en un país extranjero. Después de una primera movilización de los medios de comunicación, pasa el tiempo y las negociaciones se vuelven más complicadas. La atención de la prensa internacional y de la opinión pública va decayendo y todo el mundo parece olvidar a los turistas secuestrados. Pasados los años, salen a la luz unas grabaciones de unas escuchas realizadas en la cabaña donde los terroristas habían recluido a sus víctimas. En ellas están recogidas las historias que cada uno de los rehenes escribió y, luego, leyó en voz alta a los demás: una idea que, en un primer momento,  sirvió para combatir el tedio y el abatimiento, y que luego se convirtió en una manera para vencer el miedo a un futuro incierto explorando un pasado que llevaban en su interior y que nadie podría arrebatarles.
Yoko Ogawa, la autora de la aclamada La fórmula preferida del profesor, en el marco de esta conmovedora historia, hace revivir a través de las voces de unos seres sobre los que se cierne la sombra de la muerte, una serie de relatos, unos recuerdos, que representan un legado de vida y esperanza.

Lecturas de los rehenes (fragmento)

"Se trataba de una acción similar a la de orar, cuyo propósito era hacer llegar sus voces hasta un lugar mucho más lejano de lo que podían imaginar, donde habría alguien con quien no podían comunicarse solamente por medio de las palabras."

VUELO ESTÁTICO


Últimamente he seleccionado algunos libros por su "hermosura exterior", es indudable que en la Editorial Impedimenta son especialistas en presentar sus obras de una forma especialmente atractiva y, así, a través de la belleza externa he ido descubriendo "almas literarias" que la mayor parte de las veces, se corresponden con la envoltura y, en ocasiones incluso la mejoran.
Mi conocimiento de Estonia es escasísimo fuera de saber que pertenece al "trío báltico" y su capital es Tallin, de su literatura desconozco prácticamente todo.
Pues bien, con este escaso bagaje abordé una de las consideradas "obra cumbre" de la literatura estonia, escrita por uno de los "padres" de la misma, candidato al Nobel en varias ocasiones.
Y ¿Qué me ha parecido Vuelo estático? Pues ha sido una revelación, en muchos sentidos; me ha descubierto un país, a un escritor y a una época.
Vuelo estático (título magníficamente elegido) es la historia de Estonia y sus gentes en el siglo XX, una historia marcada por el ansia de volar libre y la cruda realidad que les condena a "sobrevolar sin moverse" todos los acontecimientos que les arrastran sin piedad. Vuelo estático es la historia de un joven de talento extraordinario que desperdicia su vida en oficios sin orden ni concierto, mientras su país se sumerge en la irrelevancia, la censura, la pobreza, la burocracia y el exilio interior.
Novela para leer con calma, dada su profundidad.
Me ha gustado!!!!

Sinopsis (Ed. Impedimenta)
Crónica viva de Estonia, este imponente drama de emigración interior es, sin duda, uno de los mejores relatos de supervivencia jamás contados.
¿Puede un simple fabricante de maletas convertirse en el símbolo de toda una generación? Precisamente eso es Vuelo estático, una de las mejores obras del prolífico Jaan Kross, referencia de las letras estonias y varias veces candidato al Nobel de Literatura. La novela narra la vida de Ullo Paerand, un joven con una memoria prodigiosa que se ve obligado a sobrevivir ejerciendo profesiones tan dispares como las de periodista deportivo, fabricante de maletas o miembro del gabinete del primer ministro. A través de las aventuras y desventuras de Paerand, Kross dibuja un fresco de un momento clave del pasado reciente de los países bálticos y, a su vez, de todo el continente europeo. Pero Vuelo estático no es solo la historia de Ullo, es Historia con mayúsculas, la de toda una generación que asistió impotente a la lucha por la independencia de su país ante las sucesivas ocupaciones de diversas potencias extranjeras.

Vuelo estático (fragmento)

I
Pues bien, he aquí la historia de mi viejo amigo, Ullo Paerand, objeto de mi simpatía, de mis dudas y de mi admiración.
De pasada, ya he hablado de él en algún sitio. Pero necesita más espacio. Necesita un tratamiento distinto, cobrar mayor protagonismo. En primer lugar, por ser quien es, sin más. Pero también por el papel que tuvo en un proceso anterior, el de la construcción de su propia historiografía. Y, finalmente, por el que desempeñó en el trasfondo histórico en el que figuraba. No fue un papel protagonista, pero sí, al menos, decorativo.
Nos conocimos en la famosa Academia Wikman. Y el hecho de que quedase fuera del círculo de los chicos de Wikman, círculo que inspiró mi novela así titulada, se debe sencillamente a que allí la acción se desarrolla casi en exclusiva entre compañeros de clase, y él era cuatro o incluso cinco años mayor que nosotros. A lo que he de agregar otra razón para dejarle al margen de aquella galería: ya entonces intuía que a Ullo no le bastaría con que le tratara como a uno más de la pandilla, sino que sería necesario que me ocupase de él extensa e individualmente.
Conque la primera vez que me llamó la atención debió de ser en las escaleras de Wikman, o en su amarillo salón de actos, en torno al año 1933 o 1934, cuando yo tenía unos doce o trece años y él entre dieciséis y dieciocho. Yo estaría, me imagino, en el último curso de la escuela primaria y él ya en el décimo curso de la secundaria. O puede que hasta fuese ya a bachillerato. En cualquier caso, era alto, flaco, tenía la cara estrecha y una nariz más bien larga, delicada, y la nuez grande… En definitiva, Ullo era un chico larguirucho que a menudo parecía estar resfriado.

EL RECIÉN LLEGADO


Tercera entrega de la serie de novelas protagonizadas por Franco Bordelli, inspector de policía en Florencia (Italia) años 60.

Creo que acabaré encariñándome con Bordelli, ese comisario florentino solitario, compasivo, amigo perfecto y sabueso incansable.
Me ha gustado esta tercera novela de la serie, una serie en la que casi lo de menos son los crímenes y lo de más la Italia de los 60 con sus recuerdos de postguerra y su avance inexorable hacia la "modernidad".
En el Recién llegado se resuelven dos crímenes cuyo origen es el pasado y durante la narración Vichi nos introduce en la historia personal de cada protagonista y en la historia de Italia.
Bien narrado, ameno y quizás, sólo quizás, un poco largo.

Sinopsis (Ed. Tropismos)
Florencia, diciembre de 1965. Un hombre es hallado asesinado en su casa: el asesino le ha clavado unas tijeras en la nuca. Se sabe cuál era la profesión del muerto, una profesión tan rentable como desagradable: era un usurero, y la gente, como queriendo subrayar que no era natural de la ciudad, le llamaba "el recién llegado". De la primera inspección no emerge ningún indicio significativo. La primera pieza del rompecabezas la ofrecerá la autopsia realizada por el forense, Diotivede. El comisario Bordelli, encargado de echar luz sobre un delito que suscita en él sentimientos contrapuestos –la necesidad de hacer justicia pero también una profunda hostilidad hacia la víctima– se dispone a iniciar una investigación que se presenta, como mínimo, ardua...
Mientras tanto el agente Piras ha regresado a su casa, en Cerdeña, para pasar allí una larga convalecencia debida a una grave herida resultado de un tiroteo. Sus jornadas, marcadas por la rutina y el aburrimiento, cambian de forma inesperada el día en que se ve mezclado en un caso que se presenta también como un verdadero rompecabezas.
En su tercera cita con el comisario Bordelli,
Marco Vichi vuelve a ofrecernos un personaje vitalista, con sus costumbres y estados de ánimo y una profunda humanidad, sobre un fondo constituido por un asunto siniestro y a la vez revelador de una determinada realidad italiana.





LA CHICA DE OJOS VERDES


Este tiempo invernal que ha aparecido bruscamente es el ideal para continuar leyendo la trilogía de las chicas de campo de Edna O'Brien.
En esta segunda novela Caithleen descubre el amor, o eso le parece a ella.....y ese amor le revela todo aquello que no ha tenido, todo de lo que carece y todo lo que le sobra en la vida. Rompe con el pasado, dolorosamente, para iniciar un camino desconocido y adulto que no tiene claro a donde la llevará. Su amiga Baba aparece sólo de forma tangencial en una novela que, como la anterior, es mucho más de sentimientos y sensaciones que de acción.
Me gusta como describe O'Brien la vida de esta joven irlandesa que está tan fuera del mundo real como un marciano en Dublin. La lectura de La chica de ojos verdes produce un desasosiego tan intenso como sólo la buena literatura es capaz de hacerlo.
Recomendable!!!

Sinopsis (Ed. errata naturae)
Caithleen (luego Kate) y Baba, dos amigas irlandesas —encantadoras unas veces, contradictorias otras—, se han instalado, tras una adolescencia de paisajes rurales e internados, en una excéntrica pensión de Dublín. Bajo las luces de la gran ciudad, sus vidas giran y se agitan en torno al tumulto y la confusión de las nuevas amistades, las madrugadas fuera de casa, las aventuras y desventuras, y los amoríos insignificantes.
Baba busca diversiones despreocupadas, amores de ocasión, mientras que Kate, tan profunda, se empeña en hablar de los libros que lee con sus nuevos conocidos. Aunque, curiosamente, será esta última quien desate el escándalo entre parientes y amigos católicos cuando se enamore de Eugene, un director de cine protestante que acaba de separarse de su mujer y vive en los Montes Wicklow.
Durante un tiempo, Kate verá sus sueños cumplidos: alcanzará un sofisticado refugio idílico y literario, cosmopolita a pesar de encontrarse en medio del campo. Pero cuando su padre se entere de esa relación, hará todo lo posible por impedirla y desatará la ira de toda una peculiar comunidad —whisky mediante— contra ella y su enamorado.
Humor y amor, como en toda rima fácil, al mismo tiempo que —otra rima— dolor, el dolor de vivir cuando la alegría de la juventud se vuelve oscura, se convierte en su reverso. Es esta novela un bellísimo ejemplo de iniciación a la vida y a la feminidad. Nadie como Edna O’Brien ha escrito con tanta intensidad sobre la pasión y el valor, las tristezas y alegrías —y también la vulnerabilidad— de la juventud: sus grandes planes y sus indefinidos anhelos.
«Edna O’Brien escribe las historias más bellas. Ningún escritor o escritora puede compararse a ella, en ningún lugar».

La chica de ojos verdes (fragmento)

1Era una tarde lluviosa de octubre, y yo copiaba las cuentas de septiembre del libro de registro, un grueso tomo gris. Trabajaba en una tienda de ultramarinos en la zona norte de Dublín desde hacía dos años.
Mi jefe y su esposa eran gente de campo, igual que yo. Eran amables conmigo, pero muy exigentes también, y me habían prometido un aumento a principios del año siguiente. Nada me hacía sospechar que para entonces ya me habría ido de allí, en pos de una vida diferente.
Debido a la lluvia había pocos clientes, así que rellené apresuradamente las facturas y retomé mi lectura. Bajo el libro de contabilidad había escondido otro para poder leer sin miedo a que me pillaran.
Era un libro precioso, aunque triste. Se llamaba Suave es la noche. Me saltaba la mitad de los párrafos, ansiosa por leerlo deprisa, porque quería descubrir si el protagonista dejaría o no a la mujer. Los mejores hombres habitaban en los libros: hombres extraños, complejos, románticos; los que yo más admiraba.
No conocía a ninguno con esas cualidades, salvo el señor Gentleman, y a él llevaba dos años sin verlo. Ya no era más que una sombra, y lo recordaba igual que una recuerda un vestido bonito que se le ha quedado pequeño.

CHICAS FELIZMENTE CASADAS



Cierro la trilogía de "las chicas de campo" con la más amarga de las tres obras, su primera frase anuncia claramente lo que vendrá y llega con toda la ironía, amargura, clarividencia, contundencia y sutileza de una pluma privilegiada y femenina.
Chicas felizmente casadas destila sarcasmo desde el titulo hasta la última frase y destila, también, una profunda tristeza por las oportunidades pérdidas,... los sueños rotos la injusticia y el dolor.
Chicas felizmente casadas es una crítica feroz a la sociedad de la época y sus instituciones; es un anuncio de lo que vendrá y un recordatorio de que la vida nunca ha sido fácil para las mujeres y nunca lo será.
Así comienza la novela con palabras de Baba, narradora de la misma:
"Hace poco nos lamentábamos Kate Brady y yo, mientras tomábamos unos tristes gin fizz en un bar del centro de Londres, de que nada nunca iría a mejor en nuestras vidas, de que moriríamos en el mismo estado en que nos encontrábamos: bien alimentadas, casadas, insatisfechas." Pág. 9. No digo más!!!!

Sinopsis (Ed. errata naturae)
A mitad de los años cincuenta del siglo pasado, Kate y Baba, dos amigas tan distintas como complementarias, vivieron su infancia en los bellos paisajes rurales de la Irlanda profunda, rodeadas de un sinfín de personajes, algunos entrañables y otros maravillosamente detestables. Tras pasar por un internado y dejar atrás a sus singulares familias, se instalaron en Dublín y se abalanzaron sobre el amor en todas sus formas conocidas, no todas «convenientes», desde luego, y no siempre con fortuna… Pero han pasado los años, e Irlanda y los años de juventud quedan lejos. Ambas, casadas finalmente, viven en Londres: Kate, ya madre, con su gran amor de Dublín; Baba, con un ostentoso constructor (sí, un nuevo rico) que le ofrece la vida de comodidades y lujos a la que siempre aspiró. Dos mujeres aún jóvenes e impetuosas, dos hombres definitivamente maduros. Una nueva ciudad y unas vidas nuevas. La maternidad y la madurez al fin… Y, sin embargo, tantas inseguridades todavía. Kate y Baba parecen hablarnos desde nuestro propio presente: cómo viven, cómo aman, cómo temen. La vida se repite, y no acalla sus preguntas, esas que regresan una y otra vez, esas que no encuentran casi nunca respuesta. Nos salva, en ocasiones, la mano amiga, la persona que mejor nos conoce, la que puede hablarnos con toda sinceridad. Esta novela corrosiva y llena de vida no sólo trata sobre matrimonios felices (más bien lo contrario), sino también sobre el poder de la amistad a través del tiempo y de las miserias, de todo tipo, que muchas mujeres han tenido que soportar durante siglos… Así, la voz de Cate, que nos habla siempre desde un tono grave y por ello al tiempo algo ingenuo, se alterna con la de Baba, que con su desenvoltura y sarcasmo nos hace reír… y también pensar. Ambas nos guían a través de los pequeños y grandes momentos de la existencia hasta un maravilloso epílogo, tan real, según los tópicos, como la vida misma.

Chicas felizmente casadas (fragmento)

Hace poco nos lamentábamos Kate Brady y yo, mientras tomábamos unos tristes gin fizz en un bar del centro de Londres, de que nada nunca iría a mejor en nuestras vidas, de que moriríamos en el mismo estado en que nos encontrábamos: bien alimentadas, casadas, insatisfechas.
Siempre hemos sido amigas; de niñas, en Irlanda, dormíamos juntas y yo solía empujarla para que se cayera de la cama con la esperanza de que se partiera la crisma. Me caía muy bien y todo eso (por supuesto, le tenía unos celos mortales), pero era demasiado tranquilona, demasiado buenaza; ya sabéis, esa bondad inútil que consiste en preguntarle a la gente cómo está y qué tal sus padres. En la escuela me escribía las redacciones, y en el internado nos mantuvimos muy unidas porque las otras ochenta niñas eran aún más ñoñas que ella, que ya es decir. Cuando nos largamos del internado fuimos a parar a un cuchitril de mala muerte forrado de linóleo, en Dublín, y luego recalamos en otro tugurio aquí en Londres, donde, en un periodo de año y medio, nos invitaron a tres cenas como Dios manda a cada una, lo cual se tradujo en seis cenas por cabeza, porque habíamos acordado que cada vez que a una la invitaran a salir debía traer comida para la Cenicienta. La de bolsos que estropeé por culpa de esa norma…
No llevábamos ni un año aquí cuando Kate se reencontró con Eugene Gaillard, un cascarrabias a quien había conocido en Irlanda. Retomaron las relaciones, se enamoraron —o eso decían ellos— y no tardaron en airearlo a los cuatro vientos. La boda se celebró en la sacristía de una iglesia católica. Tuvo que ser así; no podrían haberse casado en el altar porque él estaba divorciado y ella iba preñada hasta la boca. Yo fui dama de honor: me puse un pañuelito rosa de gasa y un sombrero con velo que me costearon ellos. Parecía yo la novia. Kate llevaba un vestido premamá de rayas, muy holgado, y tenía un aspecto más aniñado que nunca. Es de esas mujeres que siempre tendrá cara de no haber roto un plato, aunque tuviese a su madre encerrada en un armario. El cura no le miró la tripa ni una sola vez.